No sé cuantas calenturas de boca más habremos de presenciar o escuchar en los medios en un futuro inmediato. Lo que sí sé es que provendrán todas de la misma dirección: más o menos del 50% de una sociedad que desea imponerse al otro 50% a costa de lo que sea.
Lo que sí sé es que las calenturas de boca del pseudoprogerío siempre tienen justificación y han de ser disculpadas por un motivo u otro, pero... ¡ay de ti si levantas la voz más de lo conveniente!
Hemos llegado al punto en el que cualquier payaso o comunicador pueden practicar tranquila e impunemente la maledicencia, el infundio y el insulto gratuito, pero a la inversa no pueden permitirse ni salidas de tono ni pasadas de frenada.
Podemos recordar pasadas calenturas de boca para las que no hay dispositivo alguno de medición de los niveles de sonoridad de sus berridos e insultos.
¡Nunca mais!. Aprovechando un desastre que ningún gobierno habría podido manejar correctamente, desató tal campaña que ya no se sabe si fue Franco en espíritu el que trajo el barco del chapapote.
Los titiriteros parásitos llenaron campos y gradas, aparecieron hasta la saciedad en todos los medios de comunicación y, por supuesto, sus caras ropas de diseño proletario no se mancharon con el petróleo.
La labor del imperio de desinformación tuvo tanto éxito, que hasta un amigo que vive en el centro de la Península y que no ha visto un petrolero en su vida, por mor de las corrientes de opinión convertido en experto marino mercante, decía que el gobierno escondía cosas. Sé gregario, sigue al rebaño.
No a la guerra. Otro slogan afortunado y no pocos decibelios de berridos y exabruptos más. Está bien eso de la paz fraternal, de no intervenir en ningún conflicto. Sólo que, por igualdad de términos, no suelo escuchar yo ese clamor ante las tropelías colonialistas francesas, ni tras ningún atentado terrorista. Y es que un buen slogan diseñado por un caro publicista da mucho de sí.
Se gregario, sigue al rebaño.
Es una suerte que los del reino hachemita no decidan mandar un destacamento a Perejil en un bote a remos o que no emprendan la marcha sobre Ceuta o Melilla. Si, es una suerte, porque acabarían poniéndose en La Junquera.
Hay muchos más ejemplos recientes ¿para qué seguir?.
La labor del imperio de desinformación tuvo tanto éxito, que hasta un amigo que vive en el centro de la Península y que no ha visto un petrolero en su vida, por mor de las corrientes de opinión convertido en experto marino mercante, decía que el gobierno escondía cosas. Sé gregario, sigue al rebaño.
No a la guerra. Otro slogan afortunado y no pocos decibelios de berridos y exabruptos más. Está bien eso de la paz fraternal, de no intervenir en ningún conflicto. Sólo que, por igualdad de términos, no suelo escuchar yo ese clamor ante las tropelías colonialistas francesas, ni tras ningún atentado terrorista. Y es que un buen slogan diseñado por un caro publicista da mucho de sí.
Se gregario, sigue al rebaño.
Es una suerte que los del reino hachemita no decidan mandar un destacamento a Perejil en un bote a remos o que no emprendan la marcha sobre Ceuta o Melilla. Si, es una suerte, porque acabarían poniéndose en La Junquera.
Hay muchos más ejemplos recientes ¿para qué seguir?.
Desgraciadamente tenemos el dudoso honor de vivir en un país de pacatos, en el que los valores, identidades y convicciones morales rotan más que la rosa de los vientos. Un país ancestralmente zafio e inculto que nunca será capaz de salir de ese estadio y, por tanto, condenado a incurrir una y otra vez en los mismos fracasos.
Como parte de esa sociedad que somos, en todos los ámbitos y sectores estamos condenados a vivir soportando la patochez, sin mejor guía que la estulticia propia y ajena.
Decía Jardiel Poncela que ya no quedaban vírgenes; si viviese en estos tiempos diría que ya no hay rasgos de vida inteligente en España.
Por eso digo que cuando se promociona el fenómeno aplanador, se hace bajo banderas similares a los ejemplos anteriores, y en muchos casos a sabiendas que el coste final será inmenso e inabordable.
Claro que eso no importa en un país en el que el refranero mantiene la especie que “en el país de los ciegos, el tuerto es el rey”.
Extrapolando tales conceptos hemos de llegar a la conclusión de que muy mal deben andar las cosas cuando -al menos- la mitad de esta sociedad carece del deseable sentido de patriotismo (el de verdad, no el peyorativo), desconoce la común historia que nos aglutina y están dispuestos a permitir que se rompan la reglas del juego, bien sea por parte de partidos políticos, judicatura o gobierno que se apoya en todo el arco de partidos separatistas habidos y por haber.
Quizá la causa sea la falta de la adecuada instrucción cultural e intelectual, precisamente todo lo opuesto a los gritos, las trifulcas, la pseudo ciencia y las charadas.
Y, para colmo, el deseo de superación, el esfuerzo y la adquisición de conocimientos se apartan hoy de lo políticamente correcto.
Ya es hora de quitarse de encima extraños e incomprensibles complejos de culpabilidad. Ya es hora de, por lo menos, reflexionar sobre nuestro pasado, mirar cara a cara al presente y decidir que futuro deseamos tener.
Lo que si es cierto es que los efectos aplanadora no van a proporcionar la panacea que se busca. Por este camino solamente se propicia que los más ineptos se promocionen.
No para ahí el asunto. Hay muchas causas y motivos por los que se ha llegado al estado actual, pero una gran responsabilidad es atribuible a los medios de comunicación.
Seguro que los lectores de este Blog conocen de sobra las andanzas de la Geheime Staatspolizei, bien a través de los libros o bien a través de la ficción (deformada, como no) del cine y la TV.
Para los visitantes ocasionales que no se hayan molestado en coger un libro en su vida aclararé que la Geheime Staatspolizei es conocida vulgarmente como la GESTAPO.
La Gestapo basaba su poder en la Schutzhaft. Resulta irónico llamar custodia protectora al encarcelamiento de las personas sin procedimiento legal alguno. Y para completar la pirueta, el destinado a los campos de exterminio debía firmar un documento: el Schutzhaftbefehl, declaración en la que éste exponía su deseo de ser encarcelado. Huelga decir cómo se obtenían tales declaraciones y firmas.
Algunos autores, entre los que destacan Robert Gellately y Eric A. Johnson, han venido a demostrar fehacientemente que la Gestapo por sí misma no hubiese llegado hasta donde lo hizo si no se hubiese producido una colaboración íntima de la ciudadanía, pues resultaba (y es comprensible) poco menos que imposible detectar los menores signos de desobediencia en ámbitos tan íntimos como la vida privada, la social, la familiar, etc.
Así pues resulta que se daba una interacción total entre la policía, el pueblo alemán y la puesta en práctica de las políticas nazis.Exactamente lo que hoy sucede en Cataluña y Vasconia.
El éxito de la política racial del Reich se debió en gran medida a la buena disposición que mostraban los ciudadanos alemanes a la hora de proporcionar a aquélla informaciones sobre actividades “delictivas” o “sospechosas”.
De esta manera tenemos que la Gestapo no era una organización gigantesca, sino relativamente pequeña, con pocos comisarios y espías, y que dependía por completo de la complicidad de la población alemana.
Hoy nos encontramos con que la mayoría de medios de comunicación adoptan el papel de Geheime Staatspolizei y que nadie se escandaliza ni por pienso de tan anómala función de unos medios que, en primera instancia, debieran estar al único y exclusivo servicio de la información veráz.
Algunos creemos que actividades tipo Gestapo no pueden ni deben tolerarse. Que deben ser combatidas activamente, porque creemos que los tiempos en que se perseguía a las personas por simples discrepancias de opinión debieran haber pasado a la historia.
Creo fervientemente que no puede haber lugar en nuestra sociedad para tribunales de honor, Santos Oficios, ni modernas Gestapos.
Durante todo este tiempo a algunos nos ha tocado lidiar con la dictadura franquista; la dictadura separatista, sus modelos sociales injustos, sus rapiñas y, ahora, contra casi todo el mundo. Nos han adjudicado siempre el papel de proscritos, el del grupo social prescindible y que es preciso amordazar “como sea”.
A lo largo de estos años hemos podido constatar cuan gratuito les resulta a los separatistas vulnerar cualquier tipo de ley y que, si te enfrentas a ellos ha de ser hipotecando tu patrimonio, futuro e incluso integridad física.
La amenaza de marginación, sólo por PENSAR DIFERENTE (ayer como hoy), es constante, porque no se admite otro dogma, otra actitud ni otra concepción.
Yo soy la LEY, dice el el jefecillo autonómico SOL de turno (claro que, los turnos en los que cambia el color no sólo no son muchos, sino que sólo ha habido uno en Vasconia y ninguno en Cataluña).
La desfachatez y el Schutzhaft se han instaurado en esta sociedad, a lo que parece para siempre. Y lo que es peor, retorcidas las normas y los modos, no hay forma de desalojarlo.
Tal sistema, metódico, despótico, cruel y ejercido sin control alguno que no fuese el del separatista de turno, ha sido lo cotidiano de los últimos 30 años de nuestra historia, y no habría sido posible sin una Schutzhaft, de una Geheime Staatspolizei y, finalmente, no habría sido posible sin la cooperación diligente de esas desharrapadas ratas de campo, camisas pardas a tiempo parcial, y sin la anuencia indolente de gran parte de los ciudadanos.
Aquí la Geheime Staatspolizei y sus espías está formada por toda una cohorte de ratas de alcantarilla siempre prestos a delatar el PENSAR DIFERENTE de su vecino.
Estos miserables en su vida privada pueden ser unos buenos padres de familia, conducirse decorosamente. Pero en lo tocante a lo social son despiadadas hienas, como lo era Heinrich Himmler.
Este desdoblamiento de la personalidad quizá se deba a lo anodino de sus vidas privadas, y lo compensan caminando por los bordes peligrosos del fascismo más atroz: denunciando a colegas, vecinos y compañeros por obscuros motivos que sólo ellos conocen, entre los cuales el más fascinante puede ser que el Fhürer te estreche un lejano día la mano en el batzoki o te pase la mano por el lomo. Y en la mayoría de ocasiones ni lo uno ni lo otro.
Aquí se ha liquidado todo vestigio de inteligencia, se han aplanado metódicamente, una y otra vez, las disonancias para que reine la atonía.
Nadie está seguro ya que la Geheime Staatspolizei no tenga un dossier tuyo, por haber cometido alguna infracción de tráfico, no haber liquidado la hipoteca, o porque te guste el vino de Rueda un poco más de la cuenta.
Luego, cuando convenga, vendrá el descrédito, poco a poco, dosificado, cambiando un punto aquí, una coma allá. Después de repetir las medio- verdades (mentiras) mil veces, como decía Lenin, ya son verdad.
Determinada de este modo la escala de valores que ha predominado en esta sociedad (especialmente en la vasca) a lo largo de casi 30 años (o quizás unas cuantas decenas más), nos lleva a comprender las causas por las que los comportamientos políticos y sociales aberrantes se dan por buenos.
Estamos hablando de la realidad tal cual, no de la distorsionada que padecemos, por mucho que algunos les suene a herejía.
Puede que nos suene a herejía, pero no por ello es menos cierto que esta sociedad está virando alarmantemente hacia modos fascistas.
Lógico, pues el fascismo viene de la incultura. Y ésta de la falta de educación, que atrofia las miras y urde complots. En esta situación, los individuos se aferran a su parecer, no por verdadero sino por suyo.
Será preciso recordarles que por muy nobles que sean sus fines, si se asocian al fascio, estarán pervirtiéndolos, estarán contribuyendo a degradar los principios sobre los que se sustentan y, finalmente constituirán su propio descrédito.
Queremos la libertad, la vamos a conseguir, la vamos a usar.
La moderna Gestapo obliga al exilio y poco menos que a la clandestinidad a algunos de sus ciudadanos acorralándolos contra las cuerdas. Una vez más en la historia de este lugar algunos de sus ciudadanos han de exiliarse por opinar distinto, por ostentar ideologías diferentes, por vestir distinto.
Todas estas maniobras se están ejecutando a la vista de todos. Todos pueden comprobar sus métodos.
Puede la actual Gestapo espiar y cerrar nuestros Blogs. No importa. Habrá siempre otro lugar al que trasladarse. La verdad es la verdad, se mire al derecho o al revés.
murmura,aplasta
El colaboracionismo es uno de los pilares de los regímenes totalitarios. No pretendo descubrir nada nuevo con esto, pero cuando se nos habla de la colaboración ciudadana PARA BIEN (terrorismo), se nos oculta que esta tambien existe PARA MAL (véase lo de la rotulación en catalán en los comercios). Por la puerta de las buenas intenciones acaban entrando los lobostotalitarios, sin que ea la gente le de por decirles a los lobos que asomen la patita por debajo de la puerta.
ResponderEliminarTu post, como siempre, está excelentemente fundamentado. Supongo que conoces el libro de Goldhagen y la bronca que se organizó cuando fue publicado. Lo cierto es que el título es provocador, y que sus tesis pueden no estar sujetas a una investigacion muy rigurosa (Kershaw,que no es tonto, dice simplemente que es un mal libro), pero incide en una cuestión fundamental: ¿Las cosas pasan porque sí, o es que la gente se apunta gustosa al bombardeo?. Yo creo que habrá de todo, pero es indudable que en tiempos atribulados siempre hay gentuza que aprovecha para atizar rencillas y dar rienda suelta a sus demonios particulares.
Saludos, Javier.
Vaya post Tellagorri, denso y brillante.
ResponderEliminarLa clave de por qué hemos llegado a esta situación, en la que a pesar del ferreo control del estado la gente vive (se cree que vive), en una democracia sana, es el páramo cultural que nos rodea.
La gente cada vez sabe menos y lo poco que sabe proviene de una educación manipuladora y tergiversadora, pero lo más lamentable es que no está dispuesta a cambiar, y menos aún si debe hacerlo a través del propio esfuerzo para tapar lagunas y descubrir engaños.
Lo dices bien, prefieren ser del rebaño a complicarse la vida.
A mí, por suerte, nunca me gustaron los rebaños (modestia aparte me considero demasiado especial para diluirme en la multitud...), así que estaré como tú y como muchos otros, en los blogs o donde nos dejen criticando la mediocridad y la falta de democracia evidente.
Y pensar que porque cada 4 años les dejan ir a votar se creen que a "esto" se le puede llamar democracia.
Hablas de la Gestapo, pues bien, hace no mucho comenté en mi blog los "11 principios de Goebbels" sobre la propaganda, pues a él me remito, y asusta lo parecido que se comportan el psoe y los nazis.
ALFREDO
ResponderEliminarAhí está la palabra : EL COLABORACIONISMO.
Y lo que tú tantas veces sueles decir : afición a ser rebaño del gentío en general, para no complicarse la vida pensando.
ISRA
No dudo de que por lo menos somos DOS los que seguiremos hablando de la mediocridad del entorno en que vivimos, además de CARTAS MARRUECAS y alguno más.
Lo de los 11 principios de GOEBBELS creo que te los leí y estoy de acuerdo que siguen siendo el Catecismo de estos chupandorrios pacotilla disfrazados de Armani o de Hugo Boss.
La izquierda garbancera funciona a golpe de silbato y se moviliza como una jauria en pos de la presa a cazar.
ResponderEliminarDe la manifestación, al acoso y la violencia, hay una delgada linea roja que cruzan a la menor ocasión, como aconteció durante los días posteriores al 11-M.
Si a eso le unes la propaganda goebblesiana que con insidias,libelos y mentiras destruyen vidas y haciendas, movilizan al ganado lanar que traga y engulle consignas, se convierten en un peligro como ha quedado demostrado desde el 36 hasta hoy.
Y no se detienen ante nada,Tellagorri.
Un magnífico post,Tellagorri, con enjundia y sustancia.
Nuestra sociedad está enferma, eso está claro ¿Como se puede llegar a ese estado de postración? ¿Que se necesita para despertarla?...¿Porque nuestra sociedad no reacciona como la francesa, por poner un ejemplo cercano? ¿Porque la castaza política no nos respeta? ¿Como una democracia ha derivado a una dictadura de hecho? ¿Como no hemos dejado pisotear hasta estos puntos si disponemos de mecanismos para evitarlo?. Nosotros somos los culpables, tampoco me cabe la más mínima duda. Joder, Tella, ¿Como lo podriamos solucionar? Danos una idea. Un abrazo
ResponderEliminarNATALIA
ResponderEliminarGracias por el comentario con el que estoy identificado.
CHARNEGUET
No le veo más solución a esta bochornosa situación política y social actual que la de que los BLOGUEROS sensatos DEMOS LA TABARRA sobre el tema para que, al menos, unos cuantos vayan poniendo sus neuronas a funcionar.
Un abrazo