La saga Tejero

Una fotografía acompaña al teniente coronel Antonio Tejero Díez de destino en destino. La imagen se tomó en León en el verano de 2003, cuando un muro cercano a su cuartel amaneció cubierto por una pintada gigante: "Tejero fascista, fuera". Pero, en vez de pedir que la limpiaran, el hijo del ejecutor del 23-F se calzó el uniforme y posó orgulloso a su lado. Y allí siguió durante meses, hasta que alguien se hartó de verla y pintó por encima.

Aquel retrato adorna su actual despacho en el cuartel de Valdemoro (Madrid), donde Tejero Díez lidera el Grupo de Reserva y Seguridad 1 (GRS), encargado de mantener el orden público. Su mensaje es diáfano: a escasas semanas del 30 aniversario del 23-F, los Tejero no se avergüenzan de su apellido. Al contrario: su familia defiende con ahínco al icono del atolondrado golpe que casi se carga la Transición.

Cinco Tejeros han heredado su oficio. En el primer escalón se encuentran dos de sus seis hijos: el citado Antonio y Juan, sargento del puesto de El Tiemblo (Ávila). Y, en el segundo, tres de sus 16 nietos: Francisco Javier, que estudió en la Academia de Baeza; Antonio, que se prepara en Aranjuez, y Manuel, que acaba de ingresar en Valdemoro. Un repóker de picoletos que garantiza la supervivencia del tejerismo en la Benemérita.

La vocación marcial de sus descendientes enorgullece a Antonio Tejero Molina, indiscutido líder del clan. A sus 78 años, el ex teniente coronel apura su vejez entre los 149m² de su piso del barrio de Justicia (Madrid) y los 93m² de su apartamento playero en Torre del Mar (Málaga). Entre ambas localidades vive con su esposa Carmen desde el 3 de diciembre de 1996, cuando obtuvo la libertad condicional, tras 15 años de prisión.

Tejero Molina se deja ver por el barrio madrileño envuelto en un grueso abrigo. En la zona, pocos reconocen al ancianito que va a misa en la parroquia de Santiago el Mayor y saluda amablemente a sus vecinos.

Medios de todo el mundo (de la BBC al New York Times) acosan a sus descendientes, pero su réplica no cambia: "Del 23-F no hablaremos hasta que lo haga nuestro padre... y tiene pinta de que va para largo", replica Carmen, la mayor, de 53 años, que trabaja en un instituto de Las Rozas (Madrid).

Sólo se salta el guión Ramón, de 46 años, quinto hijo del golpista, párroco de la Cala de Mijas (Málaga) y portavoz oficioso de una familia alérgica a los micrófonos. "Mi padre está fenomenal de salud", asegura. "Se dedica a visitar a sus hijos, a disfrutar de sus nietos. Todos le queremos con locura... Vamos, como cualquier familia normal...".

Pero, por mucho que insistan, los Tejero no son una familia tan normal. Y no sólo por el peso de su apellido: también por la omnipresencia de los tricornios en su biografía. Así lo atestigua Antonio Tejero Sande, de 24 años, nieto del golpista e hijo del líder del GRS madrileño. "Desde que tengo uso de razón, he vivido en un cuartel... Nunca he concebido otra vida", asegura.

Él es el pata negra de la familia. Ya desde su nombre, su biografía parece un calco perfecto de las de su padre y su abuelo. Como ellos, Tejero III siempre tuvo vocación de guardia civil. Y, como ellos, se afanó en los estudios para ingresar en la Academia General Militar de Zaragoza.

El joven todavía recuerda los meses que pasó, hace ya tres años, en el piso madrileño de su abuelo mientras preparaba la oposición. "Solía contarme sus andanzas de juventud en Cataluña, cuando salía a luchar contra los maquis y los bandoleros", dice. "Cuando le oía, me entraba el ardor guerrero y me ponía a estudiar como un loco".

Tras dos años en Zaragoza, Tejero III ya es alférez cadete y luce orgulloso el uniforme de la Benemérita. Todavía le quedan tres cursos de estudio en la Academia de Aranjuez (Madrid) para convertirse en teniente. En los últimos meses, ya ha sentido el "subidón" de patrullar las calles vestido de verde. Y aspira a dedicarse a la investigación en cuanto se licencie.

-¿Saben sus compañeros de promoción quién es su abuelo?

-¡Pues claro!

-¿Y se siente señalado?

-De momento, no. Como caigo bien a la gente, me tratan con respeto. Ningún mando me ha discriminado por ser del otro bando...

Justo lo contrario que su padre, Antonio Tejero Díez, el Tejero II. A él, el 23-F le pilló en la Academia de Zaragoza. De golpe, el vástago de un hombre respetadísimo en el cuerpo se convirtió en una especie de apestado. Y, con su padre en prisión y expulsado del cuerpo, sintió las primeras apreturas económicas de su vida.

De hecho, muchos guardias interpretan la trayectoria profesional de Tejero II , de 51 años, como una lucha contra la sombra del 23-F; como si el hijo quisiera restañar el orgullo herido del padre, que dio el golpe a los 48 años, con una carrera de éxito en la Benemérita.
De ahí su obsesión por el mando, la jerarquía y la obediencia. Y también la eterna sospecha de que su apellido daña sus aspiraciones profesionales.

Hace un par de años, por ejemplo, el teniente coronel se quejó de que no le concedían la dirección de una comandancia por prejuicios hacia su árbol genealógico. Tras un tiempo a la deriva, logró su actual cargo al frente del GRS de Madrid, con 300 hombres a sus órdenes. El nombramiento, por cierto, se concretó el 23-F del año pasado.
¿Un guiño de algún mando bromista?

Pese a sus arrebatos patrióticos, a Tejero I sus hombres lo admiraban. Aún se recuerda el tierno beso que propinó al cadáver de uno de sus hombres, destrozado por una bomba de ETA. Tejero II, sin embargo, desata la polémica en todos sus destinos por sus rectísimos ademanes. "Es muy militarote, se cree que está en el 36", dicen sus subordinados. "En cuanto le llevas la contraria, tira de estrellitas y te dice: Aquí el que manda soy yo".

Tras graduarse de la Academia, ya después del fracaso del golpe, Tejero Díez fue encadenando destinos: Vitoria, Noia, Palencia, Mozambique, Cartagena... Fue en la ciudad murciana donde vivió una experiencia similar a la que animó a su padre a invadir el Congreso: un atentado etarra. El 11 de septiembre de 1990, un coche bomba hirió a 17 personas en la casa cuartel que él comandaba, donde residían 110 familias. Según sus hombres, esta experiencia le dejó marcado.

Pero la mayor parte de su carrera se desarrolló en León, al frente del GRS número 7. Fue allí donde se tomó la fotografía con la pintada que le acompaña a todos sus destinos. Y también donde, desde finales de los 90, protagonizó diversos escándalos que incluso saltaron a los periódicos.

Uno de los más sonados llegó el 22 de febrero de 2000. Ese día, el oficial que leyó las órdenes del día recordó como efeméride el asalto de Tejero I al Congreso. Al parecer, muchos guardias se quedaron atónitos por el descaro con que su jefe hizo apología del golpismo.

Al año siguiente, una empresaria leonesa, Encarnación Álvarez, denunció su presunto trato de favor en la concesión del comedor del GRS. En un escrito al director general de la Guardia Civil, aseguró que el concurso había sido "una pantomima" para ocultar una decisión tomada de antemano. Sin embargo, una investigación posterior le libró de cualquier reprimenda.

Cuentan sus detractores que Tejero II es un hombre aferrado a los privilegios del cargo. Desde pequeño, se acostumbró a que guardias uniformados obedecieran las órdenes de su padre.
"Y ahora que ha igualado su rango [teniente coronel] espera que la situación se repita... Pero los tiempos han cambiado y ya no le vale con chascar los dedos para vivir como un marqués", dice uno de sus antiguos subordinados en León, que denuncia que las bajas psicológicas se dispararon a su paso por el GRS.

Fuera de esta prolífica rama familiar, existen otros dos Tejeros con tricornio. El primero es Juan Feliciano Tejero Díez, de 42 años, hijo menor del golpista. El 7 de septiembre de 1993 se incorporó al cuerpo y, desde entonces, ha estado destinado en Málaga, Segovia y en el escuadrón de caballería de Valdemoro. Hoy es sargento y lidera el puesto de la Guardia Civil en El Tiemblo (Ávila).

Y, por último, está Francisco Javier Hernández Tejero, nieto del golpista por parte de su hija mayor, Carmen. El 27 de agosto de 2007 se incorporó a la Escuela de Oficiales y Suboficiales de Baeza, con una nota de 83,420, entre las más bajas de su año. Tras licenciarse en la promoción 113A, lo destinaron a la Unidad de Escoltas de Madrid, donde sigue sirviendo.

En estos 30 años, el Tejero golpista sólo se ha pronunciado en una ocasión: en enero de 2006, cuando escribió una carta al diario Melilla Hoy en la que arremetió contra el Estatut catalán.

Tiene la vida resuelta, así que esquiva los problemas. Además de sus pisos de Málaga y Madrid, el matrimonio goza de dos pensiones: la suya, de guardia civil, y la de su esposa, de maestra. Aunque fue expulsado de la Benemérita, Tejero I cobra los derechos pasivos de los 30 años que cotizó: entre 1951 y el 23-F de 1981. La cuantía es un misterio: unos apuntan a los 600 euros, otros a los 2.500. Mientras, desde la Guardia Civil se niegan a facilitar el dato.

NOTA
Sin deseo de ofender a nadie, con los datos señalados tenemos por delante a una larga saga de Tejeros "guardisibiles" que admiran al viejo y que llevan en los genes lo del "Se sienten, coño".
El "Grupo GRS" que se cita arriba significa : "Agrupación Rural de Seguridad que tiene como misión específica la prevención, mantenimiento y, en su caso, restablecimiento de la seguridad pública, prestando colaboración en caso de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública".

Tellagorri

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