Poco queda de aquella primera indumentaria, la misma que utilizaban los arrantzales para salir a faenar, con la que los remeros competían más de cien años atrás en las principales regatas del Cantábrico.
El pantalón largo de mahón, la camisa blanca y la chapela que cubría sus cabezas dejaron paso a prendas que se fueron reduciendo en tamaño hasta llegar al actual mono elástico. Desde entonces, el denominado popularmente como platanito ha tratado de perfeccionarse a base de costuras de doble piel que las convierte en invisibles, materiales que repelen el agua y ribetes que evitan rozaduras.
El último avance llega de la mano de la diseñadora de alta costura Iraia Oiartzabal, quien hace un año recibió el encargo del club de remo Arraun Lagunak Donostia de reinventar el maillot que utiliza su tripulación femenina.
Todo cambia y avanza. Este deporte se ha profesionalizado mucho, e incluso se habla de dopajes y otras.
ResponderEliminarSEÑOR OGRO.
EliminarEfectivamente. De ser un deporte rural como el arrastre por bueyes o el levantamiento de piedras, se ha convertido en un top de estrellas cotizadas y con mucho público.
Como era esperable en las féminas, su traje de remar debe de tener una cierta elegancia de estilo.
La competencia obliga a cuidar todos los detalles y la vestimenta, aunque parezca otra cosa, influye en el resultado por la mayor o menor comodidad de la prenda y su adecuación al deporte en cuestión.
ResponderEliminarAdemás de esto, no se puede cerrar los ojos a la realidad, los sponsors buscan la reversión de sus inversiones y qué duda cabe que una ropa llamativa y bonita, sobre la cual va impresa la propaganda de quien suelta la pasta, ayuda bastante.
DON TRECCE
EliminarDebe de ser eso que dices. Primero la comodidad de las deportitas y después una indumentaria que llame la atención y satisfaga a los sponsors.