El 2 de agosto de
1968 el jefe de la brigada político-social de Guipúzcoa,
el comisario Melitón Manzanas, murió tiroteado en su casa de Irún. La autoría de aquel atentado, el primero reivindicado por ETA, aún no está clara. El Régimen franquista apuntó
al cantante Imanol, quien pasó seis meses entre rejas. Dos años después, condenó a muerte en el Proceso de Burgos al etarra
Xabier Izko de la Iglesia. Pero este culpable oficial, quien fue amnistiado gracias a la presión internacional y quien más tarde renegaría de la banda, siempre negó ser el asesino.
La
viuda de Manzanas, que presenció el crimen e incluso forcejeó con el hombre de bigotes y largas patillas que mató a su marido, señaló otra cara en una fotografía: la de
Pedro Meca Zuazu, un
dominico marxista, cercano al PCE y activista contra Franco, habitual en los círculos de la primera ETA e hijo de una víctima de Manzanas, quien maltrataba con crueldad a los detenidos e incluso abusó sexualmente de algunas mujeres.
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Hay muy pocos que saben quién lo hizo. La Policía dijo que Izko, pero nadie sabe...", dice hoy bajando la voz este hombre de 78 años, de vitalidad asombrosa y largas barbas blancas, que apoyó a ETA en la dictadura pero
ahora abomina de la banda.
Pedro Meca (una suerte de Papá Noel versión camiseta reivindicativa y hablar deslenguado, pertinaz en las palabrotas inofensivas y el humor socarrón)
es hoy una celebridad en París por su ayuda a los indigentes y las prostitutas. Allí lo llaman "
el capellán de los vagabundos".
En San Juan de Luz y Rentería responde al nombre de Roberto, herencia de sus años de clandestinidad.
Ahora también lo distingue el
premio de la Asociación de Periodistas de Navarra. Para la cena organizada en su honor sólo les pidió dos cosas: una canción de Imanol, compañero de militancia a quien refugió en Francia, y arroz con leche.
Nacido en Pamplona un año antes de la Guerra Civil, con su padre fallecido en 1936 y su madre huida a Francia, el pequeño quedó encomendado a una anciana pareja muy pobre. Cuando la mujer murió al cumplir él los 17, decidió marchar a Burdeos para respirar "libertad" y buscar a su madre biológica, que había sido pieza clave de la resistencia francesa, "camuflada" como intérprete de la División Azul, y que se había salvado de milagro de un campo de deportación gracias a un capitán alemán.
Meca cumplió a su lado los 21 años y tomó su primera decisión de adulto:
entrar al convento de los dominicos en Montpellier. Hizo su mayo del 68 a carrera limpia (y sucia) por las calles de la ciudad. Allí le pilló el asesinato de Melitón Manzanas (la "ejecución", en palabras de ETA: recibió tres tiros en la cabeza, uno en la mano y otro en la muñeca).
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No fui yo, asesinato yo no. Yo estaba en Francia, aunque venía aquí clandestinamente", relata serio el dominico. Más tarde, ya en París, el Régimen pediría su extradición por ser el secretario del comité vasco que organizó una potente campaña internacional contra el Proceso de Burgos. Pedro se recorrió Europa dando charlas para salvar a unos compañeros a los que él había dado "las primeras clases de marxismo".
Con los años las cosas cambiaron. Dice Meca que ETA ha sido "
el nacionalismo tonto y becerril". A quien intentaba introducir un planteamiento de clase, ETA le apartaba o le expulsaba. ¿
Qué política han hecho, qué socialismo? ¿Qué quiere decir nacional? A mí que me lo expliquen. Había que hacer un sindicato, pero con apellidos vascos. ¡Pero si el trabajador trabaja con sus músculos!, se queja.
¿Qué justificación política tienen? ¿La lucha contra el Estado español? La dispersión de una persona que mató a dos guardias civiles... ¿eso a los familiares les parece parte de la guerra, y que estén fuera de Euskadi les parece criminal? Es algo terrible, les impide ver la realidad. No hay reflexión política: lo vasco por encima de todo, como lo nazi, como lo franquista. La Historia me juzgará, dijo Franco, y ellos dicen lo mismo, continúa.
El cura heterodoxo, ex okupa y ex "
contrabandista de todo" (menos de la blanche et les blanches, la droga y las mujeres), pupilo del fundador de los Traperos de Emaús, no ha dejado la política; lleva años haciéndola desde la calle. Primero fue camarero a la vez que trabajador social para romper los guetos entre estos y los vagabundos, drogadictos, alcohólicos y prostitutas.
Después abrió un local de encuentro nocturno, La moquette, donde se reúne "todo dios", sea "sans domicile fixe" (sin domicilio fijo) o "avec domicile fixe" (con él),
un lugar por el que pasan ministros, intelectuales, Premios Nobel, periodistas… para charlar con quien esté por allí.
Ahora un colaborador lo dirige mientras él está a lo suyo, haciendo lo que mejor sabe: escuchar a los marginados que, dice, suelen tener la gran herida en su infancia. Organiza funerales para aquellos muertos a quienes nadie reclama. Tiene un autobús blanco de dos pisos donde las prostitutas se someten a chequeos médicos. Ha organizado un servicio de recogida de objetos que la gente tira a la basura, y son los propios indigentes quienes los reparten.
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No podemos aceptar la sociedad como está". ¿Su fe? "
No es creer y ya está; eres católico actuando".
Después de la entrevista se sube a una mesa para dejarse retratar mientras bromea: a las 12.30 horas va a dar misa y necesita tiempo para "maquillarse". Pide cuidado con el titular del reportaje.
Por L. Iglesias
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CAPELLÁN DE LOS VAGABUNDOS |
cura marxista