La publicidad local afirma que es el tercer cementerio más visitado del mundo, después del Staglieno de Génova y del Père-Lachaise. Un embuste en lengua latina preside el frontispicio de la entrada: Requiescant in pace. No hace falta adentrarse en las sendas del cementerio para comprobar la nula vigencia del requiescant. Allá no requiesca ni dios. Tal es la afluencia de turistas con o sin guía, el barullo de voces, la aglomeración, las risas.
La Recoleta es cementerio reservado a familias ilustres y adineradas. Se nota en el boato de los panteones, similares a chalés adosados de estilo fúnebre. En esta ciudad mortuoria se domicilia gente que un día abandonó la práctica de la respiración, pero conservó el rango social.
Allí no se entierra a nadie. Para empezar, no hay tierra. La tierra cruda es para los pobres. En la Recoleta todo el mundo está a resguardo de gusanos, habitando lujosas moradas donde abundan los bustos, las estatuas, las columnas; donde conviven las cruces con los símbolos de la masonería.
Porque si en algún sitio se aprecian las clases sociales es en los cementerios y, más que en ninguno, en este de Buenos Aires.
Unos cuantos premios Nobel yacen en el lugar, y gran número de próceres y militares a cuál más heroico, e industriales y altos cargos, y también un puñado de escritores, que eran los que a mí me interesaban: Bioy Casares, Sarmiento, las hermanas Ocampo, José Hernández, Oliverio Girondo, Mallea y alguno más.La estrella del cementerio es Evita Perón.
F. ARAMBURU
Estupendo blog y excelentes comentaristas.
ResponderEliminarBuen blog y excelentes comentaristas.
ResponderEliminarLo de los cementerios es el modo habitual de los parientes de los difuntos de buscar una forma de inmortalización.
Muchas gracias, DON MAURICIO.
EliminarEs un placer leer tu comentario.
Los de Buenos Aires siempre han querido ser los más elegantes de América y han copiado todas las modas francesas e inglesas. Y hasta en la calidad o lujo de los cementerios han tenido que destacar. Y porque tienen obsesión con los muertos como aquí la tienen los izquierdoso con todo lo relacionado con la guerra civil.
ResponderEliminarLos de Buenos Aires siempre han querido ser los más elegantes de América y han copiado todas las modas francesas e inglesas. Y hasta en la calidad o lujo de los cementerios han tenido que destacar. Y porque tienen obsesión con los muertos como aquí la tienen los izquierdosos con todo lo relacionado con la guerra civil.
ResponderEliminarDON CABALLERO.
EliminarA los de Buenos Aires ni los propios argentinos los tragan por sus chulería y los llaman "porteños". Pero allá ellos y su entorno.
Su afición a los MUERTOS es, como dices, casi tan grande como la de los marxistas con los muertos de la guerra civil nuestra.
En ese cementerio al menos hay gente en calidad de turistas, porque en España los cementerios son lugares solitarios. Y eso que en algunos como el de Sevilla hay auténticas obras maestras de panteones de toreros y flamencas ricas.
ResponderEliminarDON TRINO
EliminarHay mucho gentío que está tronado aunque no lo parezca, y por eso hacen turismo de cementerios.
ResponderEliminarMuy bonito, genial.Al fin y al cabo la mayoría tienen pasaporte para el INFIERNO.
DON JUAN CARLOS.
EliminarGracias por la loa.
No sé cómo está lo de los visados para el infierno.
Y es que hasta cuando nos morimos siguen habiendo clases. Seguro que entre esa gente alli enterrada habia mucho socialista , tipo Eva Peron.
ResponderEliminarY es que creo ahora, al igual que hace 1 siglo, sigue vigente aquello de "haz lo que diga, no lo que haga", esa maxima tan socialista.
SEÑOR OGRO.
EliminarA los que están ahí ya no les sirve de nada el haber sido socialistas o maestros del Kung-Fu.
Lo que me llama la atención, tal como comentas, es que las variadas clases sociales se perpetuan en los cementerios- Para satisfacción de algunos vivos.
Resulta llamativo el caso de Evita Perón, enterrada allí entre muchos de los que fueron sus enemigos y no en la Chacarita, entre sus descamisados.
ResponderEliminarDON TRECCE
ResponderEliminarSus seguidores deben de pensar que debe de estar junto a los más altos próceres del país por razón de considerarla una semi-diosa eterna.