En unas conversaciones entre Juan Luis Cebrián, ex director de El País, y Felipe González, ex presidente de España, ambos coinciden en definir la guerra civil como enfrentamiento entre pobres y ricos, ganada por los ricos, a quienes ellos muestran nulo aprecio. Se trata de una simpleza inframarxista que insulta la inteligencia: fue el bando supuestamente enemigo de los pobres, el que creó condiciones para que el país superase su pobreza ancestral; y las ideas del Frente Popular, pretendido amigo de los obreros, habrían desembocado en una situación pareja a la de Cuba, generalizando la pobreza excepto para una nomenklatura dueña de todo.
La lección histórica al respecto no puede ser más tajante. Que dos personajes tan influyentes demuestren un nivel intelectual tan ínfimo hace temblar, realmente.
Aun choca más la posición de ambos si recordamos que pertenecen al grupo de “los ricos”, a los riquísimos, o se mueven en el entorno de las oligarquías más adineradas de España y hasta del planeta.
¿Cómo es que se insolidarizan con su “clase”, sin por ello renunciar –muy al contrario—a sus privilegios?
Los griegos tenían un concepto para la saludable vergüenza del rico ante el pobre, derivada del sentimiento de que ni la riqueza del uno ni la pobreza del otro son del todo merecidas. Cabría preguntarse por qué la gente no es uniformemente rica (o pobre), hecho algo misterioso, como tampoco es uniforme la distribución de la inteligencia, la fuerza, la salud, la sensibilidad, la suerte o cualquier otra cosa, ajenas en principio -- aunque no siempre inaccesibles-- al mérito personal.
Tal vez Cebrián y González expresan esa vergüenza o pudor, pero algo nos hace dudarlo: los dos han llegado a saber que “defender a los pobres” puede convertirse en un buen negocio. Ellos, precisamente, lo han demostrado. Los pobres probablemente no mejoren mucho, pero a ellos no hay más que verlos.
El PCE, desde luego, fue y es mucho más antidemocrático que el franquismo. Pero también fue el único partido que se opuso a Franco. Arrostrando mil riesgos y sacrificios, eso también es cierto: el único que luchó desde el principio hasta el final, desde 1939 hasta 1976, al revés que los demás componentes del Frente Popular(leáse socialistas y nacionalistas). Y cuando, en las dos amnistías de la Transición, salieron a la calle los presos políticos (entre trescientos y cuatrocientos para un país de 36 millones de habitantes), en su gran mayoría eran comunistas o miembros de grupos terroristas, o ambas cosas.
Nadie con una mínima honestidad intelectual o conocimiento de causa puede considerarlos demócratas. Con toda evidencia, ninguna ideología del siglo XX ha sido más liberticida (y genocida, en competencia con la nacionalsocialista) que la de Marx y Lenin.
Y no cabe conceder un crédito excesivo al democratismo de los partidarios de Don Juan (monárquicos). Se trató de una oposición en todo caso muy tenue y minoritaria dentro de los propios monárquicos, los cuales en su mayoría permanecieron siempre en el ámbito del franquismo.
Y no cabe conceder un crédito excesivo al democratismo de los partidarios de Don Juan.
El puntal del antifranquismo juanista durante largos años, Sainz Rodríguez, fue un conspirador nato que había procurado sin tregua derribar la república mediante un golpe militar, mientras abogaba por la “democracia orgánica” bajo un trono autoritario. Tras la guerra civil había vuelto a conspirar, ahora contra Franco, pero sin abandonar la pretensión de establecer una régimen autoritario, y convencido de que la victoria de los Aliados en la guerra mundial traería necesariamente la caída del régimen.
La política de aquellos juanistas rondaba por entonces la traición al país, si no caía de lleno en ella, y sus posibilidades se esfumaron cuando Franco, que había previsto la ruptura de la alianza entre las democracias y Stalin, se mantuvo en el poder contra todo pronóstico. Don Juan dio algunos pasos apresurados y su alternativa se esfumó. Andando el tiempo, la restauración o reinstauración monárquica se produciría, por voluntad del dictador, en la persona de Juan Carlos.
Un rasgo importante de casi toda aquella oposición consistió en su simpatía por la ETA, actitud que había de tener muy largas y amplias proyecciones en la democracia, hasta hoy mismo.
Por lo común, la oposición retrataba al franquismo como una dictadura totalitaria asesina, horripilante y absolutamente injusta. La consecuencia natural sería luchar contra ella por todos los medios, y de ahí la admiración suscitada por los terroristas cuando empezaron a asesinar, en 1968 (aparte de un bebé destrozado por una bomba unos años antes).
ricos,pobres,negocio
Mi amigo Tellagorri, volvio a sacar el bisturi...!Y de que forma lo maneja!...!Bravo Tella!...
ResponderEliminarCHARNEGUET
ResponderEliminarEres único y muy eficiente en DAR ÁNIMOS.
Te lo agradezco
Tellagorri
Buenisima tesis.
ResponderEliminarSolo hay que revisar la historia mundial para darse cuenta que la izquierda siempre a esgrimido la mentira de estar del lado del pobre, de ser los pobres, su representación, pero nada más lejos de la realidad, lo que sí se puede asegurar que han sido una maquina de generar pobreza.
ResponderEliminarSaludos
Amigo Javier:
ResponderEliminarEstoy absolutamente anonadado ante este despliegue de talento y de productividad. No sé si estás en Tellagorri, en Tellaferro o en los dos. Estás produciendo a un ritmo (y con una calidad) admirables y envidiables.
Mi más sincero agradecimiento y mi más cordial enhorabuena.
Alfredo