30 septiembre 2013

Verracos alauitas

Verraco: cerdo semental. Puerco, gorrino, marrano.

La historia de Antonio Espín Abellán es la de un hombre corriente dedicado al transporte. Todo comenzó en septiembre de 2010, cuando este camionero de 43 años y natural de Murcia, realizó una última descarga de palés en un almacén marroquí. Poco después, de ese mismo almacén salió un camión con matrícula y conductor marroquíes, que nada tenían que ver con el trabajo de Antonio.

El 2 de octubre de aquel año, la Guardia Civil se incautó en Algeciras de 1.116 kilos de hachís tras registrar minuciosamente aquel camión que había pasado sin problema los controles de salida del país magrebí. Pero tras el hallazgo, Antonio recibió una llamada comunicándole que se sospechaba que la mercancía encontrada en las cajas podría ser suya.
"Era algo absurdo y sin ningún tipo de credibilidad, así que volver a Marruecos era la única forma de solucionar el malentendido", dice.

Convencido de que era inocente,  le llevó a coger un barco hasta Marruecos, momento en el que llegaron los problemas. Nada más pisar suelo marroquí, la policía le confirmó que se encontraba en búsqueda y captura.
"Llevaba toda la documentación necesaria, pero me detuvieron y me acusaron nada menos que de ser el jefe de una organización de tráfico de drogas".

Antonio fue condenado a seis años de prisión y al pago de una multa de más de siete millones de euros.

Mientras, los detenidos tras el registro del camión (el dueño del almacén de donde salió la droga y el chófer que lo conducía) están libres y ninguno de ellos le acusó de ser responsable en sus declaraciones.
"El abogado me pidió 1.500 euros. Después de cobrarlo, me pidió otros 5.000", recuerda.

Incluso se le ofreció la posibilidad de pagar al juez 40.000 euros para que fuera declarado inocente. Pero no disponía del dinero, así que lo intentó con un segundo letrado. Un conocido le aconsejó que se pusiera en contacto con la Plataforma Presos Marruecos, que a través de su web denuncia los abusos de la justicia marroquí y las deplorables condiciones de sus cárceles.

En esa cárcel comúnmente conocida como el infierno de Marruecos, la movilidad en las celdas es nula, habitáculos infestados de cucarachas, mosquitos y ratas.  A través de su familia intenta procurarse productos de higiene y medicamentos.

Antonio sigue encerrado en Tánger y el 25 de octubre se cumplirán tres años desde su encarcelamiento. En la justicia española no encuentran solución ni ayuda, ni desde la Casa Real, ni el Ministerio de Asuntos Exteriores ni el Defensor del Pueblo Andaluz, que en su última carta de respuesta aseguraba que "ninguna institución española está legitimada para intervenir en la actuación de administraciones extranjeras, en este caso, el sistema penitenciario marroquí".

Exteriores asegura que la red de Oficinas Consulares presta asistencia a los más de 2.000 presos que cumplen condena en el extranjero,  pero desde el consulado no hay noticias.


M. Gutierrez

NOTA :  ¿Quién sabe lo que de verdad hacen los Consulados españoles, aparte de consumir grandes cantitades de papel?

6 comentarios:

  1. Es normal nuestro gomierdo no pueda hacer nada, ellos están muy ocupados indultando a delincuentes probados (estos sí, en juicios que al menos algo rememoran a lo esperable en democracia); o andan cubriendose verguenzas, o usando los medios del estado para sus asuntos personales.

    Esto del populacho juzgado por un cuatrero disfrazado de juez, no es jurisdiccion española. Hombre, si fuera del Partido, o de un sindicato, se podría mirar, pero es un currante sin más, un mierdas sin afiliacion al poder y que por tanto se va a comer el marronazo salvo que su familia logre que el caso trascienda en la tv.

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    1. SEÑOR OGRO
      Ansí es. No tienen tiempo ni dinero para ocuparse de atropellos de los moromierdas a ciudadanos de España.
      Qué envidia dan los Usa y los Israeliés cuando movilizan al Ejército para rescatar a un cautivo sólo porque es CIUDADANO de esos países.

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  2. Pues nada, tampoco costaría mucho hacer celdas especiales para presos marroquíes. Ante todo el principio de reciprocidad.

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    1. DON ULTIMO DE FILIPINAS
      Siempre tus aportaciones a soluciones resultan las más apetecibles y de las que el cuerpo pide.
      Lamémosle, como dices, "principio de reciprocidad".

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  3. El principio de reciprocidad ése, me gusta, aunque es posible que el moro prefiera el apretujamiento a la celda particular, con lo que resultaría contraproducente.

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    1. DON BWANA
      Sí, esa reciprocidad sería efectiva si no fuera que son unos VERRACOS y por ello hasta se sentirían más a gusto en un cochiquera.

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