Bajo los rascacielos y las fábricas que han traído el progreso subyace un pueblo afable, dicharachero hasta extremos mediterráneos y amante de las tradiciones y el buen yantar. Detrás de la Muralla, en los hutong (callejones) del viejo Pekín que rodean el lago de Houhai, viven los latinos de Asia.
Merecida o no, los pekineses tienen fama de vagos en su propio país. Siglos y siglos al amparo del poder imperial les han conferido un carácter relajado, campechano y alegre que sacan a relucir a la mínima ocasión. Sobre todo cuando se entregan a la pasión del mahjong, un dominó con 132 fichas cuyas partidas pueden durar días.
Salvo en los casinos de Macao, el juego está prohibido en todo el país, pero los chinos se pirran por las apuestas y aprovechan cualquier rincón para echarse una manita a las cartas o desplegar el tablero de xiang qi (damas).
Elevada a la categoría de fiebre nacional, esta ludopatía compulsiva aflora en el salón de mahjong del hutong Laku, iluminado por los tubos fluorescentes que parpadean en el techo. Como en los bingos, las ventanas han sido tapadas para que la clientela pierda la noción del tiempo y la luz del día no les distraiga recordándoles sus obligaciones rutinarias.
Bajo las nubes de humo que ascienden desde los ceniceros, donde se amontonan pilas de cigarrillos, los jugadores fuman sin parar porque no admiten tontas gobernando. A sorbitos cortos, beben té en vasos de plástico extasiados con los caracteres de las fichas, que las mesas electrónicas remueven y reparten automáticamente sobre el tapete verde. En las amarillentas paredes, un cartel de la Policía recuerda que las apuestas no deben superar los 100 yuanes (11 euros), pero Tian Xiusen, que ha vivido 40 de sus 46 años en este hutong, llegó a perder en una partida todo el dinero de su familia: 30.000 yuanes (3367 euros).
Nacido antes de la Revolución Cultural (1966-1976), Tian explica que "el nivel de vida ha mejorado mucho en los hutong, pero aquí no se siente la presión de la gran ciudad".
Con su mentalidad confuciana, Tian es un buscavidas que se hizo vendedor ambulante de refrescos cuando se arruinó, pero no necesita trabajar porque lo mantiene su mujer, quien dirige una empresa de extintores. "La vida se basa en no desear más allá de nuestras posibilidades", aconseja. Su voz suena tan pausada como la vida en el hutong Laku, próximo al parque Jingshan.
Como detenidas en el tiempo, las costumbres chinas se perpetúan en las destartaladas casas bajas de ladrillo gris (siheyuan) que pueblan el laberinto de estrechas callejuelas alrededor de la céntrica plaza de Tiananmen. Antes de la revolución, estas mansiones con jardín pertenecían a las familias ricas que vivían cerca de la corte, pero Mao Zedong las repartió entre los pobres cuando triunfó el comunismo, en 1949, para que todo el mundo tuviera un techo.
Aprovechando el espacio al máximo, las estancias se dividieron tres o cuatro veces y, con materiales de mala calidad traídos de aquí, allá y acullá, se construyeron habitaciones hasta en los corredores y patios. Se convirtieron en un caótico mecano. Desde entonces, en cada casa conviven hacinadas decenas de familias que ocupan cuchitriles de apenas cinco metros cuadrados.
Tras las ventanas empañadas por el vaho, en el interior de tan diminutos cuartuchos se amontonan camastros con las sábanas revueltas, armarios astillados, estufas de carbón y hornillos para cocinar, que contrastan con pantallas de plasma y ordenadores de baratas marcas chinas. En los polvorientos pasillos cuelgan verduras secas y se apilan botellas vacías y cajas viejas para vendérselas a los triciclos que recogen la basura por reciclar. Como las viviendas no tienen aseos, los vecinos salen en pijama a los baños públicos para hacer sus necesidades sobre un agujero en el suelo o guardan una escupidera bajo la cama para las frías noches de invierno.
Desde la Torre del Tambor, los "hutong" (callejones) se revelan a vista de pájaro como un desvencijado dédalo de tejados remendados con placas de uralita que brillan al sol. Entre ejercicios matutinos de taichí y bailes de salón en los parques, malolientes retretes públicos, humeantes tazas de té y pinchitos asados en plena calle, la China tradicional resiste al empuje de la modernidad y la globalización que trae el imparable crecimiento económico.
Desterrados ya los trajes estilo Mao y las riadas de bicicletas de la época comunista, Pekín se ha convertido en una vibrante jungla de asfalto con galerías comerciales de lujo, futuristas rascacielos de colores y circunvalaciones de varios niveles. Pero aún se oyen los cantos de los grillos en los parques y los jubilados sacan a pasear a sus canarios enjaulados en medio de las bocinas que resuenan, atronadoras, en el atasco permanente.
Insectos, pájaros, perros y peces se venden en el mercado de Shilihe Tian Qiao, al sureste de Pekín, en la tercera ronda de circunvalación. Muy cerca de allí, en las tiendas de antigüedades de Panjiayuan, Sun Xioalei comercializa reliquias de Mao como bustos y carteles propagandísticos de la época comunista.
Desprovisto de cualquier componente político y reducido a mera antigualla para coleccionistas, el Gran Timonel sobrevive como icono del merchandising rojo en la nueva China del consumismo a espuertas. Demoledora metáfora de un país que en solo tres décadas ha pasado del socialismo atroz al capitalismo salvaje, una transformación tan radical que todavía sigue desconcertando a los habitantes más mayores de los hutong.
Debido a su encanto y su céntrica ubicación, muchos de estos callejones, como Nanluoguxiang o Dongbanqiao, cerca del Templo de los Lamas, han sido rehabilitados y se han poblado de tiendas de moda para los jóvenes, restaurantes y cafeterías de diseño. Junto a ellos conviven jubilados como Wang Durong, quien nació en la misma casa donde su familia ha morado más de un siglo y abomina de los bloques de apartamentos porque "los vecinos se cruzan sin saludarse".
Bajo los rascacielos de la avenida Jianguomen resiste una calle de tierra con un puñado de "casas clavo", chabolas que sus habitantes se niegan a abandonar al no aceptar la indemnización por la expropiación. Los últimos comercios de frutas y verduras muestran el género entre las ruinas y el polvo que levantan los motocarros.
Aquí vivían antes 280 familias, pero ya únicamente quedan 40. Cuando lleguen las excavadoras, casi siempre precedidas por la Policía o los matones de las constructoras, los últimos vecinos, como Chen Xiaozhong, de 62 años, tendrán que largarse.
"Con los precios disparados por la burbuja inmobiliaria, la indemnización solo me da para comprarme una ratonera en las colmenas del extrarradio", se queja, amargado. En 1949, cuando Mao Zedong fundó la China comunista, se calcula que había en Pekín más de 7.000 hutong, de los cuales ya apenas quedan unos 400 tras los estragos de la Revolución Cultural y, más recientemente, la remodelación urbanística previa a los Juegos Olímpicos de 2008.
En ellos, la vieja China lucha por sobrevivir, aunque sea hacinada en inmundos cuchitriles coronados por polvorientos palomares y atestados de calabacines secos y herrumbrosas bicicletas.
Pablo M. Díez
lospequineses actuales
No me extraña que se pasen horas jugando al mahjong, yo tengo el juego en mis favoritos y todos los días echo mis partiditas. Es una especie de puzzle en el que se forman parejas de fichas como las del dominó que hay que ir eliminando hasta acabar con toda la pirámide de fichas. Es muy entretenido.
ResponderEliminarDebe ser alucinante esa mezcla entre tradición y modernidad para los más viejos del lugar que asisten atónitos a los cambios.
Me ha hecho gracia lo de repartir las mansiones entre todos, eso sí, convertidas en colmenas en las que se hacinan familias enteras. Es lo que siempre decimos, el Comunismo reparte, sí, pero sólo miseria.
Sin embargo, para las nuevas generaciones será difícil mantener ciertas costumbres y por supuesto seguir bajo el régimen opresor teniendo a mano las bondades del capitalismo.
Un abrazo.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarVaya, vaya, con que vos soís una asidua del mahjong y no habías dicho nada. Ahora entiendo la paciencia de la que haces gala porque para jugar a eso se debe de tener espíritu de chino mandarín.
Por lo que se ve, conviven en Pekin los duros ejecutivos de empresas con los viejos chinos acostumbrados a un cuenco de arroz y a formar militarmente a todos horas. Ahora se dedican a disfrutar aunque con covachuelas por vivienda.
Como comentas, esa juventud que viene terminará eliminando los corsés comunistas y entonces ya podemos ir dando por perdido que el resto del Mundo podamos competir con ellos en casi nada.
Lo de los palacios transformados en viviendas que dices, me recuerda a NEGURI (20 kms. de Bilbao) en donde las mansiones de los grandes navieros y banqueros, que salieron corriendo para no recibir tiros en la nuca, los del PNV las han transformado en edificios de viviendas en donde habitan ellos, los señoritos.
Hombre parece que tantos años de Comunismo, como tantos de Socialismo en Al-Andalus, ha creado una casta de vagos redomados que se dedican a jugar al parchis, las damas o las cartas, mientras la parienta saca la familia adelante...
ResponderEliminar...Desde luego los chinos son un pueblo muy particular y unido a sus costumbres, buenas o malas, las conservan, no como los progres de aquí que se convierten a esa religión tan progre que es el Islam o critican lo nacional para alabar lo de fuera...
Un saludo.
CAROLVS
ResponderEliminarCierto. El comunismo y el socialismo producen gentes que hacen como que trabajan pero no trabajan.
Lo de los chinos es diferente : esa tradición de milenios en la forma de vivir no la cambian ni los islamistas si estuvieran allí.
Acostumbro a observar a los chinos de mi pueblo, dueños de grandes tiendas de Todo a Cien o de restaurantes, y además de trabajar en festivos y todas las horas del día, sus escapadas frecuentes son a las máquinas tragaperras de los bares, en donde pasan horas.
Una de las pocas cosas que me gusta ver por la Tv (más caja tonta que nunca), son los reportajes acerca de Japon, China, etc, de oriente.
ResponderEliminarNunca me dejan de sorprender sus costumbres, sus formas, sus tiempos, tan distintos en muchas cosas a nosotros. Dicho esto, tengo que decir que ni de palo cambiaría lo mío por aquello.
De china, siempre nos enseñan Pekin, HongKong, la muralla china y los espectaculares paisajes de aquellas tierras. Nótese que poco más nos enseñan de aquel gitantesco país, y es que el músculo de esa tierra, en forma de aldeas ruinosas de verdad, con gentes que salen de estampida a las grandes urbes, puede no ser tan bonito de ver.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarPara nosotros todo lo oriental es un gran desconocido por tradición secular. Incluso nos inculcaron la hucha del Domund para los "pobres chinitos", falseando una realidad desde hace siglos.
Supongo que a ellos les sucede algo similar y ni siquiera saben en dónde está España.
Como comentas, el músculo del país se halla en los inmensos territorios de aldeas, antes dedicadas al cultivo de arroz, y ahora transformadas en grandes granjas agrícolas y en fábricas de explotación humana con producciónes masivas de electrónica.
Sin embargo es curioso que los chinos que se han instalado en Europa y prosperan con sus negocios de Todo a Cien y restaurantes, no dejan de volver a su tierra cada cierto tiempo en plan de vacaciones. Y que todo lo que aquí ahorran lo envian allí.
El pueblo más comerciante del Mundo es el hindú, seguido del libanés, pero no tienen ese apego de hormigas a su colmena.
En USA viven chinos desde la época de la construcción de ferrocarriles, de los que fueron trabajadores semi-esclavos, y sus descendientes siguen yendo cada cierto tiempo a China. No pierden jamás el contacto con la tierra originaria.
Mira que es bonita Córdoba. Y qué poco de ella se conoce. La mayoría se piensa que aquí sólo hay una Mezquita llena de columnas de mármol rosa y ya está.
ResponderEliminarEsa imagen de la cabecera es del Alcázar cordobés, porque además de Sevilla, Córdoba tiene uno tan precioso como se puede apreciar en la foto.
Espero de corazón (lo siento por tu San Sebastián) que para el 2012 Córdoba sea Capital Europea de la Cultura, será señal de que por una vez se han mirado con criterio y justicia las maravillas de esta ciudad.
Está escrito por una profesora de un instituto público.
ResponderEliminarCONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA , UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA
Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.
En Primaria estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "tracas" o "matracas") Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión y Educación Física. En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían.
En Bachiller, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía.
Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...
Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.
Y... vamos con la Gramática...
...En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte".
ResponderEliminarAsí, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.
De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", no "residenta”.
Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española ? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).
No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).
Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el ma quini sto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!
A mí me pasa muchas veces Carolvs, me indigno con las cosas del lenguaje tanto o más que esta profesora que citas.
ResponderEliminarSon muchos los blog que sigo (más de los que el tiempo y la cordura me permiten) y se lee cada cosa que me daña el nervio óptico con una punzada indescriptible.
El segundo comentario que haces ya lo publicó Tellagorri en un post hace algunos meses.
Saludos.
Elena, no hace falta irse a los blogs o leer los comentarios...yo veo esos errores todos los días en los periódicos y los telediarios, que deberían ser un reducto de cultura...y claro luego los genios y clarividentes ministros y ministras de nuestro amadísimo Gobierno los apoyan y hacen de la incultura Ley, como las miembras de la Aido, el "solo" de solamente sin tilde, la be baja (hasta la llegada del Régimen conocida como "V"), o Rey, Presidente, Papa, etc con minúscula...
ResponderEliminarDOÑA ELENA
ResponderEliminarEsa imagen de cabecera creía yo que era de NUEVA CARTEYA, pero si es de la Córdoba califal se halla enriquecida con la vecindad residencial de Vos y de Doña Adelaída.
Está ahí en vuestro honor, que lo mereceís. Ojalá (Asi lo quieran Alá y Confucio) que os declaren CAPITAL CULTURAL MUNDIAL, a pesar de que mi pueblo también opta a ello.
CAROLVS
ResponderEliminarEstoy con esa profesora que explica lo que ella estudiaba, y le añadiría que nosotros, los de mi generación, también estudiabamos Griego para tener conocimiento de la raíz de las palabras y me ha servido de mucho siempre. Y además, casi en plan perfecto, el idioma francés.
Respecto al segundo comentario que añades es perfecto y ya lo conocía.
Pero hablar de estas cosas ahora a los profesores es como predicar en chino mandarín porque sabrán hasta practicar Judo pero no saben ni Gramática ni escribir sin faltas de ortografía. Y no vayas a preguntarles por los "números primos".
CAROLVS
ResponderEliminarY para remate de tontunada, que no sé si es voluntaria o involuntaria, tenemos al comentarista que va dejando por todos los blogs sus interminables y repetidos mensajes con todas las palabra escritas con Mayúscula la primera letra. A mí me hace pasar de inmediato a otra cosa sin ni siquiera mirar lo que dice.
Tontunos "haylos" muchos por estos lares blogueros, y tontunos degramaticados y analfabetos aún más.
ResponderEliminarMuy bueno el artículo, como siempre ;)
ResponderEliminarYo me pregunto...
¿Tienen algo de parecido a cierta región de españa?
Saludos
No digo nada de la foto no sea que me pase como la otra vez, esta podría confundirla con las rotondas de la entrada de Benidorm con mi tradicional "buen observar".
ResponderEliminarNo conozco Pekín, pero leida la entrada, pena me dan los viejos pekineses aferrados al terruño y rodeados de rascacielos monstruosos, entre los cuales morirán.
Siempre he preferido las ciudades no muy grandes y no tan pobladas. Ese es otro factor de agobio, pobres ancianos, mucha gente pero poco cordiales; la sensación de aislamiento debe ser terrible.
MERLONJOY
ResponderEliminarNo se me ocurre a una en concreto. Díme tú la región a la que les encuentras parecidos.
DOÑA CANDELA
ResponderEliminarComo no podía ser de otra forma, son los jardines del Alcazar de CÓRDOBA.
Arriba estaba incordiando a Doña Elena pero sabiendo que no surte efecto alguno.
Sí, esos "probes" pekineses de viejos tiempos tienen que sentirse agobiados y desplazados en una urbe ultra moderna como es esa ciudad ahora, y a mí tampoco me gustan las grandes ciudades para VIVIR.
Disfruto como un enano visitando Berlin (10 veces mayor que Barcelona) o New York o Istambul, pero no quisiera vivir en ninguna d ellas.
El tamaño de ciudad ideal es el de Alicante y San Sebastián, de parecidos tamaños y diseños.
De los chinos no me asombra ya nada. Si acaso ese corte de pelo en la calle, al que le veo la ventaja de que se puede fumar mientras te pelan, lo que tiene que ser una gozada.
ResponderEliminarMe has hecho disfrutar de un buen rato conociendo aspectos que desconocía por completo. Lo cierto es que estas culturas siempre nos sorprenderán con algo, ya que se mueven entre claros saludos
ResponderEliminarTellagorri dijo:
ResponderEliminar"Arriba estaba incordiando a Doña Elena pero sabiendo que no surte efecto alguno."
¿Cómo que no surte efecto? claro que sí, me río una "jartá" con tus "incordios", pero ¿qué te voy a decir? Córdoba es bella, pero lo es aún más por el reflejo de sus pueblos. Y Carteya es uno de ellos, pequeñito pero muy bonito, aunque no tenga Alcázar. Ya quisiera la capital tener nuestra plaza de abastos llamada Marqués de Estella.
Por cierto, tengo curiosidad por saber a qué región española le recuerda a Merlinjoy Pekín.
ResponderEliminarBWANA
ResponderEliminarEstoy contigo. Hay que propagar que los peluqueros corten en las calles porque así resulta un placer comtemplar al paisanaje mientras se echa un pitillo. O dos.
CABALLEROZP
ResponderEliminarMe alegro de que hayas disfrutado conociendo la mentalidad actual de estos pekineses de barrios pobres, aunque el informe no es mío sino de un periodista.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarAhhhhhh, ansí que sí te hacen efecto los cachondeos que me gasto a veces contigo. Me alegro un montón porque seguiré.
Bueno, esa Plaza de Abastos (nombre decimonónico) debe de ser una maravilla. Encima lleva el nombre de Marqués de Estella. ¿Sabes quienes eran los marqueses de Estella? El primero el dictador Miguel Primo de Rivera, y el segundo el Fundador de Falange. Imagino que ahora lo ostentará algún sobrino del último citado.
Sí lo sé porque tú lo dijiste en algún comentario o post. Lo que no sé es si lo saben los distintos Gobiernos municipales tanto del PSOE como de IU que han pasado por el Ayuntamiento y que se ubica en dicha plaza.
ResponderEliminarELENA
ResponderEliminarSeguro de que los concejales esos izquierdosos del Ayuntameinto no tienen ni puñetera idea de quienes eran los Marqueses de Estella. Porque de saberlo hace tiempo que le hubieran cambiado por algo parecido a "La Luna Creciente del Profeta".