22 marzo 2007

ASÍ CAVILAN LOS MUSLIMES



Salim al- Bashir, el Imán de Granada, sonreía satisfecho ante los aplausos de los asistentes a su conferencia.
Se había metido al público en el bolsillo diciéndoles lo que querían escuchar: que era posible la convivencia pacífica entre musulmanes, cristianos y judíos; que el islam era una religión de paz y que no se debía confundir a quienes profesaban esta religión con quienes ponían bombas o secuestraban aviones; que era intolerable que los periódicos occidentales calificaran a los autores de estos actos como "terroristas islámicos"

"¿ Acaso cuando un cristiano asesina a alguien los periodistas le califican de asesino cristiano? No, no lo hacen, lo califican de asesino simplemente, pero en Occidente hay prejuicios contra el islam.
Sí, por más que a muchos les cueste reconocerlo es así, y por eso nos ofenden cuando, para explicar que alguien ha cometido un acto de violencia, se añade la religión del sujeto siempre que éste profesa el islam. Yo pido a los periodistas que reflexionen sobre esto. "
También había reivindicado el respeto "para nuestra cultura y nuestras normas, que no intentamos imponer a nadie. Entonces, ¿por qué tienen miedo a que nuestras mujeres y nuestras hijas elijan ir con hiyab? "
"¿A quién ofendemos por no comer carne de cerdo y pedir que en los colegios sean respetuosos con nuestros hijos y no les obliguen a comer lo que va contra nuestra religión?"
" Es posible la convivencia desde el respeto, el respeto a la diferencia, porque si no se respeta la diferencia, nuestros hijos terminan sintiéndose de ninguna parte, y crecerán confusos, con rabia y humillados por tener que esconder lo que son. "
"Los poderes públicos tienen que ayudar a que la comunidad musulmana viva en paz de acuerdo a sus costumbres y a su cultura, facilitando que podamos educar a nuestros hijos como buenos musulmanes.
Juntos podemos combatir la violencia, sólo hay un secreto: el respeto y la tolerancia porque, desgraciadamente, Occidente se dice tolerante, y lo es para consigo mismo, pero no lo es con los demás. Que cada cual rece a Dios como quiera hacerlo, y que por eso no sea perseguido como lo somos los musulmanes".

Era muy fácil tratar con los occidentales: sólo había que decirles que no se preocuparan por nada, que su vida no tenía por qué cambiar, que podían continuar sumidos en su cultura hedonista sin preocuparse por lo que sucedía a su alrededor, pendientes sólo de sí mismos.

Los occidentales no querían problemas; por eso estaban dispuestos a creer al que les dijera que no los habría. Y es lo que él les explicaba: que les dejaran hacer, que si lo hacían, no pasaría nada... mientras ellos se seguirían extendiendo como una mancha de aceite hasta llenarlo todo, hasta que las catedrales de toda Europa se convirtieran en mezquitas.

Al fin y al cabo era un destino más digno que el que los infieles daban a algunas de sus iglesias, a las que convertían en restaurantes y hasta en discotecas como ocurría ya en Inglaterra... Merecían perderlo todo porque no se respetaban a sí mismos, porque no creían en nada, ni si* quiera en su Dios.

Dios, decían los gurús de la cultura occidental, era cosa del pasado, de fanáticos, de gente que no había puesto el reloj en la hora de la Historia, e invitaban a vivir y divertirse, a consumir y nada más. Por eso los vencerían.
Era fácil derrotar a una sociedad que no creía en nada.

NOTA: Debe ser este imán el que asesora dia a día a nuestro Bobo Nacional porque dice las mismas cosas que lo que piensan los que quieren destruir a Occidente.