Es, probablemente, el galeno español más vigilado. Sólo conocen su paradero, vaya a donde vaya por el mundo, un puñado de hombres de confianza. Orden del comandante.
Y en la Embajada de Cuba en Madrid la cumplen con disciplina militar. Saben que el doctor de los milagros (con tal fervor hablan de él en la familia de Fidel Castro) ha de estar permanentemente localizado. El sobrenombre, vox populi en la isla comentaba un cubano llegado a Madrid, esconde a un intocable de la revolución: José Luis García Sabrido, 66 años, jefe del servicio de Cirugía General III del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Una eminencia mundial del bisturí. El cirujano amigo que salvó al anciano Fidel y, desde hace cinco años, lo visita cada seis meses para chequear en persona su delicada salud.
Un avión, dispuesto por la diplomacia cubana, espera para llevarlo a cualquier hora del día o de la noche al otro lado del Atlántico. Fe ciega en nuestro hombre en La Habana.
Desde que trascendió el encargo, in extremis, de que salvara a Fidel, de 84 años, (en peligro tras sufrir graves complicaciones derivadas de una hemorragia, a veces relacionada con procesos cancerígenos, y dos intervenciones fallidas para evitar la perforación de su intestino grueso, situación que resolvió con evidente éxito en diciembre de 2006 el médico español), el doctor García Sabrido se ha convertido en una estrella invisible.
La fama, dicen, no la soporta. Y en su hospital son pocos los que se brindan a retratar a este triunfador, flaco de cuerpo, muy serio, pulcramente repeinado y con bigote estilo años 30.
Ni siquiera resulta fácil dar con su currículo, pese a sus 35 años de experiencia, parte de ellos formándose en Reino Unido, Holanda, Canadá y Estados Unidos. Y menos aún conocer de primera mano su vida extramuros del hospital público donde trabaja full time y pone a punto métodos quirúrgicos propios contra el cáncer de páncreas y otros tumores del aparato digestivo.
Pese a todo, su nombre vuelve a estar de actualidad. La enfermedad de Hugo Chávez, que, después de tres semanas de tratamiento en Cuba, el lunes regresaba triunfal a Venezuela, de nuevo ha colapsado su teléfono con llamadas de periodistas. Nada extraño, por otra parte. Si alguien de verdad conoce el alcance del mal que padece el presidente de Venezuela es el doctor de los milagros.
¿Cáncer de colon o cáncer de próstata? Las dos vías fueron barajadas al principio del viaje de Chávez a Cuba.
García Sabrido, según fuentes sanitarias consultadas, habría sido llamado a Madrid desde La Habana. La situación iba a peor. Todo parece indicar que se debió a una bolsa de pus, alojada en la parte inferior del abdomen del mandatario venezolano cuya eliminación quirúrgica había resultado fallida tras un primer intento de los médicos cubanos. Tenían que asegurarse de que la alarma no trascendiera y, a la vez, sacar adelante al presidente. Un encaje de bolillos.
Y García Sabrido tenía sobrada experiencia. Él habría sido el encargado de marcar la estrategia operatoria para salvar a Chávez.
"No se imagina la cantidad de personas de la cultura y la política que he atendido", confesaba, de manera inusual en él, a un semanario digital argentino durante una de sus visitas a Buenos Aires. Un secreto que, sin dar nombres, nunca hubiera desvelado en España el cirujano de los poderosos.
Por sus manos expertas han pasado, entre otros pacientes, Raúl Castro, hermano de Fidel y hoy al frente de Cuba; su mujer, Vilma Espín, figura legendaria de la Revolución, fallecida en 2007 a causa de un cáncer linfático; el bailarín Antonio Gades, condenado por un tumor maligno, al que el doctor Sabrido, íntimo del coreógrafo alicantino, logró prolongar la vida cuatro años; o Mariano Rajoy, a quien operó de una hernia inguinal.
Tal vez por eso, el líder del PP no quiso entrar al trapo cuando Esperanza Aguirre arremetió contra la asistencia "al dictador", pese a dar el visto bueno a la misión "humanitaria". De hecho, autorizó a Sabrido a que llevara en su avión (pagado, eso sí, por el Gobierno cubano, incluida la estancia del cirujano en la isla, cuyas consultas e intervenciones no cobra) medicinas y material para la operación de Castro.
Casado en segundas nupcias con una azafata del concurso de televisión "Un, dos, tres", Françoise Lacroix, una luxemburguesa de 52 años, el cirujano Sabrido reparte el escaso tiempo libre que le deja el quirófano entre la familia, los amigos y la monta a caballo, afición que ha inculcado a su hija Cloe.
Incontables son los vuelos que ha realizado a La Habana en los últimos 20 años. En ocasiones, para disfrutar en familia de sus paradisiacas playas. Otras veces, para aportar su sabiduría en congresos o para tratar a algún preboste del régimen.
Su historia de amor con Cuba, cuyos logros sanitarios Sabrido admira sin mojarse políticamente, viene de lejos. Arranca, entrada la década de los 90, con una figura que nada tiene que ver con la medicina: el bailarín Antonio Gades, el paciente por el que tal vez más cariño ha sentido. Fue el coreógrafo de Elda, miembro del Partido Comunista de Cuba y compadre de Raúl Castro, quien le abriría las puertas del régimen. Alineado ideológicamente con postulados de la izquierda, aunque no comunista, García Sabrido, de familia republicana, dejó impresionado al hermano y mano derecha del comandante. A partir de ese momento, Sabrido ya no era Sabrido. Raúl lo bautizó como el doctor de los milagros.
Tal era la amistad con el bailarín, que antes de su muerte en 2004 en el Gregorio Marañón, el coreógrafo le confesó a su amigo doctor el deseo de que sus cenizas reposaran para siempre en la isla de sus sueños. Así fue. De su puño y letra, como un disciplinado guerrillero, dejaba escrita su entrega incondicional a la voluntad de Castro: "Haga con ellas lo que usted crea conveniente... Siempre a sus órdenes. Antonio".
Sus restos fueron depositados en la Sierra Maestra, la montaña donde los guerrilleros de Fidel forjaron la revolución que Gades defendería hasta su muerte.
La mente fría y el pulso firme han sido constantes en la vida de José Luis García Sabrido. Aunque hermético y nada dado a expresar sentimientos, el cáncer de Françoise, su mujer, tampoco habría roto en él la prudente distancia afectiva que separa al médico del enfermo.
A 8.500 kilómetros de su hospital en Madrid, las intrigas en el país caribeño, donde el silencio es ley, son otro frente abierto contra su persona. En unas declaraciones incendiarias a una televisión local de Miami, el que se presenta como médico militar y ex jefe de la Unidad de Trasplantes del Hospital Hermanos Amejeiras de La Habana, el doctor José Antonio Copo, acusa claramente de "mentiroso" a su homólogo español por decir que Castro "no tiene cáncer". Según él, porque el propio Gobierno cubano lo "ha chantajeado" con "fotografías suyas en hoteles y vídeos" que lo comprometerían. Una versión, por otra parte, demasiado recurrente entre los exiliados (y Copo es uno de ellos) para desautorizar a quienes muestran alguna simpatía por el régimen.
Y nuestro hombre en La Habana lo sabe. Dicen que era consciente del difícil papelón que le esperaba desde el momento en que estrechó la mano de Raúl Castro. Cuentan también que se siente tan perseguido como la Pantoja. Y que sus manos, pese los años pasados bajo la luz fría del quirófano, siguen igual de hábiles que al principio... Siempre en guardia.
Un avión le espera en Barajas para cruzar en cualquier momento el Atlántico. A cualquier hora del día o de la noche.
TELLAGORRI
(Con información de Paco Rego)
doctor sabrido milagrero castr
Magnífico post Tella, me ha gustado mucho conocer a este médico y su relación con la isla caribeña.
ResponderEliminarPero me extraña que se recurra a un médico español cuando la propaganda cubana no para de soltar perlas a favor de la sanidad de la isla. Va a ser que no es tan buena como nos quieren hacer creer.
Me hace gracia la simpatía que muchos tienen por el régimen cubano desde España, imagino que cambiarían de idea por completo si vivieran allí con las limitaciones y privaciones que ello implica.
HOLA ELENA
ResponderEliminarA mí también me llamó la atención, cuando conocí el asunto, que Castro no se fía de los mejores médicos del Mundo mundial : los cubanos.
Pero lo que a mí me parece es que de ser una isla con infraestructuras sanitanias muy malas, pasó a tener más profesionales y más céntricos médicos, sin más. Todo el que viaja a Cuba de turismo sabe que los cubanos piden que se les lleve MEDICINAS de las elementales ( aspirinas, Fortasec, antibióticos,etc.)y que si en la Aduana las detectan las incautan para el Estado.
Estos tipos pasisanos nuestros que tanto sueñan con el paraiso cubano, si por mí fuera los deportaba allí para los restos. Los Llamazares y cía.
Hay mucho chaval saharauí en Cuba estudiando Medicina pero es porque el Polisario es comunista y los estudios salen gratis.
No me parece mal que un destacado médico español entregue buena parte de su saber y su tiempo a dos pacientes de hoz y martillo. Mientras aquí nos quede, para nosotros solitos, la eminente ciencia de otro galeno sin par, el doctor Gaspar Llamazares, todo lo daré por bien empleado.
ResponderEliminarTIO CHINTO
ResponderEliminarBien pensado. Mientras sepamos que podemos disponer de la eminencia mundial del Doctor Llamazares, no hay de qué preocuparse. Especialmente si el problema sanitario consiste en estreñimiento.
A mi esto me toca mucho los huevos, y perdonen el expresión.
ResponderEliminarQue un médico está para salvar vidas, está claro (no como ciertos médicos españoles apoyados por la regresía...). Dicho esto, ¿no hay otros casos en España mismamente, que son muchos más dignos de ser tratados por este cirujano de primera?. ¿Porque se debe dar prioridad a un ciudadano extranjero frente a uno nacional?...¿clasismo tal vez?.
Porque vamos a ver, si soy médico y quiero salvar vidas, lo primero es tener claro que atendiendo a otros afectados de cancer pongamos, y dejando por tanto que el dictador de mierda la diñe, estaré salvando vidas por partida doble o triple.
Y luego subrayar lo ya comentado, acerca de lo llamativo de como los señoritos del régimen izmierdil X, a la que se ponen enfermos, no se fian de sus propios sistemas sanitarios no, esos tan alabados por gentuza como Llamazares; sino que cogen directamente al mejor, sea este español, gringo o lo que haga falta.
Yo no se que afinidades ideológicas tiene este cirujano, pero sí me quedan claros los efectos de sus actos, ayudando a mantener un régimen dictatorial y que ha asesinado a un nº enorme de cubanos, arrastrando de paso a esa nación a la ruina absoluta.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarSin comentarios.
Es que una cosa es teorizar y otra enfrentarte con la realidad.
ResponderEliminarSupongo que muchos de nosotros, entre los que me incluyo, defendemos estar en contra o a favor de tal o cual idea, pero cuando nos toca ser protagonistas, cambiamos de idea en un plis plas.
Recuerdo el caso de Carlos Cano, no muy amigo del "Imperio Yanqui" que no dudó en ponerse en manos del hospital Monte Sinaí de Nueva York cuando se puso enfermo.
Y es que, cuando nos toca a nosotros, no hay patrias ni leyes ni ideas.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarEso por un lado de la perspectiva. Y por el otro nos hallamos con que todo profesional liberal, una vez cumplidas sus obligaciones en el Hospital público en el que trabaja, es absolutamente libre de atender a quien quiera, tenga la ideología que tenga.
A los sucesivos médicos de Franquito,de los que el más conocido era el Dr. Gil, nadie les puede objetar nada. Y era un dictador como un piano japonés de conciertos.
Los abogados son muy libres de defender a quienes quieran, sean criminales o monjas capuchinas. Más si requieren sus servicios los propios clientes, como es el caso del Dr. SABRIDO.
Tachamos de sectarios a los comunistas y sociatas e igual de fanáticos son los defensores de curas y militares que siempre han estado complotando para mantener sistemas en que no se pusieran en peligro sus privilegios de elitismo social y político.
Que un médico atienda a un dictador o que un abogado se haga cargo de un criminal de guerra entra dentro de su profesión sin atentar a la deontología.
Don Javier, atender a un dictador, claro que cabe dentro de esa deontología. Lo que no me cuadra en el marco de la ética es ¿porque atiende a un dictador en lugar de a un ciudadano común?.
ResponderEliminar¿No es extraño que entre los millones que mueren de cancer cada año, en Cuba o España, justo se vaya a encargar del dictador sanguinario?
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarNo sé si te has pensado la pregunta antes de hacerla. ¿Cómo va a atender a quien no demanda sus servicios?
En España habrá miles de pacientes suyos y uno es RAJOY.
Si le llaman de Cuba o de New York y le apetece estudiar el caso y resolverlo, ¿porqué no ha de hacerlo?
Tella
ResponderEliminarplas plas plas plas plas y plas y mil veces plas.
Cada vez que te expresas en estos términos me cercioro de que no me equivoqué al recalar en esta casa.
Me gusta la gente crítica, pero la que lo hace razonando lejos del sectarismo que no deja ver en muchas ocasiones más que una parte de la verdad.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarGracias por los "chalos" (aplausos) a este modesto razonador a lo normal cartesiano, a esa forma de objetivar que aprenden los niños franceses en sus Liceos, y que al parecer en España resulta imposible de implantar.
No es posible salir del "los nuestros", sea el Real Madrid y el Barca, o el Pepé y los demás, o del maniqueismo de los nacionalistas, falangistas y demás, en vez de observar si el "de los nuestros" es bueno o no y a la inversa.
Antes que nada, decirle que me encanta la foto que ha puesto de portada, joer¡¡, aunque esa estampa sea de algún pueblo del norte, me trae muchos recuerdos cuando iba a visitar a mis abuelos, coño¡¡, si es que se llevan hasta el gorrino a la ciudad.
ResponderEliminarY dicho esto, en cuanto al doctor milagros, me parece que debe de ser un buen profesional, independientemente de la ideología, se debe a su profesión y por eso le pagan, y no importa si los pacientes tienen dinero o no, o como en este caso, sean dictadores de la peor calaña, creo que su código deontologico le tiene que llevar allí donde se produzca un caso que el pueda atajar, porque también puede aprender mucho según sea de complicado, y si le sale bien, pues mejor, ahora estaba recordando un reportaje que vi ayer en TV del DR.Cavadas, un medico valenciano que tras una operación de 10 horas, ha conseguido reimplantar las piernas a un paciente. Médicos así, nos tienen que enorgullecer por su preparación y profesionalidad, y que sus nombres sean requeridos en cualquier parte del mundo por su buen hacer, lo que piensen como personas forma parte de su intimidad y no trasciende en su profesión.
Un saludo
DON MANUEL
ResponderEliminarAsí es, tal como lo explica. Un profesional se debe a su profesionalidad sin atender a las ideologías y buenas o malas calidades personales de su paciente. Del que solicita sus servicios.
Estos médicos, como el que cita usted de Cavadas o el propio Sabrido, dan categoría y prestigio al conjunto del país.
E igualmente estoy de acuerdo en que la vida privada e ideología del profesional liberal pertenecen a la exclusiva privacidad suya y en donde nadie tiene derecho a entrometerse.
Ni Ud. ni yo preguntamos a un odontólogo o a un oculista por quién vota antes de acudir a su consulta.
La imagen de portada es del pintor vasco Arrue y es un cuadro localista de principios del XX. Aunque los protagonistas llevan, más menos, indumentaria vascongada de la época, podría valer para cualquier localidad de la España de entonces.
Don Javier, todos conocemos casos de cancer más o menos cercanos. Me es imposible creer que en España no tenemos gente enferma al que este pedazo de cirujano no les haría un grandísimo favor atendiendo su caso.
ResponderEliminarInsisto que desde el punto de vista deontológico, como médico, claro que está éticamente bien atenderle. Y naturalmente, el es muy libre de hacerlo.
Pero hay otro punto que es la elección del paciente, dejando en la linde del camino a otros muchos enfermos, que me da en la nariz, aunque pidieran ser tratados por este hombre, no verían sus ruegos atendidos. Porque espero nadie me intente hacer creer que este hombre andaba desocupado por Madrid, y aburrido, vio como le llamaban desde Cuba para tratar al comandante.
Y me apostaria en ello, pincho, caña y mes de hipoteca.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarNo deseo seguir en esto creando polémica contigo ni tampoco tengo la mínima gana de querer tener razón.
Pero es que partes de premisas, a mi entender, falsas :
A.- El o los médicos no eligen PACIENTES, sino que son los pacientes los que eligen al MÉDICO. Si resulta de precios caros su consulta es cuestión de libertad de mercado. Y quizá sólo puedan acceder a él los muy pudientes.
B.- Si trabaja en un Hospital público es seguro que deberá operar a quienes le toca.
C.- Por tanto, no sé en dónde se halla el problema de que prefiera ir a curar enfermos extranjeros que solicitan sus servicios, porque también enfermos nacionales pueden y lo hacen.
Pero si perteneces al Ambulatorio de Txagorritxu de Vitoria es seguro que no te va a operar el Dr. Sabrido por asistencia de Seguridad Social. Vaya o no vaya a Cuba el médico.