En general a nada, en particular a muchas cosas. Se deja de comprar, de leer, de frecuentar algún lugar o a alguien porque está marcado, se disimula en una lengua medio aprendida, en los apellidos, en los gustos, en las aficiones, en los lugares que se eligen, a los que no se iría nunca, se teme no ser suficientemente de la tribu, no parecer uno más entre ellos, ir contracorriente en este mar turbio en el que hasta se asesina aunque sólo sea de vez en cuando.
Se ha callado tanto y durante tanto tiempo que a buen seguro nos habrá dañado alguna parte de nuestro cerebro: la fibra de nuestra dignidad.
Han callado los buenos y los menos buenos, creyentes y no creyentes, jóvenes y mayores, los que dicen que pasan y los que dicen que ya han visto demasiado. Sólo a unos pocos se les ha oído. Locos.
El miedo ha circulado por las oficinas, por las tiendas, por los bares, por las aulas, por las plazas, por las charlas con nuestros amigos; ha recorrido nuestras calles, se ha metido por las ventanas en nuestras casas, se aloja bajo nuestra cama.
En la intimidad de nuestra soledad nos ha acechado cada noche en que ha sucedido algo importante, en que se ha vuelto a asesinar muy cerca. O: menos mal, no ha sido tan cerca esta vez. Hemos traicionado, humillado, menospreciado por miedo, por no quedarnos solos, por no sentir la mirada que aísla del grupo.
Nos hemos tomado la labor de ocultarnos incluso a nosotros mismos ese miedo íntimo, ése que disimulamos haciéndonos los valientes con cualquier otra cuestión a la menor oportunidad.
No hemos ejercido la compasión, ni la caridad, ni la piedad, por miedo. Hemos ignorado, abandonado, despreciado a los que más han sufrido las consecuencias del más cruel terror. Los hemos evitado, porque acercarse a ellos era contagiarse el estigma. Un solo movimiento en su dirección bastaba para que se entendiera el mensaje: "Éste no es de los nuestros".
Un sentimiento de culpa nos perseguirá siempre. Lo que tenemos, lo que no tenemos, lo que hicimos, lo que dejamos de hacer.
Esta misma semana, ETA ha vuelto a atacar, primero en Burgos y ayer en Mallorca, donde murieron dos personas. Continúa así la ininterrumpida labor de la banda comenzada hace ya demasiado tiempo, ya 50 años, de amedrentarnos a todos.
miedo,
Increíble post Tellagorri.
ResponderEliminarLo único que puedo decir es que todos los que, en la medida de vuestras posibilidades, lucháis contra esta situación y la denunciáis tenéis todo mi apoyo y admiración.
Lo que no es normal es ver anuncios de "ven a euskadi" en la tele como si no pasara nada, y así no solucionamos el problema nunca. Intentar ocultar que la mitad de la población vive con miedo, que una parte importante ha emigrado o que los políticos deban ir con escoltas es erróneo.
Sigue así, sacando las miserias de los asesinos y sus colaboradores necesarios (peneuveros).
Esto me hierve la sangre, yo pondría a prueba a esos "gudaris" de mierda del tiro por la espalda a una persona indefensa y les mandaba a la legión, muerto el perro muerta la rabia, y es que creo que en este caso sólo son eficientes los métodos expeditivos (Wader Mainhoff)
Sí, ISRA, no es nada normal que se siga publicitando que en Vasconia NO PASA NADA.
ResponderEliminarHasta que no se cambien las normas de edución en las escuelas, que son más de adoctrinamiento talibán que de otra cosa, y se deje de votar nacionalismo por "conveniencia" y por MIEDO, seguirá todo igual.
Porque hasta los años 1980 los vascos no sabían, en la inmensa mayoría, lo que era nacionalismo ni querían saber nada de ellos.
Eramos provincias en las que los peneuveros y nacionalistas sólo eran unos más.
Y engañaron al gentío con lo de que la Autonomía traería má riqueza.
Y luego vinieron las MADRASSAS de adoctrinamiento.
El vasco era, desde la gente del caserío hasta en las fábricas, de temple conservador y mucho espíritu religioso. Lo más parecido a una derecha de Fraga.
Es terrible vivir con miedo, dormir con él bajo la almohada, despedirse cada mañana sin saber si vas a volver a ver a tu mujer y a tus hijos,palpar la incertidumbre de que en cualquier esquina, en cualquier calle está acechando la muerte.
ResponderEliminarEso no es democracia, ni vivir bajo un supuesto régimen de libertades.
Eso, es terror puro y duro.
Magnífico post,Tellagorri.
Gracias NATALIA.
ResponderEliminarA propósito de esto leo hoy un párrafo de LAURA CAMPMANY, que dice =
ETA nos da un miedo visceral y viscoso porque atacaba en nombre de una idea, como los tiburones o las águilas. Su amenaza era cruel y justiciera. Si alguna de sus balas te alcanzaba, era porque quizás la merecías. Nadie se sublevaba. Mientras las «bajas» fueran varios guardias civiles, sus restos se enterraban de puntillas al calor de una tímida repulsa y no había ni una triste, pura y valiente lágrima. Qué sumisión al más siniestro alarde. Cuantas palabras huecas, cuánta actitud ambigua, qué tiempo tan estúpido y cobarde.
En Vascongadas (sigo aquí la sugerencia de Tellagorri), se ha renunciado hace mucho tiempo a la conciencia individual. Este es un país gregario, de rebaño, de manada, de "sociedades", de "cuadrilas", en las que la disonancia está muy mal vista. Es un país en el que el más burro, el más bocazas, el más borracho, normalmente se lleva al resto del grupo. Es tremendamente dificil expresar ponderadamente una opinión fundada o razonada. Siempre aparece un vociferante animal que intenta achantar a base de baladronadas. Por eso las Vascongadas han caido en las zarpas de una especie de confederación de "tontos del pueblo".
ResponderEliminarAbundando en lo dicho, añado que, cuando incluso los más gravemente damnificados por toda esta locura acaban asumiendo las categorías de sus verdugos, debemos pensar que casi todo está perdido. Cuando el hermano de Puelles dijo que Eduardo era un gudari, le hizo un flaco favor a la causa de su hermano, y un grandísmimo favor a la de sus asesinos. Esto puede parecer duro, pero estos análisis habrá que hacerlos si queremos salir del pozo en el que estos canallas nos han metido, y en el que muchos chapotean alegremente.
Saludos