02 abril 2009

GUIPUZCOA : información histórica para "mitificadores"


A través de la primera mención documental auténtica de Guipúzcoa sabemos que esta tierra pertenecía al reino de Pamplona: se trata de la confirmación que el rey Sancho III el Mayor y García Acenáriz, señor de IPUSCUA, hicieron del testamento que éste y doña Galga, su esposa, habían otorgado en el año 1025 a favor del monasterio de San Juan de la Peña.

Esta integración, resultante de la actividad política de Sancho III, duró hasta 1076, año de la muerte de Sancho IV el de Peñalén(rey de Pamplona).

Durante ese período los reyes pamploneses tuvieron cuidado de reforzar la relación de las tierras guipuzcoanas con las navarras, pero aparecen indicios de que las vinculaciones políticas de Guipúzcoa irán a modificarse: a través de ciertas donaciones de bienes parece existir un cambio de orientación en la relación política del área occidental guipuzcoana hacia el oeste, hacia Vizcaya -o sea, hacia Castilla, regida por Alfonso VI- con lo que serán los Señores de Vizcaya quienes gobiernen Guipúzcoa en nombre de los reyes castellanos.

Si en 1078 Orbita Aznárez, navarro y primer eslabón conocido del futuro linaje alavés de Guevara, era Señor de Guipúzcoa, en 1082 el conde de Vizcaya, Lope Iñiguez, reunía ya en su persona las tenencias de Alava y Guipúzcoa.

Así continuó hasta 1134, cuando fallecido Alfonso I el Batallador se separaron los reinos de Pamplona y Aragón.

El restaurador del reino de Pamplona, García Ramírez, retomó la soberanía sobre Alava, Guipúzcoa y Vizcaya a través de su tenente, Ladrón Iñiguez de Guevara.
Esta soberanía la mantuvo Sancho VI el Sabio, que tuvo por tenente en Guipúzcoa al hijo del de Guevara, Vela Ladrón.

Pero puede resultar síntoma de inseguridad de la presencia navarra en este territorio el que Sancho el Sabio se intitulara “rey en Guipúzcoa” sólo en dos ocasiones ( frente a la frecuencia con que lo hiciera García Ramírez).

De hecho, cuando en 1200 Alfonso VIII de Castilla incorporó Alava y Guipúzcoa de forma definitiva a su Reino, Navarra no pudo oponerse no sólo a la potencia militar de su adversario sino tampoco a la decisión de las pueblas guipuzcoanas de tomar partido por el rey castellano.

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Este hecho contrasta con lo acaecido en Alava en aquel mismo momento: mientras que en Alava Alfonso VIII se apoyó en la nobleza para frenar a la monarquía navarra (utilizando su descontento frente al creciente poderío de las villas realengas de creación navarra), en Guipúzcoa procedió justamente al contrario, y debió ser la promesa castellana de nuevas fundaciones que frenarían el empuje de la nobleza feudal lo que animó a la población a dar su apoyo al Rey de Castilla.

Pensemos que hasta 1200 los navarros –Sancho el Sabio de Navarra- sólo habían fundado San Sebastián por razones de estrategia política y económica, buscando una salida al mar. En los años siguientes, con la definitiva vinculación de Guipúzcoa a la Corona de Castilla, la tendencia fundacional se animó considerablemente.

El fenómeno anterior se relaciona estrechamente con la reorganización territorial protagonizada por los distintos monarcas.

La fundación de un total de veinticuatro núcleos supuso un proceso de reestructuración del territorio acorde a unas directrices políticas y económicas marcadas por los diversos reyes castellanos.

Veamos. Desde el punto de vista espacial y social, Guipúzcoa se organizaba con anterioridad -en el momento de la creación de San Sebastián- en valles, circunscripciones que constituían agrupaciones de aldeas y tierras, en las que se asentaba de manera bastante dispersa una población vinculada por lazos de parentesco más o menos fuertes.

Pues bien, la fundación de villas modificó estas coordenadas espaciales y, por tanto, económico-sociales en las que habían vivido sus habitantes. En la mayor parte de los casos no se trató de la creación ex-nihilo de nuevos núcleos de población, sino de su elevación a la categoría de villa.

La etapa comprendida entre los años 1203 y 1237 vio la aparición de cuatro localidades costeras: Fuenterrabía, Guetaria, Motrico y Zarauz, que fueron constituídas como villas por los reyes castellanos Alfonso VIII y Fernando III.

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El interés por los puertos es indudable, pero no lo es menos la intención de Alfonso VIII en delimitar su recién ocupado territorio en sus dos extremos, oriental y occidental.

Con ello, además, se contribuía desde la villa a disolver las relaciones socio-económicas dominantes en Guipúzcoa, entre las que no podía encontrarse cómoda una sociedad más orientada al comercio y necesitada de vínculos sociales más flexibles: las relaciones de carácter feudal basadas en el parentesco, en la red de dependencias que conllevan los linajes de familias dominantes en los valles, se diluyen en la villa, integrada por solares familiares individuales y que aglutina población que no pasará ya a acrecentar la parentela de los poderosos.

De 1256 a 1383, los sucesivos reyes castellanos Alfonso X, Fernando IV, Alfonso XI, Enrique II y Juan I fundaron veinte villas.

Su intención era, por un lado, económica, en cuanto se promovían rutas de vital importancia, como la que desde Salvatierra llegaba a San Sebastián a lo largo del valle del Oria (la actual Nacional I) o se potenciaban puertos mercantiles (Orio).

Además, aseguraban al rey un sólido apoyo para contrarrestar la fuerte implantación social de la nobleza de la tierra.

Buena parte de estas nuevas villas, las localizadas en la cuenca del Deba, se encuentran en frontera con el Señorío de Vizcaya, lo que nos da una idea del interés regio en delimitar claramente la separación entre las tierras realengas y las del Señorío. También existían motivaciones defensivas, como en Rentería, cuyas gentes huían de los abusos de los señores que habitaban el valle de Oyarzun.

De esta forma, la creación de las villas guipuzcoanas no respondió a una única causa sino a un complejo entramado de razones económicas, políticas y sociales que varían según el momento histórico, circunstancia que resulta aplicable a las otras provincias.

El resultado, a fines del siglo XIV, es la existencia de una red urbana que alteró de forma profunda las estructuras del territorio. Se establecen nuevos polos de atracción, potenciándose el litoral mientras en el interior se crean renovados ejes de expansión. Este fenómeno otorga, asimismo, un impulso definitivo a la red de caminos.

Las villas se convierten en jalones de las rutas de la región y éstas dotan a las zonas urbanas de una nueva dinámica económica y social.

Por otro lado, formar parte del cuerpo social de una villa implica poseer un derecho de vecindad que conlleva exigencias, pues todos los vecinos están sujetos al pago de impuestos municipales para el mantenimiento de la villa.

Junto a las obligaciones, existen una serie de derechos: la posibilidad de disfrutar de las tierras comunales; el vecino es juzgado por el alcalde y las autoridades reales según el fuero que recibe la villa, lo que, en principio, le libra de arbitrariedades; se beneficia de las exenciones fiscales y penales que la carta foral señala; puede ser fiador y testigo en los juicios, siendo su testimonio superior al de la persona forana.

A lo expuesto, se añade la protección física que otorga el vivir en una sociedad que delimita su suelo edificado con una muralla y se dota de instituciones de gobierno. Por todo ello, la condición de VECINO será enormemente apetecida por quienes no la posean.

Todos estos aspectos no pasaron desapercibidos a los monarcas castellanos, que vieron en las villas una eficaz herramienta de fortalecer su posición y dominio político territorial.

La reacción de los señores de la tierra no se hará esperar.

Desde el siglo XIV unos recurrirán al enfrentamiento abierto, yendo de forma violenta contra el mundo urbano; otros tratarán de introducirse en las villas, adaptando sus economías y formas de vida a la nueva situación, acaparando poco a poco las propias instituciones villanas.

A lo largo de los siglos XIV y XV, las Hermandades existentes en las tres provincias vascas, agrupaciones de villas que servían de autodefensa en los turbulentos días de las crisis bajomedievales frente a las agresiones de la nobleza feudal, así como la progresiva constitución de sus JUNTAS GENERALES, COMPETENTES EN LA TOMA DE DECISIONES CRUCIALES COMO LA FISCALIDAD Y RESPONSABLES DE LA CREACIÓN DE UN DERECHO TERRITORIAL, FUERON EL SOPORTE DE LA SOBERANÍA CASTELLANA (ESPAÑOLA) EN AQUELLA TIERRA.

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Concluyo. En las tres provincias la anexión política a la emergente potencia castellana va íntimamente unida al largo curso de delimitación territorial, reorganización económico-social y cristalización institucional, efectuados en un marco de conveniencia mutua para los reyes de Castilla y diferentes grupos sociales del País Vasco.

Esta confluencia de intereses fue la clave para que aquel acontecimiento resultase perdurable en el tiempo, pues debemos insistir en que tan importante como la incorporación puntual en sí resulta para su permanencia la labor reestructuradora de los territorios y si en ella se observa una directriz regia, está fuera de toda duda que la mayor parte del entramado social vasco, aquella que pretendía escapar al control feudal de los señores de linajes de la tierra,apoyó decididamente este proceso de estrechamiento de lazos con la monarquía castellana.

Simplemente para protegerse frente a los abusos de la Nobleza Baja agrícola, pendenciera y patrimonialista.

Guipuzcoanos, Alaveses y Vizcaínos buscaron y hallaron protección de Castilla frente a sus PREBOSTES rurales.

Por Tellagorri

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5 comentarios:

  1. Tus cuadros me ransmiten color,paz,alegria,una creatividad distintas a las vistas por mi....Felicidades Javier.Con cariño Vicky

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  2. Interesantísimo post.
    Deberían obligar a Egibar y a Urkullu a aprenderselo de memoria y recitarlo cada mañana.

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  3. Como dice Natalia, tu post es interensantísimo, a lo que añado que es necesario cuando hay tanto desconocimiento de la Historia.

    Y le digo a Natalia, que Egibar y Urkullu lo saben, pero no les interesa que el pueblo llano lo sepa, porque si no hay manipulación histórica, entre otras cosas, no hay nacionalismo y si no hay nacionalismo, ellos no viven del cuento.

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  4. Excelente Javier, voy leyendo todo lo que escribes de la historia de tu amada tierra.

    Gracias por estos buenos momentos.
    Feliz Pascua.
    Éstaré fuera y un poco desconectada, tal vez escriba algo, pero dependerá de muchas cosas.
    Hasta pronto. :)

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  5. Gracias Javier por mi blog te lo agradesco de coraz-on.no tengo la creatividad para lapintura como tú pero algo me ha quedado de mi abuelo,,,,Con cariño Vicky

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