El mundo avanza a tal velocidad que amenaza con regresar a sus orígenes.
Al ver a unos infelices muchachos. la mayoría niños, trabajar
doce horas diarias en unos yacimientos que cuando menos se espera se desplomarán sobre sus cabezas ahorrando a sus explotadores el trabajo de enterrarlos, no cabe por menos que preguntarse qué hemos hecho tan rematadamente mal para que
nuestro futuro esté en sus manos.
Cuando el presidente de una multinacional envía un mensaje ordenando que se realice una transferencia por internet, lo envía gracias al esfuerzo de esos niños.
Cuando el piloto de un avión confía en su GPS a la hora de conducir a trescientos pasajeros a la seguridad de un aeropuerto perdido en una diminuta isla, lo consigue gracias al esfuerzo de esos niños.
Cuando un sofisticado satélite observa la Tierra enviando información sobre la dirección y la fuerza de un huracán, guarda su posición en el espacio gracias al esfuerzo de esos niños.
Dentro de unos años la humanidad no será capaz de
desenvolverse sin ellos.
Los medios más rudimentorios, palos. troncos, picos, palas, escoplos. martillos y unas manos que no han tenido tiempo de aprender a escribir, constituyen la base sobre la que se asienta la fabulosa tecnología punta del orgulloso siglo XXI.
¿Cómo se explica?
¿Acaso hemos sido tan inconscientes como para no darnos cuenta de que corremos ciegamente hacia el abismo?
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COLTAN |
Hace poco más de treinta años alquien, nadie sabe
exactamente quién, comprendió que un metal casi desconocido, el tantalio, poseía propiedades físico químicas casi mágicas, puesto que era mucho mejor conductor de la electricidad y el calor que el cobre, a la par que dúctil,, de gran dureza, con un alto grado de fusión e inoxidable, ya que tan solo lo ataca un ácido fluorhídrico que apenas existe en la naturaleza.
Nunca se le había prestado una especial atención hasta que a la luz de dicho hallazgo
los fabricantes de toda clase de aparatos electronicos encontraron el cielo abierto. Ganar dinero, ganar prestigio, ganar tecnología, ganar cuotas de mercado ...
De la noche a la mañana los mostradores se abarrotaron de nuevos productos que atraían a millones de clientes fascinados por la idea de comunicarse con el resto del mundo por medio de un aparato que podían llevar a todas partes y cabía en la palma de la mano.
Con el nacimiento del nuevo siglo nacía de igual modo un nuevo concepto en la forma de relacionarse.
La carrera se fue acelerando hasta alcanzar un ritmo de vértigo.
La i
ndustria armamentista no tardó en comprender que con la naciente tecnología conseguirían que un misil disparado a cientos de kilómetros impactara con precisión milimétrica sobre un blanco determinado, aunque con frecuencia un error humano en el cálculo arrasara un hospital o destruyera un edificio cercano causando cientos de víctimas.
Los terroristas tampoco tardaron en comprender que el móvil les serviría para detonar bombas a distancia.
Por si ello no bastara,
el ochenta por ciento de las reservas mundiales se localizaban en un solo país, la República Democrática del Congo, y eso venía a significar que el futuro de las nuevas tecnologías que se habían apoderado de la voluntad de los seres humanos se asentaba en un remoto punto del corazón de África.
El problema estaba servido.
La República Democrática del Congo debería ser una nación de una prosperidad apabullante, ya que cuenta con la tercera parte de las reservas mundiales de estaño, uranio, cobalto, petroleo, oro, inmensos bosques y el mayor potencial de energía hidraúlica conocido. No obstante,
el noventa por ciento de sus habitantes malvive por debajo del umbral de la pobreza, e incluso de la miseria.
Por ello se han convertido en una presa codiciada
por las grandes potencias, que han encontrado la forma de despojarlos de sus riquezas provocando un sinfín de guerras disfrazadas de enfrentamientos fronterizos o tribales que han costado la vida a casi cinco millones de seres humanos.
Estados Unidos, Francia, Holanda, Alemania y Bélgica, así como las empresas fabricantes de aparatos de tecnología punta, Alcatel, Compac, Del/, Ericsson, HP,
f BM, Lucent, Motorola, Nokia, Siemens, AMO, AVX, Hitachi, lntel, Kernel o NEC, no parecen dispuestas a permitir que sea el gobierno del Congo quien imponga sus precios y decida a quién vende el COLTAN y a quién no, por lo que se limitan a aplicar el viejo dicho de "a río revuelto ganancia de pescadores".
Su estrategia consiste en sobornar a una
falsa disidencia interna para que provoque alborotos al tiempo que incitan a los países vecinos, Uganda, Ruando y Burundi, a intervenir militarmente y aprovechar la violencia para ir expoliando los yacimientos de forma descarada.
Ese es exactamente e! punto en que nos encontramos ahora: ansiedad por el futuro incierto, peligro ante la evidencia de que la sociedad que nos han construído tan chapuceramente puede derrumbarse sobre
nuestras cabezas, y confusión frente a unos brutales
acontecimientos que nadie se siente capaz de explicar con la suficiente claridad.
Y es que la esencia del demoníaco juego que se plantea en la República Democrática del Congo estriba en que ha sido diseñado con la intención de que nadie consiga ganar, nunca.
Ni gobierno, ni hutus, ni tutsis, ni ugandeses, ni
ruandeses ni las mismísimas Naciones Unidas que acudieran al rescate.
Es la guerra por la guerra, sin perseguir otro objetivo que aquel que han perseguido todas las guerras no religiosas desde la noche de los tiempos:
obtener un beneficio ilícito.
POST DATUM
Cualquier día, en cualquier momento, puede producirse un "
agujero negro de telecomunicaciones" por causa de un impacto de meteorito en satélites, los cuales a su vez inutilizarán las torres de control, etc. etc. y dejarán de funcionar los ordenadores, los móviles, la televisión, los Bancos, la electricidad, la calefacción, el agua caliente de los grifos, las bombas de las gasolineras, etc. y la sociedad volverá a la época de los monasterios del siglo X.
Los únicos felices lo serán los catalufos de ERC y los de Bildu, así como los de Pableras y Maduro.
El Planeta medievalizado, de nuevo.
En todos los países hay ya más móviles que personas y muchos los consultan cada tres minutos como si esperaran encontrar protección en ellos a sus miedos. Y si pierden el dichoso movil pierden parte de su identidad puesto que en él guardan claves de cuentas bancarias, documentos, etc.
Jamás ha estado ninguna sociedad en ninguna época tan indefensa a lo imprevisto en forma de "chip" como en estos momentos.
abismo esclavos