Qué placer cuando pagábamos las deudas con la máquina de imprimir billetes. Y, si nos metíamos en líos, siempre podíamos devaluar la moneda para hincharnos a exportar, a crecer, a crear empleo...
Tras cuatro años de recesión, la idea de recuperar la añorada rubia empieza a sonar tentadora. Esta semana, sin ir más lejos, saltó el rumor de que el gobierno griego prepara un referéndum para abandonar la eurozona. Sin embargo, ni un economista (al menos, de los sensatos) defiende este remedio mágico para los males españoles.
¿Tan catastrófico sería que nos saliéramos de la moneda única?
El banco suizo UBS acaba de hacer las cuentas de este escenario. Y sus conclusiones son pavorosas: las empresas quebrarían, la inflación se dispararía, los cajeros dejarían de funcionar, un millón de personas perderían su trabajo... El resultado sería un corralito a la española que, sólo en el primer año, nos costaría entre 9.500 y 11.500 euros por persona.
¿Qué pasaría si España se saliera de la moneda unica? Viajamos a ese escenario de pesadilla.
Lo ideal sería anunciarlo un viernes por la tarde, con los mercados ya cerrados y un fin de semana por delante para digerir el inesperado decretazo:
"Como consecuencia de la crisis económica, el reino de España ha decidido sustituir el euro por una nueva divisa con efecto inmediato. A partir de ahora, todos sus compromisos financieros (pensiones, deudas, sueldos de funcionarios...) se saldarán en la nueva moneda: la neopeseta. La medida también afectará al resto de intercambios financieros: hipotecas, acciones, préstamos, salarios del sector privado...".
Serían los mercados quienes marcasen su valor efectivo. La neopeseta se hundiría en cuanto comenzase a circular, igual que un neomarco alemán se dispararía. ¿Cuánto? Según los distintos estudios, entre el 25 y el 70%, con el 50% como cifra de consenso. En cuestión de días, España viviría una devaluación sin precedentes.
El primer desafío sería puramente logístico: cómo poner en circulación la nueva moneda. Habría que imprimir los billetes, acuñar las monedas, adaptar los cajeros, actualizar los sistemas informáticos... Una tarea que, en el caso del euro, requirió tres años de minucioso trabajo, pero que ahora tendríamos que completar en semanas o, mejor, en días. Cuanto más se dilatase esta fase, más crecería el riesgo de un colapso bancario, de tumultos callejeros... Por eso, la prioridad sería acuñar una tanda inicial de monedas y billetes que pusiera en marcha el sistema.
Si la llegada de la neopeseta se anuncia por anticipado, los ahorradores sacarían sus euros del banco antes de que se produjese el cambio de moneda. Y si la operación se hace por sorpresa, los inversores retirarían sus fondos para protegerse de posibles devaluaciones en el futuro.
Muchas sucursales no podrían soportar esta avalancha de peticiones. En la zona euro, el coeficiente de caja (el porcentaje del dinero de un banco que debe mantener en reservas líquidas) ronda el 2%. Es decir, no habría billetes para tantas retiradas de depósitos. Y, en cuanto los cajeros de un banco dejaran de funcionar por falta de fondos, el pánico estaría garantizado.
Para evitar una fuga de depósitos, habría que imponer límites a la retirada de efectivo de los bancos. Así, se establecería un máximo de neopesetas por persona y semana: lo imprescindible para la vida diaria. Además, se restringiría la salida de capitales a terceros países y, en casos extremos, se limitarían los viajes al extranjero. Es decir, una versión europea del corralito argentino . La contrapartida sería que nadie se atrevería a meter un euro en el país por miedo a que se quedara atrapado.
Un país tan entrampado con el exterior como España (debemos alrededor de 1,7 billones de euros) se toparía con un dilema inmediato. El Gobierno, las empresas y las familias seguirían teniendo sus créditos en euros, pero ingresarían todo su dinero en devaluadísimas neopesetas. Si la nueva moneda cayese un 50%, las deudas con el exterior se duplicarían en términos reales. A medio plazo, un impago resultaría inevitable.
La otra opción sería pesetizar las deudas al tipo de cambio oficial: es decir, un euro por cada rubia, quieran o no los acreedores. A partir de entonces, los préstamos se devolverían en la nueva moneda. En la práctica, este cambiazo supondría una quita equivalente a la devaluación de la neopeseta: el 50%.
Una cosa está clara: no devolver los préstamos está muy mal visto. El impago de la deuda sería un golpe letal a la credibilidad de un país en plena catarsis. De inmediato, nos quedaríamos aislados de los mercados internacionales de crédito.
Nadie querría prestar dinero a una nación que incumple sus promesas y que, además, bloquea la salida de capitales con un corralito bancario. En el mejor de los casos, los inversores exigirían unos intereses tan prohibitivos que no merecería la pena aceptar su dinero. Las actuales primas de riesgo nos parecerían una ganga.
En estas circunstancias, los bancos no tendrían dinero que prestar a los particulares. Se desencadenaría un tsunami de quiebras que ahogaría miles de empresas, bancos y cajas de ahorro. Así, el Gobierno se enfrentaría a un dilema poco envidiable: cómo rescatar a los bancos sin disparar el déficit público.
Nadie sabría cuánto vale su dinero, cuál será la inflación, cómo evolucionarán los tipos de interés... Y el dinero, miedoso él, se escondería a la espera de noticias.
El efecto directo sería una caída inmediata del consumo interno, del comercio con el exterior, de la inversión en nuevos negocios... De golpe, nos sumiríamos en la recesión más profunda que se recuerda. Según un estudio del banco ING, la caída del Producto Interior Bruto (PIB) alcanzaría el 13%.
Al cabo de unas semanas, el desplome se notaría en las colas del Inem. En un año, el desempleo superaría el 25%. Es decir, rozaríamos los seis millones de parados.
Si nuestra moneda se devaluara a la mitad, los precios de las importaciones se duplicarían de golpe. Un ejemplo: tendríamos que pagar el petróleo (1,5 millones de barriles al día) con la debilísima peseta, lo que dispararía el precio de la gasolina. No sería descartable, incluso, que tuviera que racionarse el consumo de combustible durante varias semanas.
La era del dinero barato se acabaría, con tipos de interés cercanos al 15%. Los inversores exigirían más rentabilidad para protegerse de posibles devaluaciones. Y eso sin contar con el repunte de la morosidad, que rebasaría el 10%, lo que causaría nuevas quiebras bancarias y nuevos rescates a cargo del contribuyente.
De un zarpazo, los sufridos ahorradores perderían el 50% de su botín. Con el cambio de moneda, sus rollizos euros se convertirían en escuálidas pesetas, sometidas al bamboleo de los mercados. Además, su dinero perdería valor mes a mes, por culpa de la inflación. En definitiva, la salida del euro dañaría más a las cigarras que a las hormigas.
En cuestión de meses, diríamos adiós a los Audis, los BMWs y los Mercedes. Nos olvidaríamos de la ropa de marca y los bolsos de lujo. Y ni siquiera nos plantearíamos ir de shopping a Londres, París o Nueva York. Todos los bienes de importación costarían el doble, por culpa de la devaluada neopeseta. De nuevo, volveríamos a quejarnos de lo carísimo que está todo en el extranjero.
Así, la única alternativa sería abandonar por completo la Unión Europea. Eso sí que está contemplado en el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que cede la iniciativa a todos los Estados miembros. Pero salir de la UE también supondría la renuncia al mercado único, la supresión de los acuerdos comerciales con otros países... Habría que renegociarlo todo de cero.
Al resto de países europeos les irritaría comerciar con un país con la moneda devaluada, que inundaría sus mercados de productos artificialmente baratos. No sería descartable que aprobaran tasas contra la nación traidora para compensar su pérdida de competitividad.
Sería el ambiente ideal para que un líder autoritario se hiciera con el control del Gobierno.
En este ambiente, podría aparecer un líder populista que defendiera las ventajas de abandonar el euro. Con la neopeseta, argumentaría, España recuperaría su independencia monetaria. Ya no tendríamos que obedecer las consignas de austeridad de Bruselas. Y, sobre todo, podríamos recuperar la competitividad perdida por la vía menos dolorosa: la devaluación.
A corto plazo, resulta difícil encontrar una sola persona que se beneficiara de la salida de España del euro. En la incertidumbre inicial, todos sufriríamos un batacazo. Si acaso, se alegrarían los traficantes de divisas extranjeras, que se forrarían mientras durase el corralito.
Sólo a medio plazo, un sector de la economía empezaría a disfrutar de los beneficios de la devaluada neopeseta. Así, las empresas exportadoras verían cómo aumentan los pedidos desde el extranjero. Mientras, los turistas llenarían nuestros hoteles, atraídos por los bajísimos precios de la neopeseta. Eso sí, nuestra competencia ya no sería Francia, sino Túnez, Croacia o, por supuesto, Grecia.
Tras años de pesadilla, quizá España volvería a crecer. Sin embargo, comenzaríamos la remontada desde un punto bajísimo. Tanto que sería casi imposible recuperar el terreno perdido en una generación.
Reportaje elaborado con el análisis de Álvaro Anchuelo (Universidad Rey Juan Carlos), Santiago Carbó (Universidad de Granada), Mark Cliffe (ING), Stephane Deo (UBS), José Carlos Díez (Intermoney), Paul Donovan (UBS), Juan Antonio Maroto (Universidad Complutense), Santiago Niño Becerra (Universidad Ramón Llull), Alfonso Novales (Universidad Complutense) y Rafael Pampillón (IE Business School).
COMENTARIO : Las actuales generaciones nacidas entre los años 1960 y 70 tendrían la oportunidad de saber cómo eran de verdad los falangistas como Girón de Velasco, los ministros de Comercio como Arburua, los gobernadores civiles provinciales, el estraperlo de harina y pan, el sabor del café hecho con achicoria y los autobuses propulsados con gasógeno.
neopeseta que pasaria
Miedo me da imaginarme esta situación con las pesetas con la cara del pepiño. Si no nos hemos hundido del todo ha sido por el apoyo y los consejitos que la UE amablemente le ha impuesto al ZP y que nos han salvado a todos los apañoles, asín que imaginemos a esta panda de zopencos actuando por su cuenta sin que nadie les llamase mínimamente la atención, sería como dejar a un mono con una escopeta...
ResponderEliminar...el país volviendo a los años '60, aunque viendo la gente que va en las listas del Robacabras no me extraña ese "estilo retro"
DON CAROLVS
ResponderEliminarY tendrias que sacarte un pasaporte para ir a Turín o a Lisboa a ver a la ragazza, y pagar con el billete "Pepiño" cada café que tomaras allí.
Eso sí, volando en viones de Alitalia porque los de Iberia no iban a tener gasofa para volar.
Lo primero felicitar a J.T.por la elaboración de este documento de síntesis que a pesar de lo abstruso del tema queda bastante claro el "escenario" donde se representaria la tragedia griega (y nunca mejor dicho)de la vida de los españoles:Una escena pavorosa y devastadora .Estoy plenamente convencido de que fuera del euro y regresando a la peseta, España, su economía, se convertiría en la Argentina del “corralito” como ejemplo mas inmediato de catástrofe económica conocida por "las actuales generaciones..." y echando la vista mas atrás, los que peinamos canas, por la economía de la autarquía y del "gasógeno" de los ministros que citas, anteriores a la "Estabilización" y consiguiente apertura (tímida, al principio)a Europa.
ResponderEliminarMenudo panorama. De todo esto lo único que me preocupa es el futuro de mis hijos, cómo será, ¿tendrán médico, trabajo, educación para sus hijos?
ResponderEliminarSubrayo un trozo del post bastante gracioso, dice así:
"En cuestión de meses, diríamos adiós a los Audis, los BMWs y los Mercedes. Nos olvidaríamos de la ropa de marca y los bolsos de lujo. Y ni siquiera nos plantearíamos ir de shopping a Londres, París o Nueva York."
¿¿¿¿¿¿¿¿????????¿¿¿¿¿?????
Creo que la hipotética devaluación de la neopeseta no me afectaría en estos casos, pues ni tengo Mercedes ni blosos de lujo ni ropa de marca ni voy de shopping a Londres. ¿Es esto lo que le preocupa a cierta gente?
Creo que no sería buena idea que España saliese de la zona euro, pero no veo el día en que todo se tranquilice y no vivamos en un puro sobresalto al son de los mercados y las órdenes de Alemania.
F.J. EUGENIO
ResponderEliminarMe alegro de que el texto te haya gustado porque, como todos los asuntos relacionados con Economía, suele ser muy farragoso y plomizo.
Pues, sí, volveriamos a lo que tú y yo ya hemos conocido. La Era, como mínimo, del 600 y canal único de TV en blanco y negro.
Bueno Don Javier, menudo "alegrón" me ha dado para empezar la mañana, se me ha subido un testiculillo junto a la nuez. Quitando la miseria de Patxi Lopez, esto es lo que más me ha aterrado esta semana.
ResponderEliminarEncima nadie se pone de acuerdo en que hacer para prevenir en lo posible el daño. Uno te dice comprar oro, otro te dice amortizar el credito desde ya, otro dice esperar a amortizar mas tarde si la cosa se degrada. Uno tiene 4 ahorros y no sabe que hacer con ellos, iba a invertir en un plan de pensiones, pero escucho que las condiciones son abusivas y no es recomendable.
Al final me pillará la neopeseta, el mortadelo, o peor, el sabino, como moneda basura.
ELENA
ResponderEliminarAunque te resulte una frivolidad ese párrafo, hasta hace muy poquito había muchísima gente no rica, más bien de clase media trabajadora, que se iba a N.Y. o a Londres por la baratura de los vuelos y que aprovechaban para entrar en Harrods (grandes almacenes londinenses) o en Macys de Nueva York porque allí la ropa que aquí es muy cara resulta barata. Y jóvenes de mil euros mensuales que se compraban BMVs o Audis con créditos. Cualquier albañil o fontanero tiene un Mercedes sin ser ningún constructor.
Ahora sí que resulta utópico eso como el pasar ocho días de Semana Santa en República Dominicana o en la costa de México, pero era lo habitual hasta hace dos o tres años hasta en los jubilatas, dependientas de comercios, etc.
No obstante todo eso es una minucia en relación a lo que nos esperaría con la vuelta a la peseta ya que quizá no habría dinero ni para disponer de ambulatorios de Seguridad Social y hospitales gratis como ya está sucediendo en Cataluña.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarSiempre he sido partidario de que cuando gobiernan los sociatas los ahorrillos hay que guardarlos en un uno o dos calcetines de la mesilla de noche.
Respecto a la moneda futura ten por seguro que vamos derechos al "sabino" por estas tierras y que con uno de "mil sabinos" o "mil pepiños" lo más que vamos a pagar es un café de media mañana.
Esperemos que el dormido de Galicia tenga a alguien válido que impida que eso suceda. Esperemos, como cuando se dice que "no llueva en la boda de mi hija".
Debe ser que una familia como la mía, dependiente de un sueldo de funcionario de prisiones, no pertenece ni siquiera a la clase media trabajadora. Debe ser que un funcionario medio gana menos que una dependienta de un comercio, un fontanero o un jubilata.
ResponderEliminarY no lloro, me siento una afortunada, no me falta nada quizá porque no soy exigente y jamás consideré necesario viajar al extranjero para comprar bolsos de lujo.
Pero da rabia que algunos te consideren algo así como un chupóptero porque el que te paga es el Estado, cuando resulta algo gracioso que en tiempos de bonanza nadie se acordó de repartir aunque sea las migajas, y ahora en tiempos de recortes sólo se acuerden de nosotros.
Pero supongo que éste es otro tema.
Un abrazo.
ELENA
ResponderEliminarNo lo tomes por donde no he tenido la menor intención de entrar.
Primero.- No sé en Córdoba, porque no conozco su vida social, pero en Vasconia, Cataluña, Madrid, etc. etc., los albañiles y fontaneros y otros muchos trabajadores disponen de vehículos de gama alta, sea de primera o segunda mano, y acostumbraban hasta la crisis a viajar con frecuencia a América o a Europa. Incluso hay viajes baratos para los jubilados y organizados por Cajas de Ahorros.
Segundo.- Ha habido tal locura bancaria de dar préstamos que a cualquier chaval que justificara una nómina, aunque fuera de repartidor de pizzas, le daban dinero para pagar un vehículo caro. Luego no sé cómo terminaban esos préstamos, si con un chaval endeudado para 20 años o con Bancos sin cobrar.
Así que no te sientas ofendida porque, al menos en Vasconia, hasta las dependientas de tiendas han estado en Nueva York o en Paris o en Londres o en Cozumel (México).
ELENA
ResponderEliminarAhhhhh, se me olvidaba decirte que aquí la mayoría de los matrimonios trabajan LOS DOS y llevan dobles ingresos a su casa. A los niños ya con un mes los meten en las guarderías desde las siete de la mañana, y según van creciendo los tienen en el cole todo el día.
Todo lo cual me parece un disparate absoluto porque los niños deben de estar con su madre. Luego crecen a su aire y pueden ser unos drogadictos con 14 años o estar borrachos con frecuencia, mientras los padres se dan lujos que antes eran de la clase alta exclusivamente.
Yo propongo que si esto ocurre, los billetes lleven una foto de Blanco y Rubi en pelotas.
ResponderEliminarCon lo fácil que hubiese sido sí los políticos hubieses dilapidado y robado solamente la mitad.
Porque si hubiese sido solamente el 25%, me iba a reír yo de La Merkel y el Enano Francés
Las prisas son malas consejeras, amigo Javier. Y reunir a países serios con trafulleros de la peor especie trae estas consecuencias.
ResponderEliminarSi a eso le unimos la falta de líderes con sentido de Estado que sepan tomar medidas valientes, ya tenemos el Belén montado.
Cuendo en el 29 se produjo la gran crisis, se siguieron los mismos métodos que ahora, resultado: no se pudo salir hasta que se produjo la segunda mundial.
Ya me daría yo con un canto en los dientes con volver a los sesenta. Por lo menos entonces se tenía esperanza, visto como iban las cosas, de una mejora en las expectativas de vida.
Ahora, tal como van, nuestros hijos son los primeros, en muchas generaciones, con un porvenir peor que el de sus padres.
Un abrazo,
Ya lo sé Javier, no va dirigida hacia ti mi ira.
ResponderEliminarAquí también hay gente incluso parada, o sea, cobrando el paro, con coche y parcela con piscina.
Suelen ser los mismos que te acusan con el dedo y te dicen "a ti te pago yo".
Ante esto tienes dos salidas:
1.- Intentar razonar, explicarle al susodicho criaturo que un funcionario (de oposición) cobra de su trabajo, que si alguien hay en este país de impostores que ni defrauda ni puede es precisamente el funcionario con su bonita nómina. La cual le da para comer y poco más. Que cuando no había crisis, el más tonto se iba a Londres a comprarse un bolso de lujo, y jamás hubo para repartir algo a los empleados públicos, y que ahora son los que verán recortados sus sueldos. O sea, ni antes ni ahora disfrutamos ventaja alguna más allá de la tranquilidad que supone tener el puesto de trabajo asegurado. Y encima hay que aguantar que te digan "a ti te pago yo", como si el panadero no viviera del pan que le compro y el tabernero de la cerveza que me bebo en su bar.
2.- Callarte, no merece la pena gastar mi valioso tiempo en una cabeza hueca.
Ya sé que el punto que cito en mi primer comentario es sólo un ejemplo, una frivolidad, pero es lo que la mayoría ha hecho, el nivelazo de vida que unos pocos se han dado, se siguen dando y quieren seguir dándose a veces recortando siempre a los mismos.
Y la verdad, me importa una higa que quien se acostumbró al Mercedes ahora tenga que ir en autobús, que la que se fue a Londres en busca de zapatos y blosos de lujo se vea comprando alpargatas en los chinos; que pague el desastre quien de verdad vivió por encima de sus posibilidades, yo jamás lo hice, me comprometí con el banco a pagar una hipoteca y cumplo religiosamente todos los meses, tomé el dinero que necesitaba y podía pagar.
...y perdona Javier, de verdad que no va contra ti mi cabreo, quizá me haga falta desahogarme, vomitar todo lo que pienso cuando oigo hablar a mucho caradura y lo de no poder ir de viaje a por un bolso ha encendido la chispa dentro de mí.
DON MAMUNA
ResponderEliminarEso de que los mangarranes magníficos de Europa sólo debian de haber robado un 25% de lo que han hecho, es más dificil que esperar que el que un descerebrado nacionalista tenga una idea defensora de España.
CAPITAN TRUENO
ResponderEliminarSí, como bien dices, de la crisis del 29 se salió gracias a la Segunda Guerra Mundial, y no a cerebrines preclaros.
Volver a la situación económica de los 60 es lo que más va a costar ahora. Como decías en tu post este país es muy aficionado a vivir a lo YENKA. Adelante, atrás y vuelta a empezar.
Y ciertamente es como dices : la primera generación que va a vivir peor que la de sus padres.
ELENA
ResponderEliminarEn este país la gran mayoría de habitantes, insensatos, han vivido muy por encima de sus posibilidades gracias a los Bancos y a la moda. Pero lo vamos a pagar TODOS. No sólo ellos.
Uf, que grima me da el ver a pepiño en los billetes de a mil.,prefiero los mortadelos; no estaría mal que estos europeos nos mandaran a casa por navidad, y tuviéramos que echar mano de los billetes que tenemos guardados en la faltriquera de la abuela, aunque esta haya desaparecido, y ademas con una inflación del carajo, así nos daríamos cuenta de lo que vale un peine, ya esta bien de manirrotos y de pijiprogres que se creen que el buenismo y la estupidez son el camino hacia el futuro, pues no, el camino, es el que siempre se ha seguido, primero por una vereda y luego por un camino,mas amplio, mas espacioso, pero hecho poco a poco, y de forma natural por las gentes campesinas, ya esta bien de autopistas, aeropuertos sin viajeros, aves, sin trenes, y un sinfín de estupideces varias, que solo sirven para alimentar el ego de los politicastros de turno, que la economía es muy simple, tienes tres, gastas dos y guardas uno; lo demás, son mamandurrias de nuevos ricos, y el que quiera peces, que se moje el culo.
ResponderEliminarUn saludo
DON MANUEL
ResponderEliminarBIEN DICHO. Y no hace falta más, de añadidira.
Cuando se deja gobernar a resentidos muertos de hambre y que nunca se han ganado los garbanzos por su esfuerzo, sucede lo que está pasando y ha pasado : quiebra y ruina.
Pero los habitantes de la vieja España nunca escarmientan lo suficiente. Hicieron guerras y dejaron vidas por los Borbones y éstos, uno tras otro, chulearon a los españoles. Y mucho peor son los herederos de Lenin, da igual el nombre que se pongan.
Brruuu, Don Javier, los pepiños valdrian menos que los mortadelos y ademas los mortadelos molan mas. Dirían mira, mira que moneda de risa tienen los Españoles, claro que nosotros seriamos como carpantas, capaces de comernos a un turista de una sentada. Mejor que cambiar de moneda es cambiar de partidos políticos es mas barato. Saluditos.
ResponderEliminarDON ZORRETE
ResponderEliminarDe acuerdo. Mucho más beneficioso cambiar de partidos políticos que cambiar de moneda. Un billete de mil con pepiño da rufufu, pero si volvemos a la peseta va a dar igual quien esté en la imagen : sólo podremos pagar un café, como mucho.
Que brutal es la ignorancia. la única salida a la crisis es la vuelta a la peseta. Da igual a que moneda o el valor de salida pero que el estado recupere el poder de emitir su propia moneda. Toda Europa lo está debatiendo excepto los palurdos españoles, siempre más papistas que el papa siguiendo a los estafadores de Wall street, enfermos de endofobia. Lo más triste de un estafado es que no quiera darse cuenta. Con el euro vamos , no a los años de la posguerra y bloqueo internacional (posguerra y bloqueo, INÚTILES, que los demás tampoco ataban perros con longanizas) vamos camino a ser un país árabe, que es el modelo que la alta finanza del NWO quiere para norte y sur del mediterráneo. Algo que impondrán sin dificultad gracias a los bobos titulados la de derecha e izquierda española
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