07 marzo 2010

Los cuatro minutos de la cobardía

Me llegan, por amigo interpuesto, los comentarios de uno de los infantes de marina que estaban en el Índico durante el secuestro del Alakrana –del que, por cierto, nadie explicó de modo satisfactorio qué bandera llevaba izada, o no, cuando le dijeron buenos días–.

El citado mílite es uno de los que intervinieron en la persecución de los piratas somalíes cuando éstos, después de trincar la pasta, salieron a toda leche para refugiarse en la costa. Viniendo de donde vienen, no es raro que los comentarios revelen insatisfacción por las órdenes recibidas y por el grotesco desenlace.

Desde su comprensible anonimato, el infante de marina se desahoga, contando que los malevos estuvieron a tiro, pero las órdenes eran no disparar bajo ningún concepto, pues nadie estaba dispuesto a admitir muertos ni heridos en aquel sainete.

Todo es conocido de sobra, y no merece volver sobre ello. Pero hay una frase que tengo por significativa, porque explica no sólo lo del Alakrana, sino muchas otras cosas: "Tuvimos de tres a cuatro minutos para detenerlos. Pedimos órdenes y hubo silencio".

Con esas interesantes palabras en el aire, les invito a un bonito e instructivo ejercicio. Cierren los ojos e imaginen. Lo han visto veinte veces en el cine o la tele: las lanchas de los piratas zumbando hacia la playa, los infantes de marina teniéndolos en el punto de mira y con la posibilidad de bloquearles el paso, y el jefe del operativo pidiendo por radio instrucciones a sus superiores.

"Permiso para intervenir", o algo así. Dice. Y ahora trasládense a Madrid, al gabinete de crisis o como se llame lo que montaron allí. También, en este caso, las películas nos facilitan el asunto: un mapa del Índico en una pantalla en la pared, pantallas de ordenador, la ministra de Defensa con las gafas puestas, el JEMAD ese de la barba que siempre va de azul, el resto de la plana mayor y toda la parafernalia.

Con el pesquero liberado previo pago de su importe, todos más pendientes ya del telediario que de otra cosa. Y la voz que viene del Índico sonando en el altavoz: "Tenemos tres o cuatro minutos y solicitamos órdenes. Repito: solicitamos órdenes".

El reloj en la pared haciendo tictac, o lo que hagan los relojes de los gabinetes de crisis, y la ministra, y el de la barba, y el resto de artistas, mirándose unos a otros, callados como putas. Y más tictac.

Nadie dice "bloquéenlos", ni nadie dice "déjenlos escapar". Sería mojarse demasiado en uno u otro sentido, y las palabras las carga el diablo. Tanto el "sí" como el "no" pueden causar problemas en las tertulias radiofónicas y los titulares de los periódicos, según vayan éstos a favor o en contra del Gobierno.

Así que punto en boca. Silencio administrativo, cuatro minutos, uno detrás de otro, mientras allá abajo, en el mar, los infantes de marina, el dedo en el gatillo y locos por la música, que para eso están, blasfeman en arameo, por lo bajini, mientras ven cómo se escapan los flacos con la pasta. Y al cabo, la desolada frase final: "Han llegado a la playa".

Suspiro de alivio en el gabinete de crisis. Fin de la historia.

Les cuento la escena –imaginaria, aunque no tanto– por si ustedes llegan a la misma conclusión que yo. Esos cuatro minutos de silencio no son los del Alakrana. Son todo un síntoma, una marca de fábrica. Una manera de entender la vida en este pintoresco lugar llamado España porque de alguna manera hay que llamarlo.

Esos cuatro minutos de silencio se dan a cada instante, en cualquiera de las diarias manifestaciones de nuestra estupidez, nuestra mala baba y nuestra impotencia.

Calla siempre, los cuatro minutos precisos, el político de turno, y el policía, y el juez, y el periodista, y el vecino del quinto. Callamos todos ante lo que vemos y oímos, pendientes del tictac del reloj, esperando que el tiempo aplace, resuelva, permita olvidar el problema.

Una cosa es la teoría, las declaraciones oficiales, la España virtual. Qué ligeros de lengua somos legislando para un mundo perfecto, con nuestra inquebrantable fe en el hombre –y en la mujer, que diría Bibiana–. Y qué callados nos quedamos, como la otra ministra y el de la barba, cuando la realidad se impone sobre nuestra imbecilidad endémica.

Cuando el maltratador defendido por la maltratada, el corrupto reelegido para alcalde, el violador reincidente, el terrorista que apenas paga su crimen, el hijo de puta menor de edad, la tía marrana que aprovecha la ley para vengarse del marido inocente, el pirata somalí que rompe el tópico del buen negrito, nos meten el Kalashnikov por el ojete.

Entonces nos quedamos callados, no sea que la vida real nos reviente la teoría obligándonos a señalar al rey desnudo. Y así, de cuatro en cuatro, pasan los minutos de nuestra cobardía.

ARTURO PEREZ REVERTE



10 comentarios:

  1. El no ser un estómago agradecido le capacita para soltar verdades como puños sin importarle a quien le toca cada vez.

    No se me ocurre mejor ejemplo que esos 4 minutos para comprobar la cobardía, la bajeza y la inmoralidad de nuestro gobierno.

    Y asi con todo, mirando a otra parte y a esperar que escampe, pero sigo diciendo que lo peor no es eso, lo peor es que no les pasa factura

    ResponderEliminar
  2. ISRA
    Tal como tú dices, Reverte es uno de los pocos (quizá un total de tres) que dicen lo que todo el mundo vemos, sin miedo a represalia de nada ni nadie, al igual como lo hacemos en los Blogs, pero él en prensa.


    Por eso, considero casi un deber copiar sus artículos al Blog para que algunos se vayan enterando, por si NO espabilan con nuestros particulares comentarios y opiniones.

    ResponderEliminar
  3. Por lo que comenta el chávez, también a él le han dado los cuatro minutos de cobardía, o tal vez media hora...
    (Las acuarelas que está desplegando en el blog son magníficas, un gusto verlas)

    ResponderEliminar
  4. SI BWUANA

    Todos esos mierdas PIERDEN siempre los 4 minutos porque no tienen capacidad de mojarse en nada.

    Gracias por el comentario de las pinturas.

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
  5. Maese Tellagorri:
    Mudo de asombro me deja, mas no manco y puedo seguir tecleando.
    ELLOS no pierden esos cuatro minutos: los ganan!
    En esos cuatro minutos, menos incluso, el pueblo expañol ya ha pasado a otro asunto:
    un gol de Fulano, los cuernos de Mengano, la pasta que arrambló Zutanito en tal o cual corruptela...
    Aquí las facturas se rompen y nadie paga el iva...
    Por cierto, he de investigar lo que decís de la ministra de defensa. Ignoraba que en el desgobierno actual existiera tal cargo.

    ResponderEliminar
  6. DON ARTURO,....
    que va por vos, no por Maese Tellagorri:

    He adquirido y leído todo cuánto habéis escrito, más esta vez y sin que sirva de precedente me atrevo a enmendar vuestro artículo.

    A las cuatro horas de producirse los hechos que vos describís, quien esto firma ya había lanzado al ciberespacio un vídeo de 5 minutos y 6 segundos con el título de CON EL CULO AL AIRE=LA GRAN CAGADA SOCIALISTA. Vídeo que por cierto también fue suprimido de un plumazo por la mafiosa banda de YouTube.

    Deseo significar con ello que en vuestro artículo os habéis “pasao” tres pueblos cuando afirmáis que "Callamos todos ante lo que vemos y oímos, pendientes del tictac del reloj, esperando que el tiempo aplace, resuelva, permita olvidar el problema",... Pérez-Reverte, dixit.

    No es mi caso, Don Arturo. Yo no estoy pendiente del tictac del reloj. Sólo estoy pendiente de arrear una coz en forma de vídeo a los crápulas de turno que se saltan las normas. Y perdonad si insito con cierto cabreo y mala leche, ya que vuestras afirmaciones, en mi caso, son de juzgado de guardia.

    Cerrando el artículo manifestáis sin el menor sonrojo : “Y qué callados nos quedamos, como la otra ministra y el de la barba, cuando la realidad se impone sobre nuestra imbecilidad endémica”….. y más adelante proseguís afirmando…. “Entonces nos quedamos callados, no sea que la vida real nos reviente la teoría obligándonos a señalar al rey desnudo. Y así, de cuatro en cuatro, pasan los minutos de nuestra cobardía.”

    Y yo os pregunto: ¿Quién se calló en aquel momento?...Yo no fui, por supuesto y no os admito ni permito que me metáis en el mismo saco que los imbéciles y cobardes a quien os referís, puesto que yo sepa, a mi se me podrá tachar de imbécil por dar el morro a cara descubierta sin importarme las consecuencias, pero en modo alguno se me puede tachar de cobarde puesto que en el vídeo puse pringando a la zorra de la Ministra de Defensa y de joputa “pa” arriba a un palanganero con barba llamado Julio Rodríguez , Jefe del Estado Mayor de Defensa.

    Y en cuanto “a señalar al rey desnudo”, permitid que me descojone al respecto. Cuando lo deseéis os remito los cinco vídeos dedicados a un Rey al que he puesto en pelota picada, dándole JAQUE-MATE en cinco video-jugadas de ajedrez .

    Para vuestra ilustración aquí tenéis mis poderes:
    Este es mi Canal http://www.vimeo.com/user2353762/videos
    Y este el vídeo del Alakrana. http://www.vimeo.com/9988815

    O sea, que vuesa merced no me venga a estas alturas de siglo con coñas marineras.

    PD: Gracias Maese Tellagorri por aceptar mi derecho a réplica. Sólo espero que este post y sus comentarios permanezcan clavados unas horas más en vuestra fortaleza.
    .

    ResponderEliminar
  7. Hola Tellagorri.
    Hoy comento sólo para suscribir el artículo de Arturo Pérez Reverte, y ya de paso decir a José Luís de Valero que valientes que no callan, que denuncian, que se comprometen como él, son la excepción.
    Me parece muy bien que se defienda ante el artículo saliéndose del objetivo de su crítica, pues cierto es, no sólo que no calla cuatro minutos, sino que al primer segundo está pensando con qué arma(video) disparará.

    Besos.

    ResponderEliminar
  8. SR DE VALERO

    Maestro, estoy con la opinión de Dña. ELENA, la muy ilustre dama que honra este blog con su inteligencia y mesura.

    Reverte no se refiere a VOS, sino al general de los españoles como callamos como putas ante los atropellos, aunque hay excepciones.

    Los blogueros damos la cara, muchos, pero no es lo mismo que escribir en prensa nacional y en libros vendidos a millones.

    Los blogueros nos jugamos, quizá, que nos cierren el Blog, pero los escritores se juegan sus lentejas.

    Sois, maestro de las letras blogueras, una excpeción con vuestra voz alzada en videos. Pero eso supone un 0,0001% de los españoles.

    ResponderEliminar
  9. De acuerdo con José Luis, Tellagorri y con Reverte. Y es que en una cosa tiene razón Reverte y no lo dice en el texto que hoy nos traes, pero lo lleva diciendo varios días en la promoción de su nuevo libro, "los españoles somos muy hijos de puta" (lo que no se, es sí esto es en el sentido más peyorativo de la palabra; me imagino que sí). La vergüenza que significo que nuestros infantes de marina estuviesen limpiando el barco en vez de detener o cargarse a los piratas, la infamia que es pagar un rescate por unos compatriotas, solo fue denunciada por blogueros (José Luis en sus vídeos fue el más directo de todos).

    España se ha convertido en el país de la callada por respuesta, ante sus aliados (Venezuela, Cuba, Irán, Corea del Norte) y ante los que debieran serlo (UE, Estados Unidos, Canadá, Australia), ayer en Veo7 en su programa Veo La Democracia repasaban el 2000, año de la victoria por mayoría absoluta de Aznar, y año donde un "stalinista" con talante se hacia con los mandos del PSOE por 9 votos de diferencia con José Bono y con la perspectiva que da el tiempo, uno observaba en su cara y en su talante lo que ahora sufrimos; el Bambi que se convirtió en lobo a costa de joder a millones y millones de españoles.

    Y los españoles en general dan la callada por respuesta.

    ResponderEliminar
  10. Mi muy estimada Doña Elena y no menos estimado Maese Tellagorri:

    Creo que Don Arturo Pérez-Reverte se refiere en su artículo al conjunto del pueblo español. Don Arturo es muy dado a generalizar cuando desea hacer sangre.

    Estamos de acuerdo que no es lo mismo ser un bloguero anónimo que un escritor adornado con la vitola de Académico. Pero tened en cuenta que Don Arturo en sus libros no se moja, políticamente hablando en tiempo actual, excepción hecha en el dominical de ABC. Y aún así, en sus artículos no da nombres propios. Deja que el lector corrobore a medida que avanza en su lectura, como se llama la Ministra de turno o el militar con barba, por poner un ejemplo.

    Sin embargo los blogueros no nos andamos por las ramas ni nos la cogemos con papel de fumar a la hora de fundirle los plomos al hijoputa de turno.
    Su nombre, apellidos, cargo y si se tercia hasta la talla de bragas o gayumbos que usa la fulano o fulano, figuran a pie de post o vídeo

    Sin embargo Don Arturo sí que se moja de algún modo escribiendo en tiempo pasado, poniendo a caer de un burro a personajes ciertamente infames que histórica o socialmente jodieron a España bien jodida. Pero esos personajes ya no están en este mundo para defenderse o rebatir la opinión de Don Arturo o enviarlo al talego por un supuesto delito de libelo.

    Los blogueros nos jugamos algo más que el cierre de nuestro Blog. Algunos se están jugando su seguridad personal, puesto que en alguna ocasión son reconocidos en la vía pública y nunca están seguros si el que le reconoce le va a estrechar la mano o bien le va obsequiar con un par de hostias. No sé si me explico.

    Pero si los escritores no se mojan políticamente hablando, debido a que simplemente se juegan sus lentejas, pues apaga y vámonos....Que para eso están los blogueros, que además de trabajar por el morro y jugarse el pellejo, están incluídos en el censo general de españoles que callan como putas.

    Querido Tellagorri, todos los blogueros formamos parte de ese 0,0001% de los españoles al que os referís....Lo ciertos es que somos pocos, muy pocos...

    Un beso para Doña Elena y un abrazo para vos.

    ResponderEliminar