20 febrero 2010

Consideraciones sobre la hijaputed

La razón de ser de tanto fideputa en la Humanidad proviene de causas varias y según naciones.
En Gran Bretaña, dada su inevitable tendencia a ser hipócritas, los fideputas en general son aquellos que no soportan el bienestar ajeno pero que están obligados a aplaudir. Al resultarles insufrible esa situación, no cejan en dañar o, al menos, intentarlo, a los que envidian.

En Germania, al creer que nadie en el Mundo llega a su altura organizativa y creativa, los hijoputas brotan de entre los que perciben que gentes de otros lugares obtienen mejores productos y resultados, incluso con menor esfuerso y mayor inteligencia. Los que no lo perciben son simplemente satisfechos tontorrones come-patatas con salchicha y bier.

En la France, por su vicio nacional de la codicia, les sucede lo mismo que a los británicos. Hacen hijaputeces a los que creen que viven mejor o tienen propiedades que les gustaría tener a ellos. Les puede el principio magnético de que si yo no tengo eso que tú tienes, me lo vas a dar o te vas quedar sin tal objeto. Quien habla de objetos también lo hace extensible a posiciones sociales o políticas.

En España, es elemento intrínseco de nuestra idiosincrasia el sentir envidia y ser envidiosos. Por ello, quizá, el hijoputa nacional es más "ostentoreo" y visible, captable a larga distancia. Lo peor es que no tiene remedio y a los hijodeputa nacionales hay que evitarlos aunque nos prometan darnos el oro y el moro, verbigratia al inventor de la Alianza de Civilizaciones.

He llegado a la convicción inamovible e irrebatible de que el motivo, la causa, la razón existencial, la base de sustentación, etc. etc. de todos los problemas de convivencia y sus derivados de marginaciones, racismos, odios al prójimo, follones entre vecinos y entre regiones, e incluso entre naciones y continentes, reside en algo tal sencillo como es el veneno humano, débil y corrupto, de la envidia.

De la existecia de hijosdeputa y envidiosos, hasta Nabucodonosor se percató y lo recogió en sus tablas legislativas dejando constancia en el famoso Código de Hamurabi, años 2.000 a.C, ("Si un hombre ha acusado a otro hombre y le ha atribuido un asesinato y éste no ha sido probado en su contra, su acusador será condenado a muerte."). Para que espabilaran los envidiosos y las hijasdeputa de las falsas denuncias de malos tratos.

Por envidia, debida a que ellos trabajaban y estudiaban y por tanto disfrutaban de más bienestar social, fueron perseguidos los judios y quemados publicamente.

Por envidia, se ha asesinado y se asesina en las guerras civiles al vecino que tiene más comodidades o aparenta tenerlas. Incluso envidia porque "el otro" es capaz de saber leer un libro o de pensar por sí mismo.

Por envidia se hacen (muchos descerebrados y muchos corderos anodinos) del bando destructor del sistema ya que no se sienten capacitados (por necesidad de esfuerzo personal) de integrarse y competir en la lucha por la vida. Destruyen aquello que envidian, ser partícipes de lo que odian, y lo odian por ineptitud personal para igualarse a los "otros". Verbigratia, el Calígula de Moncloa y otros millones de bípedos más.

Las envidias lo son de muy variado estilo y calidad, lo diga el freire o Don Carl Marx con otras calificaciones, porque es evidente y comprobable la existencia de envidias en quienes parecen ser muy ricos y muy sanos hacia los que ni lo son ni tienen mucha gracia. Pura degeneración de chips mentales. Conozco gentío que, montado en un Mercedes, envidia a quien va en bicicleta.

Las acciones de quienes se proclaman progresistas, siendo mediocres en todo, tanto da que sean actores o asalariados propaga-noticias (autodenominados periodistas-periodistos)  como que sean simples administrativos de oficina, hacia gente que trabaja y se gana con esfuerzo su lucha por la vida, no es otra cosa que envidia. En donde más proliferan tales tipos de hijosdeputa envidiosos es en los obsoletos sindicatos.

Las envidias de los "boronos" peneuvistas, charnegos ezquerros y demás ralea localista hacia las gentes de las grandes urbes por razón de su propio aldeanismo, se traduce luego en prototipos de prohibidores de todo : de hablar el idioma que sabe todo el mundo, de imponer en los colegios el mapa del clítoris femenino, etc. porque al ser frígidas o impotentes sienten insuperable envidia de los normales.

Conozco diputados en el Congreso que, en su calidad de afiliados al PNV (es decir, los exseñoritos de "Euskadi"), odian a "Madril" (ellos lo dicen así, al igual que los catalufos dice "Madrit", y los sociatas andaluces dicen "Madrin") porque no se sienten a la "altura" civico-social de los que habitan en Madrid. El barrio de los Austrias o el Museo del Prado les hace sentirse alfeñiques. Palurdos.

Luego se proclaman independentistas porque no pueden ser otra cosa : aldeanos en su aldea.

El escritor Ruiz Zafón describe el tema así :

La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer de menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes por el mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu, mente y redaños. Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos, porque su alma nunca les pertenecerá.

Parrafo aplicable, letra por letra, a muchos de los miserables cargos públicos y funcionarios-ovejas del Gobierno Vasco, en la etapa PNV y que todavía siguen, y a los de las Administraciones catalana y andaluza..

A lo largo de una larga vida he visto desfilar los cadaveres de un gran número de venenosos envidiosos, y aún espero ver los de otro montón de ellos.

Decía Unamuno que la sociedad la forman los descendientes de Abel o "abelitas", gente emprendedora, trabajadora, dedicada en exclusiva a crear algo, y los "cainitas", o inútiles por no esforzarse, que odian a los primeros.

En fin, todo esto ya es conocido por quienes usan el cerebro para algo envidiable por los envidiosos.

Que vuestras mercedes no me envidien por razón de usar un blog para decir lo que opino del mundo y de sus alrededores.

Por Javier Tellagorri


8 comentarios:

  1. Pues yo envidio como escribes..., no en serio, la envidia es tan ruin que no la concibo, yo sólo tengo pensamientos nobles como querer que se mueran todos los que no me gustan, pero de ahí a ser envidioso hay un trecho.

    Pero claro, siendo como soy inteligente, atractivo, un profesional respetado y un bloguero seguido, querido y admirado estoy curado de ese mal que tanto daño ha hecho y tanta fama nos ha dado a los españoles.

    Por ir concluyendo que me voy al sobre (creo que no he citado mi extenso vocabulario) creo que el resumen sería QUE LES DEN POR CULO UN PEZ CON LA POLLA FRÍA A LOS ENVIDIOSOS... y Zp y los suyos que se mueran.

    adenda- ¿y que hacemos con los de la "envidia sana"?... pues se me ocurre mandarles unos peces pero sin vaselina, por lo de los desgarros.

    adenda 2- no puedo irme a la cama sin hacer algunos amigos; los más envidiosos y los más hijos de puta son, con diferencia, los sociatas, y no es por nada personal contra ellos, es simplemente por la relación causal mediocre/sociata

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  2. ISRA
    Eres un claro ejemplo de virtuoso y de abelita o envidiable.
    Desear que se mueran los que no te gustan no es delictivo porque sólo se juzgan los hecho y no las intenciones. Y en eso de intenciones vamos parejos porque ese deseo es bastante común en los normales respecto a los hijosdeputa.

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  3. La envidia y la hijoputez son uno de los deportes nacionales en las Españas de hoy en día, y uno de los principales problemas de la actual sociedad. Para ser político debes ser especialista en todo esto (yo no valdría, o sí yo que se). Si ha esto unimos el choriceo variado, pues tenemos el cóctel perfecto.


    Magnifica exposición de la historia de la hijoputez. Me admira que Isra no halla traído a su abuela jajajajaja

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  4. Hola Tellagorri.
    Menudo tratado sobre los hijosdeputa y sus hijoputeces, muy bueno y digno de una laureada mención, jeje.

    Pues sí, hijosdeputa "habemos" muchos en España, pero yo distinguiría entre hijosdeputa inteligentes e hijosdeputa tontos, y a nosotros nos gobierna una buena representación de los últimos.

    En cuanto a la envidia, deporte nacional, somos los españoles catedráticos en la materia. Una mitad envidia a la otra mitad, con lo cual, y siendo verdad que el envidioso sufre sobremanera, podemos afirmar que el 50% de la población española sufre lo indecible.

    Sin ir más lejos, yo soy una sufridora. Entre otras cosas te envidio a ti. Envidio tus conocimientos, tu forma amena de contarlos, la fertilidad de este blog, la tozudez y entereza con que defiendes tus principios y tu valentía.

    Un beso de esta pobre sufridora.

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  5. DON JAVIER

    Estoy contigo en que las "virtudes" para ser gobernante estilo actuales se hallan la de ser hijoputa, envidioso y chorizo.

    En este país la envidia es tan natural como la ganas de comer.
    Un abrazo

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  6. DOÑA ELENA

    Me has hecho sonrojar con tanto elogio.

    La clasificación que haces de hijoputas INTELIGENTES y TONTOS la añado a las anteriores que hago por naciones. Es un detalle importante.

    Un abrazo

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  7. Si la envidia fuera tiña..., todos tiñosos!!!!.
    No hay "deporte" en España que tenga más seguidores. La envidia, es el deporte nacional, amigo "Tella".
    Creo que no hay nadie que de una manera u otra (y aún teniendo todo en la vida), no haya sentido envidia por otra.

    En cuanto a l@s hij@sdeputa, creo que hay más, que personas hay.


    Un abrazo, Tella.

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  8. LOLA

    Es triste pero sucede lo que dices. La sociedad, de pueblo o de ciudad, está formada de envidiosos que hacen peligrar la tranquilidad de los normales a causa de las difamaciones y otras cabronadas que se inventan.

    Un abrazo

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