Conecta con “nuestro pasado más tribal” y llena el vacío de las guerras. Nos gusta mirar para tomar partido por una manada. Y ya entre los primitivos cazadores, los ronaldos, messis y diegos costas también se llevaban a las más bellas
Hoy la fiebre futbolera sin duda hubiera llamado la atención del naturalista Charles Darwin, ya que los comportamientos y actitudes que mostramos en los encuentros deportivos son universales. La histeria colectiva que desatan en todo el planeta partidos como la final de la Champions que enfrentará al Real Madrid con el Barcelona nos lleva a pensar en sus orígenes biológicos, hundiendo sus raíces en el pasado de hace cientos de miles de años.
En Europa, el fútbol se hace popular al mismo tiempo que desaparece la importancia de la caza para el sustento, es decir, cuando comienza la Revolución Industrial. Desde aquellos años, el fútbol se ha convertido en el deporte más extendido, practicado o seguido en los cinco continentes por cientos de millones de personas.
Entonces, ¿esta pasión universal es producto de la casualidad o es consecuencia de alguna necesidad adaptativa?
Desde la ciencia se cree que su éxito se debe a que el fútbol posee características que conectan con nuestro pasado más tribal, así como también con el desarrollo de las capacidades necesarias para ser un buen cazador y guerrero. Pero también en las que el número de hombres que van a la guerra es mínimo comparado con tiempos anteriores.
El deporte vendría a llenar ese vacío.
La relación que existe entre la lucha y el deporte es patente. Perseguir, golpear objetivos con proyectiles o acechar a los enemigos son exigencias que encontramos en ambas actividades.
Hasta hace bien poco, el éxito en la caza y en la guerra era fundamental para la supervivencia del grupo. Por si fuera poco, las batallas con otras tribus vecinas eran frecuentes. Por eso los mejores cazadores y guerreros obtenían gran prestigio en la comunidad y gozaban de una alta posición social.
Éste es el origen de nuestra fascinación por deportistas de élite como Cristiano Ronaldo o Diego Costa.
En otra investigación se demostró que los militares americanos tienen el doble de éxito para encontrar pareja que los civiles. La razón es que las hembras pueden escoger a un macho con mejores genes si saben su estado físico y otras habilidades mentales, que son visibles cuando practicamos deportes o peleamos.
De manera simultánea se producen diversos fenómenos sociales en las gradas, los bares y en los sofás de las casas.
Porque si algo llama la atención es que los humanos también disfrutamos al observar a otros hacer deporte, como le sucede a Homer Simpson y a todos los aficionados al sillón ball.
Los seres humanos hemos vivido cientos de miles de años en tribus y anteriormente en comunidades de primates, por lo que nuestra psicología se desarrolló para responder a las necesidades de aquella época. De ahí proviene nuestra tendencia a crear continuamente grupos y subgrupos de aliados en los que encontrar seguridad. En ellos también construimos nuestra identidad, la cual se define en oposición a otras identidades.
Los equipos de fútbol reflejan esta necesidad, como también los barrios, el lugar de nacimiento u otras características que permitan identificarnos con grupos de menor escala y a la vez nos diferencien de otros.
Lo interesante es que estas tribus enfrentadas en la final de Lisboa, como les pasa a las tribus africanas ante una amenaza de mayor tamaño, se fusionarán y se opondrán a otras en el Mundial de Brasil pocas semanas después. Así que el próximo 24 de mayo en la final de Lisboa, cuando dé comienzo el partido, recuerden que hay algo más en juego que una copa de metal. Es la final de las finales para las tribus europeas. Una prueba más de que nuestra mente, lo queramos o no, sigue atrapada en nuestro pasado tribal de primates cazadores y guerreros.
Pablo Herreros
(Antropólogo, primatólogo)
homo futbolensis
Ya me lo imaginaba. Que esas hordas furboreras proceden de cuando andabamos con taparrabos.
ResponderEliminarY lo de los nacionalismos también. Según ese antropólogo la tendencia a buscar una "identidad" diferente a la de los demás, la firmaría ahora mismo Mas. El problema que tienen los Kurkullus y cía. es que uno de Burgos no se diferencia en nada de uno de Sopelana o de Arrigorriaga.
EliminarEs interesante el análisis, aunque me da es sólo la punta del iceberg. Ese "hoologanismo" que define el artículo, no es exclusivo del futbol, y se aplica muy a menudo en distintas facetas de la vida, con una irracionalidad pareja.
ResponderEliminarY el ejemplo más claro en España lo tenemos en la política, con los partidos y sus particulares hooligans, y ellos y nosotros, y los nuestros y los vuestros, y el ellos son, y nosotros somos: puro hooliganismo que muy a menudo superan en salvajismo al deporte rey. Porque el deporte es deporte, es competiciçon; la política deberóia ser otra cosa, debería ser el resultado de la reflexión.
Pero que va, es la misma tribu de homínidos.
SEÑOR OGRO
EliminarPara mí el votante español es exactamente el mismo que el hincha del furbo y actúa de la misma milimétrica manera, tanto en política como en el seguimiento de sus equipos de balón.
Y no sólo. También es el modo de actuar de los nazios : el ansía de diferenciarse de otros. Si los Sioux no querían que los confundieran con los Apaches, lo mismo les sucede a las masas de Polikarpo respecto al resto del Mundo y en especial a los de más allá del Ebro.
Mira Tella, todo eso está muy bien, y es que siempre que se produce algo que emociona aparece un "intelestuá" que viene a joderlo.
ResponderEliminarPues sí, seremos atávicas tribus de cazadores peleando con la tribu de al lado de casa y antropologica y psicológicamente será una manifestación del primitivismo que le queda al ser human en su interior.
Pero yo no soy Elena Valenciano (es decir que según Arias Coñete debo ser intelectualmente superior) y el sábado pasado la gocé como un enano viendo a mi Atleti ganar la liga, de frente y por derecho.
Va¡ya, que me la suda lo que diga el antropólogo este.
Es como cuando te encuentras un billete de 20 euros en la calle y te dice una señora mayor que llegó tarde al sitio en cuestión: "Piense en lo mal que lo debe estar pasando el que lo perdió..." y todos pensamos en nuestro interior: "Pues vale ¿Y qué?"
Pues eso que seré un "Cromañón" pero voy a gozarla (ganemos o perdamos) el día 24, y si que muy bien ¿Y qué?
DON CHAFACHORRAS
EliminarVale, vale, no me riñas que a mí me da igual quién gane o pierda. Pero un poco sí que estaís, los HINCHAS, en las inmediaciones de las tribus de las que procedemos.
Hay dos deportes a los que soy aficionado y son en primer lugar LA SIESTA, y en segundo la SOKATIRA. En futbol el equipo al que sigo en exclusiva es el NUMANCIA de Soria, y si tu pueblo tuviera equipo también lo seguiría.
La eterna disputa, querido Javier: ¿razón o pasión? La vida racional, ordenada, planificada y fiel a un variable código vital, o la vida apasionada, caótica, improvisada y anárquica. ¿Cabeza o corazón? Sin menospreciar ninguna de las dos, pues con ambas una persona puede ser feliz, el éxito está en una combinación equilibrada, con cierta inclinación hacia la racional.
ResponderEliminarO, también, puede hacer como un servidor, que es seguidor de un equipo de fútbol que transita a duras penas. Desde el centro de la tabla las cosas se ven de otro color.
Un saludo.
DON HEREP
EliminarMuy ecuánime tu comentario. Me gusta.
Lo dificil entre las gentes apasionadas, por cualquier deporte tipo futbol, es que conserven el equilibrio emocional para no actuar irracionalmente.
Como bien dices, también yo creo que debe predominar en la vida lo racional sobre lo emocional pero está claro que un ser sin emociones de ningún tipo tampoco es nada feliz.
A mí no me gustan nada las cuestiones futboleras y para despistar a los hinchas siempre digo que soy seguidor del NUMANCIA de Soria.