17 octubre 2014

Necesidad de hablar

Cualquier observador se habrá percatado de que la costumbre de preguntar, antaño reservada casi exclusivamente a los jueces, los médicos y las porteras de finca urbana, es practicada ahora por todo quisque y, además, de forma profusa, reiterada y hasta agobiante.

Para comprar un sencillo pan, con el sabroso objetivo de untar la salsa de chipirones en su tinta que había preparado la abuela, bastaba con decir: "Buenas, déme una barra". El dependiente te la servía, tú la pagabas y te ibas tan ricamente.

Se ganaba tiempo y corrían las colas a una velocidad notable, lo que facilitaba la descongestión de la panadería.

Ahora la cola no se mueve por la dichosa manía de preguntar y preguntar.

"¿Tiene baguettes de mantequilla con frutas?; ¿y pan sin gluten?; ¿le quedan bollitos de harina de maíz?; ¿me puede cortar finito el pan de molde?; ¿esos granitos de la chapata son semillas de pistachos?, es que a mí el pistacho me da aires".

La cola se eterniza y además de perder la paciencia uno se expone a que, cuando le toque el turno y pida "una barra de pan normal" le contesten que se ha acabado.

Y, la verdad, una salsa de chipis o de bacalao con tomate sin pan a mano es un drama culinario muy serio.

El problema de los preguntones no es, por supuesto, exclusivo de las panaderías.

"¿De cuantos huevos es la tortilla?; ¿Hay el mismo en color fucsia?; ¿Se puede calentar en el microondas?; Tiene 'Por el camino verde' cantado por la Caballé?; ¿Usted cree que lloverá?"

A lo que habría que contestar :
 -Me ha dejado usted "desconcertado, confuso, indeciso, vacilante, extrañado, sorprendido,asombrado, estupefacto, maravillado, pasmado, admirado, boquiabierto, patidifuso, turulato, suspenso, alucinado, fascinado, conmovido, confundido, señora"



8 comentarios:

  1. Me ocurrió hace como 20 o 25 años, siendo un chaval, en un pueblo perdido de la Mancha donde vivían ocasionalmente unos familiares, que fui a comprar un barra de pan por encargo y las comerciantes de la única panadería que había me sometieron a un interrogatorio: "Y tu de quién eres?", esa fue la pregunta más repetida y que se me quedó grabada. Después, preguntado a mis primos me explicaron que los "extranjeros" que no eran del pueblo, en la panadería, en el bar, en el ultramarinos, etc., se interesaban por el desconocido recién llegado, y más cuando eres un niño. Entonces, sólo había 2 tipos de barras, la más frecuente era la típica pistola de corteza amarilla y miga blanca con 3 rajas inclinadas en la parte superior y que se ponía dura al día siguiente. Ahora hay tanta tipología panera que cualquier día inventa la cátedra de catador de panes como el de vino, con concursos internacionales. Quién lo iba a decir, cuando los romanos trajeron la triada (vid, cebada y trigo) a la huerta hispana.
    saludos Tellagorri
    Ilustrado

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    1. DON ILUSTRADO ESPAÑOL
      Esas tres circunstancias que indicas se dan mucho en los pueblos pequeños : enterarse de quién es el "extrañó", las pocas clases de pan que había siempre hasta que se han inventado toda esa variedad que, como dices, habrá que ir a comprar pan con un experto catador..

      Mucho han avanzado algunos y en pocos años con las modalidades producidas en la VID, TRIGO y CEBADA, aunque sospecho que ésta última seguirá como en tiempos de Marco Tulio Ciceron.

      Muchos saludos, Ilustrado

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  2. Hola, Javier:

    Pasa lo que dices, y los diálogos que propones aún son "profesionales", pero en asuntos de mercadeo hay mucha gente que se olvida que está a prestar un servicio y que los clientes no tienen que aguantar la parada que se produce cuando el empleado/la empleada atiende una amistad y la conversión y lugares comunes que se cuentan recorren toda la familia y novedades del barrio. En ocasiones he tenido que marcharme.

    Un cordial saludo

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    1. DON XESÚS
      Y luego está la charla o tertulia que indicas entre algunos dependientes y sus conocidos sobre la salud de su tía Feliciana o el apetito del nieto de 2 años, o los dolores de espalda o de piedras en los riñones que tiene su madre. Con lo que los estamos detrás esperando acumulamos instintos repentinos de asesinato in situ.

      También yo me he marchado muchas veces del lugar sin adquirir nada para no sufrir una subida de tensión arterial.

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  3. Para evitar cabreos y subidas de tensión, es mejor hacer las compras en grandes mercados, donde uno puede escoger el puesto donde comprar y no creerse éso de que "donde hay más gente comprando es que hay mejor mercancía" (la realidad es que, donde hay más gente, es porque el vendedor da más palique),
    Los domingos, que no abren los mercados, simplemente no se come pan, lo que siempre es una buena medida para gordos.

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    1. DON BWANA
      Hombre, cortante y rápida solución al problema del pan en domingo o festivo.
      Lo de los mercados o Hipers sí es una solución cuando se tienen ganas de moverse, pero en estando uno viviendo a 50 metros de una tienda ( de las que antes llamaban de "ultramarinos) es habitual ir a ella a por el cartón de leche o la lata de pimientos del piquillo, incluyendo también pan.
      Tengo yo una de esas tiendas de "todo" (pan, leche, mermelada, mantequlla, prensa, etc.) cerquita de casa pero hace tiempo que no voy porque la dependienta es una simpática gordita que conversa con cada comprador una media de 20 minutos.
      En el Hiper al que voy también mucho depende de la cajera, ya que las hay que forman colas de 20 ó 30 personas porque siempre tienen problemas en la laca o en la pintura de las uñas o en las cejas. Y eso que, como en el caso de las conductoras de coches, no tienen que mirar para atrás para saber si la cola que han creado es medio o de cinco kilómetros.

      Buen finde, Don Bwana, y que el pan que le den sea de esta semana.

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  4. De todos modos yo pienso que esto también es, al menos en parte, fruto de los tiempos que vivimos, antes no había tanta variedad del mismo producto. Creo que todo ello va enfocado a una estrategia de ventas.
    La primera vez que fui consciente de este cambio que comentas, fue hace bastantes años, cuando entré en una ferretería a comprar unos tornillos y, como había hecho toda la vida le expliqué al dependiente el tamaño del que los deseaba, más o menos. Mi desconcierto comenzó, cuando me preguntó ¿los quiere cromados o dorados?
    Desde aquel día, cada vez que voy a comprar, he observado que la variedad del catálogo de aquellas cosas que antes comprábamos sólo con decir su nombre genérico, ha ido aumentado exponencialmente.

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    1. DON TRECCE
      Efectivamente lo que cuentas es absolutamente una realidad y de ir " a comprar una bombilla" en 1980 a hacerlo ahora antes tienes que recorrer un pabellón lleno de bombillas de diferentes tamaños, potencias, colores y formatos.

      En cualquier caso mi post es una parodia muy simple de algo que se extendido en los nuevos tiempos : la necesidad de hablar que tienen muchísimas personas y que lo aprovechan en las colas de las tiendas.
      De una sociedad campaesina que eramos en 1960 y en la que todos los vecinos de un barrio se sabian las vidas y milagros de cada habitante, nos pasamos a una sociedad fría t distante en que cada quién se ocupaba de lo suyo y poco caso hacía de lo que sucedía a su alrededor.
      Ahora hemos vuelto a la dinámica de todas esas marujas y marujos que están necesitados de entablar conversación con quien sea.

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