En medio de la batalla de Passendale, en Bélgica, atacados por los obuses alemanes (Primera Guerra Mundial, 1917), el teniente Dixon vio una mula de tiro agitándose por el barro enloquecida. Un obús le había volado las dos patas delanteras.
El teniente, del cuartel de Artillería Real británico, y su regimiento iban rumbo del frente de Ypres por un camino lodoso, con caballos y mulas arrastrando carros y cargando armamento, cuando les habría sorprendido aquel ataque aéreo. El teniente trataba de llegar hasta la mula para dispararle en la sien pero estaba demasiado lejos. El fuego se había intensificado. Las bombas caían por todas partes. Los más vulnerables eran las mulas cargadas con armamento y comida. Tenían sus patas hundidas en el lodo. Eran un blanco demasiado fácil. Muchas bombas las alcanzaban, despedazándolas.
Pero él sólo pensaba en aquella mula que se revolvía en el suelo, que era una piscina de barro y de sangre, agonizando. Sus compañeros habían empezado a correr. Él no tuvo más remedio que avanzar para ponerse a cubierto.
Esta mula amputada y agonizante sólo era una de los tres millones de caballos, mulas y asnos que mataron durante la I Guerra Mundial. Entre 1914 y 1918 fallecieron 900.000 soldados británicos, uno de cada ocho. Mientras que del millón de caballos enviados al frente por los británicos tan sólo regresaron 62.000.
Otro de los testimonios es el del capitán inglés Sidney Galtrey, que relató las calamidades que padecieron los animales durante la ofensiva de Arras, en Francia, y durante el invierno de 1916: "El lodo engullía literalmente los caballos". Había partes del camino para llegar al frente por donde los convoyes no podían pasar y, sin embargo, tenían que llegar hasta las trincheras con las cajas de municiones, de alimentos. Los animales se hundían. Había escasez de avena y no podían alimentarlos. Muchos animales fallecieron de agotamiento.
La caballería al principio fue considerada como esencial pero a medida que avanzaba la guerra la vulnerabilidad de los caballos ante las ametralladoras y el fuego de artillería redujo su utilidad. En el frente eran atacados con gas mostaza, con obuses y ráfagas de ametralladoras, durante las cargas de caballería. O se quedaban atrapados en las extensas alambradas de púas y, presas del pánico, se revolcaban hiriéndose de forma irreversible. Tras la batalla muchos soldados pasaban horas rematándolos.
Más allá de los libros y películas como War Horse, con la que Steven Spielberg se posiciona en el buen camino de los Oscar, existió un auténtico exterminio de los esforzados cuadrúpedos. Con ellos no iba la Gran Guerra, pero en ella perecieron como chinches. Como nunca antes, ni después, en la Historia. Y en aquel holocausto también hubo un siniestro lugar para miles de mulas llegadas de España, como relataron las crónicas inglesas.
El general Jack Seely, famoso por su heroicidad en la batalla de Mureuil Wood, y por su caballo Warrior (guerrero), explicó en la biografía de su caballo después de la guerra: "Lo más violento para él (para su caballo) tenía que ser el ruido espantoso, el estallido, los brillantes destellos de las explosiones de las bombas de racimo por las noches, todo esto debe de haber provocado un violento dolor para ojos tan sensibles como son los de los caballos".
Warrior participó en la Gran Guerra desde el principio (al igual que Joey, el protagonista de la novela Caballo de Batalla, de Michael Morpugo y de la película de Spielberg). Era un caballo especial. El general Seely lo conocía desde que lo crió en su finca de la Isla de Wight, en el sur de Inglaterra. Era su mejor amigo. Llegaron a Francia el 11 de agosto de 1914 y, desde entonces, habían participado en infinidad de batallas. Había visto morir a muchos compañeros atrapados entre púas, tiroteados o destrozados por explosivos. Warrior era un superviviente. En 1917, tuvieron que desenterrarlo para salvarlo y más adelante una bomba cayó en la villa en ruinas donde se encontraba y quedó atrapado bajo una viga partida.
Durante la guerra, la actividad en Southampton, el principal puerto militar de Inglaterra, fue frenética, de día y de noche. Constantemente llegaban barcos con cargamentos de 500 a 1.000 caballos. Los animales arribaban exhaustos, tras semanas de hacinamiento en los buques. Del puerto eran transportados al campamento veterinario del pueblo de Romsey, a 13 kilómetros de distancia.
Romsey era el mayor campamento, con capacidad para 5.000 animales, pero había muchos otros, más pequeños, repartidos por todo el país, que funcionaban como centros de adiestramiento. En Romsey los animales eran inspeccionados para descartar enfermedades infecciosas y marcados con la flecha, símbolo del Ejército Británico. Los seleccionaban y distribuían, a la espera de ser enviados al frente, por los otros centros para prepararlos para la guerra. Los mejores corceles para el combate; las mulas y los asnos, para la carga.
Entre los animales reclutados por los británicos figuraban 7.000 mulas españolas, que llegaron, como el resto, al puerto. Las mulas españolas se caracterizaban por ser más delgadas y más resistentes.
En el frente se encontraban con otro enemigo inesperado: el frío, sobre todo en invierno. Por la noche, eran atados en largas líneas, a la intemperie, con las patas cubiertas de lodo, expuestos al frío y la humedad. Literalmente muchos morían de frío. Trotaban una media de 65 kilómetros al día y era común que tanto los soldados como los caballos contrajeran enfermedades debido al constante contacto con el barro y la presencia de bacterias.
tres millones caballos
Querido Tella, he leído tu post con el corazón en un puño y lágrimas en mis ojos.. Yo he tenido caballos. Hace bastantes años, con uno de ellos "Caminante" me casqué el Camino de Santiago desde Roncesvalles.
ResponderEliminarMi Caminante era un caballo asturcón descendiente de los primeros que formaron las primeras unidades de caballería que estaban integradas en las legiones romanas. De hecho como ya sabes, el Imperio Romano nutría su caballería con ejemplares astures, los más infatigables corceles que jamas hayan existido.
Cuando acabé el viaje regresé a Cangas y le di la libertad. Fue uno de los actos más dolorosos a la vez que emocionantes de mi vida, despedirme de él. Trotando estuvo por los pastos durante muchos años enamorando potrancas según me comentó un pastor que arreaba ganado vacuno. Jamás lo volví a ver.
Gracias por hacerme recordar a mi amigo de cuatro patas y crin al viento.
SEÑOR DE VALERO
ResponderEliminarMe alegro de que ya seamos dos los que amamos a los caballos. Es el animal domesticado más inteligente y fiel de los existentes.
Como bien sabrás, en la Primera War los cosacos arremetían en cargas de caballería contra los carros y las baterías de artillería. En la Segunda el Ejército Polaco hizo frente a los blindados de Adolf con su caballería.
Los caballos astures sabía que eran apreciados como "caballos de guerra", y los más elegantes son los producidos por los frailes de la Cartuja de Sevilla en el XVI y que ahora se denominan "cartujanos" o árabes-españoles.
Un abrazo
Se me han revuelto las tripas literalmente hablando.Al leer tu magnifico articulo.Siempre es lo mismo matanzas miedo y lagrimas,Somos tan egoistas que solo vemos el sacrificio y el dolor humano.Pero de los Animales y su sufrimiento no se acuerda ni Dios.un saludo.
ResponderEliminarTremendo lo de estos animales nobles y delicados. Las mulas son mas recias, pero los caballos son mas bien delicados. Animales usaron y usan de todos los tipos, perros, palomas e incluso delfines. También bicicletas, pero no eran como los de la complutum, pillin.
ResponderEliminarSaluditos.
Ps: Un abuso. ¿De donde sacas tantas y tan magnificas pinturas?.
DON AGUSTIN
ResponderEliminarSí, eso eson las guerras :matanzas, miedo y lagrimas. Pero a ellas se vuelve siempre. Ahora mismo se están cometiendo sangrías de adultos y niños en variados países africanos. Y casi nadie les presta la menor atención : Somalia, Congo, etc.
DON ZORRETE
ResponderEliminarNadie recuerda nunca a estos animales sacrificados de forma cruel en guerras y batallas. Y en efecto el caballo es un animal muy inteligente y de lo más delicado.
No vamos a mandar a ninguna guerra a esas bicicleteras, sería un crimen peor. Ya sabes : son unas primas de Isra que hacen excursiones de vez en cuando.
Las pinturas son de variado origen : unas proceden de la web "La Ciudad de la Pintura" que contiene cuadros de todas las épocas y temas y de muy famosos pintores, otras son Google pero las menos.
Los animales y las guerras..sin duda daría para un libro. No concocía tales cifras, aunque cualquiera que esté interesado por las guerras mundiales saben o se imagina al menos que nada bueno tuvieron que pasar.
ResponderEliminarYa no solo fueron víctimas de bombas o balas, no olvidemos que también fueron alimento para ejércitos o poblaciones desatendidas. O acordémonos de usos como aquellos perros con un explosivo en la espalda y lanzados por los rusos contra los panzer alemanes.
Leí en un libro de la WWII como en la batalla de montecasino, en Italia, uno de los problemas era llevar munición a las tropas adelantadas, y debió destacar nada menos que un OSO amaestrado, que subia cajas de municiones por los montes. Lo más tremendo es que sobrevivió a esa batalla que fue una auténtica carnicería.
Puta guerra.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarEn las guerras pasadas siempre el caballo era indispensable junto con las demás acémilas para carga. Y siempre víctima inevitables, tal como comentas.
Lo del oso es muy curioso.
El uso de perros con explosivos sí era conocido y muy usado por rusos y otros. Incluso las palomas mensajeras eran abatidas en las guerras medievales.
Aunque lo lei (lo del oso) en un libraco de la WWII, he encontrado esta entrada en wikipedia:
ResponderEliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Wojtek
Pobres animales, utilizados desde los inicios de la Historia al servicio del hombre y sus locuras.
ResponderEliminarUn magnífico artículo, está bien reparar en ellos y en su sufrimiento muchas veces olvidado.
Saludos.
Los humanos mezclamos en nuestras guerras a diferentes especies de animales, me pregunto qué sentirían, miedo, desorientación..aparte de las calamidades físicas.
ResponderEliminarMe encantan los caballos, aunque creo que lo de su inteligencia es algo mítico, son inteligentes pero no tanto como otras especies. En cambio son nobles y bellos. Hay que saber tratarlos para evitar percances porque, a veces, son muy nerviosos. El padre de una amiga murió así, por confiarse, toda la vida montando y uno de sus caballos lo pateó. En fin, no es corriente pero ocurre.
Bonito post.
ELENA
ResponderEliminarSí, cierto. Siempre hemos utilizado a los équidos para todo tipo de labores, desde trasladarnos a arrastrar carruajes, carros y cargas. Y especialmente para la GUERRA.
Muchas gracias por la felicitación. Pero no dices nada de las bicicleteras.
DOÑA CANDELA
ResponderEliminarTriste y trágico lo del padre de tu amiga. Creo que esas cosas suceden cuando enloquecen de miedo o nerviosismo. Pero en general es un animal noble, servicial y fiel, y muy sensible.
También a mí me encantan los caballos por sus hechuras y andares. Mucho más elegantes que todas las glamurosas que presumen de ello.
¿No te gustan las bicicleteras primas de Isra?
La inteligencia de los caballos está sobrestimada, si no no se cagarían como sisones en desfiles importantes.
ResponderEliminarEvidentemente me dan igual los caballos, ni los he tratado ni pienso, en cuanto a su utilización es normal, cuestión de supervivencia, siempre cabía la posibilidad de que para derribar al jinete había que pegarle el tiro al caballo con lo que la hostia te la dabas pero evitabas la bala y podías salir vivo del aterrizaje.
La segunda guerra mundial cambió muchas cosas, especialmente unos ejércitos poco avanzados (algo que ya alertó en su día el mismísimo De Gaulle y del que tomaron buena nota los alemanes) que como bien dices tenían pocas unidades motorizadas y recurrían a los animales más de lo que deberían... despertándolos de ese atraso la Blitzkrieg.
El mejor caballo era aquel que se paraba en la taberna de Innisfree cada vez que pasaba por delante. "The quiet man" (la mejor película de la historia), y por cierto, una pequeñita joya a reivindicar en el estilo de aquella peli es la de "El hombre que subió una colina pero bajó una montaña", muy muy disfrutable.
addenda - siempre me pasa lo mismo y olvido comentar lo importante, fijándome en los sillines he podido reconocer a algunas de mis primas, es que no soy muy bueno para las caras...
ResponderEliminarDe las "bicicleteras" sólo diré que ya se podían poner unas bragas sobaqueras, o un traje de Papá Noel, esos sillines no deben oler a polvorones precisamente.
ResponderEliminarHermosos y nobles, tanto como nerviosos...mis hijas aprendieron a montar las dos, yo no porque "está muy alto" y antes tendría que hacerme amiga del bicho y nunca al revés, qué le vamos a hacer.
ResponderEliminarY yo que por el título pensaba que iba por la hípica de Bono...más terrible ha resultado, pero mucho más interesante.
DON ISRA
ResponderEliminarDado tu entusiasmo por la Caballería, vamos a hablar de esas primas tuyas. Dice Elena que esos sillines deben oler a "polvorones", cuando es bien conocido que ellas se duchan varias veces al día.
ELENA
ResponderEliminarBueno, habrá que comunicales a las primas de Isra que se pongan bragas sobaqueras. Pero dudo de que dejen mal olor en los sillines con lo limpias que son.
DOÑA MARIBELUCA
ResponderEliminarSí, las monturas quedan un poco alto pero los "bichos", salvo que sean militares, suelen ser muy acomodaticios. Los de los Ejércitos se las saben todas y a novato que huelen lo vuelan a la primera de cambio.
¿Las bicicletas..?
ResponderEliminarHombre, me recuerdan a un post de Joe Luis de Valero con un video que iba de bicis y socialistas del "género", pero supongo que si son primas de Isra tendrán bula Cardenalicia...
:D :D
DOÑA CANDELA
ResponderEliminarSí, tienen bula cardenalicia total por ser primas de ISRA.
Hay que darles a los mozos alicientes visuales.