Ollanta Humala, una familia para tenerla en jaula

Cuenta el periodista Martín Mucha que Antauro Humala Tasso, hermano del presidente electo de Perú, vive en la cárcel. Preso por su responsabilidad en la muerte de cuatro policías y dos de sus seguidores en un fallido golpe de Estado, luce demacrado.

Las arrugas le han aumentado exponencialmente, demasiadas para sus 46 años.

El penal de Piedras Gordas es una cárcel de máxima seguridad. Allí purgan pena más de 2.000 internos, los mayores narcotraficantes, terroristas, asesinos y secuestradores del país. El domingo pasado, cuando su hermano vencía electoralmente a la hija del expresidente Alberto Fujimori, Antauro se alegró. No con efusividad, le cuesta mostrar sus sentimientos, pero lo hizo. El sueño de Isaac, su padre, el tener un hijo presidente, se hacía realidad. Por fin.

Dos destinos radicalmente diferentes para dos hermanos criados para ocupar el más alto cargo del país. Uno en la cárcel. Otro presidente electo. ¿Cuándo cambió su destino?

Mañana del 1 de octubre de 2000. Locumba, Tacna, localidad al sur de Perú. Ollanta y Antauro paseaban juntos, idéntico uniforme militar, ambos con sombrero. Pretendían defenestrar a Alberto Fujimori, presidente electo con trampas, dictador de facto. Un acto de valentía de dos jóvenes rebeldes. Ollanta era entonces teniente coronel del Ejército y jefe del Grupo de Artillería Antiaérea 501. Antauro, tres años antes, había sido dado de baja por promover el movimiento etnocacerista (pensamiento extremista basado en la defensa de la raza y valores indígenas). Así describe ese momento Ollanta en su autobiografía:

"Antes de salir del fuerte, restituí a Antauro sus galones de mayor, su uniforme militar y lo abracé. Se dirigieron hacia Toquepala, en la serranía. En el manifiesto se explicaba que esto no era un golpe de Estado, sino la participación de una parte del Ejército para restablecer el orden constitucional, denunciando la mafia Fujimori-Montesinos que estaba destruyendo el Estado de Derecho en el país, coaligada con otra mafia de generales que estaban inmersos en narcotráfico y en actos de corrupción. Estaban básicamente ligados a gente allegada a Vladimiro Montesinos (el corrupto jefe del servicio de inteligencia y el poder tras el poder de Fujimori). El recorrido del levantamiento duró un mes".

Los hermanos se entregaron. No hubo muertos ni heridos, pero sí un mensaje. La prensa libre (una buena parte había sido comprada) los vio como héroes, como demócratas. Entonces, la cúpula militar, en pleno, estaba hincada ante el dictador y su ejecutor.

Durante su revuelta, Vladimiro aprovechó la distracción para fugarse del país en un yate. Fujimori, poco tiempo después, en medio de la caída de su régimen, huyó del país a Japón y renunció por fax a la presidencia.

Los hermanos Humala y sus aliados se entregaron. Para la Nochebuena del año 2000, fueron amnistiados ya en democracia. Consiguieron el golpe de efecto que esperaban y además publicidad para la carrera política que querían iniciar con esta gesta. Sin embargo, sus caminos se separaron inexorablemente.

Ollanta y Antauro, en Locumba, buscaron cumplir el pensamiento paterno. El etnocacerismo solo se puede imponer a partir de un golpe de Estado. Eso siempre pensó Isaac Humala, padre de ambos, su ideólogo. Con esa idea crecieron desde su más temprana infancia. Su padre prefirió una educación militar a una universitaria y después de la secundaria catapultó al Ejército a Ollanta y Antauro.

Isaac, de origen andino, en la universidad dedicaba largas horas y debates a difundir el ideario marxista. Militó durante su época estudiantil en un movimiento comunista, la Célula Cahuide, en la que también participó en su juventud el Nobel, Mario Vargas Llosa.

Se graduó como abogado laboralista. En 1989 fundó el Movimiento Etnocacerista, cuyo nombre proviene de Andrés Avelino Cáceres, militar tres veces presidente del Perú, héroe de la guerra con Chile.

Don Isaac vivía sus creencias y bautizó a la mayoría de sus nueve hijos con nombres de alta estirpe entre los incas. Ollanta por Ollantay, general mítico, el guerrero que todo lo ve. Antauro que se podría traducir como crepúsculo o estrella cobriza.

Como ultranacionalista, Isaac ha estado en contra de la raza europea, los claritos, o lo que sea que se entienda por ello. "El problema del Perú es el blanco". Sin embargo, decidió que la mayoría de sus hijos siguieran una educación francófona y en el caso de Ollanta, lo metió a un colegio japonés para que tuviera nociones de este idioma.

"Los Humala hemos vivido en tensión desde 1532 por haber estado en contra del poder de los españoles", ha declarado. Así, nunca creería que en elecciones democráticas un cobrizo, como el llama a los descendientes de indígenas, podía ser presidente. Su hijo negó su tesis con hechos. El domingo pasado, con el 51,48% de los votos, fue elegido como la mejor alternativa frente a la hija y ex primera dama de un sátrapa. Keiko obtuvo el 48,52% de los sufragios.

Antauro en la cárcel es muy disciplinado. Hace ejercicio y estudia. Lee mucho. Autodidacta. Sigue con disciplina lo que se publica sobre él en los medios. De vez en cuando tiene momentos de depresión, más que por estar en un penal, por la muerte de su hijo hace un año. Su primogénito, Ulcieri Antauro Humala Silva, 16 años, falleció ahogado en una playa limeña. Al asistir al sepelio, fue la última vez que estuvo en libertad.

Madrugada, 1 de enero de 2005. Antauro Humala y un grupo de reservistas del ejército peruano tomaron la comisaría de Andahuaylas, ciudad ubicada en el centro del Perú. Era un golpe de Estado contra Alejandro Toledo. Los balazos se sucedieron por un bando y otro. Pero era una diferencia desproporcionada: 150 soldados contra 10 agentes. Cuatro policías murieron a pesar de llevar chalecos antibalas.

"¡Hemos matado a cuatro perros del Estado!", arengó Antauro a sus huestes. Cogieron sus armas como trofeo de guerra. Antauro posó con una supuesta bandera del Tawantinsuyo y símbolos similares a los de los nazis. "Esta protesta es ordenada por el comandante Ollanta Humala Tasso", dijo Antauro micrófono en mano.

Mientras eso sucedía, Ollanta ejercía de agregado militar en Seúl, en la embajada peruana de Corea del Sur. "Yo respaldo la acción política de mi hermano, que es una insurgencia popular", soltó. Se comunicó con una radio peruana y siguió: "No son subversivos, son patriotas. Son gente que está tomando una actitud viril de defenderse porque han sido estafados por este Gobierno". Paradójicamente, entonces cobraba unos 8.000 euros al mes por ocupar un cargo de ese Gobierno.

Esa revuelta marcó el destino de ambos. Antauro cargó con la culpa. Ollanta fue eximido de toda responsabilidad por la justicia peruana. Al ya presidente, sus enemigos políticos le han acusado de ser el autor intelectual de estas muertes. Su hermano Antauro ha cambiado de versión tantas veces que no se le puede creer: "Es un traidor", lanzó en 2009 cuando fue condenado a 25 años de prisión y más 250.000 euros en indemnizaciones. "(Ollanta) Eres un cabroncito por no asumir responsabilidad por Andahuaylazo", aseguró.

Ollanta responde con claridad en su autobiografía: "En el plano familiar, Antauro es uno de los hermanos con el que mejor me he llevado, pero en el plano político, nuestra principal diferencia es que yo soy radical y él es extremista... El levantamiento de Andahuaylas sí es parte de esa construcción, de la materialización de una ideología extremista, de una praxis a la que todavía le servía mi imagen, en el objetivo de aglutinar seguidores. Esto explicaría por qué públicamente mintió al decir que yo le ordené un levantamiento".

No era su primer desencuentro. Ni el peor. En 2006, Antauro aseguró que Ollanta fue el Capitán Carlos. "Así como yo fui Corpus Christi", dijo. Estos eran los nombres clave de militares que habrían cometido atrocidades en la guerra contra el terrorismo en los 80. "El temible Corpus Christi" tituló la prestigiosa revista Caretas, refiriéndose a Antauro, quien habría sido responsable de múltiples atrocidades. "Era conocido por el inhumano trato que propinaba a las comunidades indígenas de las alturas", señala el semanario.

Y el Capitán Carlos, según distintos informes periodísticos y judiciales, es un militar desconocido que durante la lucha contra Sendero Luminoso asesinó y torturó a indefensos campesinos. Ollanta logró que se archivara el caso. Pero la acusación (gravísima) de su propio hermano lo marcó.

En 2006, cuando por primera vez tuvo oportunidad de ser presidente, perdió en la segunda vuelta en gran parte por culpa de su familia.

En la primera, su hermano mayor Ulises fue su rival. Despotricó de él. Como su padre, Isaac, que le negó su apoyo abiertamente. "Votaré a Ulises porque él representa el verdadero etnocacerismo", lanzó. Pero mientras Ollanta venció en primera vuelta con 3.758.258 votos y un porcentaje del 30,62%, el hermano consiguió un ridículo 0,2%. Antauro fue candidato al Congreso y no logró ser electo.

En la reñida segunda ronda de ese año, cada vez que su padre daba entrevistas, perdía votos. Isaac llegó a defender que se fusilaran a los homosexuales. Un animal político como Alan García no perdió la oportunidad y le venció.

Cinco años más tarde, en esta definitiva elección Ollanta tuvo que pedirle a su padre que no diera declaraciones. Isaac, el patriarca, cumplió y calló. Antauro puso de su parte y asumió toda la responsabilidad del Andahuaylazo.

Desde la celda, a principios de mayo, grabó un vídeo de baja calidad donde pedía que apoyaran a Ollanta en la urnas. A pesar de no haberlo visitado desde hace años, de haberlo olvidado en campaña, de obviarlo para no dañar sus expectativas electorales… Antauro hacía lo que podía por Ollanta. Eso sí, insinuaba la posible "liberación de los presos políticos etnocaceristas". De sí mismo.

Tras la victoria definitiva, ni Isaac ni Antauro le enviaron mensajes de felicitación. Hoy, la familia de Ollanta estaría presionándole para que amnistíe a su hermano menor. Se niega. Sólo tras ser elegido presidente rompió su silencio sobre el caso Antauro.

-En el caso de su hermano... ¿Él está donde debe estar? ¿Mejorará las condiciones carcelarias o lo trasladará de prisión? - indaga la presentadora de un canal de televisión norteamericano.

-Él va a quedarse allí. Yo respeto al Poder Judicial. No me voy a inmiscuir en ese tema y, al igual que él, todas las personas que sufran cárcel deben tener derecho a la educación y al trabajo.

-¿Lo irá a ver?

-En algún momento.

Lleva más de dos años sin visitar a su hermano menor. Con el que jugaba en el parque. Ahora puede.

Con esta familia no es muy aconsejable hacer turismo por Perú en plan de "español de vacaciones". Más les merece a los turistas visitar Viena.

Tellagorri

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