En marzo de 1912, los cuerpos sin vida del capitán Robert Falcon Scott y sus cuatro compañeros de expedición fueron hallados en la Antártida. Junto al cadáver del explorador inglés, su diario: "Ha sucedido lo peor. Se han desvanecido todos los sueños", dejó escrito con fecha de 19 de marzo de 1912, antes de una última frase, que presagiaba la tragedia: "Es una lástima, pero no creo que pueda escribir más".
Y así fue.
Su obsesión frustrada :ser el primer hombre en llegar al Polo Sur.
Le esperaban vientos de hasta 300 kilómetros por hora, temperaturas inferiores a 50 grados bajo cero, un enorme océano congelado "que se desplazaba y retorcía como si estuviera vivo" y una costa sin apenas puertos naturales.
La lucha se establecía entre el hombre y las fuerzas de la naturaleza, y el único obstáculo era la propia resistencia del aventurero, puesta a prueba cada segundo.
"¡Santo Dios, esto es un lugar espantoso! Y ahora a volver a casa, haciendo un esfuerzo desesperado", comentó Scott en su diario cuando, poco después de sufrir durante varios días principios de congelación, descubrió que su rival noruego, Roald Amundsen, le había ganado la partida.
Su expedición y la de Amundsen habían emprendido la marcha al mismo tiempo, el 24 de octubre de 1911. Scott, equipado con trineos motorizados, caballos y perros, siguió la huella de otro expedicionario legendario: Ernest Shackleton,.
Al igual que Shackleton (otro de los nombres que brilló con luz propia en aquella rivalidad entre ingleses y noruegos) Scott se empeñó en utilizar caballos, cuya inutilidad sobre tan inhóspito terreno estaba demostrada, trineos a motor que no funcionaban y perros que nadie sabía guiar.
Cuando por fin consiguió alcanzar su soñado destino, lo único que encontró fue la bandera noruega que había dejado, un mes antes, Amundsen y sus compañeros.
Eso no era lo único que perdería el capitán Scott en aquella expedición: también se dejó la vida. Él y sus cuatro compañeros perecieron durante una tormenta cuando realizaban el camino de vuelta.
Tellagorri
Robert Scott la fatalidad de
Debió sentir la amargura de la derrota en la garganta al ver la bandera noruega. Y encima encontró la muerte en el camino de vuelta, no se puede tener más mala suerte.
ResponderEliminarPero a ver, si se empeñó en llevar caballos al Polo qué esperaba. Es como ZP que se empeña en tomar medidas erróneas aun sabiendo que surten el efecto que no se busca.
Un abrazo.
Hombre, los noruegos tienen una experiencia probada en temas de "criogenización". Ironía on.
ResponderEliminarEs natural que ganara la partida el noruego.
Besos. :)
Mal lo tenía el amigo Scott compitiendo con gente acostumbrada al Polo Norte.
ResponderEliminarPor cierto, ¡vaya calidad de fotografía!
ELENA
ResponderEliminarTremebundo pasar unas insospechadas calamidades de congelaciones y muerte de caballos, inutilización de máquinas, etc. para ver en la distancia la bandera del competidor.
ZP no hubiera llegado, sólo y en invierno, ni a los jardines de Moncloa partiendo de su habitación.
ELEONORA
ResponderEliminarSí, está claro que los nórdicos tienen mucha más preparación para estas acciones. Pero la Inglaterra de 1911 era la del Imperio británico y sus muchachos empeñados en que nada en el Mundo podía impedir vencerlos en nada.
BWANA
ResponderEliminarSí, mal lo tenían los british en estas acciones para competir con nórdicos.
Las fotos pertenecen al grupo de las que hicieron ellos mismos, los exploradores.
Estos exploradores de inicios del siglo XX, yo creo que tenían algo de inconsciente y mucho de obsesivo. Tener metas en la vida está bien, pero estos temas rozaban creo yo la obsesión escondida en cierto deber patrio.
ResponderEliminarNunca he comprendido el ansia de arriesgar la vida subiendo una y otra vez ochomiles, lanzándose en caídas cada vez más arriesgadas, etc.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarEra una especie de romantiscismo de ser EL PRIMERO en descubrir algo desconocido. Como bien dices, arriesgaban la vida y las de otros sin tener mucha consciencia de lo que hacían o querían hacer.
Los expertos en OCHOMILES serán unos grandes deportistas pero no me causan la más mínima emoción o admiración.
Lo triste para aquellos exploradores como Scott era que corrian los mismos riesgos que el primero y con desconocimiento absoluto de las vías para llegar a su destino, y sin embargo sus hazañas quedaban en NADA por ser los "segundos".
Si ahora hay cola para viajar a Marte sin billete de vuelta, no me extraña que en aquella época existiesen exploradores capaces de dejarse el pellejo por una conquista de este tipo. Lo que ocurre es que la madre naturaleza, a veces, es cruel e inexorable.
ResponderEliminarMe he acordado ahora de la película "La tormenta perfecta", basada en hechos reales, unos pesqueros se dejaron la vida por no respetar las predicciones..no creo que solo los impulsara el dinero, sino un cierto espíritu de desafío.
En cualquier caso, estas cosas son de admirar.
CANDELA
ResponderEliminarSí, era un auténtico espíritu de desafío a lo desconocido, y especialmente se daba entre gentes que pertenecían o habían pertenecido al Ejército.
También en España los que montaron en aquella avioneta con Ramón Franco y se lanzaron a cruzar el Atlántico e incluso el propio Linbergh y su vuelo a Paris en una moto con alas.
Hombres admirables: no les importaba arrostrar penalidades y peligros sólo guiados por su afán de aventura y de engrandecer el nombre de su nación.
ResponderEliminarEstimado/a Amigo/a:
ResponderEliminarMe estoy planteando seriamente;
-Acudir este sábado
a la asamblea del
I CONGRESO DE PLATAFORMAS CIUDADANAS
en el Ateneo de Madrid 27 de Noviembre 16:30h.
-Invitarte a formar parte de una agrupación de
'resistencia bloguera' donde reunir todas las energías
de tanto bloguero activo en solitario.
*¿te vienes?
*¿te apuntas?
Un abrazo
(por favor, usa mi entrada 'El movimiento se demuestra andando'
para decirme lo que sea)
http://decarlosfernndez.blogspot.com/
Gracias
ASPIRANTE
ResponderEliminarAquel espiritu de finales del XIX y principios XX no ha vuelto a darse porque ahora el "riesgo" se busca especulando con las bolsas mundiales o construyendo casas con poco cemento, o sacando la plaza de profesor de Instituto. E incluso adquiriendo una vivienda vecina a la de Isra.
Pues por aquí hay gente que está encantada de ser segundo, no lo consideran una fatalidad.
ResponderEliminarY ojito con los comentarios Tella, ahora están probando pollos balísticos que podrían perfectamente alcanzar las playas de Zarauz desde Complutum en 3/4 minutos... no te digo na y te lo digo to
No hay más que ver la equipación que llevaban en la foto. La tienda de campaña, los zapatos, la ropa...
ResponderEliminarLo que me extraña es que consiguieran resistir por lo menos hasta emprender el regreso.
DON ISRA
ResponderEliminarAlgún que otro comentario sobre vos, siempre que se habla de riesgos, inevitablemente se me escapa.
Pero en teniendo en cuanta la amenaza de esos proyectiles balísticos, me acordaré de lo peligroso que puede resultar hablar de un ciudadano de Complutum.
DOÑA ADELAIDA
ResponderEliminarTambién me había percatado yo de ese equipamiento que parece más propio para ir al Escorial de excursión que al Polo Sur.
Pero entonces no conocian otra cosa. Y como dices, milagro es que llegarán allí.
Y no valdrá aquello de lo importante es participar? jajaja
ResponderEliminarUn saludo.
Ya sabes que no es por mí, pero desconozco la reacción de El Fary si esos comentarios llegasen a sus oídos.
ResponderEliminarCAROLVS
ResponderEliminarAquí sí que el participar no servía de nada. La prueba la tienes en que, siendo el segundo hombre en la Historia en llegar al Polo Sur, casi nadie sabe quién era el Capitán Scott.
Dentro de un par de años se sabrá qué equipos ganaron los campeonatos mundiales de furbo, pero nadie se acordará de en qué quedó Holanda en 2010.