Un silbador gomero necesitan los peperos

Reza el tópico que los gallegos son tan herméticos que, si por ellos fuese, los sondeos sólo tendrían una respuesta posible: "No sabe/No contesta". Y eso debe de ser lo que pasa con Rajoy: que nunca sabe nada de nada.

Al menos, eso se desprende de su agenda del último mes. Como un Hoidini barbudo, se ha fugado de los periodistas que le preguntaban sobre la impugnación de las listas de Bildu. Hasta 15 días estuvo sin hablar sobre el tema más candente del momento.

O, ya puestos, de la presencia de imputados por corrupción en las listas del PP.

En realidad, Rajoy sí que habla: ha habido declaraciones suyas en dos tercios de los días de abril. Otra cosa es que conteste: su costumbre es charlar de su libro y marcharse sin atender preguntas. Mítines, discursos, presentaciones de libros, comidas con afiliados... Cualquier formato le vale, siempre que él sea el único que elija el asunto a tratar. Que nunca es de actualidad política.

Este mes, Rajoy sólo se ha saltado este mandamiento en tres casos. El primero, el día 4, con una entrevista en la SER. El segundo, el 6, con una rueda de prensa en el Parlamento catalán más unas preguntas en la TV3. Y, el último, el día 11, con un encuentro con periodistas tras reunirse con Angela Merkel.

En estas melés, Rajoy es la antítesis de Mourinho. Es el maestro del antititular, y de la LERDEZ.
Tras su encuentro con Merkel, por ejemplo, los reporteros le preguntaron tres veces por la presencia de imputados en sus listas de la Comunidad Valenciana. Y las tres se les escabulló: "Sobre ese asunto no voy a hablar hoy", dijo. Ni nunca, claro, porque si se moja en algo le entra diarrea. Y así hasta hoy.

Esta táctica provoca un efecto perverso. Frustrados por el mutismo de Rajoy, los reporteros le asaetan a preguntas en cuanto asoma la barba en un acto. Y él, abrumado, se fuga como puede.

Es rarísimo que el popular responda una de estas preguntas improvisadas, pero hizo una excepción el 15 de abril. Ese día, tras esquivar al resto de plumillas, se paró con Adriana Abenia, la reportera de Sálvame. Tras charlar un rato de la Semana Santa, la periodista le sacó el tema de Bildu. Fue entonces cuando, algo molesto, Rajoy zanjó la conversación.
¿Cómo va a decir algo si probablemente aún ni se ha enterado de lo que es eso?

Algo parecido ocurrió este miércoles.En cuanto mencionaron a ETA, se acabó la concordia: Rajoy se marchó mientras su equipo le abría paso.

Mientras, en el PP están irritadísimos por las críticas. Incluso han difundido un dossier sobre sus intervenciones en lo que va de año. Pero, qué coño de irritados ni gaitas escocesas si es mucho más cómodo hablar con un mudo que al menos por señas dice algo.

El silbo gomero, un antiquísimo idioma de 4.000 palabras, al lado del rajoyés, es todo un prodigio de expresividad y de parlamentarismo.

Más les vale a los peperos nombrar Jefe a un experto en chiflar con silbo gomero, porque el Registrador en donde se halla cómodo es en un sofá leyendo "Marca".

Tellagorri

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