16 septiembre 2008
EUTANASIA o CARTA VERDE PARA ASESINAR
El chileno Amenábar estrenó en el cine Gran Vía su "Mar Adentro" cortando el tráfico, con focos, alfombra roja y la asistencia de Rodríguez Zapatero, Sonsoles, varios ministros y la espuma de la progresía nacional.
Debimos suponer que esta fratría traía la muerte en la agenda de trabajo. Se regula la muerte como se ordena el tráfico.
Era la historia de Sampedro, el marinero gallego tetrapléjico al que la Justicia negaba la eutanasia. Una amiga le acercó un vaso con cianuro potásico y una pajita, y grabó el trance que fue publicitado cortando unos estertores inmisericordes porque aquél es tósigo doloroso.
El inefable médico Bernat Soria sostiene el suicidio asistido. Este no sabe de nuestro altos índices de suicidio que hacen innecesario facilitar el trámite.
Llegaremos al absurdo porque hay muchas maneras de matarse y si empujamos a un cristiano desde un quinto piso diremos luego que sólo fuimos asistentes de su deceso. La defenestración como suicidio.
Irrespirable la cadaverina que exhalan los reformadores sociales socialistas a vueltas con la eutanasia activa o pasiva, el aborto de menú y la muerte digna.
La muerte es un naufragio contra la escollera mientras los raqueros desde el acantilado calculan el botín tras degollar a los supervivientes. Se legisla la vida, no la muerte haraposa.
Felicitas lleva más de un año luchando malamente por su vida. A sus 93 años es una montañesa fuerte que ha sobrevivido a la guerra y el hambre, y a la que un tumor agresivo en la cabeza la ha llevado dos veces al quirófano a vida o muerte, incluso con las dudas de los cirujanos, y le ha dejado una placa de titanio en la frente, sordera y enceguecimiento.
No sé si estaremos amparando una medicina encarnizada pero no autorizaré una postrera sedación. No lo razono; simplemente me rindo ante un hálito de vida aun no contando con el consuelo de la religión. Si Felicitas puede vivir un día más aunque sólo sea para atusar a su perra, nadie ha de quitárselo aunque la calavera se dibuje finamente en sus facciones.
Por MARTIN PRIETO
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