"Le encontré en casa con otra mujer. En nuestra cama de matrimonio.
¿Sabes el trauma que eso supone?". De riguroso luto, con movimientos lentos y gesto aturdido, los ojos de Triza Njeri empiezan a cristalizar. El trauma de esta joven de cara envejecida empezó el domingo pasado, con la enésima infidelidad de su marido, el celebrado atleta keniano Samuel Wanjiru, el primer keniano en ganar la medalla de oro de maratón en unos Juegos Olímpicos (Pekín 2008).
Lo que empezó como un trauma y un desengaño amoroso terminó el pasado domingo en tragedia, con la caída y muerte accidental del aclamado deportista tras saltar por el balcón de su casa esa misma noche. Un drama que ha conmocionado a los kenianos y que ha desatado uno de los culebrones más truculentos de los últimos años en el país africano más orgulloso de ser la cuna del atletismo y fábrica internacional de hombres que corren más rápido que el viento.
A sus 23 años, Triza Njeri se ha convertido en la viuda negra de Kenia. Para unos, víctima inocente de las incontables infidelidades de su incansable marido. Para otros, una asesina que no pudo soportar el ir y venir de su exitoso cónyuge, que deja en total dos esposas con tres hijos, una prometida con fecha de boda y con un bebé en el vientre, y una novia (su cuarta mujer) que se había convertido en el último capricho del maratoniano.
Cuatro mujeres, cuatro almas enamoradas de un hombre que fue víctima de su propio estrellato después de que la fama, el dinero y el sexo contribuyeran a la caída del que, según su entrenador, ha sido quizás el mejor atleta del siglo XX.
Triza y Samuel se casaron cuando ella tenía 18 años, él 19. Ni entonces ni ahora piensa que fueran demasiado jóvenes para adentrarse en el mundo de los adultos. Con un hilo de voz apenas perceptible, la mujer asegura que su relación con Samuel estaba llena de amor, a pesar de los líos de faldas de su marido e incluso de su vena violenta.
"Y allí me lo encontré, con una chica que no había visto en mi vida, en nuestra cama". Furiosa, el trío empezó a discutir y con las voces llegó el caos y el descontrol, sumados además al estado ebrio del atleta, según narra su primera mujer.
"Le pregunté que quién era esa mujer", una joven a la que Triza intentó tirarle una jarra a la cabeza en el ataque de ira. "Fue todo muy rápido y decidí salir corriendo de casa. Pero antes les encerré con un candado en la verja de hierro que tenemos en el piso de arriba. Samuel gritaba para que le diera la llave del candado, pero llamé a la policía y me fui corriendo".
Es el relato de los hechos de una de las protagonistas del drama.
A pesar de los líos de faldas y del incidente de diciembre pasado (cuando Samuel amenazó a su mujer con un rifle y ésta le denunció ante la policía), Triza asegura que su marido era una buena persona.
Tras quedarse encerrado en la habitación con su amante, Samuel saltó por el balcón, en busca de su mujer. Contra todo pronóstico, el atleta cayó de cabeza dando contra una compuerta de hierro forjado en el suelo que sirve para canalizar las aguas de la casa. Fue un golpe sordo y seco. Samuel murió de camino al hospital. Fue el final de un hombre que murió víctima de su propia fortuna nada más cumplir 24 años.
Delgada y estirada como un palo, Mary Wacera no puede negar su condición de atleta. A sus 22 años ya ha conocido la gloria. Mary también tuvo su época dorada. Eran los tiempos en los que ganó el campeonato de atletismo femenino de África en 2007, la misma época en la que descubrió a Samuel Wanjiru en las pistas. Se conocieron en el mes de marzo de 2009, se enamoraron y se casaron ese mismo año, en diciembre. Con 20 años recién cumplidos entonces, Mary Wacera se convertía en la segunda mujer del atleta. Se quedó embarazada un mes después de la boda y en octubre pasado nació su hija Ann, ahora de siete meses.
Huérfana, Judy Wambui, de 25 años, conoció a Samuel en 2007. Empezaron a salir al año siguiente y en diciembre pasado, Samuel visitó la casa de los tíos de Judy para empezar las negociaciones para la dote, cuando la tripa de Judy ya había empezado a crecer. La pareja tenía pensado casarse en diciembre, poco después de que Judy hubiera dado a luz. Ahora todo son planes que se pierden en el olvido. Desde su casa en Nakuru, a una hora de Nyahururu, Judy asegura que tiene anillo de compromiso, pero no lo lleva.
Jane Nduta, de 22 años, es la bestia negra de la historia. Para muchos la mujer que llevó al atleta a cometer adulterio la noche de la tragedia. Hasta el lunes pasado, Jane vivía en Nyahururu, donde trabajaba en el pub Kawa Falls, uno de los más populares del pueblo. Allí precisamente conoció al hombre que ahora se ha convertido en un fantasma que la persigue.
La policía le ha aconsejado que no se deje ver por el pueblo. El riesgo de represalias es demasiado elevado. Temen que acabe linchada por la muchedumbre, que ve en ella la raíz de la tragedia. Ahora se esconde en la aldea de su padre, cerca de Kinamba, a una hora en coche de Nyahururu. Le cuesta hablar, se siente amenazada. No sabe qué será de ella. Lleva marcada la letra escarlata.
El final de Samuel Wanjiru ha levantado el velo sobre una vida llena de mujeres, alcohol, fama y dinero (tenía un patrimonio valorado en un millón de euros), que además deja a la familia dividida. Y a una madre en disposición de dar batalla.
Hanna Wanjiru, la mujer que trajo a este mundo a Samuel, está convencida de que la primera mujer, Triza, urdió un elaborado plan para matar a su hijo primero con una barra de metal y luego lanzarlo al vacío. Una versión que según la madre explicaría las manchas de sangre que la policía encontró en la habitación y en el salón.
Resulta dificil de entender los arrebatos de una mujer al ver a "su hombre" con otra chica si ese hombre tiene ya otras TRES mujeres legales más. Debe de ser la "conciencia de patrimonio" que algunas esconden. Qué complicado eso de la poligamia oficial. Lo de la poliandría aún lo entiendo porque hay demasiado marica camuflado.
Tellagorri
samuel wanjiru historias afric
Pues no creo que haya mucha diferencia con el sinvergüenza de DSK (que así de molón llaman a Strauss-Khan), la pasta y la fama perdonan conductas inmorales.
ResponderEliminarY si además eres progre peor aún, y un claro ejemplo lo tenemos en el cine, Gibson (Mel), por católico, unos supuestos malos tratos y alguna que otra "boutade" contra los judíos ya está sentenciado y marginado, Polanski, que viola a una menor, a la que mete una botella por el culo y a la que droga hasta las cejas es un genio cuya obra no debe verse condicionada por ese nimio percance.
En fin Tella, vivo sin ivir en mi en el día de hoy esperando EL DISCURSO que separará las aguas del Atlántico de A.P. Rubalcaba.
DON ISRA
ResponderEliminarSí, esos ejemplos dejan al negrito en un nada. Pero a mí lo de tener tres o treinta mujeres me resulta indiferente, y lo que no entiendo es cómo un tío se lía con varias, oficialmente, cuando una sola es capaz de volverte majara perdido. Además de esclavo.
Mi tesis sobre el mutiko éste es que entre las dos mujeres que tenía delante lo echaron por el balcón. Es lo propio de ellas.
Relájate conectando a un canal de ETB y disfrutando de actividades lúdicas como levantamiento de piedras o lanzamiento de azadas. De esa forma te olvidas de que haya un tío suelto por los mundos al que llaman Rubal.
Un putero y un impresentable el tío este por muy bueno que fuese corriendo, pero vamos no sé de qué se sorprendía la susodicha cuando el corredor compartía ya cama con otras 4 parientas...cosas de África...
ResponderEliminarONOREVOLE CAROLVS
ResponderEliminarEso digo yo : de qué coño se irritaba la tercera o cuarta mujer?