El "efe-be-i" del Borbón

Sí, ilustres lectores de este Blog, el Rey tiene su particular FBI,  a la Lagarterana.

Los "antecedentes" de Letizia, la familia y vicios de Otegi, asesinatos, chantajes... Así han sido las 100 operaciones de los servicios secretos que marcan sus últimos 35 años.

Fernando Rueda, el mayor experto en España en espionaje, los desvela en su nuevo libro. Véamos un par de casos.
Fue una relación guardada en el más absoluto secreto, hasta el momento en que La Zarzuela decidió anunciar oficialmente el compromiso del niño Felipe con Leticia, perdón : LetiZia. Pero en esos meses en los que salieron juntos, Letizia tuvo que pasar, sin saberlo, la prueba más dura antes de casarse con el heredero a la Corona: la investigación del CNI.

En su historia, el servicio secreto ha llevado a cabo algunas misiones que no dieron origen a la apertura de un expediente, porque la persona que lo encargaba y el trabajo a realizar hacían aconsejable no dejar rastro. Estos trabajos han sido efectuados siempre por encargo de altas personalidades del Estado.

Fue el caso de un familiar de Felipe González, que mantenía relaciones con una persona extranjera de la que lo desconocían todo. Manglano solicitó un informe detallado de su vida a agentes de su máxima confianza, que conocían la envergadura del caso y transmitieron verbalmente los resultados a su jefe, que lo rebotó al presidente del Gobierno.

Entre esos encargos privados estuvo el de hacer una investigación sobre la vida de Letizia Ortiz, con la intención de detectar riesgos de cualquier clase: conocer cada detalle de su vida para prevenir futuros ataques que pudiera recibir procedentes tanto de grupos de presión de todo tipo como de los medios de comunicación.
Había que identificar, por pequeña que fuera, cualquiera de sus debilidades, solucionarla en secreto y cerrarla antes de que se convirtiera en un personaje.

En estos casos lo que se hace es elaborar un listado con las amistades, investigar a fondo su biografía, analizar cualquier aspecto de su trayectoria económica y cualquier otro factor que alguien pudiera utilizar en su contra.

El encargo lo llevaron personalmente a cabo altos mandos del CNI que gozaban de la máxima confianza de la dirección y con una integridad  a prueba de bomba. Integridad que garantizaba que entonces y en el futuro toda la información que obtuvieran moriría con ellos [...]. Unos meses después de la boda, en julio de 2004, el que fuera director del CNI, Jorge Dezcallar, cuyo nombre luego sonó para dirigir la Casa Real, aseguró que sus hombres nunca espiaron a Letizia. Sin duda, un hombre de la máxima confianza.

Ninguno de los directores que ha tenido el Cesid-CNI ha podido resistirse a mantener una relación especial con don Juan Carlos. De los dossiers especialmente secretos que periódicamente elaboraba el Cesid sobre temas como la actividad terrorista, se hacían 15 ejemplares para las máximas autoridades y el número uno era siempre para el rey.

Con Alberto Saiz la relación llegó a un nivel especialmente curioso. Cazadores los dos, el monarca invitó en diversas ocasiones a Saiz a acudir a algunas selectas cacerías, que sirvieron al director del servicio de inteligencia para conocer a personalidades muy relevantes de la vida pública internacional. Esa buena relación le llevó a contar con el apoyo del rey cuando los momentos de incertidumbre aparecieron en su gestión.

Si bien el servicio de inteligencia depende de La Moncloa, sin duda en estos años las mejores relaciones de sus directores han sido con La Zarzuela. Que la persona mejor informada de España haya sido siempre el monarca, es mérito indudable de Juan Carlos, pues en ninguna ley, orden o decreto figura que el CNI sea el órgano de información de la Jefatura del Estado.

De hecho, en la página web del servicio de inteligencia se reproduce el art. 1 de la Ley 11/2002, que es claro: son el "organismo público responsable de facilitar al presidente del Gobierno y al Gobierno de la nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones".

Un día de julio de 2004, dos de los trabajadores de Euskaltel ( empresa peneuvera de comunicaciones : TV vasca y móviles)) que realizaban labores de ampliación de sus redes de fibra óptica en la comarca del Bajo Deba acudieron al domicilio particular de Elgoibar del dirigente abertzale Arnaldo Otegi.

Les abrió la puerta su esposa, María Julia Arregui, a la que pidieron el favor de que les dejara tomar imágenes del cableado de la fachada del inmueble, que no podían captar desde el exterior. La mujer no les puso ningún impedimento para entrar y les acompañó a la esquina de la casa desde la que debían sacar las imágenes.

Algo llamó la atención de María Julia: las cámaras de los operarios siguieron encendidas cuando, finalizado el trabajo, se dirigieron de nuevo a la puerta. Incluso creyó ver que a su paso grababan las habitaciones de la casa. Quizás al principio no sospechó de dos funcionarios de una empresa que estaba trabajando en el barrio, y desconfió al notar que no tenían acento vasco y que su marido le había alertado siempre que no se fiara de nadie.

Apuntó el número de matrícula y telefoneó a Euskaltel para confirmar el trabajo encargado a los dos hombres. La respuesta: no habían ordenado a ningún operario un trabajo así. Entonces fue a presentar denuncia ante comisaría, en la que aportó la matrícula, pero las placas eran... de "identidad reservada".

Pero en la inmensa mayoría de los controles, Otegi no tuvo ni idea de que le seguían o grababan sus conversaciones. Se puede afirmar que es una de las personas con más abultado expediente en los archivos del servicio de inteligencia. En los 80, la delegación en el País Vasco comenzó a controlarle y a informar de su progresiva influencia en el mundo abertzale. Pusieron el punto de mira en él y empezaron a elaborar un Informe Jano, en el que recogieron cualquier dato al que tuvieron acceso sobre su vida pública y privada.

Cuando en 1990 fue designado portavoz de Herri Batasuna, ya había sobre él un control permanente. Fue la primera vez, aunque no la última, que distribuyeron entre altos cargos de la Administración un perfil de su familia (abuelos, padres, mujer, hijos), de su ideología (evolución política desde sus orígenes terroristas) y de sus influencias dentro del partido.

El CNI ya le veía como el hombre del futuro y por eso consideró prioritario conocer cada extremo de su vida. Como, por ejemplo, que dada la escasez de su sueldo, tenía la costumbre de prolongar las comidas que pagaba el partido, mientras bebía una copa tras otra.

El control permanente de Otegi se les reveló como un rotundo acierto. Con los años, esa actividad les permitió información de primera sobre los acontecimientos que siguieron a los atentados del 11-M.

Sin duda, tenía el teléfono intervenido, por lo que se enteraron de la llamada de su contacto cerca de ETA, que le anunciaba que ellos no habían colocado las bombas. Pero también de sus conversaciones con el lehendakari Ibarreche o el dirigente de ERC Carod-Rovira. Datos que llevaron al CNI a olvidarse de la pista etarra en los atentados y volcarse en los islamistas.

La llegada de Zapatero a La Moncloa y la puesta en marcha de las negociaciones para lograr la paz en el País Vasco no redujeron el control. Ni tras la oficialización de la tregua con el discurso de Zapatero en el Congreso, el CNI bajó la guardia. Rubalcaba dejó su puesto de portavoz socialista para asumir Interior. El objetivo era volcar todas las competencias en la Policía y dejar al margen en lo posible a la Guardia Civil y al CNI.

El malestar en el servicio fue inenarrable, pero tuvieron que acatar las órdenes. Eso sí, siguieron manteniendo activas las vías de espionaje... y pudieron elaborar informes sobre lo que pensaban sus dirigentes sobre cada paso que se iba dando en la negociación con Eta. Otegi pidió que el CNI no interfiriera en las conversaciones políticas que tenían lugar en Loyola con el Partido Socialista y el PNV, pero los espías no renunciaron a esas escuchas y seguimiento que tanto martirizaban al dirigente cercano a ETA.

El 8 de junio de 2007, Otegi ingresó en prisión. Podría parecer que desde ese momento el CNI abandonó a su presa, pero nada más alejado de la realidad.

Aunque ninguna ley lo establece así, el CNI "es el órgano de información del rey". Y parece tonto.

Tellagorri

el efebei del borbon