Quién lo iba a imaginar en los años 1960 o 1970 : que los que reparten y gastan la pasta no se llamen Marschal o Smith sino CHEN,WEI, JIE, JUN, YONG, YI, JIAN, HAO,o LIN.
No hay precisamente colas en Chanel para probarse los vestidos de 5.000 dólares del local de la Quinta Avenida. Aunque con una notable excepción: los compradores asiáticos, visitantes asiduos de la milla de oro neoyorquina. Son los mejores clientes (y algunos días los únicos) de las marcas más caras.
Así, la joyería Tiffany está reforzando la plantilla de dependientes especializados en clientes chinos, colectivo para el que Nueva York ha editado una guía de las compras de lujo y al que se dirige la campaña de captación de las tiendas más elitistas de Madison Avenue.
La situación se repite en las grandes áreas comerciales de todo el mundo, donde los turistas chinos son el bien más preciado. Sólo el año pasado, gastaron en sus visitas por todo el planeta más de 100.000 millones de dolares anuales (72.000 millones de euros), un 40% más que en el ejercicio anterior y lejísimos de los 80.000 millones de dólares que desembolsan los germanos o los norteamericanos cuando salen de su país.
Y no es un consumo cualquiera: China es el número uno en todo el mundo en desembolsos de productos de lujo, lo que representa el 29% del total por ejercicio, según las cifras de la consultora Bain. Es la muestra del nuevo orden mundial, en el que, se mire por donde se mire, China se está haciendo con el mundo. Con el lujo, con el gasto, con la inversión y con los ránking de mayores potencias.
bienvenido mister
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