Dificil lo tienen los rebeldes libios

Existe un gran desequilibrio entre las huestes de Gadafi y las fuerzas revolucionarias.
La superioridad de las fuerzas de élite fieles a Gadafi, las dificultades logísticas y la falta de entrenamiento de las débilmente armadas milicias rebeldes pueden decidir la guerra civil libia. Cuando ya se distinguen dos bandos bien definidos a lo largo de una línea de frente que corta el país en dos, tanto las huestes del coronel como los rebeldes han demostrado su incapacidad para dar un vuelco al conflicto.

Este escenario favorece al régimen de Gadafi, que sigue teniendo en sus manos Trípoli, Sirte y Sebha, un triángulo vital que desconecta los bastiones rebeldes del este y el oeste e impide el avance de las milicias revolucionarias. Asimismo, los intentos por reconquistar Zawiya tienen como objetivo derrumbar a los rebeldes por el oeste. Si cae esa ciudad, a continuación lo haría Zuara, dejando el frente oeste en manos del régimen.

Gadafi cuenta además con la ventaja de las líneas internas de comunicación y de una gran movilidad por el vasto espacio libio (un país casi cuatro veces más grande que España) gracias al control de las fuerzas aéreas y de sus bases.

Las dificultades logísticas debido a las grandes distancias y a la climatología de un país desértico complican los movimientos de la oposición, privada de superioridad aérea. Los analistas coinciden en que Gadafi no ha desplegado todavía toda su capacidad militar.

Sobre el papel, el régimen cuenta con 100.000 hombres. Sin embargo, las fuerzas armadas libias son muy débiles y están mal equipadas. Gadafi ha querido que así sea: durante más de cuatro décadas se ha dedicado a fragmentar al ejército fomentando las diferencias tribales. El objetivo era dejarlo en un segundo plano para que no constituyese un contrapoder. Pese a algunas deserciones, las mejores unidades permanecen fieles al coronel, como la fuerza aérea.

El poder militar de Gadafi reside en las unidades de élite, que cuentan con unos 10.000 hombres bien entrenados y pertrechados. Entre ellas, la famosa Brigada 32, bajo las órdenes de Jamis Gadafi, hijo del dictador. Además, el régimen cuenta con brigadas paramilitares como la Legión Islámica Panafricana.

Son la Guardia Mora del coronel. "Gadafi, como Franco, no se fía de su propia gente. Toda la guardia personal del dictador es extranjera", afirma un profesor universitario libio que quiere permanecer en el anonimato. Se desconoce el número de mercenarios que están a las órdenes del régimen, pero algunos analistas los cifran en 200.000 soldados.
Según fuentes libias, 50.000 combatientes africanos defienden Trípoli. Se cree que Gadafi ha fletado vuelos chárter desde Níger o Zimbabue para traer a más mercenarios.

Varios cientos de milicianos tuareg procedentes de Mali también se han unido a las tropas del régimen en la última semana. "Les pagan 10.000 dólares por unirse a la milicia y les han prometido 1.000 dólares por cada día de combate", señala la BBC.

El ejército libio está provisto de armamento de baja tecnología; se trata de vetustas armas de fabricación rusa: fusiles kalashnikov y misiles antitanque RPG7. Los militares cuentan con 2.000 blindados, 374 aviones (incluidos Mirage y MiG) y helicópteros de ataque y de transporte, dos submarinos Foxtrot y los misiles antiaéreos SA-6, que hacen difícil una zona de exclusión aérea.

Los rebeldes sólo poseen las armas que han arrebatado al ejército. Carecen de armamento pesado y blindados. La falta de poder aéreo les impide realizar movimientos de tropas atravesando las líneas del frente.

Puede que Trípoli aún cuente con 9,5 toneladas de gas mostaza en un lugar secreto, pese a que probablemente no tiene capacidad para lanzarlas.

Para mantener a las fuerzas militares en funcionamiento es imprescindible el control de las refinerías y de los campos petrolíferos. Hasta hoy, la oposición controla las instalaciones de Brega, Ajdabiya y Ras Lanuf, así como los campos petrolíferos del este. Pero carece de la infraestructura del oeste. La refinería de Zawiya está en manos del Gobierno. El conflicto y la huida masiva de trabajadores mantiene bloqueado el 60% de la producción petrolera del país africano, que antes de la guerra tenía capacidad para producir 1,6 millones de barriles de crudo por día.

Las fuerzas opositoras se han organizado con líderes que proceden del oeste del país. Comandado por el ex ministro de Justicia libio Mustafa Abdulyalil (quien en su época fue muy crítico con el régimen de Gadafi), el CNR es el embrión de la estructura política de la zona "liberada".

La OTAN sabe todo esto y ya ha amenazado con intervenir. Pero no lo espero conociendo a los lideres de Europa.

Tellagorri

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