Irache Sorzabal e Izascun Lesaca, fieras peligrosas

El 4 de marzo de 2008, la policía francesa comenzó a colgar por todo el país 30.000 carteles con el rostro de los seis etarras más buscados. Los cuatro primeros, con el temido Garikoitz Aspiazu, alias Txeroki al frente, eran hombres.

Las dos últimas caras, sin embargo, eran de mujeres: Irache Sorzabal e Izascun Lesaka. Y, dos años después, ambas siguen esquivando a los agentes, mientras los otros han sido detenidos.

De las dos candidatas al cetro, la más conocida para las autoridades es Irache Sorzabal. Ha protagonizado infinidad de apuradísimas escapadas. El año pasado, por ejemplo, se escabulló tras sufrir un accidente de coche en las cercanías de Allègre (Francia) junto a Iurgi Mendinueta, otro de los etarras que aparecían en el cartel de la policía gala. Pero, antes de huir, ambos enterraron un ordenador en un bosque cercano. Los agentes lo descubrieron posteriormente y, al analizarlo, se toparon con una foto de Sorzabal con un niño pequeño: ¿su hijo?

Sea madre o no, su historial etarra es tan largo como variado. Hija de una familia abertzale "de toda la vida", los cuerpos de seguridad detectaron por primera vez a Irache en los círculos radicales de Irún con sólo 15 años.

"Era una borroka de cuidado: siempre montando chochos con esta gentuza", explica un policía que la conoció en la época. Hoy es escéptico sobre su candidatura: "En la banda se la ve como una simple abrepiernas. Estos tipos son unos machistas de cuidado: sólo las quieren para follar y servir el café. No me creo que pongan una mujer a mandar. Y dos, mucho menos".

En todo caso, Sorzabal ha hecho méritos para que los pistoleros la tomen en serio. Cruzó los Pirineos en 1997 y ese mismo año fue detenida por la policía gala y condenada a tres años de cárcel por asociación ilícita y falsedad documental. Un mes antes de su puesta en libertad, la etarra se embarcó en una huelga de hambre: según ella, perdió 39 kilos y tuvo que ser hospitalizada. Aun así, no logró aplazar su deportación a España, donde se recicló como profesora de euskara y portavoz de las Gestoras Pro-Amnistía de Guipúzcoa. En los diarios vascos todavía se conservan fotos de sus ruedas de prensa de la época.

En 2001 la detuvieron de nuevo por vínculos con ETA, esta vez en su domicilio de Hernani. Se le achacaron tres asesinatos y, aunque fue absuelta por falta de pruebas, su caso saltó a los periódicos por sus denuncias de torturas (golpes, tocamientos, calambres), que provocaron una reprimenda de Amnistía Internacional al Gobierno.
Cuando comenzó a circular una supuesta imagen suya con el costado derecho amoratado, la joven militante se convirtió en una heroína de la izquierda abertzale. Sin embargo, el juzgado de instrucción 13 de Madrid descartó posteriormente la veracidad de sus denuncias.

Desde poco después, Sorzabal anda fugada y con un currículum criminal in crescendo. Tres factores cuentan a su favor en el proceso sucesorio: forma parte del ala dura, posee experiencia y, además, tiene sangre. Es decir, cuenta con algún muerto a su nombre, lo que siempre conviene a la hora de aspirar al liderazgo del hacha y la serpiente.

La falta de sangre sería, según los expertos, la gran desventaja de la otra I de ETA: Izaskun Lesaka. Nunca se logró confirmar su autoría en los atentados de Mallorca del verano pasado. En cambio, sí que cumpliría los otros dos principales requisitos: su mala leche (es tan dura como la que más) y que cuenta con numerosos apoyos, sobre todo entre los refugiados de Francia.

Lesaka es una de las alumnas aventajadas de la kale borroka. Tenía sólo 16 años cuando los cuerpos de seguridad la ubicaron por primera vez en el mundillo batasuno. En aquella época, ya asistía a las manifestaciones de Gestoras y visitaba a presos de ETA. Además, formó parte del grupo de Jarrai de su pueblo natal, Burlada (Navarra) y ejerció de interventora electoral de Herri Batasuna en 1993 y 1994. Según fuentes policiales, la familia de Izaskun (especialmente el padre, Carmelo Lesaka) tiene intensos vínculos con la izquierda abertzale.

A su pueblo, Burlada (20.000 habitantes) pegado al pamplonés barrio de la Chantrea, se entra casi sin darse cuenta. Creció en los años 70 merced a la inmigración de trabajadores provenientes de toda España lo que la hace erigirse en pueblo dormitorio de Pamplona, en plena expansión industrial.

Hoy, sin embargo, ha consolidado una personalidad propia y la mayoría de sus habitantes se conocen entre sí. Es por ello que no es difícil encontrar a quien sepa de la historia de Izaskun, "la de los lecheros". Su abuelo paterno fue durante toda la vida el lechero del pueblo, oficio al que se dedicaron también sus hijos.

Pero su otro abuelo, el padre de su madre Enriqueta Carmen, también tiene un nombre. Gran aficionado a la pelota vasca, fue quien impulsó este deporte en la localidad en la década de los 60, e incluso llegó a ser botillero del pelotari y campeón olímpico también burladés Rubén Beloki.

Pero la nieta del lechero y el pelotari no es la única hija de Burlada enrolada en ETA. Hay más mujeres. Dos casos recientes son los de María Lizarraga e Ichaso Torregrosa. La primera, arrestada en 2008 en el departamento francés de Loira como presunto miembro del aparato logístico de ETA. La segunda, en prisión desde el pasado noviembre tras ser detenida en una operación policial contra la organización juvenil abertzale Segi, considerada la cantera de ETA. Numerosas pegatinas con su imagen reclaman hoy su libertad en las paredes y señales del pueblo.

Pero ni de lejos han llegado donde hoy pisa Izascun. Al parecer, la fecha clave de su carrera en ETA fue el 20 de octubre de 2002. Según los papeles intervenidos posteriormente a Ibon Fernández Iradi Susper, ex jefe de los comandos, ese día se reunió con un alto cargo de la banda en Francia. Tras ello, Lesaca ingresó en el subaparato de captación de militantes de Navarra.

Su paso a la clandestinidad se produjo en 2004, cuando iba a ser juzgada por su militancia en el entramado de Jarrai y Segi. Desde entonces, acumula dos órdenes de búsqueda y captura por procesos de la Audiencia Nacional. En junio de 2007, la justicia francesa la condenó en rebeldía a cuatro años de cárcel por sus labor de reclutamiento terrorista.

Pero Lesaca jamás ingresó en prisión. En todo este tiempo, ha estado huida en México y Francia, donde ha desempeñado diversas labores de responsabilidad en ETA.

Lo cierto es que en 1994, año en que fue interventora de HB en Burlada, no pudo superar COU y tuvo que cambiar de instituto (del Padre Moret-Irubide de Pamplona al Ibaialde, en Burlada, todo ya en euskara). Eso sí, nunca fue detenida ni fichada antes de pertenecer a ETA. En los archivos policiales de entonces tan sólo consta un accidente de tráfico sin importancia ocurrido en 1997.

A diversos expertos en terrorismo vasco les ha chocado la repentina influencia interna de Lesaca. Algunos la tachan de "cortita" y "tonta perdida", incluso para el paupérrimo nivel de la ETA de los últimos años. Pero otros opinan que su exilio francés le ha sentado bien. Allí ha adquirido valiosísima información sobre los engranajes internos de la banda. También ha conocido a militantes de peso y ha cultivado el apoyo de numerosos refugiados.

¿Tanto como para hacerse con el control del poderosísimo aparato militar? "En otras circunstancias diría que no, pero ahora no lo tengo claro", señala una fuente con conocimiento directo del entramado etarra.

Los cuerpos de seguridad esperan a que los comandos rompan su letargo para acumular nuevas pistas sobre la estructura etarra. Hasta entonces no sabrán quién ha triunfado en el proceso sucesorio más femenino de nunca.

Sólo hay una cosa segura: liderar ETA es un honor cada vez más fugaz. La decapitación de hace semanas fue la sexta en apenas dos años. Más pronto que tarde, la policía pretenderá cantar el bingo terrorista que inauguró el 14 de marzo de 2008, con aquellos 30.000 carteles que empapelaron Francia. Llevan cuatro rostros tachados, les faltan dos. Las dos mujeres. Las dos "I" de ETA.

Contentas estarán las feminazis nacionales pues ya igualan a los hombres hasta en jefaturas de terrorismo. Nada, ahora, feminazis, a por el Papado y el Imanato  que aún siguen en manos de hombres.

Tellagorri

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