Un juez canceló ayer la ejecución del "ojo por ojo" contra el hombre que la cegó con ácido. Una periodista vive la semana decisiva junto a la joven iraní que busca venganza.
Sábado a mediodía. Un hombre embutido en un traje azul aparece en los salones del hospital judicial de Teherán. La escueta noticia que proclama en voz alta deja helada a Ameneh Bahraminava: "La aplicación de la sentencia queda aplazada".
Éstas eran las palabras que más temía la joven iraní desde que el domingo pasado visitara un tribunal del sur de Teherán. Allí, en el tercer piso de un edificio de amplios pasillos, el juez Amirababi le confirmó que había llegado el momento de que se vengara de Majid Mohavedi, el hombre que la dejó ciega en 2004 por rechazar su propuesta de matrimonio.
Cinco gotas de ácido en cada ojo de su agresor cumplirían la ley de qisas (el ojo por ojo) del código penal iraní. "No estaré segura hasta que se haga cumplir la sentencia", alertaba Ameneh. Su presentimiento se hizo realidad ayer, fecha prevista para su revancha.
"Será mañana, será mañana", grita el hombre de azul mientras trata de zafarse de la comitiva que acompaña a Ameneh. De nada sirve que la madre le muestre unas fotos de su hija poco después del brutal ataque con ácido. El hombre aparta educadamente las imágenes y, en voz alta, se queja de la enorme cantidad de medios que custodian las puertas del hospital.
A sus 32 años, la joven iraní ha acaparado titulares en medio mundo por su insistencia en cobrarse los ojos del hombre que la cegó. Decenas de periodistas han seguido el desenlace de un caso que ha partido en dos a la sociedad iraní: unos creen que la venganza serviría de lección a quienes usan el ácido como arma, otros replican que se trata de una ley inhumana que no debería aplicarse jamás.
Horas después de su inútil viaje al hospital, de vuelta a casa, Ameneh sigue digiriendo lo que acaba de ocurrir. Al parecer, los dos jueces que llevan el caso le han dado explicaciones distintas sobre lo ocurrido.
"Yo sé que hay una verdad que no me han dicho, tendrá que pasar el tiempo para saber qué ha pasado realmente", asegura la joven, a quien hace dos semanas le dijeron que la sentencia ya podía aplicarse. De hecho, el pasado domingo cerró todos los detalles con el juez Amirababi.
-¿Estás segura de que quieres hacerlo? ¿No prefieres dejarlo así?
-Quiero que la gente sepa que si hacen algo mal lo pagan. Es una ley para Irán, para que estas cosas no vuelvan a pasar.
Ameneh respondió al juez con la misma determinación que ha mantenido desde que en 2008, meses después de quedarse totalmente ciega, comenzara su lucha para aplicar la ley del talión a Majid, de 24 años.
"He ido muchas veces al juzgado, he escrito a la oficina del líder supremo, al Parlamento, al presidente Ahmadineyad...", explica antes de recordar aquella fatídica tarde del 3 de noviembre de 2004, cuando el despechado joven le arrojó ácido.
Ameneh salía de su trabajo y se dirigía a casa para romper el Ramadán con una cena. Mientras caminaba, vio cómo se le acercaba un ex compañero de universidad que le había pedido la mano en varias ocasiones. Lo siguiente que recuerda es que sintió que su rostro y sus manos se quemaban: "En cuanto la primera gota de ácido cayó en mi ojo, ya no pude ver bien".
Desde ese momento, la vida de Ameneh Bahraminava se convirtió en doble calvario. Al principio, su reto fue salvar la poca visión que le quedaba. Así llegó a Barcelona, donde hoy vive, en busca de ayuda. Pero no tuvo éxito. Después de una operación en 2007, tuvo una infección en el ojo izquierdo y lo perdió por completo. Dejó de ver.
A oscuras, el objetivo de su pelea cambió. Decidió regresar a Irán para pedir el qisas. Quería que Majid, que para entonces cumplía una condena de ocho años en la cárcel, pagara por sus actos. Tenía que recibir ácido en sus ojos. Después de llamar a muchas puertas, logró que el caso fuera juzgado de nuevo el 29 de noviembre de 2008.
"Majid estaba seguro que no lograría que se cumpliera esta ley", cuenta Ameneh, que no oculta su orgullo por su victoria. Era la primera vez que una corte iraní aplicaba la ley del ojo por ojo contra un acid-pashi (tirador de ácido).
La sentencia, sin embargo, no supuso el fin de la lucha de Ameneh. Después de que la corte le concediera el qisas, vino una larga espera hasta la aplicación de la sentencia. Y, esta semana, la tensa recta final. Familiares, amigos e incluso desconocidos la han llamado en estos días para pedirle que no hiciera cumplir la pena.
"Yo los escucho a todos", dice. "Respeto sus opiniones, pero voy a hacer cumplir la ley".
Entre quienes llamaron estaban los padres de Majid, que le pidieron clemencia. "No tengo nada que hablar con ellos", replicó Ameneh días antes de la fecha prevista para la ejecución. "La decisión ya está tomada. Después de seis años, aparecen para pedir perdón. ¿Dónde han estado este tiempo?".
De vuelta a su casa, Ameneh sigue dando vueltas a lo sucedido. Dice que el juez Hamshidi culpó a la BBC del aplazamiento. Al parecer, al régimen no le gustó que la familia charlara con la cadena británica sobre el caso.
"Yo les he explicado que ellos me llamaron a mí, que yo no he hecho nada", insiste Ameneh.
Por su parte, el juez Amirababi, de mayor rango, le dijo que la verdadera razón fue la falta un médico que ejecutara la sentencia con garantías.
"Le he respondido que me tiene que pagar el billete de avión, pues él me prometió que estaba todo listo y no ha sido así", explica.
La situación se enreda más al escuchar la versión de los padres de Majid. Según ellos, la orden de parar la ejecución vino del jefe del poder judicial, el ayatolá Sadegh Lariyani. "Nos dijo que nos había salvado la prensa, que la sentencia se había suspendida de momento por las presiones que llegaban de fuera", cuenta a la madre del condenado, Mahdojt Mohavedi.
La decisión se habría tomado antes del viernes por la noche, puesto que a Majid no llegaron a avisarle de que iban a trasladarle al hospital. Él mismo llamó ayer a sus padres para interesarse por lo ocurrido: "¿Qué pasa?", preguntó. "Me dijisteis que hoy iban a aplicarme el qisas, pero nadie vino a por mí".
"Será mañana, será mañana", asegura el hombre del traje azul a los familiares de Ameneh. Pero, en el imprevisible Irán de los ayatolás, nada garantiza que la joven pueda cumplir su objetivo.
"Voy a esperar hasta el 24 de mayo, que tengo que regresar a España a someterme a una operación. Si la sentencia no se ha aplicado para entonces, volveré a Irán dentro de unos meses para seguir intentándolo...".
CATALINA GÓMEZ
Terrible historia pero a mi parecer justa que al señorito le paguen con su misma moneda, parece que anda acojonado, pues la lo podía haber estado cuando le tiró ácido a la cara a la Ameneh!
ResponderEliminarSi lo mismo hicieran con etarras y violaodres varios a más de uno se le iban a quitar las ganas de seguir jodiendo a la gente.
y con los corruptos
ResponderEliminary con los religiosos pederastas
y con los pederastas que no son religiosos
y con los defraudadores a Hacienda
y con.....
DON CAROLVS
ResponderEliminarYa veo que la Ley del Talión te resulta apetecible según con quién.
También yo aplicaría la misma receta a esos que citas.
Dudo que esta sentencia se aplique porque quien la pide es una mujer, y ya sabemos que en Irán no conocen a Bibiana ni Aido ni al Bobo Nacional.
RUFFIAN
ResponderEliminarBueno, bueno, con los defraudadores de Hacienda echarles ácido en los ojos me parece un poco fuerte, pero no estaría nada mal con otros muchos que dices. Entre ellos con los mangantes del Erario Público desde cargos políticos.
A los defraudadores también. Se van de rositas cuando nos han robado a todos. En el mejor de los casos, pasan unos añitos en la carcel y cuando salen pueden disfrutar del botin.
ResponderEliminarAsi disfrutarían un poco menos de habernos saqueado a todos y sería un mensaje para navegantes de como hay que tratar a la gentuza.
Me estremezco ante lo que han hecho a esta mujer y a muchas otras. Si en el mundo civilizado aún hay que luchar por poner a la mujer a la misma altura que el hombre, en estos países el trabajo por hacer se hace infinito.
ResponderEliminarPero no estoy de acuerdo con esa ley. Estar con ella significa que no se comparten los principios básicos de un Estado de Derecho.
Algunos ven bien aplicarla en esos países cuyas costumbres criticamos, pero ¿querríamos aplicarla aquí? ¿estaríamos de acuerdo en montar una pira en la plaza pública para quemar al pirómano? ¿cortaríamos las manos al ladrón si no podemos aplicarle la ley pues no tiene nada para robarle? ¿le meteríamos un palo por el culo al violador hasta sacárselo por la boca?
Está claro que una víctima diría que sí, pero eso sería convertirse en el mismo monstruo y cometer la misma monstruosidad.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarUna lección magistral de comentario.
En esos países no han salido de la más medieval época de los europeos y así siguen con sus costumbres y penas.
No, no se puede pretender aplicar penas de caracter físico-torturador a las persona en ninguna parte y menos en donde impera una civilización basada en la Legalidad y los Derechos Humanos.
Los british son los únicos europeos que aún el XIX seguian con la costumbre de cortar manos a los ladrones. Dickens lo explica muy bien.
Lo que exige esa mujer es una auténtica barbaridad. Aunque el cuerpo nos pide que en casos concretos de asesinos bárbaros estilo etarras, nos alegraría poder meterles un palo por el culo y sacarselo por la boca. Pero no se puede vivir sometidos a la imposición de los instintos primarios.
Una cosa está clara. Tiene que haber la misma justicia para todos. No puede ser que si eres un vecino de San Sebastian y le pegas fuego a un contenedor de basura, te acusen de terrorista y te metan seis años en la carcel y si eres un vecino de Albacete y haces lo mismo seas un gamberrete y te manden a tu casa.
ResponderEliminarMismos hechos, mismas consecuencias.
Es evidente que, como es una mujer, nadie le va a hacer caso. Muchas mujeres mueren ahorcadas o lapidadas en Irán sin que nadie sienta allí la menor lástima.
ResponderEliminarSi allí las leyes dictan el ojo por ojo, debería cumplirse con la sentencia. Otra cosa es extrapolar el caso a una sociedad como la nuestra. Menuda barbaridad.
He seguido el tema en la prensa y puedo ponerme en el lugar de ella, yo tampoco descansaría hasta que lo dejaran ciego a él, que puñetas. La ley del Talión no será la ideal, pero la del embudo tampoco.
MUY BIEN, DOÑA CANDELA, eso es contundencia.
ResponderEliminarEn efecto esa ley del ojo por ojo no la van a aplicar por exigencia de una mujer allí en donde las mujeres no pintan nada (qué suerte tienen, es broma), pero tu afirmación de que también lo exigirías da un poco de miedo.
Entre la jodía cordobesa que es una fiera en según qué casos y tú, los hombres estamos condenados a ser criados de las féminas. No me protestes porque así ha sido siempre y lo será.
No, esa ley no tiene ningún sentido hacerla vigente en Occidente. Eso es medievalización.
Ruffian, lo que dices no tiene ningún sentido jurídico, de la misma forma que no es lo mismo atropellar a alguien sereno o borracho.
ResponderEliminarPero peor que tu equívoco legal, es tu sinsentido moral, del que me consta eres muy consciente.