Esa especie de Estado-Iglesia, con sus propios dogmas intolerantes, sus predicadores, sus ritos sagrados y sus expresiones elevadas que brindan explicaciones totales del pasado, el presente y el futuro...
Emplazar sus idólos, sus símbolos, en altares nacionalistas y apropiarse del lenguaje del patriotismo para sus fines específicos.
Todo eso lo conocemos bien.
No son ingenuos, conocen las técnicas de manipulación que necesitan para infundir fe a las masas y saben los efectos que causan los actos multitudinarios, banderas, cantos, símbolos y colores...
Se presentan como defensor de la Ley y el orden, incluso mientras exculpan a los asesinatos cometidos por sus seguidores.
Se presentan como defensor de la Ley y el orden, incluso mientras exculpan a los asesinatos cometidos por sus seguidores.
Se mata a la gente en virtud de leyes raciales o históricas absolutas, sin cólera ni cálculo utilitario. La necesidad de alarmas y enemigos constantes en esa economía del terrror garantizan su "inflación" en la práctica.
El sufrimiento determinado por categorías, divorciado de lo que pudieran haber hecho las víctimas individuales, cuyas filas pueden redefinirse ad infinitum.
Muchos de los que simpatizan con ellos son al mismo tiempo miembros de comités de iglesias, participan en negocios y empresas o en asociaciones deportivas o gastronómicas.
Han creado una red de autoayuda propia, una sociedad en miniatura. La oferta que hacen no es nada despreciable: trabajo con pensiones millonarias en cuanto cesan a uno del cargo, cambio de su apoyo político.
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