Veinte años de teclear aquí con cierta desvergüenza han producido un efecto curioso. De vez en cuando me aborda gente convencida de que, para que un comentario parezca realmente mío, debe ir adobado con algún taco sonoro o concepto agresivo.
Y parecen decepcionados cuando comprueban que no; que el arriba firmante puede mantener largas conversaciones sin mentar a nadie los muertos. Con amabilidad, incluso. Sin gruñir, insultar ni escupir al otro en un ojo.
Me ocurre con frecuencia, sobre todo con señoras de cierta edad y educación razonable, o con periodistas: las primeras se acercan con cierto morbo expectante, casi esperando con anticipado deleite que las mandes a hacer puñetas, les digas zorra o algo así. Relamiéndose con un posible maltrato verbal cuya perspectiva las hiciera, clup, clup, clup, gotear limonada. Estilo señora finolis que acudiese por morbo a un puticlub infame, a mirar escandalizada, y la decepcionara que nadie intente robarle las joyas, o violarla.
En cuanto a ciertos periodistas, a alguno se le nota mucho que acude a entrevistarte imaginando sabrosos titulares del tipo "Me cisco en la madre que te parió"; y se queda medio cortado cuando comprueba que no. Que no me cisco. Y ahí surge el problema.
En tales casos, a veces cae el interrogador, incluso de buena fe, en la tentación de adornar un poco la cosa, poniendo algo de su parte. Ayudando a tu personaje a ser lo que él supone que debería ser. Sacando frases de contexto y hasta poniendo en tu boca lo que no has dicho. Completando él la cosa con el toque artístico final. Con la guinda del pastel. Algo así como si concluyera: "A mí no va a engañarme con disimulos este cabrón".
Es como lo de las fotos. Cualquiera (político, deportista, escritor) que comparezca en público ante fotógrafos sabe que nada importa que haya mantenido una compostura impecable durante la hora larga que pueda durar el asunto. Bastará que por un breve instante el individuo sienta un picor irresistible en la nariz, y se roce la punta con un dedo durante el breve espacio de dos segundos, para que relampagueen docenas de flashes, y la foto que al día siguiente publiquen los periódicos sea la del fulano tocándose la nariz; preferentemente aquéllas en las que, debido al ángulo de cámara, parezca que tiene el dedo metido dentro.
Eso mismo (no lo del dedo, sino lo anterior) me ocurrió por quincuagésima vez hace unas semanas. Me hacían una entrevista, y en el curso de ésta el periodista preguntó por "los hijos de puta", creyendo, imagino, establecer cierta complicidad semántica con el entrevistado. Como dije, rara vez utilizo expresiones malsonantes en conversaciones o entrevistas; así que todo el tiempo (conozco el paño y puse mucha atención en ello) me referí al inconcreto personal por el que se interesaba mi interrogador como "los malos" y, con más frecuencia, "los canallas". Precaución táctica, ésta, que resultó inútil: al día siguiente, en la transcripción de la entrevista, aparte resúmenes discutibles de conceptos más o menos complejos (hacerte hablar no como tú hablas sino como habla el redactor es frecuente en tales casos), el autor de la información puso cuatro veces en mi boca la expresión "hijos de puta", que con tanta precaución, la de quien en materia de periodismo fue furcia antes de ser monja, me había esforzado en evitar.
Así que háganme un favor. Cuando a través de teclas ajenas me lean echando espumarajos por la boca, apliquen con cautela el beneficio de la duda sobre qué parte es genuinamente mía, y cuál corresponderá al entrevistador de turno.
Porque ya les digo. En materia de hijos de puta, ni son todos los que están, ni están todos los que son.
ARTURO PEREZ REVERTE
hablando por otros
Vale lo tendré en cuenta la próxima vez. Pero le veo desmejorado sentado en el carrito y con esas patillas. Serán las leches que le dieron en Cádiz.
ResponderEliminarSaluditos.
Ps: Serán las leches que le dieron los hijos de puta en Cádiz.
Pufff, siempre se me olvida que en su blog Don Javier las negritas no sirven de nada y el efecto quedo diluido. Veamos a ver: los hijos de puta pssssii.
ResponderEliminarCon que delicadeza, llama al final, "hijo puta" al periodista que le hizo la entrevista....
ResponderEliminarMe recuerda a Cela, que cuando lo entrevistaban, esperaban que empezara a echar exabruptos. Con lo delicado y sensible que era el escritor.
Estoy de acuerdo faltan un montón.
ResponderEliminarDON ZORRETE
ResponderEliminarLo del carro va a cuento de que siempre se ha dicho "hablar como un carretero" por los que hablan soltando un taco tras cada palabra.
Y él se queja de eso : de que le atribuyen ser "un carretero".
DON LORENZO
ResponderEliminarSí, de forma muy explícita aunque con disimulo llama hijodeputa a los que le entrevistan habitualmente.
Cela era otra cosa, a mi parecer. Gustaba de soltar barbaridades malsonantes para estar en boca de todos, por simple afán de notoriedad.
DON MAMUNA
ResponderEliminarCiertamente no todos los hijosdeputa son los que se ven a simple vista. Haylos más.
Es un monstruo este hombre, siempre las cosas claras. De las entrevistas hechas por "entrevistadores profesionales" hay que fiarse de un 50 % como mucho, y de las fotos tenemos miles de casos absurdos...recuerdo una que le hicieron al Rey debajo de un arbol con una sombra de un par y que luego pusieron en El Mundo como que al Rey le habían dado un puñetazo en un ojo porque tenía la zona del parpado negruzca...
ResponderEliminarGrande, muy grande, a mí me pasa con los hijos de puta lo mismo que a Ussía, que cada vez que me refiero a un etarra me rima con hijo puta.
ResponderEliminarY a mí me pasa algo parecido, dependiendo del contexto, lógicamente, adecuo mi vocabulario.
Habitualmente si puedo utilizar un taco en lugar de otra palabra que serviría igualmente me decanto por el taco, que le vamos a hacer, no considero el recurso a ello limitación de vocabulario o falta de educación o cultura, al contrario, en el DRAE aparecen, creo, tanto subsahariano como negro, depende de cada uno, hay quien siente algo de superioridad y te mira con desprecio porque al cabrón le llamas cabrón en lugar de malnacido, pues vale, que se metan la lengua en el culo y hagan rulo rulo.
Ah, por cierto, a mí la gente no me gusta y siempre se lo digo a mi hija, son todos unos hijos de puta hasta que se demuestre lo contrario, aquí no hay presunción de inocencia, y sí, les llamo hijos de puta delante de mi hija, ella sabe que yo lo puedo decir y ella no, faltaría más.
Y ya que estamos ME CAGO EN TOS LOS CURAS CALVOS DE CUBA, no viene a cuento pero es que siempre me pasa, me vengo arriba al utilizar tacos y siento la necesidad imperiosa de soltar uno más gordo al precedente.
Saludos cordiales y recuerdos a Hermelina.
DON CAROLVS
ResponderEliminarCuando una persona escribe tal cual habla, siempre que haya un fondo cultural debajo, es cuando el gentío lo lee porque gusta lo sencillo y directo.
Los que para decir que "hay luna y sin embargo llueve" se tiran dos párrafos describiéndolo, vienen a ser, a juicio personal mío, unos CURSIS.
Hoy no soportariamos una novela, por muy interesante que sea el argumento, con el lenguaje que usaban los escribidores del XIX.
Los primeros que dieron ese salto fueron los escritores del 98.
DON ISRA
ResponderEliminarClaro, clarísimo, siendo de Complutum y con antecedentes familiares en la Casa de Cervantes, puedes hablar como te salga del trigémino. Faltaría más.
Me ha gustado el principio filosófico-social que has enunciado : "Todo er mundo es un hijodeputa mientras no se demuestre lo contrario". Con tal base de principios se puede incluso ir a Bilbao.
No le cojo a lo de "los curas calvos de Cuba", aunque lo aplicaría a los mismos pero de Territorio Sioux. El otro día me enseñaron a un nuevo párroco de un pueblo cercano y el tío llevaba todo el cuerpo TATUADO, una melena hasta la cintura y anillo a la oreja. Y me contaron que los niños de 5 años le preguntan siempre "si el culo también lo tiene tatuado".
Ya ves la modalidad clerical que nos han introducido ahora en el PATATAL.
Josdeputa no se, pero lo que dice Isra me ha recordado un día en el que, yendo por calle, un amigo soltó, sin venir al cuento y en voz alta ¿Pero os habeis fijado en lo fea que es la gente?
ResponderEliminarCreo que los entrevistadores se encuentran descolocados si reverte no suelta un taco, pero eso es porque es lo que ellos van buscando y porque vende más, por eso sacan punta a la mínima inflexión o insinuación. Puede ser hasta divertido, para Reverte, claro.
Pues eso...que por aquí hay luna y sin embargo, no llueve.
Suele pasar con mucha frecuencia lo que cuenta Reverte. Él se defiende diciendo que las palabrotas no las dice él mismo sino un personaje a través de él.
ResponderEliminarSaludos.
DOÑA CANDELA
ResponderEliminarMira, mira por dónde la alicantina ha cazado al vuelo mi breve alusión a la CURSILERÍA escribidora.
Imagino que el Reverte se lo pasa pipa cuando observa que le buscan para que suelte alguna barbaridad verbal.
Lo de que "Mira qué fea es la gente" a mí se me ha ocurrido muchísimas veces cuando espero a alguien en una esquina y veo pasar gentío. Y es que es una realidad indiscutible.
ELENA
ResponderEliminarClaro, él se ha ha creado el personaje del gruñón que escribe artículos semanales, y con mucho acierto, y to er mundo espera que siempre hable así.
Le sucedía lo mismo a Don Pío Baroja que tenía fama de huraño y malhumorado e iban a visitarlo a la espera de que jurara en hebreo unas cuantas veces, y siempre hallaban a un pacífico y amable vejete con una entretenida conversación.