Los curas del cardenal Roger Echegaray

En el Vaticano hay un cardenal, oriundo de Bayonne (País vasco-francés), que desde los años 60 viene amparando a los curas vascos dedicados a ayudar a Eta. Se llama Roger Echegaray.
Ahora se relatan tres casos de intervención directa de los curas del Cardenal en asuntos de Eta.

UNO CUALQUIERA

La muerte de Melitón Manzanas (el primer asesinato pre­meditado que realiza la organización terrorista) se había orga­nizado en el convento de los Benedictinos de Villaró. Dos indivi­duos, José María Escubi y el cura Paul Iztueta, uno educado para curar los cuerpos y el otro para salvar almas, están en las claves del asesinato.

El 9 de abril de 1969, un grupo de activistas de ETA, entre los que se encuentran Víctor Arana Bilbao, Mario Onaindía, Jesús Abrisketa Korta y Miguel Etxevarría Iztueta, regresan a Bilbao desde un piso franco situado en Mongrovejo (Santander).

Son las cinco y cuarenta minutos de la tarde. En el momento en que intentan entrar en un piso situado en la calle Artecalle, en el casco viejo, el inspector jefe de la Brigada de Investigación So­cial de la capital vizcaína, Félix Criado Sanz, y una docena de ins­pectores están esperándolos.

La redada es la respuesta policial al asesinato de Melitón Manzanas, y dos de los activistas de ETA, ante el temor a no salir vivos de la encerrona, deciden vender cara su vida. Víctor Arana Bilbao y Miguel Etxevarría Iztueta desenfundan sus pistolas y, a consecuencia del intenso tiroteo, resultan heridos.

Con dos heridas, una en el pecho y otra en el brazo izquierdo, Miguel Echevarría Iztueta logra ganar de nuevo la calle. Detiene el taxi matrícula BI-125 984, conducido por Fermín Monasterio Pérez. A punta de pistola, le ordena que tome la carretera de Ba­sauri en dirección a Burgos.

En mitad del trayecto, Monasterio, un burgalés de cuarenta y cinco años, casado y padre de tres hijos, se niega a secundar los planes del terrorista y es asesinado de tres disparos en las cerca­nías de Arrigorriaga.

Al volante del taxi, a cuyo conductor deja tirado en una cu­neta, Mikel Echebarría llega hasta las afueras de Orozko, en la co­marca de Arratia- Nervión, donde permanece oculto hasta el ano­checer, momento en el que aprovecha para presentarse en la casa de José María Ortuza, el cura de la localidad.

Pero el sacerdote no tiene donde alojarle y le envía al caserío de Heliodoro Elkoro Alday y Beatriz Ugarte Por res , donde le ocultan. Allí le hacen las primeras curas y, por medio del párroco de Llodio, Martín Orbe, logran que le vea un médico, le extraiga las balas y le prescriba los primeros medicamentos.

Dos días más tarde, el ll de abril, abandona el caserío en un Seat 600 ocupado por dos nuevos sacerdotes, el párroco de Iba­rra, José María Acha, y el coadjutor de Ceberio, el padre Amadeo Rementería, que se prestan a hacer de "escudos humanos" fren­te a la Guardia Civil.

La autoridad eclesiástica de cuatro pueblos ocultando a un asesino mientras sus compañeros niegan la caridad cristiana a los familiares de su víctima. Los hechos hablan por sí solos.

OTRO CASO CUALQUIERA

A las diez y media de la noche del 1 de diciembre de 1970, el cónsul honorario de la República Federal de Alemania en San Se­bastián, Eugenio Beihl Shaafer, de cincuenta y nueve años, llega a su domicilio en la calle Miraconcha, 28 del barrio de El Antiguo condu­ciendo su Mercedes Benz de color blanco.

Tras él penetra en el garaje un Mini rojo con matrícula de Na­varra. Poco después, los dos vehículos abandonan la casa. Con ayuda del ex consejero del Gobierno Vasco, Telesforo Monzón, y del párroco de Sokoa, Pierre Larzabal, el diplomático alemán acaba de ser secuestrado.

Al día siguiente da comienzo el Consejo de Guerra de Burgos, donde se juzgan, entre otros hechos, los asesinatos de Melitón Manzanas y Félix Monasterio, y ETA necesita una potente caja de resonancia para hacer oír en el mundo sus reivindicaciones.

La banda armada está tan diezmada que el comando terroris­ta, dirigido por Juan José Echave, jefe de su aparato militar, y algunos activistas no capturados por la policía, tienen que cruzar al prisionero a hombros a lo ancho del río Bidasoa para llevado a te­rritorio francés.

La persona encargada de custodiade durante su cautiverio no es el miembro de un grupo de aguerridos pistoleros de la banda: es un hombre de Dios, el párroco Roger ldiart, quien le encierra en una de las habitaciones de la casa parroquial de Espelette.
Sin ningún tipo de vigilancia, el cónsul llegó a escapar en una ocasión de la vivienda, pero el párroco, advertido, reunió a varios amigos, organizó una batida por la zona y volvió a capturarle.

Así permaneció hasta que el 26 de diciembre de 1970, obede­ciendo órdenes de ETA y de Telesforo Monzón, le dejó en liber­tad. Pocos días después, Franco no firma el "enterado" y las siete penas de muerte para los asesinos y colaboradores de Melitón Manzanas y el taxista Félix Monasterio quedan conmutadas.

UN TERCER CASO CUALQUIERA

Ibarruri, un pequeño pueblo de la provincia de Vizcaya, vive en 1972 con gran tranquilidad.
El 19 de enero, un Seat 124 blanco se detiene frente a.la casa parroquial, una vivienda de dos pisos situada junto a la iglesia. De su interior descienden dos personas que introducen, cogido por ambos brazos y casi en volandas, a otro de mediana edad, ves­tido con un traje oscuro y con la cara tapada con unas gafas de sol, para ocultar su personalidad a los vecinos.

Los dos individuos son los dirigentes de ETA Domingo !tur­be Abasolo, Txomin, y José Miguel Beñarán Ordeñana. La terce­ra persona es el industrial Lorenzo Zabala Suinaga, accionista de Precicontrol, secuestrado por ETA.

Horas antes, un comando de la banda terrorista integrado por Txomin, Argala, Tomás Pérez Revilla y Mikel Lujua Gorostiaga había decidido capturarle en su domicilio de Éibar (donde ca­sualmente tenía el comando el piso franco) en apoyo del Fren­te Obrero de ETA.
Corno no sa­bían dónde ocultarle, acudieron a la casa parroquial de Ibarruri, cuyo sacerdote, Chomin Arteche Arnuriza, colaboraba con ETA.

Nacido en Castillo Elejabeitia (Vizcaya), cuarenta y dos años, hijo de Melchor y Nemseis, el padre Arteche tenía un amplio his­torial delictivo por colaborar con ETA.

Considerado entre sus feligreses corno un hombre santo dedicado a la meditación y a los ejercicios espirituales, había forrado las paredes y el piso parro­quial con corcho para ocultar los posibles ruidos que pudieran alertar a la policía ante una posible redada. Practicaba la caridad: tuvo a Zabala durmiendo en un colchón en el suelo, en una ha­bitación húmeda y sin ventilar.

Arteche, además de prestar las dependencias parroquiales para mantener a una persona privada de libertad, hizo de correo entre el resto de la banda armada y los secuestradores. Vestido con su sotana pudo sortear los controles y reunirse con aquéllos en Durango.

Lo más duro de todo el secuestro era matar a Zabala en el caso de que la familia no cumpliera las condiciones de subir el salario a los trabajadores. El debate entre Txomin y Argala, que hacían de carceleros junto con el cura, se planteó varias veces.
Arteche ni se inmutó.

Todo, sin embargo, se resolvió rápidamente. El 21 de enero, tres días antes del plazo dado por ETA, la familia aceptó el pacto propuesto por los terroristas.
El sábado 22 de enero, cuando los trabajadores de Precicon­trol reunidos en asamblea dan por buena la oferta de la familia Zabala, ETA deja en libertad a su prisionero.

Le trasladan en un coche Seat 600, propiedad del cura, en el que viajan Argala y Txomin con la víctima mientras el sacerdote hace de lanzadera en otro vehículo para eludir los controles. Le dejan en el monte Ur­kiola.
Tras la liberación de Zabala, la Guardia Civil ató muchos ca­bos sueltos e identificó al comando. Se equivocó, sin embargo, con el nombre del cura.

Atribuyó el secuestro al prelado Félix Bergara, cuando sólo se había limitado a "pasar el cepillo", es de­cir, a intervenir corno intermediario en el cobro del rescate. Un año más tarde identificaba la iglesia de Ibarruri corno el lugar del secuestro y detenían al padre Arteche.

Al igual que los relatados, hay más de cien similares que se podrían detallar.

Tellagorri

curas cardenal echegaray