Cuando leí la noticia del asesinato del alcalde de Fago en la prensa, el domingo, me vino a la cabeza el caso de Tor, un pueblo de 13 casas en el Pirineo de Lleida, donde ha habido tres asesinatos en 15 años.
El último, en 1995, sigue sin resolverse. Estuve ocho años investigando el crimen y viajando con frecuencia a Tor, que limita con Andorra. No hay luz, ni agua corriente, ni teléfono (ni cobertura).
Los vecinos llevan 60 años pleiteando entre ellos por la propiedad de una montaña de 2.300 hectáreas y en 1995, un juez le dio la propiedad a un solo vecino, a Josep Montané, Sansa. Al cabo de cuatro meses le mataron. Aún hoy, 10 años después, no se sabe ni quién, ni por qué.
Vamos ahora a Fago.
Miguel Grima tenía 50 años cuando fue asesinado. No era del pueblo. Era forastero, y eso, aquí, sale en cada conversación. Santiago Mainar también es forastero. Los dos eran enemigos acérrimos.
"Y eso que fui yo quien le trajo al pueblo", relata Mainar, tras haberme enseñado su confortable casa.
Santiago es el guarda forestal de la zona, también es ganadero y, desde hace dos años, hostelero.
"Ese hombre", en referencia a Miguel Grima "me hizo ganadero y hostelero. Primero porque hace años me quiso cerrar las naves en las que tengo las vacas y, pa joderle, compré muchas más vacas. Y me hizo hostelero porque él hizo una casa rural y yo me dije, pues ahora haré yo otra, mejor y más barata. Sólo pa joderle y fastidiarle", remata sin abandonar su ironía gráfica.
Santiago me cuenta que él y Miguel eran buenos amigos, allá por 1987-88, cuando llegaron al pueblo. Mainar había conocido Fago siendo el perito del gobierno de Aragón que hizo el censo de cerdos y ovejas de la región. "Y me enamoré de Fago", dice. Y a los pocos años, él mismo le buscó una casa a Grima, que era amigo de la cuñada de su mujer. A Santiago, su amor por Fago le costó el matrimonio.
Mainar cita constantemente a Delibes, Vargas Llosa, los "poetas del Parnaso", Dalí o incluso a Nixon y menciona repetidamente a la juez Blanca Esther Díez. En los cuatro días, con sus tres noches, que he pasado en el pueblo, en su casa, han desfilado por aquí decenas de periodistas entrevistándole. Él no para de hablar y se deja filmar y fotografiar mientras el resto de gente del pueblo se esconde.
Santiago Mainar tiene grabado en la cabeza el nombre de la juez Blanca Esther Díez porque dice que fue la primera que quiso investigar a Jesús Gil en Marbella.
-Y no sólo no le hicieron caso, sino que la desterraron de la profesión. Si hubiesen escuchado a esa señora, hace muchos, muchos años, que se hubiesen evitado los pelotazos en Marbella. Y con Roldán pasó lo mismo. Y aquí también. El sistema protege sólo a unos, a los que mandan, y nadie hace nada para escuchar a los agraviados hasta que ya es demasiado tarde. Ahora lloramos a este señor (no le cita nunca por su nombre) cuando si su partido (el PP), o los políticos de la comarca, o los jueces, le hubiesen parado los pies el primer día, en la primera alcaldada, este pueblo sería una balsa de aceite. Y ahora está totalmente dividido.
Santiago no habla de corrupción urbanística, aquí no hay urbanismo, y no cree que el culpable del crimen sea nadie del pueblo.
-Yo creo que no. Pero vete a saber. La mente humana es muy complicada. En Fago se puede hacer un estudio sociológico de la perversión de la conducta humana. Esto, antes, era fantástico, hasta que se murió Pepito Roque y llegó éste (en referencia al muerto). Desde entonces, en vez de evolucionar, aquí hemos involucionado.
Pepito Roque era, en realidad, José Navarro, de Casa Roque, uno de los poderosos del pueblo, un hombre con mucho ganado y mucho carácter. Junto a él, otro poderoso era Adolfo Navarro. Dicen en Fago y en la comarca que Navarro, Sancha, porque es de casa Sancha, es el auténtico cacique y el que mueve todos los hilos y que Grima era solamente su correveydile. Sancha, a pesar de estar empadronado en Fago vive en Jaca, a una hora de camino.
Voy a Jaca. No consigo hablar con José Navarro. Aprovecho para hablar con el presidente comarcal de la Chunta Aragonesista, Alfredo Beltrán. Un hombre joven, fumador de ducados, que me recibe en el gélido local social de la CHA, en el centro de Jaca.
-Siento mucho decirlo, pero Miguel gobernaba como un tirano.
-Pero le votó la mayoría del pueblo.
-Sí, 17 contra 9. (El candidato socialista, Santiago Mainar, no fue ni a votar). Y los suyos están encantados con él. Pero al resto los tenía martirizados.
Por la noche ya no queda ningún periodista en Fago. Bueno, sí, yo. Ceno pollo asado cocinado por el propio Santiago Mainar. Me relata una lista interminable de agravios y pleitos protagonizados por el alcalde con los otros y salgo a dar una vuelta por el pueblo.
Cada esquina es una postal. Las farolas emiten una luz amarilla que sugiere calidez. De alguna chimenea sale humo. La campana marca las horas y el sonido de cada repique se esparce por todo el valle.
A las 8 de la mañana del miércoles empieza de nuevo la cola de medios para entrevistar a Santiago. De vez en cuando se ríe y dice que son sus 15 minutos de gloria.
"¿Pero por qué lo haces, si nadie más habla?", le pregunto.
-Porque no me da la gana callarme. Porque en este país siempre hablan los mismos, los caciques, y los demás, siempre se callan. Ya sé que la semana que viene me harán la vida imposible porque he hablado y prevalecerá la tesis de que es mejor callarse para no tener problemas. Pero no me da la gana".
Esta mañana hay un juicio en Jaca, uno más, entre vecinos de Fago. En el pueblo, la mitad se apellidan Barcos y la otra, Ipas. Ahora, tras generaciones, ya hay de todo en todos los pleitos. El juicio es de faltas contra una vecina a quien otra acusa de haber dicho que un día quemaría a su hija dentro del coche. Medio pueblo va de testigo de algo que, según parece, nadie oyó, sino que alguien dijo que le habían dicho.
La vista ha sido a puerta cerrada, entre vecinos y abogados me cuentan que, lejos de calmarse los ánimos, la muerte de Miguel, lo que ha hecho ha sido encresparlos. A pesar de un intento de conciliación previa al juicio, han aparecido insultos y el juez ha tenido que llamar la atención a más de una (y no joven, precisamente), para que serenase su estado de ánimo. ¿Qué pasa en Fago?
En estas comarcas de postal hay muchos ayuntamientos de menos de 100 habitantes.
Para ellos, los legisladores de Madrid idearon el término Concejos abiertos. El día de las elecciones se elige solamente al alcalde que, luego, puede nombrar, a dedo, hasta tres concejales. Los plenos son asambleas de vecinos. Eso que se supone tan democrático no ha hecho más que perpetuar el caciquismo. Y dar un protagonismo excepcional al padrón.
En Fago, los últimos años se ha tensado mucho el ambiente por culpa del padrón.
Hace un tiempo, Grima negó el empadronamiento a gente porque le parecieron abertzales (Fago está junto al valle navarro del Roncal) y sus negativas han alcanzado también a Mónica Barcos y Alejandro Coloma, con generaciones de familiares enterrados en el pueblo. Acudieron a los tribunales y ganaron. El alcalde obedeció a la Justicia y les inscribió pero, semanas después, les abrió expediente de desempadronamiento por inscripción indebida y, ¡Hala! A empezar otra vez los eternos trámites judiciales.
Eso que desde las grandes capitales parece una nimiedad, aquí es dinamita. Como lo es cortarle el agua a un vecino que tiene animales, o que alguien se queje del ruido de las esquilas de las vacas. O que a alguien le parezca que ha sido objeto de una mala mirada.
Fago tiene dos calles. Y muchos gallizos (espacio estrecho y oscuro que queda entre dos casas). Aquí a más de uno le han dicho "te vamos a matar en un gallizo".
Aunque los mismos vecinos le quitan importancia. "Aquí somos muy brutos hablando. A esas cosas no hay que hacerles caso".
En Fago hay tres sociologías distintas. Los de toda la vida, la mayoría de los cuales son solterones entrados en la setentena; los nuevos que viven aquí todo el año y los que vienen los fines de semana. El alcalde era de los nuevos y había convertido la alcaldía en una obsesión por, desde su punto de vista, revitalizar Fago.
Fago no tiene término municipal. Es uno de los pocos municipios de España (probablemente el único de Aragón) que no posee ni un metro de tierra más allá de su casco urbano.
"De puente a puente" dicen aquí. Porque a la entrada del pueblo hay un puente y, 200 metros más abajo, cuando el pueblo se acaba, hay que volver a cruzar el río Majones. Y ahí se acaba Fago.
Miguel Grima -y eso es elogiado por sus correligionarios- inició pleitos contra Ansó reclamando el 20% de la propiedad del término municipal, 5.000 hectáreas. Por tratados medievales y delirios de los reyes de la época, Fago tiene derecho al 20% de los recursos que genere la mancomunidad forestal, pero no a la propiedad. El concepto es que "tiene derecho al vuelo, pero no al suelo". Y Grima quería cambiarlo.
La casualidad me ha permitido hablar por teléfono con una familia que fueron de los últimos clientes de la casa rural del alcalde. Acudieron a Fago en busca de la virginidad del paisaje.
Pol, el arquitecto holandés que vive en Fago desde hace poco más de dos años con su mujer Beatriz, traductora, y sus dos hijas, también se ha dejado ver. Sus hijas son los dos únicos niños de un pueblo en el que hace más de treinta años que no nace nadie.
Mainar ha sido ayer condenado a 30 años y nueves de presidio. Y tiene un grupo de amiguetes con los que se juntaba. Todos forasteros que van a pasar el fin de semana desde el País Vasco, Navarra y Zaragoza.
Tellagorri
fago crimen castigo
Estas historias de enemistades y rencillas se suelen dar en comunidades pequeñas.
ResponderEliminarCasi siempre el componente de la discrepancia es la pugna por la propiedad de un terreno.
Cuánto más se conocen los vecinos o son más familia o más amigos, mayor es la envidia. Parece mentira, pero es así.
Por eso los que viven en grandes ciudades, muchas veces sueñan con la vida tranquila de un pueblo... y en algunas ocasiones la paz no es tanta como parece.
Saludos.
Como urbanita que soy siempre lo digo, el campo sólo trae problemas, está lleno de bichos raros y animales extraños.
ResponderEliminarY como buen amante del gore sobra decir que los lugares alejados de las urbes albergan los psicópatas más "creativos con los objetos cortantes" (vale, hay excepciones que confirman la regla), ese pueblecito podría ser un escenario excelente para la matanza de texas "x", viernes 13 "x" o las colinas tienen ojos "x".
Y poco pasa, si es que esos pueblecitos son un blanco perfecto para los experimentos con hordas alienígenas mutadas en los laboratorios de las grandes multinacinales.
Lo voy a ir dejando, me están observando...
Lo de pueblos da para escribir siete enciclopedias ¡por lo menos!. Mis padres poseen una casa en un pueblo a 90 kilómetros de Coruña, en un pequeño pueblo cercano a Camariñas; hay dos bares desde hace unos meses, pero cuando paso esta historia solo existía uno.
ResponderEliminarEstaba mi madre en el bar esperando la llegada de mi padre, cuando fuera en la plaza vio a unos jovenes zarandeando a un anciano. Mi madre salio afuera y defendió al anciano de los empujones de los jovenes. Hasta aquí nada raro; lo curioso del caso es que mi madre se fue enfadada a casa por que nadie del bar salió a defender al anciano; a los pocos minutos llego mi padre al bar y no viendo a su señora, pregunto por ella.
Él del bar y dos más apartaron a mi padre hacia un lado, más privado, y le contaron lo que ocurriera minutos antes, mi padre le extraño que nadie del bar saliese ayudar a mi madre; los lugareños le explicaron que en el pueblo nadie quería al anciano, todos habían tenido problemas con él y que si un día apareciese muerto en cualquier cuneta nadie en el pueblo lloraría. Con mi madre no se enfadaron ya que mis padres compraron la casa hace 4 años y desconocían la situación, pero le advirtieron que si lo veía tirado o algún follón que no se metiera en medio. Ya se sabe donde fueres...
Los pueblos son... como son. Y para los forasteros más, en este sentido mi padre se crió en Camariñas que esta a nueve kilómetros y no tuvieron problemas, pero... avisados ya están sobre el anciano.
Yo voy por unos días para relajarme y después me escapo por piernas, no vaya a ser que me cojan manía.
DOÑA ADELAIDA
ResponderEliminarPerdóname. Se me ha pasado contestarte a tu comentario. Ha sido un puro despiste y me acabo de dar cuenta. Lo siento.
La que no se tiene que enfadar conmigo eres tú.
Con lo que me gusta leer y disfritar con la lectura ¿cómo voy a enfadarme con un escritora de tu categoría? No es broma.
Un cariñoso saludo.
Los que viven en las ciudades no tienen ni pajolera idea de lo que una Gestapo en acción, ojos, oídos y boca dedicados a espiar y comentar al vecino hasta los más nimios hechos.
ISRA
Estoy de acuerdo, en esas aldeas pueden ocurrir de todo, incluso que los alienígenas se pongan a vivir en ellos, aduciendo a algún lugareño.
La Urbe tiene el gran problemaa de las distancias, embotellamientos de coches, paradas de bus, etc., pero el gentío es mesuradamente civilizado en segón qué zonas.
También sou urbanita pero de ciudades que tengan entre 20.000 y 50.000 habitantes.
San sebastián es una ciudad media (200.000 habitantes) pero muy cómoda y fácil de acceder a los sitios céntricos y comerciales, tránquila en el tráfico, etc.
Siempre que no se viva en los barrios periféricos residenciales construídos recientemente y que dejan al centro comercial a enormes distancias.
Mi pueblo, ZARAUZ, tiene 20.000 y es una delicia. Tenemos buenos comercios, playa, puerto deportivo, Golf,enormes paseos rectos y llanos.
Y el que quiera ser objeto de chismorreos solo tiene que meterse en las sociedades gastronómicas o en las rondas de chiquiteos o toma colectiva de vinos.
No entrando en esos círculos, se vive anonimante y de forma muy relajada, teniendo Biarritz a 40 kms. y San Sebastián a 18.
JAVIER POL
Sí, LOS PUEBLOS SON, COMO SON. Pero si encima en lugar de pueblos son aldeas de menos 100 habitantes eso es la cumbre de los odios.
El viejo ese del pueblo de tus padres será un chiflado cascarrabias a evitar, y en casi todos los pueblos hay alguno.
Extraordinaria entrada, Tella. Nos da una visión clarísima de todo lo que rodea este caso de Fago.
ResponderEliminarLa vida en los pueblos es tranquila, todos se conocen, pero esto mismo hace que las rencillas y envidias se acentúen más. Sobre todo por asuntos de propiedad de terrenos.
No pasan más cosas que en una ciudad, en un pueblo, no todos los días se comete algún delito, cosa que sí pasa en una ciudad.
Claro que, a menos habitantes, más se conocen todos y el caso adquiere más morbo provocado por los medios.
Un saludo.
Es una historia de inquinas y odios larvados, de afrentas que se acumulan y que son común en muchísimos pueblos de Espña.
ResponderEliminarHay gente que le ha descerrajado un tiro en la cabeza a otro por un metro de linde o por que una vaca bebía en una alberca.
Lo que si me llamó la atención de Mainar en su declaración, fue cuando empezó a emular el discurso de Marco Antonio en el "Julio César" de Shakespeare, con las referencias al tirano,el crimen y la libertad.
Denota un trastorno mental evidente.
He vivido en mi propias carnes esas situaciones. Soy más de campo que las amapolas (nací en una aldea). Pero por el trabajo de mi padre y el mío he recorrido casi toda España y parte del extranjero(toda la vida viajando).
ResponderEliminarY tuve la suerte de solventar la situación nada más comenzar.
Había problemas con los lindes y como había familia por enmedio mis padres no quisieron entrar en polémicas. Pero yo sí, porque lo que es mío, es mío y lo tuyo, tuyo.
Se que suena radical, pero hay veces que las buenas palabras no valen. Un Domingo a la hora del Vermuth me plante en el bar del pueblo,donde estaban todos los "hombres"(por llamarlos de alguna manera). A los implicados les iba a soltar un estufido pero simplemente les dije:
- Sabeis que los lindes son esos desde hace más de 100 años y yo no soy como mis padres.. el que tenga algún problema ya sabe donde estoy y no tengo nada que perder.
También ayudó que no tenía trato con casi nadie del pueblo por estar siempre fuera y no se esperaban que llegase un tio con barba, la cabeza afeitada y cara de muy mala ostia.
Vistos los comentarios, poco o nada tengo que añadir.
ResponderEliminarLas aldeas no son remansos de paz, sino polvorines peligrosísimos. Las hemerotecas van a rebosar de muertes en estos sitios perdidos donde los odios se arrastran durante generaciones.
Un abrazo.
ELENA
ResponderEliminarSí, en las ciudades hay más crímenes pero el volumen de habitantes también es no comparable.
Las tensiones en ciudades son más en consonancia con atracos o problemas de cuernos.
En los pueblos es por tradición herencial de lindes. Cuando en total el valor de sus propiedades no da para comprar un coche de sgunda mano, en la mayoría de los casos.
NATALIA
Como dices, son odios larvados y heredados, y que esconden hasta que uno coge una escopeta. Como en Puerto Hurraco.
Lo de FAGO tiene una característica que a mí me llama mucho la atención.
En ese pueblo tienen vivienda gente de Navarra y Vasconia para pasar fines de semana y vacaciones.
Se da el caso de que uno de los tales es un vecino mío, que es médico, y que desde que le conozco (hace más de 20 años)resulta ser un tipo muy solitario y raro. Practicamente no habla con nadie, sólo saluda con un simle movimiento de cabeza.
Pues, bien. Ese es el testigo de Fago que dijo en el juicio que se encontró al coche del alcalde parado en la carretera y a un individuo que le enfocó con una linterna u que sabe que no era Mainar.
Después, la prensa ha publicado el citado testigo (Iñaki Bidegain)había formado en Fago una tertulia en la que figuraban los visitantes de fin de semana como él y Mainar. Que en esa tertulia organizada por el médico, el jefe o propulsor de acciones comunes era el tal BIDEGAIN.
La Guardia Civil le ha interrogado cuatro o cinco veces con la misma pregunta : ¿A quién viste dentro del coche en la noche en que el alcalde asesinado estaba dentro y muerto, y te enfocó con la linterna? Y siempre dice que a uno que no conoce.
A mí no me cuadra nada de esto.
No sé nada pero sospecho que aquello fue un complot a lo Servilio Casca, Tulio Cimber y Marco Junio Bruto que asesinaron a Cayo Julio.
Y que el médico ese no disparó pero era el Bruto del caso.
SNOWMAN
Menudos GÚEVOS gastas, muchacho.
Tu relato es excepcional y muy significativo de la vida en muchas aldeas.
DOÑA LEONA
Estoy de acuerdo en que esas aldeas son polvorines dormidos, prestos a incendiarse por cualquier chispa.
Hooolaaaa!!!!.
ResponderEliminarPues si que es verdad y a mi siempre me resultó sospechoso ese individuo que dijo ver el coche del que fuera Alcalde de Fago y a un individuo apuntándole con una linterna y que en ningún momento reconoció. Siempre me pareció una historia de suspense..., de intriga y, ahora que me cuentas ésto puedo pensar que todo puede ser una maquinación, un plan urdido entre unos cuantos o simplemente un cúmulo de miedo tan grande que, imposibilita que cualquier persona pueda hablar. No sé...!!!. Si he de decir que si el caso se diera en mí, lo que me costaría sería quedar callada, a mí desde luego que el miedo no me paralizaría la lengüa aunque después me arrepintiera por no habermela mordido!!!.
Pienso que detrás de todo éste embrollo hay más de una persona, aunque igualmente creo que el autor del crimen fué el recientemente juzgado, señor Santiago Mainar que, por cierto..., me dá pánico ver la foto que de él colgaste en tú entrada. Esa mirada me horroriza, me sobrecoge y me inquieta!!!.
Un abracito!!!!.
HOLA LOLA
ResponderEliminarEn efecto, el testigo que dijo no ser Mainar el que estaba en el coche del asesinado, a las dos de la madrugada, me hizo sospechar que mentía.
Luego al saber quién era ese testigo, y resultar un vecino que vive en un dificio a 50 mts. del mío, y al que conozco como el tipo más raro y solitario, me dió en la nariz que ahí había compincheo.
El MAINAR tiene cara de demente de frenopático. Un individuo con el que no sales a pasear ni en un parque público porque te puede meter una puñalada.
Esas aldeas profundas, la envidia que mala es, hay tantos locos sueltos.
ResponderEliminarVivo a las afueras de Sevilla, es una "aldea", no por la zona por los "vecinos/as", creo que me entiendes.
Por desgracia nos tocó un psicópata sexual, seis años aguantando como unos santos sus locuras, al final lamentablemente lo tuvimos que denunciar por graves amenazas. El tipo decía entre otras barbaridades que en mi casa entraban unas mujeres muy guapas y que le ponía muy nervioso. A los tres años de la denuncia llegó el día del juicio, hubo reconciliación porque nosotros aceptamos. Nos enteramos que en esos tres años estuvo visitando un psicólogo y que tomaba una medicación para mantenerse tranquilo, pero yo creo que la denuncia es la que lo puso en su sitio. A este le toca otros vecinos ý se la hubiera ganado. Abrazos.
PASION
ResponderEliminarVaya, mala suerte de vecino demente. Ten mucho cuidado con dar confianza alguna a gente no normalita, y a la normalita, muy poca.
El gentío cada día está más perturbado. Yo creo que es porque se han formado y convivido en ambiente de libertinajes sin freno alguno.
Desconocen la palabra respeto al otro.
Y luego están los ENVIODOSOS. Con esos no hay que hacer. Sólo, tenrlos muy vigilados y alejados.
Un cariñoso saludo