Mirando de soslayo a los pleiteantes

Ahora que no salimos del grito y del empujón parece que la ironía ha perdido su aristocracia. Nuestra plebe política, tan soliviantada, está (como siempre) a lo que no importa. No pasa día sin montón de mamonadas. Y en los asuntos que importan, mira tú, a los periodistas se las cuelan todas. Así nos va.

El gran objetivo de Rubalcaba  en el "debate" fue el de introducir la sospecha y la desconfianza sobre las intenciones ocultas de Rajoy cuando acceda al Gobierno. No es nada nuevo. Esa misma técnica la empleó en 1993 González contra Aznar, al que acusó ante las cámaras de ocultar su intención de quitar a los pensionistas, a su padre mismamente, nada menos que 8.000 pesetas al mes.

He escuchado la frase y no he sido capaz de ver rencor, ni ajuste de cuentas, ni nada. Es que el Rubal es "ansí : retorcido. Le sale de los calzoncillos tal cual.  He repasado las palabras de un lado y del otro. Del revés, por si encerraba algún mensaje satánico. Tumbado y de pie, qué sé yo. Y sólo percibo una pequeña sandez que ni hiere ni mata. Atonta más a los tontos.

El candidato socialista no luchaba por conseguir estar en La Moncloa sino por afianzarse en Ferraz.

Algunos no escarmientan. Por ejemplo, en esta campaña, Rubalcaba tira de nuevo del manido modelo “Robin Hood”, ese de quitárselo a los ricos para dárselo a los pobres, o sea, a los “descamisaos”. Lo de siempre.

Por el contrario, vemos en el del programa del PP  una rebaja de impuestos a los ricos, o sea a los empresarios, porque al fin y al cabo, aducen los populares, son los que crean el empleo productivo. También lo de siempre.

Y aquí las obras del PSOE en esta última legislatura, vicepresidida por Rubalcaba, saltan a la vista. Cinco millones de parados y bajadas de sueldos a cientos de miles de pobres funcionarios, pobres jubilados y pobres precarios, mientras se echaba una manita a los banqueros para evitar el caos total, tras una desastrosa gestión que ha dejado la economía española hecha unos zorros.

Y Robin Hood, de vacaciones en el palacio de Nottingham.

Y ni siquiera ahí le ayudan mucho algunos de los suyos, empeñados en tomarnos el pelo con el timo de los recortes que podría hacer "el otro".

Por ejemplo, el ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, el Gran Pepiño, una especie de Gila pero en serio, se despachaba estos días con que hay que “desconfiar” de los políticos como Rajoy que “no concretan su oferta electoral”, en referencia a que no dice qué hará. Tanto como eso lo sabiamos aún siendo miopes. Lo que no sabemos es en qué juzgado dará con sus huesos el Gila de la política "auto-subvencionante".

No hay ni un duro para casi nada ni sabemos si lo habrá tras el tsumani de los trileros. Pero el mínimo exigible es que, al menos, no nos cuenten milongas. Y si las cuentan que no se las crean ellos, los trileros.

Total, al final resulta que, tanto el Rubal como el Pepiño y toda la cohorte aún no han superado la fase de intercambiar cromos de "Pokémon". Lo que han aprendido es a falsificarlos para no pagar a la quiosquera.

Tellagorri

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