Entre 2004 y 2005, los policías de la UCRIF, los agentes que controlan, entre otras cosas, el tráfico de mujeres, detectaron una poco habitual entrada en España de jóvenes de
origen ruso, bielorruso, ucranio o kazajo…Todas ellas trabajaban como prostitutas en clubes donde antes había mujeres rumanas o sudamericanas. Los dueños de los clubes tienen muy bien catalogado y aquí empleamos los términos duros e inhumanos con el que hablan ellos “el género” con el que trabajan, es decir, las mujeres, y que aprecian mucho a las que proceden de las antiguas repúblicas soviéticas…
El aprecio es porque son menos rebeldes, menos imprevisibles, en términos generales. Vienen de países donde la violencia contra ellas es tremenda y en los que están continuamente amenazadas, así que es muy difícil que se atrevan a denunciar a sus proxenetas.
Ellos dicen que las rumanas son las mujeres que más animan un local, que no esperan sentadas al cliente, que bailan, que se mueven continuamente, que son muy vivas y que, además, desde hace unos años, son ciudadanas de la Unión Europea, así que no tiene problemas de estancia irregular.
Dominicanas, brasileñas, venezolanas, colombianas, ecuatorianas, últimamente también paraguayas… Esas mujeres contraen una altísima deuda con sus traficantes y por eso es más fácil que intenten escapar de las redes y denuncien a los proxenetas.
Volvamos a las mujeres rusas y a esos años –2004-2005– en los que la policía se da cuenta de la llegada de muchas de ellas para ser explotadas como prostitutas. Esas jóvenes rusas llegaron a clubes de
Madrid,
Cataluña, Aragón, Baleares, Andalucía, Murcia y Cantabria.
Los investigadores analizan sus pasaportes y se dan cuenta de que casi todas ellas han llegado a nuestro país por la misma vía. Casi todas salen de Rusia y pasan luego por Polonia, Hungría o Finlandia. Y desde allí han viajado hasta España con visados de turista o con falsas ofertas de empleo y en vuelos baratos a Madrid, Barcelona o Málaga. La policía se da cuenta de que los visados se consiguen en los consulados abiertos en Moscú de Polonia, Hungría y Finlandia y que los tramitan siempre las mismas agencias de viajes, en paquetes de entre diez y veinte.
Entonces empieza la verdadera operación policial, que en esta ocasión se llamó Arcano, y que empezó por una labor complicadísima, a veces imposible. Es un trabajo muy difícil:
hacer hablar a mujeres que están aterrorizadas y a las que poco se las puede ofrecer, además de arreglarle los papeles. Pero lo cierto es que lograron hacer hablar a unas cuentas mujeres, a las que convirtieron en testigos protegidos.
Y lo que les contaron es algo que jamás habían oído los policías, una historia casi más propia de una red de espionaje que de una organización de tráfico de mujeres. Lo contamos tal y como lo contó una de ellas, a la que llamaremos
Natacha.
Natacha tiene 22 años y reside en Vladivostok. Responde a un reclamo publicado en una web de anuncios en el que se solicitan mujeres para trabajar en España. Natacha sabe que no va a ser empleada de hogar, ni administrativa, sabe a lo que viene. Envía un par de fotos carnet y una foto de cuerpo entero y sus datos a un apartado de correos de Moscú. Es decir, que en este caso las mujeres o al menos muchas de ellas saben que van a trabajar como prostitutas. Pero seguramente no saben bien las tremendas condiciones en las que van a trabajar, pero sí lo que van a hacer.
En dos o tres meses, Natacha recibe una respuesta: un billete de tren a Moscú y la dirección de un hostal y un número de habitación al que debe acudir. Cuando la mujer llega allí, tiene un pasaporte a su nombre con un visado de turista para entrar en Polonia, algo de dinero, un billete de autobús con destino a Varsovia y un teléfono sin saldo, que solo sirve para que la llame una persona que le da instrucciones desde un número oculto.
Natacha tiene que alojarse en otro hostal, donde le espera otra tarjeta de teléfono para que le funcione en Polonia. Pero ya está en territorio Schengen, ya puede llegar hasta España sin ningún control aduanero. Y nuevamente la llaman desde un número oculto para decirle que en la recepción tiene un billete de avión con destino a Málaga. Allí le esperará una persona con un cartel con su nombre que la llevará a su destino: un club de alterne.
Este testimonio de Natacha no sirve de mucho, ya que no puede decirle a la policía ningún número de teléfono porque siempre la han llamado desde números ocultos, no ha visto a nadie más que a la persona que la ha llevado hasta el club, que es el último eslabón de la cadena… Pero la policía sabe que como Natacha están llegando hasta España cerca de
veinte mujeres a la semana y que las está trayendo la misma organización.
La policía extrema la vigilancia sobre los propietarios de los clubes en los que se coloca a mujeres rusas. La operación Arcano ya está en la Audiencia Nacional y el
juez Eloy Velasco ha autorizado intervenir los teléfonos de algunos dueños de esos locales. Además, el enlace de la policía española en Moscú envía la identidad y la foto de un tipo al que muchos acusan de llevar mujeres, no solo a España, sino a otros países de Europa y a algunos emiratos. Es
Igor Chernavsky y su foto, de veinte años atrás, según un policía que lo persiguió, “
era la de un ruso cualquiera de hace 20 años”.
La misma persona tenía 16 nombres distintos y según con quien hablase usaba uno u otro.
Era Mark Knopfler (el guitarrista de Dire Straits) para unos; el hombre invisible para otros; Albert Einstein para otros… Así se comunicaba con los intermediarios rusos y, excepcionalmente, con alguno de sus clientes españoles, con el propietario de algún club. Y esa fue su perdición.
Su nombre real es Igor Chernavskiy y la policía cree que es el mayor traficante de mujeres.
La dueña de un club de alterne de Huesca, "La madame" quería algo muy concreto. Mujeres jóvenes, rusas. Pero tenía el teléfono intervenido y el respeto con el que hablaba a su interlocutor dio a la policía que pensar. Se citaron en la estación de Atocha (un sitio lleno de cámaras de seguridad). Casi al mismo tiempo, aquel Igor Chernavsky solicita un permiso de residencia para que su esposa pueda venir a vivir a España. En esa cita la policía le pone cara al hombre invisible. Ya saben quién es y gracias a su petición de reagrupamiento saben dónde vive: tiene dos casas en la provincia de Granada y se mueve extremando todas medidas de precaución: viaja en trenes y autobuses, sus contactos son siempre en sitios alejados de los clubes…
Pero las vigilancias y las intervenciones van haciendo posible demostrar sus implicación en la llegada de miles de prostitutas, a las que colocaba en medio centenar de clubes, que le hacían pedidos de manera regular, semanalmente.
La policía cree que Igor ha podido introducir en España
unas mil mujeres al año durante los últimos ocho años. Nunca una sola persona había tenido esa capacidad. Finalmente, el pasado mes de octubre la policía le detuvo a él y unos cuantos intermediarios. Aún sigue encarcelado e imaginamos que la policía anda detrás del rastro de la fortuna que ha amasado durante todos estos años. Él no participaba en esa parte del negocio, él lo único que hacía era suministrar mujeres pero no se llevaba nada de los beneficios de las prostitutas; ese dinero es para los dueños de los clubes.
Parecía no mancharse demasiado en un negocio tan sucio, aunque imagino que aún así le salía rentable. Si hacemos cuentas: el viaje de Natacha, la chica de la que hablábamos antes, desde Vladivostok a Málaga sale por entre 600 y 800 euros. Siempre viajan en autobuses, trenes y en vuelos muy baratos. Y por cada prostituta, Igor cobraba a los dueños de los clubes una media de 2.500 euros, así que ganaba unos 1.500 ó 1.600 euros netos, y decimos netos porque obviamente es dinero negro, negrísimo, por cada chica.
Si colocaba unas veinte a la semana…. Haz las cuentas. No sabemos con precisión qué habrá pasado con Natacha, pero lo cierto es que tras convertirse en testigos protegidos muchas chicas logran tener su documentación en regla, pero siguen trabajando en el mismo oficio, aunque lejos de esos a los que denunciaron.
Por Manuel Marlasca y Luis Rendueles
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