Escribe Horacio Vazquez Rial que hace más o menos cien años una parte importante de las personas de reconocido valor intelectual de la época –que se prolongó hasta los años treinta– se sumó con entusiasmo al eugenismo, a la mejora de la especie por selección natural, salvando a los inteligentes y guapos y condenando al ostracismo o a la extinción al resto: tarados, homosexuales, judíos y otros grupos inferiores.
La ideología, ese perverso animalito que nos condiciona hasta en el momento de elegir ropa, persistió. Así como el antisemitismo se trocó en la cabeza de unos cuantos –no todos– en antisionismo, el eugenismo del doctor Mengele devino primero, de la mano de Stalin, en genetismo proletario y más tarde, con los avances del saber sobre genética, en un crudo cientificismo abocado a colaborar en la selección natural.
Aunque a Stalin la cosa de la superación no le iba tanto por el lado de los rubios con ojos azules, sino por la reproducción de uno, dos, tres, muchos obreros del estilo de Stajanov.
Y ahora nos encontramos, en público, en la prensa, a un montón de gente que habla de lo que en los años treinta y primeros cuarenta sólo se hablaba en algunos búnkeres arios con el debido respeto a lo que constituía un secreto de Estado: de la inmortalidad.
Porque ése era el propósito último de toda aquella experimentación paradarwiniana en la que se medían cráneos y se sometía a los miembros de razas, religiones o sexualidades inferiores a las más diversas y retorcidas pruebas.
Dicen los modernos propagandistas del pulido genético que nos evitará cosas tan desagradables como el cáncer, el colesterol, los infartos y los niños problemáticos, que en un tiempo no muy lejano ese mismo camino nos llevará a ser lo que debemos ser, es decir, eternos.
Cada uno se busca su religión como puede.
La mortalidad es la fuente de toda ética. El hombre no es un mito, pero cada hombre es perfectamente circunstancial y, afortunadamente, muere y teme a la muerte. Esto es Platón, Homero... Es lo que somos. El resto es barbarie.
La mortalidad es la fuente de toda ética. El hombre no es un mito, pero cada hombre es perfectamente circunstancial y, afortunadamente, muere y teme a la muerte. Esto es Platón, Homero... Es lo que somos. El resto es barbarie.
ideologos,inmortalidad
Interesante este post, Tella...Las teorias de Darwin a la palestra. Todo el racismo "académico" moderno parten del darwinismo. Nietsche lo llevo al nivel del Superhombre y el nazismo lo aplicó a las cotas más repugnantes de la degradación humana. No se puede negar la esencia de esa doctrina absolutamente extraida de la propia naturaleza. El espíritu de la supervivencia hace eliminar a los más debiles. Los fuertes siempre sobreviven. Es la ley natural.
ResponderEliminarPero una cosa se les olvidó a los ideólogos del siniestro racismo. No aplicar las mismas teorias al espíritu del hombre. El alma al igual que el físico, también está sometida a las mismas leyes. El hombre no es solo un físico, como cualquier otro animal, sometido a las leyes de la supervivencia, sino también un alma que piensa y decide desde su propio conocimiento. Ignorar este factor fundamental, es ignorar al hombre en integralidad. De ahí su fracaso como doctrina.
CHARNEGUET
ResponderEliminarEres un intelectual como la copa del pino más alto de Navarra o de Guadalajara.
Tu opinión me merece un plas,plas,plas total.
No dejes de mantener esa mente despierta y muy culta.
Solamente una interpretación desviada, limitadísima, extremadamente tendenciosa del darwinismo puede desembocar en el racismo.
ResponderEliminarEl "darwinismo" como tal no existe. El evolucionismo, como parte de la ciencia biológica, no se limita al imperio del fuerte sobre el débil. Es mucho más rico, más complejo, y arroja luz, y no oscuridad, sobre la vida y sobre el hombre.
Nadie en su sano juicio osaría culpar a Einstein, o a Niels Bohr de la existencia de las armas nucleares. No culpemos a Darwin de la perversa manipulación que algunos hicieron de su, por otra parte, brillante trabajo biológico.
Está muy claro, ALFREDO, que lo que dices es absolutamente cierto, y por ello aquí no se trata de tergiversar esa ideología que busca la "perfección racista" achacándosela en su origen a DARWIM.
ResponderEliminarYo soy partidario de la teoría evolucionista como explicación del origen de las especies, pero de lo que hablo es de esa tendencia cada vez más extendida de ir hacia la EUGENESIA y la EUTANASIA.
También, supongo, se halla en mitad del entredicho el uso de las células madre como medio curativo, y cómo sé que todo lo que sea avance científico es siempre imparable, lo nieguen quienes lo nieguen (como el uso de la pildora anticonceptiva o el de las transfusiones de sangre, consideradas en cada momento como sacrilegíos)y que si tal USO de celulas madre supone un medio de curación de enfermedades no habrá quien impida su aplicaicón masiva.
Como bien dices vamos a una eugenesia y eutanasia encubiertas, o mejor dicho, políticamente correcta, que es lo peor que puede pasar.
ResponderEliminarLos regímenes totalitarios podrían buscar la idea del superhombre (o como Stalin, simplemente eliminar al contrario) o la pureza racial, el problema es que la "excusa" de hoy es la carencia absoluta de valores, y hacerlo además como cortina de humo ante las incapacidades manifiestas.
De todos modos en esta época del marketing y la vacuidad más absoluta no me extrañaría que de aquí a unos años vayamos como corderitos a las fábricas, cuando considere oportuno el ESTADO, a convertirnos en ... Soylent Green
en esta época del marketing y la vacuidad más absoluta no me extrañaría que de aquí a unos años vayamos como corderitos a las fábricas, cuando considere oportuno el ESTADO, a convertirnos en ... Soylent Green
ResponderEliminarEs un párrafo definitivo, ISRA.