17 abril 2018
El almirante Cervera y sus chicos
“Salga V.E. inmediatamente”, fue la última y escueta orden oficial.
Después, por supuesto, todos se lavaron las manos y nadie fue responsable de nada, como ocurre y ocurrirá siempre en este país desgraciado: ni el gobierno timorato y débil, ni los generales y almirantes que callaron por no comprometer su carrera, ni la prensa demagógica y bocazas que durante meses enardeció los ánimos y empujó a los políticos a tomar decisiones en las que no creían.
La desproporción de fuerzas era abrumadora: tres cruceros (Infanta María Teresa, Oquendo, Vizcaya) con débil blindaje, un crucero (Cristóbal Colón) que había zarpado de Cádiz sin tiempo para que le montaran la artillería gruesa, y dos modernos y frágiles destructores contratorpederos (Furor, Plutón), por completo vulnerables a las bocas de fuego de la escuadra norteamericana mandada por el almirante Sampson: cuatro potentes acorazados (Indiana, Oregon, Iowa, Texas), dos cruceros acorazados (Brooklyn, New York) y un navío ligero (Gloucester), sin contar buques auxiliares y transportes, blindados los cuatro primeros con planchas de acero de casi medio metro de espesor y cañones de 330, 305 y 203 mm.: artillería pesada que que sumaba, entre todos, 52 bocas de fuego de grueso calibre frente a las seis piezas grandes que sumaban los barcos españoles, piezas cuyo calibre máximo era de 280 mm. Aquello, resumiendo, iba a ser para los norteamericanos un simple ejercicio de tiro al blanco.
La costa era ya una sucesión de buques embarrancados y en llamas, de cientos de hombres ensangrentados que intentaban ganar la costa a nado o se hacinaban heridos en las playas y sobre los arrecifes, cuando una nueva silueta gris se destacó en la bocana, y tras ella aún siguió otra: salían los últimos dos barcos de la escuadra, los destructores contratorpederos Furor y Plutón, cuyas órdenes incluían acompañar a los mayores y ponerse a sotafuego de éstos hasta que, merced a su andar, lograran escapar a toda máquina; pues sus endebles estructuras y armamento nada podían contra los acorazados enemigos: bastaba un solo cañonazo para partirlos en dos.
Así fue como acabó todo, y como el pabellón español dejó de ondear en un mar que había sido suyo durante cuatro siglos.
Cesó entonces el fuego norteamericano, pues ya no había contra quién disparar.
Eran las 13,30 de la tarde. Aunque el tiro de los artilleros españoles había sido continuo y preciso durante las cuatro horas de combate los norteamericanos, protegidos tras sus blindajes y sus cañones de largo alcance, no tuvieron más que un muerto, dos heridos y nueve contusos, en lo que para ellos fue un cómodo ejercicio de impune tiro al blanco.
Pero en el fondo del mar, en los barcos en llamas y en las playas ensangrentadas, había 323 españoles muertos y 151 gravemente heridos: uno de cada cuatro hombres de la escuadra del almirante Cervera.
A. P. Reverte.
Hasta que llegó la alcaldesa de Barcelona y le quitó la calle.
ResponderEliminarCito las palabras del tataranieto del almirante Don Pascual Cervera y Topete, héroe de la Guerra de Cuba: “Mi tatarabuelo, el almirante Cervera, ante la muy superior flota americana dejó dicho: “El enemigo nos supera en fuerzas, pero no nos aventaja en valor. Hoy, sus enemigos en lo que no le aventajan es en inteligencia”.
Hay que ser membrillos para quitar el monumento a un almirante que se hizó mundialmente célebre cuando el Invicto aún no tenía SEIS AÑOS de edad, calificándolo de "franquista".
EliminarEsa estúpida y analfabeta de alacladesa de Barcelona le ha quitado la calle que llevaba su nombre porque, según los lumbreras municipales, CERVERA ERA FRANQUISTA. Y en su época, la de Cervera, Franquito aún no había nacido.
ResponderEliminarTal como lo comentas. Con gente iletrada pero fanática de los extremismos siempre suceden acciones de este tipo y que unicamente pueden calificarse de majaderías.
EliminarEn aquella época España como país era mucho más solvente y potencia mundial que Usa y eso se ve en el valor de las monedas de oro españolas en relación al dolar gringo.
ResponderEliminarY no obstante los políticos dejaron que la mejor marina después de la británica, se fuera al carajo.
Esa es otra : disponiamos en tiempos de Isabel II de una Marina de guerra que era respetada y de una situación de país aún poderoso, en tanto que los yankees eran un país emergente sin historia y guerreando a traición con México para robarle California, Texas y demás.
EliminarSe trata de la nueva división del tiempo. Hemos pasado del Antes de Cristo y Después de Cristo, al Antes de la muerte de Franco y Después de la muerte de Franco.
ResponderEliminarAmigo Don Ultimo se puede ir, si lo prefieres, cuando se habla con los descerebrados de PODEMOS a dividir el tiempo en PREHISTÓRICO (antes de Franquito) e HISTÓRICO (después de muerto el Invicto).
EliminarCon esto en mente, que mas o menos es vox populi, y que venga una alcaldesa como la Colau a soltar la que soltó. Pero no nos engañemos, tenemos los gobernantes que votamos, ergo tenemos los gobernantes que merecemos. Ni la historia ni el recuerdo de gentes como el almirante Cervera y sus marinos se lo merecen (ellos ya sufrieron a los suyos), pero nosotros sí, los merecemos.
ResponderEliminarY es que con lo que ha llovido, y se vota lo que se vota.
Tenemos, como dices, los gobernantes que nos merecemos y cuya razón de que existan es el pésimo sistema electoral que tenemos, además de un sistema educativo propio de Senegal. La Colau en Senegal sería una dirigente como lo es en Barcelona, y en la España de Alfonso XIII hubiera sido una fregona de mercados públicos.
Eliminar