Hacia el final de la Edad Media, la vocación mediterránea de Aragón dio lugar a la incorporación más o menos permanente de Sicilia, Cerdeña, Mallorca y hasta la mitad sur de Italia, el reino de Nápoles.
La cosa empezó cuando Pedro III reclamó los derechos de su mujer, a Nápoles y Sicilia contra el rey de Frncia Carlos de Anjou, al que el Papa había entregado la isla graciosamente.
Por entonces unos oficiales franceses registraron de modo inconveniente a una novia siciliana que iba a bodas y la afrenta desencadenó una sublevación popular contra los ocupantes.
Aprovechando la coyuntura, el aragonés desembarcó, ocupó la isla en un paseo militar y fue aclamado rey por los sicilianos.
El Papa lo excomulgó y hasta organizó una cruzada contra él, pero la convocatoria fue escasa, que ya no estaba Europa para cruzadas.
Hasta tiempos relativamente recientes, los pontífices no se molestaron en disimular sus ambiciones mundanas y sus marrullerías políticas a las que frecuentemente supeditaban sus obligaciones como vicarios de Cristo.
Eran testarudos aquellos aragoneses.
Pedro III no se amilanó porque el Papa lo excomulgara y sus sucesores mantuvieron el tipo igualmente y prosiguieron la lucha contra el Papa y contra los franceses. A la postre ganaron la partida, puesto que el Vaticano acabó cediendo Cerdeña y Sicilia.
Por cierto, los almogávares o mercenarios aragoneses que habían luchado en Sicilia cuando la isla quedó pacificada fueron contratados por el emperador de Bizancio para luchar contra los turcos que amenazaban Constantinopla.
La conquista de Sicilia había extendido por todo el Mediterráneo la fama de invencibles de aquellos montañeses.
Las Grandes Compañías de almogávares constituían una infantería tan temible como hoy la de los mercenarios gurkas.
En reposo puede que se parecieran más a una turba de desaliñados salteadores que a un cuerpo militar, pues iban vestidos de pieles y apenas protegidos por un pequeño escudo y una red de hierro que les cubría la cabeza, y tan sucintamente armados (con dos venablos, un cuchillo carnicero y un breve chuzo) que no impresionaban a nadie.
Pero cuando, antes de entrar en combate, golpeaban la herrada contera del chuzo arrancando chispas de las piedras y gritaban "¡Desperta ferro!" infundían espanto al más bragado enemigo. Metidos en harina se conducían con proverbial ferocidad, sin dar ni esperar cuartel.
El caudillo que los mandaba era un aventurero llamado Roger de Flor, al que el taimado emperador de Bizancio nombró megaduque y casó con una de sus sobrinas, que tenía muchas para tales casos.
Mientras los almogávares derrotaron a los turcos y pacificaron las fronteras, los bizantinos los adoraron pero en cuanto dejaron de necesitarles pareció que aquella tropa salvaje desentonaba en la armonía y la belleza de sus ciudades.
Además, a Roger de Flor se le habían subido los humos a la cabeza y aspiraba a recibir un reino como recompensa por su actuación.
El emperador fingió estar de acuerdo pero lo atrajo a una trampa, junto con ciento treinta de sus capitanes y oficiales, y los hizo asesinar a todos.
La trampa fue un banquete. ¡Siempre esa obsesión hispánica por comer de balde que tantos disgustos nos acarrea.
Cuando la milicia almogávar supo lo ocurrido a sus oficiales, su reacción fue tan violenta que todavía por aquellas costas se habla de la "venganza aragonesa".
Los almogávares entraron a sangre y fuego por pueblos y aldeas sin dejar títere con cabeza hasta que, algo más calmados y cansados de ir de un lado para otro, decidieron sentar cabeza y fundaron un reino que duraría casi un siglo (el ducado de Atenas).
A la expansión política y militar de Aragón se correspondía una paralela expansión comercial.
La potente marina mercante aragonesa se sumó al activo comercio mediterráneo en competencia, a menudo armada, con genoveses y pisanos.
Su prestigio era tal que el Llibre del consulat del mar, especie de código de derecho marítimo catalán, era aceptado casi unánimemente por las otras marinas de Europa.
Con hipérbole patriótica se llegó a decir que para navegar por el antiguo Mare Nostrum, hasta los peces tenían que lucir las barras de la enseña aragonesa.
Poderoso reino el aragonés.Probablemente en aquella época de loa almogavares fuera el más poderoso de Europa.
ResponderEliminarDON MARIO
EliminarSí, entre 1.200 y 1400 el reino de Aragón era el más poderoso de Europa, siempre en guerras con Francia y el Vaticano.
Cuando los catalufos y peneuveros hablan a boca llena de "derechos históricos", me pregunto qué es entonces lo que tienen los aragoneses.
ResponderEliminarDON ALBERT
EliminarLo curioso es que casi todas las regiones de España disfrutaron de FUEROS otorgados por la Corona pero sólo los nacionalistas son los que reivindican unos derechos medievales obsoletos.
Aquellos montañeses de la actual zona de Huesca, eran los almogavares. En total unos 8.000 almogávares, que hicieron frente y vencieron a 20.000 infantes y 10.000 jinetes turcos, la mayoría jenízaros.
ResponderEliminarDON SERGIUS.
EliminarBravos aquellos combatientes oscenses que además demostraron que las caballerías pesadas de los ejércitos al uso no eran válidas.
Sabiendo cosas como esta, me chirria especialmente el ver la mansedumbre de un pueblo como el aragones, ante la inmundicia imperialista de los nazios catalibanes, que les imponen lengua e historia como quien impone un pure a un niño.
ResponderEliminarCuestion aparte, lo de la masacre del banquete me ha recordado al celebre capitulo de la boda roja, en la serie Juego de Tronos. Y es que la historia y la realidad suelen superar cualquier ficcion.
SEÑOR OGRO.
EliminarConociendo un mínimo de la Historia de Aragón, es increíble que se dejen avasallar por los catalufos.
Y respecto a nuestros famosos "derechos históricos" resultan una broma comparándodolos con los que corresponden a Aragón.
Señor Ogro, los aragoneses en general llevamos mal el imperialismo catalán, especialmente en lo que ellos llaman la franja de ponent, lo que pasa es que en todas partes hay tontos pagados por el enemigo y esos hacen bastante ruido con la tontada de instaurar el catalán como lengua propia, y entre los socialistas y los de podemos al final, por llevarle la contraria al PP y al PAR nos van a meter al enemigo en casa.
EliminarPor otro lado, el gran problema aragonés es que fuera de Zaragoza estamos muy pocos, en la provincia de Huesca que viene a ser de grande como medio Cataluña solamente estamos unos 220.000 habitantes, 60.000 en la capital, por eso no contamos porque ni aunque nos juntemos todos hacemos bastante ruido.
Este es el problema, de los últimos 200 años. No contamos para nada, ni para nadie.
Hasta Felipe II, dueño del Mundo, temía ya entonces al JUSTICIA MAYOR DE ARAGÓN.
EliminarPor más que se empeñen en cambiar la historia, así fue, el reino llevaba el nombre de Aragón.
ResponderEliminarDON TRECCE
EliminarSí, todo el territorio que va desde Gerona a Castellón era el Reino de Aragón, que además sumó luego las Baleares, el sur de Italia y las islas de Cerdeña y Sicilia. Y hubiera podido también tener gran parte de Francia a no ser por la batalla perdida en Muret, en 1213, contra los cruzados del Papa.
Por otro lado, lo de la frase esa de las barras creo recordar que viene o de la crónica de Bernat Desclot, crónica escrita directamente para los reyes y por encargo, con lo que este tipo de afirmaciones hay que tomárselas con más sentido crítico, puesto que puede que no fueran más que exageraciones para alagar los oídos del pagador..... total ahora, que hace 800 años los peces llevaran bandera ni nos va ni nos viene.
ResponderEliminarDON CSC
EliminarLo de la frase viene unicamente a significar el poderío de un reino. Sin más connotaciones, y sabiendo ya desde entonces que era un simbolismo.