El Presidente permaneció callado durante dos décadas hasta hacerse con el aparato, preparándose para realizar un cambio brutal, aniquilador y definitivo, pero desconoce el sentido de esa apuesta e incluso está dispuesto a variar el rumbo de acuerdo con sus corazonadas.
Ignora la finalidad de sus propias acciones y se manifiesta en actitudes que sólo él considera gloriosas, como quedarse sentado ante la bandera de los Estados Unidos: hace una revolución simbólica, en la seguridad de que está haciendo una revolución real.
Toda su actividad es una sucesión de gestos desordenados y de discursos insustanciales que son rápidamente refutados por los hechos, que se desarrollan lejos de él.
Por momentos, se parece a Lenin: es ferviente partidario de las guerras civiles y del exterminio del enemigo. Sostenía el dirigente ruso que el marxismo es "una doctrina guerracivilista". Y tomó el poder con un golpe de Estado y desencadenó una guerra civil espantosa en la que murió medio mundo: casi todos, salvo Stalin.
No se sabe si los acontecimientos del 11-M constituyen, vista la forma en que se manejaron, un golpe de Estado: en todo caso, se trataría de un golpe evanescente, impreciso, propio del personaje, que jamás deja nada claro.
Lenin sabía lo que hacía: cómo tomar el poder y qué hacer con él. El tipo de la sonrisa no sabía cómo tomar el poder: lo pusieron ahí y le dijeron que era un señor estupendo, muy hábil y democrático. En cuanto a la guerra civil, también es simbólica: se lanzó con la ayuda de Garzón a desenterrar cadáveres que estaban siendo desenterrados desde hacía años. Y si todo el asunto era grotesco desde el principio, el otro completó la comedia pidiendo el certificado de defunción del Caudillo. Telón.
Pasemos a otras cosas revolucionarias: aborto, eutanasia, matrimonio gay y demás preocupaciones esenciales de la mayoría de los españoles.
Lo más grave en este terreno es la inmensa, enciclopédica ignorancia del personaje.
Un tipo que ha leído seriamente a Marx o a Lenin sabe perfectamente que se puede matar a quien haga falta pero no se pueden enunciar imbecilidades todo el tiempo: se hubieran reído muchísimo —y no eran hombres de risa fácil— con lo de la alianza de civilizaciones.
Por momentos, tiende a parecerse a Perón. Sólo alcanza a parecer un peronista montoneril kirchneriano, un arquetipo que el propio Perón despreciaba, entre otras razones, porque no sabían lo que hacían ni lo que querían. Perón tenía un proyecto de Estado, paternalista y represivo, pero un proyecto. Sabía lo que hacía.
Los peronistas no tienen más que sed de poder y resentimiento. El resentimiento, en el caso de Evita como en el del matrimonio Kirchner y a lo largo y ancho del movimiento peronista, es el gran motor del discurso salvacionista: el populismo es el resentimiento en acción.
Si el juez no mete preso a Camps, el rostro del presidente, como el de la vicepresidenta y el del ahora ministro de Fomento, se crispa y se afea en el ya van a ver los que es bueno, qué se han creído estos oligarcas: nosotros, el pueblo, tomaremos medidas a la altura de las circunstancias, lo sepa o no el fiscal encargado del trabajo sucio.
Se parece el presidente a mucha gente que sabía lo que hacía. A tanta, que ya no está seguro de quién es ni, lo que es aún peor, de quién quiere ser.
Horacio Vazquez Rial
Por momentos, se parece a Lenin: es ferviente partidario de las guerras civiles y del exterminio del enemigo. Sostenía el dirigente ruso que el marxismo es "una doctrina guerracivilista". Y tomó el poder con un golpe de Estado y desencadenó una guerra civil espantosa en la que murió medio mundo: casi todos, salvo Stalin.
No se sabe si los acontecimientos del 11-M constituyen, vista la forma en que se manejaron, un golpe de Estado: en todo caso, se trataría de un golpe evanescente, impreciso, propio del personaje, que jamás deja nada claro.
Lenin sabía lo que hacía: cómo tomar el poder y qué hacer con él. El tipo de la sonrisa no sabía cómo tomar el poder: lo pusieron ahí y le dijeron que era un señor estupendo, muy hábil y democrático. En cuanto a la guerra civil, también es simbólica: se lanzó con la ayuda de Garzón a desenterrar cadáveres que estaban siendo desenterrados desde hacía años. Y si todo el asunto era grotesco desde el principio, el otro completó la comedia pidiendo el certificado de defunción del Caudillo. Telón.
Pasemos a otras cosas revolucionarias: aborto, eutanasia, matrimonio gay y demás preocupaciones esenciales de la mayoría de los españoles.
Lo más grave en este terreno es la inmensa, enciclopédica ignorancia del personaje.
Un tipo que ha leído seriamente a Marx o a Lenin sabe perfectamente que se puede matar a quien haga falta pero no se pueden enunciar imbecilidades todo el tiempo: se hubieran reído muchísimo —y no eran hombres de risa fácil— con lo de la alianza de civilizaciones.
Por momentos, tiende a parecerse a Perón. Sólo alcanza a parecer un peronista montoneril kirchneriano, un arquetipo que el propio Perón despreciaba, entre otras razones, porque no sabían lo que hacían ni lo que querían. Perón tenía un proyecto de Estado, paternalista y represivo, pero un proyecto. Sabía lo que hacía.
Los peronistas no tienen más que sed de poder y resentimiento. El resentimiento, en el caso de Evita como en el del matrimonio Kirchner y a lo largo y ancho del movimiento peronista, es el gran motor del discurso salvacionista: el populismo es el resentimiento en acción.
Si el juez no mete preso a Camps, el rostro del presidente, como el de la vicepresidenta y el del ahora ministro de Fomento, se crispa y se afea en el ya van a ver los que es bueno, qué se han creído estos oligarcas: nosotros, el pueblo, tomaremos medidas a la altura de las circunstancias, lo sepa o no el fiscal encargado del trabajo sucio.
Se parece el presidente a mucha gente que sabía lo que hacía. A tanta, que ya no está seguro de quién es ni, lo que es aún peor, de quién quiere ser.
Horacio Vazquez Rial
nielsabe
Horacio Vazquez Rial abunda en un extremo sobre el que en mi círculo llevamos tiempo y tiempo debatiendo. Lo de Zaptaero es, punto por punto, un Golpe de Estado. Desde el Prestige en adelante, casi todo apunta a una subversion de los valores constitucionales, bien que "desde dentro", con una ocupación progresiva de las instituciones, que van siendo desnaturalizadas, al par que se "coordinan" con los designios del Partido. Un episodio dramático como el 11-M legitima dicha ocupació del poder. Es lo mismo que ocurrió en Alemania en los años 30.
ResponderEliminarLo que no deja de sorprenderme es que un ser tan limitado esté resultando tan dañino y nocivo. Todo parece indicar que es un plan milimetricamente trazado y si hacemos caso a la arrogancia del personaje, no se deja asesorar por nadie, es decir, seria obra de un solo inútil acabar con una de las naciones más antiguas pervirtiendo todos sus valores y tradiciones mediante políticas de hechos consumados... pero le veo la cara y no me lo creo.
ResponderEliminarAquí falta un dato importante y se me escapa.
Ah, suscribo lo dicho por cartasmarruecas, y añado que lo que les pide el cuerpo es "cepillarse" literalmente a la oposición, es lo que tiene la izquierda, que la democracia sólo es posible con ellos, pero no porque la garanticen, sino porque si no tiene el poder la desestabilizan y destruyen hasta que lo recuperan .
La descripción que cita Vazquez Rial de los peronistas "no tiene mas que sed de poder y resentimiento" le cuadra como anillo al dedo a este infausto personaje, es un resentido, sin lugar a dudas (véase lo del famoso abuelito, por ej.) y su sed de poder es enfermiza; todas sus decisiones se planifican y ejecutan con vistas a conservar el poder.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de los "hombres de risa facil" me acuerdo de otro personaje: SOLIS RUIZ, al cual se le llamaba entonces, la sonrisa del régimen (de Franco, se entiende).
Leanse "Tiberio, historia de un resentimiento" de Marañón, y verán los resortes psicopatológicos de este tipo de individuos.
ResponderEliminarZaptaero es un individuo de una irreducible, inabarcable mediocridad. En un sistema social saludable, un personaje de sus características andaría vagando por las catacumbas del sistema productivo. En un istema enfermizo como el nuestro, su mediocridad, su carencia de valor y de valores, y como consecuencia de todo ello su infinita capacidad de manipulación le han hecho acreedor de una fulgurante carrera política y, al final, de la Presidencia del Gobierno. Si la democracia es el sistema que permite que gentes como esta se aupen a dichas posiciones, la democracia no es fiable.
ALFREDO
ResponderEliminarEstoy contigo en que lo del 11-M fue un auténtico GOLPE DE ESTADO.
Me quedo con tu párrafo de =
es un individuo de una irreducible, inabarcable mediocridad. En un sistema social saludable, un personaje de sus características andaría vagando por las catacumbas del sistema productivo. En un istema enfermizo como el nuestro, su mediocridad, su carencia de valor y de valores, y como consecuencia de todo ello su infinita capacidad de manipulación le han hecho acreedor de una fulgurante carrera política y, al final, de la Presidencia del Gobierno. Si la democracia es el sistema que permite que gentes como esta se aupen a dichas posiciones, la democracia no es fiable.
ISRA
ResponderEliminarEs imposible que un bobo que dice tantas insustancialidades sea el cerebro de un plan tan milimetricamente planeado y ejecutado.
Yo siempre he creído que el cerebrín es Rubalcaba con apoyo de VERA, el organizador de los GAL.
F.J
En efecto, éstos siempre han demostrado que funcionan bajo dos síntomas : SED de PODER, y RESENTIMIENTO SOCIAL.
Comparto esa hipótesis sobre el Rubalcaba, el Vera y la organizacion del GAL que estaba intacta en el M. del Interior y CNI, porque el Sr Aznar, en vez de limpiarla, la dejó tal cual...Pero necesitaban el apoyo mediático de la SER y el Pais, que bién contribuyeron en el asunto...Me cuesta creer que una operación de esa envergadura, Polanco, Gabilondo, Cebrian, Gonzalez y compañia, no estuvieran en el ajo. Si eran los capos...¿Como se puede imaginar una acción de los segundones, sin el apoyo tácito de ellos?...Es impensable.
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