31 julio 2012

Olimpiadas racistas

Desfiló el indio Gerónimo y al pigmeo Lamba, que compitió con arco, le afilaron los dientes y lo presentaron como caníbal... Los capturaron, "adiestraron" en unos días y los pusieron a competir. Ocurrió en los JJOO de 1904.

Objetivo: demostrar que el "civilizado" vencía al "salvaje" San Luis. Año 1904. Terceros Juegos de la era moderna. La final del sprint olímpico estaba a punto de comenzar y los contendientes en sus marcas.

Cuando sonó el disparo de salida quedó claro que no era una carrera normal. Algunos de los corredores se asustaron tanto por el bang que quedaron como petrificados. Otros salieron disparados en todas las direcciones como alma que lleva el diablo entre risas y abucheos de hordas de comedores de palomitas. Los que llegaron a la línea de meta hicieron tiempos que superaría cualquier colegial.

Había indios, pigmeos y guerreros africanos, patagones... todos ellos reclutados a la fuerza como experimento racial destinado a probar que su atletismo natural era inferior al del blanco civilizado.


La idea (dejar sentada para siempre la supuesta supremacía del hombre blanco) fue del director de los Juegos, James Edward Sullivan, un arrogante bwana al que sólo le faltaban el salacot, la pistola y las botas de media caña para ser un negrero.

Invitó a diversos científicos para que dieran fe de su teoría de que un blanco bien alimentado y entrenado superaba las aptitudes naturales y la fuerza y elasticidad muscular de un aborigen selvático. Fue una carrera sórdida y los organizadores quedaron encantados de confirmar que los salvajes eran atletas muy inferiores a los civilizados.

El bochornoso espectáculo no sólo ocurrió en los 100 metros. También en jabalina, disco, longitud o juego de la soga. Un jinete murió aplastado por su caballo, otro atleta falleció en el salto de obstáculos. Los habían instruido sumariamente sobre las reglas de los distintos deportes, pero como los monitores les hablaban en inglés la mayoría no había entendido nada.

A un pigmeo llamado Lamba le habían afilado los dientes y fue descrito en el informe oficial de los Juegos como caníbal.

En 1904, en los III Juegos de San Luis, Misuri, se inició la tradición de dar medallas de oro, plata y bronce a los tres primeros puestos de cada prueba. Y  se incluyeron por primera vez la lucha estilo libre y el boxeo como deportes olímpicos. Lo que no se recuerda tanto, sin embargo, es que los organizadores, unos racistas redomados, incorporaron al programa el Anthropological Day (el Día Antropológico) y el desfile inaugural mostró a hombres de razas supuestamente inferiores que luego participarían en pruebas paralelas a la competición oficial.

 El 1 de julio, en las instalaciones de la Exposición Universal que se celebraba ese mismo año, desfilaron sioux, patagones, pigmeos, ainos japoneses, cocopas mexicanos e incluso turcos y sirios que se iban a someter a las mismas pruebas "de los civilizados".

En esa muchedumbre pudo verse la silueta del viejo apache chiricahua Gerónimo, que tenía 81 años y desfiló como "indio ejemplar". Por aquellos años se habían puesto de moda los zoos humanos, espectáculos  que reivindicaban el mismo estatuto científico de las piezas que aparecían disecadas en los museos de historia natural. Exhibían a aborígenes, desnudos o semidesnudos, en escenarios que replicaban toscamente su medio natural. Las exhibiciones empezaron a ser muy populares en Europa y EEUU en la década de 1870, cuando Livingstone y Stanley dieron que hablar del continente negro.


El cazador alemán Karl Hagenbeck, que suministraba animales salvajes a muchos zoológicos europeos, al sobrevenir la crisis los sustituyó por hombres, mujeres y niños, a menudo de pecho. Secuestró en una expedición al Sudán a un grupo de nativos nubios, que paseó como atracción por París, Berlín y Londres. Raptó a docenas de nativos de las tribus de Tierra del Fuego, pero como era un hombre civilizado pidió y obtuvo el pertinente permiso oficial del gobierno chileno.

El Jardin Zoologique d'Acclimatation parisino, organizó 30 "exhibiciones etnológicas" hasta 1912 . 

Malnutridos, tratados como mercancías o con un paternalismo que no siempre proscribía la crueldad, forzados a actuar ante el público, el viaje europeo (también hay estampas viejas similares en el Retiro madrileño) fue para casi todas aquellas personas una pesadilla a la que pocos sobrevivieron.

Los antropólogos bendecían esta oportunidad para ver de cerca ejemplares de su campo de estudio, examinarlos y establecer jerarquías raciales. Durante el siguiente medio siglo o más la doctrina de la supremacía blanca creció peligrosamente en Europa y América, tal como evidencian el nazismo y el Ku Klux Klan.

Sin embargo, en 1936 el atleta americano Jesse Owens ganó cuatro medallas de oro bajo la mirada impasible de Hitler en los Juegos de Berlín. Desde entonces el dominio de los hombres de color (Bob Beamon, Carl Lewis...) ha sido contundente, por no hablar de Usain Bolt o de deportes como el baloncesto, boxeo, fútbol americano o béisbol, donde la velocidad, agilidad y fuerza son primordiales.

Aquel año de los Juegos de San Luis Mark Twain anotó:  "Hay muchas cosas cómicas en el mundo, entre ellas, la creencia del hombre blanco de que es menos salvaje que esos otros a los que él llama salvajes".



30 julio 2012

Pueblos "descolocados"

Son caprichos de la Historia. Pocos madrileños saben que tienen un pedazo de su Comunidad en Soria, y pocos zaragozanos que las tierras de su provincia rodean dos trozos de Navarra.

Según Ramón Carnicer en nuestro país existen 26.

Dehesa de la Cepeda es un enclave del municipio madrileño de Santa María de la Alameda en la provincia de Segovia. Es una zona de difícil acceso dedicada a la ganadería que el municipio segoviano de El Espinar reclama, infructuosamente, desde hace tiempo. Santa María de la Alameda perteneció a Segovia hasta 1833, cuando pasó a formar parte de Madrid.

Se desconoce el origen exacto de la separación de la Dehesa de tierras de la actual Castilla y León y su inclusión en la provincia madrileña, pero podría encontrarse en la desamortización de Mendizábal del siglo XIX. Se cree que las tierras de la Dehesa de la Cepeda fueron subastadas y adquiridas por los Sainz de Baranda, familia de quien fue el primer alcalde de Madrid, que prefirieron ligar el futuro de la finca que ocupa el lugar al de la provincia madrileña.

Rincón de Ademuz no es un enclave en sentido estricto, es un territorio de Valencia separado del resto de la provincia que limita con Cuenca y Teruel, que lo encierran a modo de sandwich. Es el mayor en superficie que hay en España, 370 kilómetros cuadrados en los que viven casi tres millares de personas. Constituye una comarca que reúne siete municipios.

Pedro II de Aragón conquistó a los musulmanes el territorio en 1210, y su hijo Jaime I el Conquistador lo incorporó al Reino de Valencia. Hoy, la Diputación de Teruel y el Gobierno de Aragón reclaman el territorio.

Villaverde de Trucíos es un municipio cántabro enclavado en la comarca vizcaína de Las Encartaciones. En una veintena de kilómetros cuadrados viven casi 400 habitantes. En 1440, Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, compró por 500.000 maravedíes el territorio, que de esta manera comenzaba su separación del Señorío de Vizcaya, al que pertenecía la comarca de Las Encartaciones. Con la división provincial de 1833, Villaverde de Trucíos se integró en la nueva provincia de Santander.

La Puebla de Arganzón-Treviño es un enclave burgalés en Álava formado por dos municipios: el Condado de Treviño, de 260 kilómetros cuadrados y millar y medio de habitantes, y La Puebla de Arganzón, donde medio millar de habitantes viven en 19 kilómetros cuadrados.

Uno de cada siete treviñeses es bilingüe y habla vascuence, además de castellano. Sancho VI el Sabio de Navarra fundó Treviño en 1161, pero tras caer derrotado frente a Alfonso VIII de Castilla el lugar pasó a manos de esta corona. En 1646 los treviñeses pidieron formar parte de la Juntas Generales de Álava, pero la división provincial de Javier de Burgos de 1833 asignó el lugar a la provincia de Burgos.

Desde entonces, han sido muchos los intentos del enclave por pasar a pertenecer a Álava, pero la Junta de Castilla y León y la Diputación de Burgos se oponen al ingreso de Treviño en la provincia vasca, donde todas las fuerzas políticas, desde el PP hasta la izquierda abertzale, lo defienden. Hoy, en el Ayuntamiento del Condado de Treviño, de los nueve concejales uno es del PNV y otro de Bildu.

Petilla de Aragón es un municipio navarro perteneciente a la merindad de Sangüesa que está enclavado en la provincia de Zaragoza. Tiene una población de una veintena de habitantes y una superficie de 27 kilómetros cuadrados. Allí nació el Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal.

Según Florencio Idoate en Rincones de la historia navarra, "a cambio de 20.000 maravedíes de oro empeñó el rey de Aragón (Pedro II) a favor del de Navarra (Sancho el Fuerte) los castillos y villas de Petilla, Peña, Escuo y Gallur.  Al no devolver dicha cantidad en el plazo fijado,  dichos lugares pasaron definitivamente a poder de Sancho el Fuerte".

Petilla ha sido navarra desde entonces.

En el Rosellón francés Llivia pertenece a la comarca gerundense de la Baja Cerdaña, pero está rodeada por tierra francesa.
Este pueblo de los Pirineos tiene algo más de un millar y medio de habitantes y casi 13 kilómetros cuadrados. Pertenecía a la Alta Cerdaña, pero quedó rodeada por territorio francés tras el Tratado o Paz de los Pirineos de 1659, por el que la corona española cedió a la francesa el Rosellón, región histórica que forma gran parte de lo que hoy es el departamento de los Pirineos Orientales.

Un año después de la firma de aquel acuerdo, en 1660, el Tratado de Llivia dibujó las fronteras entre los reinos, dejando al pueblo gerundense enclavado en el otro lado de la frontera. Uno de sus monumentos más conocidos es la Farmacia Esteve, de comienzos del siglo XV y una de las más antiguas de toda Europa.


29 julio 2012

Histórico Lhardy

En uno de sus salones privados empieza en 1866, reinando Isabel II, mi novela El maestro de esgrima: una cena entre un banquero y un ministro. Y, naturalmente, una conspiración. Con tales época e ingredientes, en una historia abiertamente galdosiana como ésa, el escenario no podía ser otro que Lhardy: dos tercios del siglo XIX y todo el XX entre sus paredes decoradas con cuadros venerables y antiguos espejos donde se reflejó no poca trastienda de la historia política y cultural de España.

Políticos, banqueros y artistas aparte, entre los escritores que lo frecuentaron y mencionaron en sus obras se cuentan Alejandro Dumas, Mesonero Romanos, Campoamor, Valle-Inclán, Azorín, Julio Camba y Ramón Gómez de la Serna, por ejemplo. Pero sobre todo, don Benito Pérez Galdós; quien, que yo recuerde, menciona Lhardy en cuatro de sus Episodios Nacionales y dos de sus novelas. Por lo menos.

 Lhardy fue el restaurante favorito del marqués de Salamanca: el banquero español más poderoso de su tiempo. Él lo puso de moda, allí hizo negocios y recibió a sus amigos, y en uno de sus salones se celebró la famosa comida que sentó a la misma mesa al todopoderoso marqués y a siete escritores bohemios, entonces desconocidos y pobres como las ratas.

También allí, cuenta la nutrida leyenda lhardiesca, acudía de incógnito ese regio putón verbenero llamado Isabel II, ornato de nuestras monarquías, a comer con su amante de turno en el reservado del salón blanco mientras su augusto marido, Francisco de Asís de Borbón, Paquita en la intimidad ("La noche de bodas llevaba más encajes y puntillas que yo misma", afirmó su legítima),  hacía un punto de cruz primoroso en el dormitorio real del palacio de Oriente.

A lo largo de dos siglos, reyes, nobles, financieros y políticos frecuentaron Lhardy y conspiraron en sus elegantes salones. Sobre todo en el japonés, favorito del dictador Primo de Rivera. Allí, entre platos exquisitos servidos en porcelana de Limoges y acompañados de los más selectos chateaux franceses, se derrocaron monarquías, se prepararon elecciones, se designó a presidentes y ministros de dos Repúblicas, y se dispusieron candidatos para la Real Academia Española.

Incluso la Guerra Civil, período lógicamente difícil para el local, tuvo su anécdota famosa: la del miliciano que, al entrar a requisar el restaurante para la República, abrió una botella de Chateau d’Yquem y la devolvió con desagrado, diciendo: "Esto ni es vino ni es ná".

No todas las épocas fueron felices. El habitual desinterés de los alcaldes madrileños por los establecimientos históricos de su ciudad, que ha permitido la desaparición de tantos –a punto estuvo de acabar con el café Gijón, como pronto apuntillará quizás a los libreros de la cuesta Moyano–, puso varias veces a Lhardy al filo del colapso; y sólo el gatopardesco tesón de sus propietarios lo ha salvado hasta hoy.

El restaurante ya no es lo que fue, desde luego. Ni pecheras almidonadas, ni corbatas blancas, ni collares de perlas: nada de aquel lejano glamour que le dio fama llenando sus salones, como cuando Alfonso XIII o La Fornarina se reunían allí con sus amistades. Tampoco la cocina, siendo buena, es para tirar cohetes –las croquetas son infames–. Pero todavía conserva su maravillosa tienda original con el samovar de consomé y el espejo isabelino, abierta al público en la planta baja; y en el piso de arriba, un servicio impecable de camareros, una clientela distinguida –no se toleran bermudas ni chanclas, de momento– y una carta de platos y vinos más que razonable.

Y sobre todo, mantiene el toque de magia romántica en su decoración y ambiente; esa belleza añeja, serena, que cualquier visitante puede completar con facilidad mediante los libros leídos, la imaginación y la memoria.

Hace siete años, algunos miembros de la RAE decidimos recuperar Lhardy para la Academia; y desde entonces nos reunimos allí cada mes y medio, pagando por turnos, a despachar un cocido en el reservado del saloncito blanco: el mismo que utilizaba Isabel II para sus lances. Conspiramos, hablamos de nuestras cosas –está prohibida la política– y evocamos el recuerdo de tantos compañeros académicos que frecuentaron aquellos salones. Brindando por los fantasmas que aún se reflejan, si uno mira con atención, en los viejos espejos empañados por el tiempo.

ARTURO PEREZ REVERTE
Académico



27 julio 2012

Santiago en barca de piedra y caballo blanco

¿Quién era Santiago? En realidad se llamaba Jacob (nombre hebreo que en cristiano equivale a Jacobo o a Santiago).

Era hijo de Zebedeo y Salomé y hermano mayor del también apóstol Juan (el presunto evangelista). Jesús llamaba a los dos hermanos boanergues (hijos del trueno). Santiago era pescador cuando se encoló en la troupe de Jesús. Fue uno de los que presenció la Transfiguración en el monte Tabor

Diversos apócrifos neotestamentarios (entre ellos El libro de la Dormición de María), aseguran que cuando Jesús se apareció a la Virgen para anunciarle que le había llegado la hora de la muerte, ella le expresó su deseo de despedirse de los apóstoles y que Jesucris­to, como no sabía negarle nada, que por algo era su Madre, le con­cedió que pudiera hacerlo antes de subir al Cielo (la Abducción o Asunción).

Ya en su vejez, la Virgen vio mundo y viajó lo que no había viajado en su vida (por eso es patrona especial del Imserso) ya que los apóstoles, debido a sus predicaciones, se hallaban dispersos por todo el Mediterráneo.

A Santiago se le apareció en Caesarau­gusta (Zaragoza) encima del fuste de una columna o pilar (origen de la Virgen del Pilar).

Objetan los hipercríticos que lo de Santiago en España son leyendas sin base histórica porque Santiago nunca pudo venir a Es­paña, dado que Herodes Antipas lo ejecutó en Jerusalén en el año 44.

Si tuvieran sólo un poquito de fe reconocerían que a menudo los designios de Dios alteran la percepción temporal de los hombres y que, desde esa razonable perspectiva, es lícito pensar que Dios comprimiera el tiempo de Santiago de manera que pudiera realizar ese apostolado entre las gentes de Iberia antes de su martirio y muer­te.

La Iglesia acepta la piadosa tradición como verdad revelada, el Papa Juan Pablo II (infalible, inspirado por el Espíritu Santo) adoró la tumba de Santiago en Compostela.

¿Necesitamos más pruebas de que el apóstol Santiago evangelizó España?

Según la leyenda, los discípulos de Santiago respetaron su de­seo de ser enterrado en España, de la que tan buenos recuerdos guardaba, y llevaron su cadáver por el mismo itinerario seguido en vida hasta las costas de Galicia en una embarcación de piedra que desafiaba por igual la ley de la gravedad y las tempestades.

Contra todo pronóstico, la barca de piedra cruzó el Mediterráneo, pasó el estrecho de Gibraltar, bordeó las costas del moderno Portugal y fue a encallar en su destino, Iria Flavia, municipio de Padrón.

Alrededor del año 813, reinando Alfonso II el Casto, un ermi­taño llamado Pelagio observó unas luces misteriosas en el monte Libredón y se lo comunicó al obispo Teodomiro, de Iria Flavia.

El obispo cavó en el lugar de las luces (no personalmente, cla­ro, sino por medio de peones) y apareció una tumba con un cadá­ver decapitado que sostenía la cabeza debajo del brazo.

¿Quién po­día ser? Sumemos una luz milagrosa a un esqueleto con la cabeza entre el cúbito y el coxis. ¡Santiago apóstol, naturalmente!

Volaron cartas al Papa (León IlI) y la noticia se divulgó urbi et orbi.

Alfonso II el Casto, un hombre pío y temeroso de Dios, como su propio nombre indica (a su esposa, presuntamente molesta por la escasa actividad marital, la silencian los textos), construyó una iglesia para guardar la supuesta tumba de Santiago.

El camino de peregrinación a la tumba del apóstol, el tercer objetivo de los peregrinos medievales, después de Roma y Jerusa­lén, ayudó a cristianizar ciertos ritos ancestrales relacionados con la peregrinación a la morada de los muertos en el fin del Mundo (Finis Terrae).Useáse, ya era lugar de peregrinación desde tiempos remotos y por paganos, pero ahora se cristianiza algo que antes sólo era costumbre pagana

El 23 de Mayo del año 844 las huestes cristianas de León y Castilla se enfrentaron con los moros en el que se denominaría Campo de la Matanza, no lejos de Clavijo (en La Rioja).

En el momento más apurado de la batalla, cuando las huestes cristianas desmayaban frente a la morisma vociferante y fiera, en el momento culminante en el que la suerte de los reinos cristianos estaba casi perdida, el apóstol Santiago descendió del Cielo, majestuoso, cabalgando su caballo blanco, espada en mano, a bandera desplegada, y arreme­tiendo contra los moros los segó como la cosechadora siega las mie­ses, que por donde pasa va dejando la tierra en rastrojos.

Fue como la aparición del séptimo de caballería, el trompeta tocando paso de carga y degüello (pa paraba pa pa pa pa para ba papa) en el momento en que los indios son tan numerosos y desconsiderados que el destacamento sitiado está a punto de sucumbir.

En agradecimiento por la ayuda del apóstol, el rey Ramiro I prometió solemnemente que, en adelante, y a perpetuidad, ofrece­ría a la Iglesia de Santiago las primicias de los trigos y las vides de sus dominios y al apóstol Santiago le correspondería una parte del botín tomado a los moros.

A esa promesa se llamó el voto de San­tiago.

Los habitantes de la jurisdicción arzobispal (que abarca de las Rías Bajas a La Rioja, ¡casi nada!) lo satisfacían religiosamente so pena de nefastas consecuencias tanto espirituales como temporales. A ello se sumaban los diezmos y primicias que obligaban a todos los españoles (el consabido ordeño y esquileo de las ovejitas de la Igle­sia).

"Una de las mayores estafas de nuestra historia", llaman los historiadores hipercríticos al voto de Santiago.

Desmontemos esa calumnia.

Es cierto, y no hay inconveniente en reconocerlo, que, como todo lo demás relativo a la Iglesia (sus predicaciones, sus promesas y sus dogmas), el voto de Santiago falta a la verdad. Es cierto, en puridad, que la batalla de Clavijo es enteramente imaginaria y, por lo tanto, el apóstol Santiago nunca descendió del Cielo a matar moros por más que nos sea tan familiar esa estampa suya a caballo descabezando sarracenos.

Sí. Todo esto es cierto. Pero no es menos cierto que el famoso voto se derogó y ya no está vigente. Por lo tanto no guarda relación alguna, como esos maliciosos desinformados creen, con los millo­nes de euros con los que la Hacienda pública española sufraga año tras año el sostenimiento del clero y de la Iglesia, tanto si los con­tribuyentes marcan la casilla correspondiente en la declaración de la renta como si no lo hacen.

¿Que ello vulnera la Constitución? ¡A la mierda la Constitu­ción! (Y ustedes dispensen la manera de expresarme, pero es que tanta cerrazón me saca de quicio.)

¿Acaso no tiene preferencia la Biblia sobre la Constitución? ¿Vamos a supeditar un texto dictado por Dios, ¡nada menos!, al producto de la evacuación mental de media docena de supuestos "padres de la patria" puestos a organizar una democracia convivencial como si no tuviéramos ya a los obis­pos para pastorearnos?

Natural.

Tellagorri


25 julio 2012

Big Crunch

Una de las hipótesis más populares sobre el destino final del Universo es la denominada Big Crunch o Gran Implosión, por la que el cosmos en expansión se va frenando poco a poco hasta que todos los objetos (las galaxias, las estrellas, los planetas, los sociatas, los tontos del culo, etc....) se acercan de nuevo y vuelven al punto original en el que comenzaron en el Big Bang.

Pero existe otra teoría, una de las más aceptadas en la actualidad, llamada Big Rip o Gran Desgarramiento, en la que la energía oscura, la misteriosa fuerza opuesta a la gravedad y que se considera responsable de que el Universo se expanda cada vez más deprisa, juega un papel fundamental. Aunque este escenario es igualmente trágico, aquí se propone exactamente lo contrario; el Universo no se contrae, sino que se expande tanto que llega a un punto en el que todo lo que existe se desgarra, como si fuera un pañuelo en manos de dos niños que tiran con fuerza cada uno hacia el lado contrario.

Cinco científicos de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, el Instituto de Física Teórica de la Academia China de Ciencias y la Universidad de Pekín han calculado recientemente cuánto queda para este trágico final.

Podemos estar tranquilos: ninguno de nosotros lo verá dentro de casi 17.000 millones de años.

O sea, más menos, cuando Mary-Tere ande con muletas.






24 julio 2012

La "herradura" de Iñaki

Cobrará 10 veces más que el Rey, pero vive sus peores momentos. La infanta se irá de vacaciones sin él y clientes de Telefónica proponen un boicot hasta que sea despedido

Tras meses de incertidumbre, esta semana se supo que Telefónica va a renovarle su contrato, que vencía dentro de nueve días. Mientras miles de españoles se quedan sin empleo cada día, él seguirá cobrando 2,7 millones.
Este martes también se supo que la infanta Cristina veraneará sola con sus cuatro hijos en Marivent. Que las redes sociales clamaban por un boicot a Telefónica hasta que despidiera a su polémico empleado real.

Y que el sindicato Manos Limpias reclamará al juez la semana que viene el embargo de su palacete de Pedralbes y su sueldo en Telefónica para cubrir su posible responsabilidad civil subsidiaria.


 El yerno del rey cobrará más que todos los consejeros de la matriz de Telefónica excepto tres: César Alierta, Julio Linares y José María Álvarez-Pallete. A cambio, Urdangarin acude cada mañana a la pequeña sede de Telefónica en Washington, donde cuenta con una secretaria. Además, viaja casi todas las semanas a Nueva York, donde la multinacional tiene su sede operativa.

Sus funciones exactas siguen siendo una incógnita, incluso entre el personal de la Embajada española. Los sindicatos, como tantos otros, daban por descontada la decapitación de Urdangarin. En abril, último mes del que se conocen datos, Telefónica perdió 204.616 líneas de móvil. La mayoría de analistas lo achacan al desgaste de su imagen por el caso Urdangarin. Eso sí, Telefónica ha incluido una cláusula en el nuevo contrato para protegerse de cualquier novedad en el caso Nóos.

Si Urdangarin se sienta en el banquillo, será despedido. A cambio, recibiría una indemnización de tres anualidades. Es decir, 4,5 millones de euros, la misma cantidad que, según fuentes cercanas al caso, podría imponer el juez Castro a los imputados por el escándalo. Sería la ironía definitiva: que el finiquito de su polémico e inutil empleo en Washington sirviera para pagar las multas y devoluciones que le imponga el ropón.

Este tío debe de llevar una herradura de burro en un bolsillo, de esas que decían daban "suerte" en la vida. Lo único que ha hecho en su vida ha sido dar un "braguetazo". No sabe hacer nada de nada, salvo llevarse la pasta de los demás. Ahora sí que se ve la necesidad de que vengan los "hombres de negro" a poner las boinas a secar.



22 julio 2012

Nadie me toque

Bonita e instructiva historia española, reciente. Padre de familia pasea con su hija por Pamplona. Y en ésas, junto al monumento a Iñaki de Loiola-Elejalde, o como se llame ahora, nuestro paterfamilias se cruza con un grupo de personas encorbatadas, con toda la pinta de vivir de la política, y aspecto de salir de un restaurante tras ponerse hasta las trancas con la Visa del partido, léase contribuyente.

Uno de los miembros del grupo inspira poca simpatía a nuestro protagonista, debido al papel poco airoso que éste atribuye a aquél en su calidad de consejero político, o viceversa, o algo por el estilo, en la gestión de una caja de ahorros local.

Molesto con el personaje y sus antecedentes, nuestro ciudadano aplaude, grita "bien, bien" con la adecuada sorna, y acto seguido hace una peineta con el dedo medio de la mano derecha, seguida de un corte de mangas. Luego sigue camino con su hija, hasta que un policía de paisano, presumiblemente escolta del otro individuo, llega con prisas, enseña una placa, le dice que ha insultado a la autoridad y escribe un papelito con una denuncia.

El asunto, que me aseguran real como la vida misma –tengo copia de la denuncia–, plantea un arduo problema jurídico-taurino-musical, que un amigo me traslada con la pregunta, más bien retórica, de qué puede hacerse en tales casos. Y eso abre varios frentes.

El error del paterfamilias, creo, fue actuar como ciudadano a secas. Tendría que haber adornado su acción con algún elemento que le diera cobertura técnica. Impunidad, para entendernos.

Si perteneciese a alguna minoría marginada o con tirón mediático en plan okupa, perroflauta, indignado del 15-M, feminazi furiosa porque el agredido no usa la coletilla ciudadanos y ciudadanas navarros y navarras, la cosa no iría más allá. Y mucho menos si quien hace el corte de mangas tiene la suerte de ser chuloputas de la calle Montera, chivato del bar Faisán, político consejero de cajas de ahorro que pasó equis tiempo dando créditos a los amiguetes, violador reincidente, atracador reincidente, estafador reincidente, financiero amigo de la Casa Real en plan Albertos, ex ministro de Trabajo o Economía de los últimos veinte años, sindicalista cómplice y trincón, ex presidente de Gobierno visionario e imbécil, etarra arrepentido pero no contrito, o por ahí cerca.

En tales casos nunca pasa nada, oigan. Impunidad absoluta. Noli me tangere. Cualquiera de los antes mencionados habría podido, incluso, patearle la bisectriz al otro como hizo aquel animal de Batasuna con un político, no recuerdo ahora si del Pepé o del Pesoe, cuando se lo encontró por la calle, y luego dar la vuelta al ruedo saludando a la afición.

Y si estos días es minero del carbón, ni les cuento. Podría meterle al otro un cohete de tubo de uralita y fabricación casera por el ojete, y tan amigos. En todos esos casos, y algunos más –rellenen ustedes la línea de puntos–, nuestros administradores de justicia, Dura Lex pero Hispana Lex a fin de cuentas, Supremo y Constitucional incluidos, calificarían la cosa de libertad de opinión antes de absolver al individuo con unas palmaditas en la espalda, en plan vete, hijo, y no peques más. Pillastre.

Pero el del corte de mangas sólo era un ciudadano de infantería, sin cualificación especial. Un puto paria de los que votan, pagan impuestos y tienen hipoteca. Así que ya puede darse por fornicado. Ahorrar para la multa. De modo que cuidado, que asan carne.

Si están a tiempo, organícense el currículum antes de mirar mal a un político de ésos que salen en el telediario jurando o prometiendo el cargo por su honor y su conciencia. Cuando sus víctimas quieran hacer cortes de mangas, recuerden antes que en España todo disparate tiene su asiento y todo golfo sus compadres.

Procuren adoptar cautelas previas, como hacen algunos de ellos. Por ejemplo, saquen todo el dinero que tengan en el banco, a fin de que no les embarguen la cuenta. Vendan luego sus propiedades en dinero negro, a fin de que no les embarguen.

Busque algún apaño legal para que el salario también se lo paguen en dinero negro. Luego llevénselo a Gibraltar o a Andorra. Y una vez hecho eso, declárense insolventes empadronándose en una caja de cartón.
En tal caso ya podrán hacerles  cortes de mangas a cualquiera incluso majarlo a hostias.

Lo más que harán con ustedes es confiscarles el tetrabrik de Don Simón.

ARTURO PEREZ REVERTE
Académico



20 julio 2012

Los Karen siguen en la II War

Tras las emboscadas y las noches de malaria, después de perder a sus mejores amigos y matar a no pocos enemigos, ayudando a los aliados a derrotar a los japoneses en la II Guerra Mundial, Dwe Maung creyó que vendrían días de gloria. En su lugar le siguieron seis décadas de huida y una vida mendigando en campos de refugiados, donde cientos de chozas de bambú se apiñan en el lado tailandés de la frontera con Birmania.

La II GM nunca terminó para los guerrilleros de la tribu Karen que, en 1942, se unieron a los británicos en el frente del sureste asiático, dejando los arrozales para formar la conocida como Fuerza 136. Más de 12.000 hombres fueron reclutados a cambio del compromiso de que, si lograban la victoria, su pueblo recibiría un Estado independiente dentro de la entonces colonia británica de Birmania.

"¿Por qué se olvidaron de nosotros?". Los británicos expulsaron a los japoneses en 1945 y tres años después entregaron el país a los birmanos sin reservar la tierra prometida para los Karen, obligándoles a seguir persiguiendo el sueño independentista por su cuenta. Los 150.000 refugiados esparcidos por los campos de la frontera son el legado de una guerra que ha continuado de la mano de los hijos y nietos de soldados como Dwe Maung. Se trata, más de seis décadas y tres generaciones después, del conflicto armado más largo del mundo... También uno de los más olvidados.

Los refugiados viven en asentamientos cercados por alambradas de espino que sólo pueden ser abandonados con permisos especiales. La malaria es la principal causa de muerte entre los niños y los periodos de alto el fuego (el Gobierno birmano y la guerrilla Karen acaban de firmar el último) son vistos como meros recesos antes de un regreso de las hostilidades.

Un centenar de supervivientes de la Fuerza 136 viven aquí en el anonimato, dependiendo de la caridad. Otros 400 se encuentran repartidos por otras zonas de Tailandia y en Birmania (Myanmar).  Los soldados de la tribu, mayoritariamente cristiana, formaban lo que se conoció como unidades araña, que se movían por la jungla sin ser detectadas y atacaban por sorpresa. Conocían la selva mejor que sus aliados británicos o los enemigos japoneses, sabían defenderse de las serpientes y las fieras y mostraban un coraje que hacía "difícil contener sus ansias de entrar en batalla", según la descripción que dejaron escrita en sus diarios los oficiales ingleses. Poco queda del vigor de entonces.

Los combatientes tienen ahora entre 85 y 105 años, en muchos casos lucen un aspecto famélico y arrastran achaques y heridas de guerra que van desde la sordera a la inmovilidad permanente. Cada pocos días llega la noticia de la muerte de otro de ellos, reduciendo la lista de supervivientes que mantienen vivo el recuerdo de gestas pasadas o la posibilidad de que algún día sean reconocidas.

Linni tiene 88 años, el cuerpo encorvado, el rostro acartonado y una sonrisa fácil que deja entrever el último diente que le queda. Dice no saber cuántos nietos le han dado sus nueve hijos pero tiene grabados en la memoria los días en los que esperaba las lluvias del monzón para poder ablandar y tragarse las raíces con las que se alimentaba en el frente. Si no caía agua, el único nutriente lo proporcionaban los insectos y las serpientes.

Tenían que marchar durante días, moviéndose en junglas tan densas que la luz del sol no lograba penetrarlas y el día apenas se distinguía de la noche. Los guerrilleros se acostumbraron a luchar siempre con peores armas y menos efectivos que los japoneses. A la motivación de liberar su tierra de la presencia extranjera y lograr un futuro Estado independiente se sumaba el temor a ser capturados por enemigos que no mostraban ninguna compasión.

Ni la traición posterior del Gobierno británico ni la vida de extrema pobreza que siguió impiden a este ex guerrillero hablar con orgullo de la campaña en la II Guerra Mundial o de los británicos que lucharon a su lado. "Eran nobles y valientes", dice el anciano, visiblemente emocionado. "En los ratos libres jugábamos al fútbol con ellos. Tuve suerte porque vi morir a muchos compañeros, pero la única vez que resulté herido fue en uno de esos partidos".

Los Karen guardan un recuerdo especial de Hugh Paul Seagrim, el militar que creó y coordinó la Fuerza 136. Los japoneses lo convirtieron en el hombre más buscado del país y torturaron a decenas de combatientes para conocer su paradero, sin conseguir que lo delataran. Finalmente lo localizaron en 1943, cercando el campamento donde se encontraba con otros oficiales británicos y cerca de 300 guerrilleros locales. Temiendo que todos fueran masacrados si no se entregaba, el mayor Seagrim aprovechó un despiste de sus hombres para caminar hacia las posiciones japonesas.

Fue conducido a Rangún, sometido a un juicio militar y ejecutado.

La pérdida del mayor Seagrim, conocido como el Abuelo Piernaslargas por sus 193 centímetros de altura y su carácter afable, hizo especial daño a los Karen porque era su principal contacto con Londres y el mayor defensor de su causa. La derrota japonesa, definitiva tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki de 1945, fue seguida por las celebraciones y las condecoraciones, a menudo improvisadas en mitad de la selva. Algunos tuvieron que conformarse con un papel escrito a mano en el que se reconocía su coraje y se prometía una futura medalla que nunca llegó.

El regreso fue muy diferente para los aliados y los Karen. Los primeros fueron recibidos como héroes, agasajados en las calles de Londres o Nueva York, premiados con honores y pensiones vitalicias. Su coraje fue celebrado el pasado 7 de mayo, como todos los años, en el 67 aniversario del final de la II Guerra Mundial. Líderes desde Francia a Rusia, y desde Israel a EEUU, recordaron los sacrificios de los veteranos de guerra y su lucha contra el fascismo en Europa y Asia. El cine y la literatura no han dejado de recordar sus gestas. Los museos recuerdan cada batalla.

Los guerrilleros araña volvieron a sus aldeas de la selva, a menudo para encontrarse que sus mujeres e hijos habían sido ejecutados por los japoneses en represalia por su apoyo a los británicos. Nunca más tuvieron noticias de los oficiales que habían prometido volver para ayudarles. No hubo homenajes y el Gobierno británico se negó a reconocerles como combatientes de su ejército, denegándoles el derecho a una pensión.

Por David Jimenez



19 julio 2012

Tortillas de nabos por bandera

Su bandera es igual que la de la Alemania nazi, pero han sustituido la esvástica por la hoz y el martillo. Los nacional-bolcheviques forman uno de los grupos más activos y radicales del bloque anti Putin "La Otra Rusia".

Los "nazbol", liderados por el escritor "rojipardo" Eduard Limónov, han portado en sus manifestaciones símbolos cristianos ortodoxos y banderas de Corea del Norte. Cuando protestan contra Putin, normalmente levantan el puño firme y en alto, pero de vez en cuando saludan a la romana. Con sus cabezas rapadas muchos de ellos, gritan uno de sus lemas favoritos: "Rusia es todo, el resto no es nada".

Radicales hasta la médula, los jóvenes del PNB llegaron a asaltar el Ministerio de Finanzas ruso. Tras un largo proceso de ilegalizaciones y readmisiones por parte de la justicia del país, la Corte Suprema rusa proscribió finalmente la formación liderada por Limónov.

El nacional-bolchevismo tiene entre sus principales ideólogos a Alexander Dugin, que alaba el pasado zarista y estalinista de Rusia y ansía un imperio euroasiático (desde Dublín a Vladivostok y desde el océano Índico hasta el Ártico) gobernado por un régimen "fascista rojo". Dugin defiende un tradicionalismo enfrentado al mundo occidental que capitanean los Estados Unidos, y pide la unión de comunismo, socialismo y fascismo en una nueva ideología anticapitalista, antiliberal y antiindividualista.

Los "nazbol" admiran también las figuras del ministro de la Propaganda del III Reich Joseph Goebbels y del líder soviético Iósif Stalin. En el bloque anti Putin Drugaya Rossiya, "La Otra Rusia", que tiene como máximos dirigentes a Eduard Limónov y Gari Kaspárov, caben todos los que estén contra Putin.

Pero, ¿cómo es posible que en esta coalición se alíen liberales y fuerzas que piden una democracia más transparente y menos corrupta por un lado, y extremistas totalitarios de derecha y de izquierda por otro?

 En nuestro país (Apaña), Alternativa Europea (AE) ha sido la formación política más próxima a los postulados nacional-bolcheviques. Incluso mantuvo una alianza con la formación de Eduard Limónov a través del Frente Europeo de Liberación. Los antiguos miembros de AE integran hoy el Movimiento Social Republicano (MSR), partido político neonazi que se dice "nacional-revolucionario" y que forma parte de la Alianza Europea de Movimientos Nacionales, un club ultraderechista al que también pertenecen el Jobbik húngaro, el Partido Nacional Británico y el Frente Nacional francés de los Le Pen, entre otros.

El líder del MSR es Juan Antonio Llopart, quien en su artículo Ramiro Ledesma Ramos, ¿un nacional-bolchevique? afirma que "el nacional-bolchevismo es la unión armónica entre las concepciones más radicales de lo nacional y lo social". Y añade: "Los nacional-bolcheviques  preferían una alianza o acercamiento con la Rusia soviética, antes que con las democracias occidentales, como Gran Bretaña, hecho que los diferenciaba claramente de los planteamientos de Hitler".

El líder del MSR también recoge el punto de vista que al respecto tenía el fundador de las fascistas JONS, Ramiro Ledesma.

NOTA
Estos probes están mucho peor del casco que los chicos de Zarzalluz y de Carod Rovira. Sabiamos que todos los nacionalistas, nazis de Alemania, fascios de Italia, nacionalistas "baskos" y catalufos son totalitarios pero los del Nazbol y el MSR son además "imperialistas anti-imperialistas". Cuidadín con contagiarse porque hoy lo más parecido a esos Nazbol son los batasunos.



18 julio 2012

La huída de Alfonso el decimotercero

El 13 de abril de 1930, en el Teatro Apolo de Valencia, pronunciaba don Niceto Alcalá-Zamora y Torres un discurso de enorme trascendencia en la vida política española. Su declaración de republicanismo fue el punto de partida del movimiento que al cabo de un año casi exacto desembocaría en la caída de la monarquía el 14 de abril de 1931, jornada de civismo ejemplar.

La crónica de aquellos momentos que precedieron al derrumbe de la monarquía fue escrita por el propio don Niceto en sus diarios robados, 75 años desaparecidos. Stanley Payne dice que la figura de don Niceto fue sobre todo exitosa por su inquebrantable rectitud y el equilibrio legal.

Liberal de pura cepa; jurista formidable; hombre de honradez y rectitud indiscutidas; político clarividente, Alcalá-Zamora supo recoger e impulsar el fervor republicano del país y conducirlo, sin sobresaltos, al triunfo de la II República. Con él advino, con él se mantuvo y, cuando la insensatez lo depuso, con él se extinguió también la República. Lo que sobrevino después fue la tragedia de la Guerra Civil.

Así lo fue escribiendo en su dietario:

Invierno de 1930. Confirmé una vez más la imposibilidad moral y material de que continuara el rey; vi que las enormes dificultades de juzgar la conducta de éste, reinando un hijo suyo, se agravaban por agotamiento dinástico, que planteaba casi la incapacidad sucesoria, principal ventaja y aún razón de ser de una monarquía hereditaria. (...) Presentí todos los estragos de una República epiléptica, efímera, destructora y estéril; o por exclusión de todas esas soluciones vi como una única posible una República de orden. (...)


Yo me vi sentado en un sillón que trajeron de un café, separado de mi coche, que me aguardaba, transportado por la gente a un taxímetro cuyo conductor se negó a cobrarme, porque según su frase, nadie, ni yo, le quitaba la suerte que había tenido. (...) En Guerra (el ministerio) hubimos de comparecer ya puestos en libertad para una notificación de mero trámite Ríos, Maura, Largo, Albornoz y yo. (...) Los soldados de guardia nos saludaron cuadrándose como si fuera ya el gobierno. 


La actitud del pueblo era tan expresiva y de tal modo había llegado a todos los rincones de España, que recuerdo el afán con que en la madrugada del 11 al 12 venía en busca de notario un elector de aldea para garantizar el copo que lo veía asegurado hecha la exploración de los 178 electores que formaban el minúsculo censo del lugar. 


Recuerdo un diálogo rápido con don Miguel de Unamuno el 29 de marzo mientras nos retrataban a la salida del gran mitin. "Esto va a galope, con rapidez nunca vista", me decía D. Miguel.  Ni la Guardia Civil ni cuerpo alguno del Ejército son de la corona, sino de España. (...) Nadie sabrá mejor que la Guardia Civil la magnitud de la victoria republicana. (...) A aquélla le consta que cada 10 votos del régimen monárquico, nueve significan ignorancia, miseria, esclavitud, coacción y falsedad. (...) Cuando os propongan ser cómplices de la violencia o de las mentiras electorales, recordad la dignidad de vuestro deber y el texto de vuestros reglamentos honrosos. (...) No os confundáis con falsarios y caciques. (...) Salvad el orden, pero no la tiranía; impedid el crimen, mas no la libertad. 


12 de abril En ese estado de ánimo amaneció el día, que iba no ya a confirmar las esperanzas del triunfo. (...) Que ganábamos en Madrid por una enorme mayoría lo sabíamos ya al mediar la jornada. El cálculo hecho por las mesas era de 9 papeletas republicanas por cada 10. (...) Nunca se vieron los colegios electorales como aquel día. Por centenares formaban fila los electores para votar. 


13 de abril  Apenas repuestos de la emoción y del cansancio, se nos impuso a los que ya éramos casi públicamente Gobierno provisional la ardua y delicada empresa que llevando a feliz término la victoria electoral evitase su anulación por inercia y su desnaturalización por violencia. Desde la mañana estábamos reunidos en mi casa y acordes todos. Fernando de los Ríos redactó nuestra nota ultimátum,


14 de abril Se inició la madrugada entre un hervidero de gente y de pasiones.  En la mañana del 14 (...) nos trasladamos a casa de Miguel Maura. Preocupábanos ante todo lograr la comunicación que en Teléfonos comprensivamente no me impidieron, con Barcelona, para que el alzamiento y el triunfo sellaran una coincidencia en vez de abrir una separación. Poco después llegó el doctor Marañón buscándome para conferenciar en su casa con Romanones.  El conde, por incorregible tendencia de carácter y de hábito, aún intentó, pero sin ninguna insistencia, alguna habilidad. (...) Tanteó en pocas palabras pero claramente otra solución.(...)


Ni asintió explícito ni opuso el menor reparo y exigí con firme, irrevocable, resuelta decisión, el poder se nos entregara antes de la puesta del sol, porque no podía avenirme a las incertidumbres peligrosas de una transmisión de autoridad en plena noche. A esto sí asintió explícitamente, y en cuanto al itinerario del rey, reconoció que el mejor camino por ser el más corto era el de Portugal. Yo conocía lo bastante al conde para no sorprenderme ante otro itinerario que luego resultó ser Cartagena. 


Yo estaba seguro de la simpatía personal de Sanjurjo (director general de la Guardia Civil), de su espíritu democrático y de la generosidad sentimental con que respondería a su llamamiento para asegurar en hora difícil la salvación de España. (...) Cuidé al avisarle por medio de un militar amigo suyo, de que supiera mi entrevista con Romanones y la convenida rendición del trono. (...) Sanjurjo, que había acudido sin demora, escuchó sin sorpresa, aunque con emoción y expresión, que él y la Guardia Civil estarían al lado de España, del orden y de la paz, representados por la República como lo habían estado cuando el símbolo de todo ello era la monarquía. (...)


Sabíamos que estaba el gobierno apurando sus últimos momentos en palacio; sospechábamos y hubimos de prever una reacción desesperada de perfidia borbónica o temeridad ciervista. 


15 de abril : La conversación mantenida hoy, 15 de abril, con el último presidente de la monarquía, capitán general Aznar, me ha parecido tan importante y merecedora de pasar en su día a mis memorias, que he querido fijarla inmediatamente sobre el papel. El general Aznar, que regresaba de haber despedido a la reina en la estación de El Escorial, me explicó que hoy hacía la visita como último jefe de Gobierno de la monarquía. (...) No me ocultó que la actitud de La Cierva había sido la intransigencia obstinada (...) y provocativa alentando a la resistencia desesperada del rey, fuese cual fuese la magnitud de la tragedia. (...) La falta de buena fe y la altivez se habían juntado en daño del rey mismo, incorregible en su orgullo como si fuera otro Luis XIV, a la hora de la expiración. (...) expresión del convencimiento popular : "No se va, lo hemos echado". (...) 


La revolución había triunfado sin disparar un tiro ni atropellar a nadie. (...) Todo cuanto habíamos sufrido y aun arriesgado era poco, parecía nada junto a aquella victoria obtenida sin violencia alguna como en ninguna otra de las sacudidas revolucionarias que afirman la libertad de las naciones. (...) 


NOTA :

Su presencia en aquel gobierno representaba la adhesión al régimen republicano de sectores conservadores, católicos y de clase media. Pero pronto entró en conflicto con los dirigentes republicanos socialistas: discrepó sobre todo de la regulación constitucional de las relaciones Iglesia-Estado, hasta el punto de dimitir y ceder la jefatura del gobierno a Manuel Azaña. Los intelectuales más importantes estaban con él pero no supieron evitar el radicalismo de los Largo Caballero y Azaña.




17 julio 2012

El Comisario soviet de Donosti

El ayuntamiento de San Sebastián celebraba su segundo pleno desde la victoria electoral de Bildu. Seis días antes (el 22 de julio de 2011) Anders Breivik había asesinado a 69 personas en Noruega. De ahí que el portavoz socialista, Ernesto Gasco, lanzara una propuesta al nuevo alcalde de Bildu : que el pleno guardara un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas.

Desconcertado, el regidor, Juan Carlos Izaguirre, hizo un gesto a una de sus concejalas, Nora Galparsoro. Ella, a su vez, se dirigió a un cincuentón que seguía el pleno municipal desde los asientos del público.

 -¿Qué hacemos? -Adelante.

Quien asentía desde su butaca era Josecho Ibazeta. En su tarjeta de visita figuraba el cargo de "secretario del alcalde". (Los rusos los llamaban "comisarios").  Pero sus funciones reales iban más allá: hasta las decisiones más nimias, como la condena de la matanza de Breivik, pasaban por sus manos.

"A Josecho le encantaba ejercer de alcalde en la sombra", cuenta una concejal de la oposición. Tras una década como líder de los batasunos donostiarras, Ibazeta alcanzó su cargo soñado hace un año. Pero ni siquiera este chapuzón institucional le ayudó a apaciguar sus instintos guerreros.

Así, el 1 de julio de 2012 se topó en el casco viejo de San Sebastián con unos chavales que celebraban el triunfo de La Roja con una bandera española... Y él, algo achispado, no supo contenerse:

 -Gora ETA militarra... Voy a sacar la pistola y os voy a dar dos tiros-, les soltó.

La difusión del vídeo del incidente provocó un escándalo colosal. Tal fue el revuelo que la izquierda abertzale tuvo que sacrificar de inmediato a uno de sus coroneles más fieles. En época preelectoral  no querían dar más argumentos a quienes promueven su ilegalización. En el ayuntamiento, el incidente no ha sorprendido a nadie. Allí se conoce a Ibazeta como un abertzale radical que, más pronto que tarde, acaba metiéndose en líos.

Ya recuerdan que en 2000, recién elegido concejal, la Fiscalía le investigó por gritar "¡Gora ETA!" en un pleno. O que, poco después, amenazó de muerte a un concejal socialista que le afeó que colgara una pancarta de apoyo a los presos etarras. Sus ganas de bulla ni siquiera respetaban al alcalde, Odón Elorza, a quien llegó a zarandear en alguna ocasión.

"Tuvimos algún roce físico", recuerda el Odón. Fue ese mundo el que le colocó como secretario plenipotenciario de Izaguirre. Es una estrategia habitual en los ayuntamientos de Bildu: un blando da la cara como alcalde y un duro mantiene la ortodoxia desde las penumbras.

Así lo refleja Herri Akordioa: un manual apoyado por ETA que detalla cómo debe dividirse el poder entre la izquierda abertzale y sus socios de coalición. En el caso de San Sebastián, el reparto de papeles era evidente. El inexperto Izaguirre ponía la imagen moderada mientras, entre bambalinas, actuaban dos personas vinculadas a la cúpula batasuna: el jefe de gabinete del alcalde, Aitor Ibero, abogado de presos de ETA, y el propio Ibazeta.

"El alcalde ni se molestaba en disimularlo", coinciden varios concejales de la oposición. "Le planteabas cualquier cosa y te respondía: "Yo te diría que sí, pero tengo que consultarlo ahí detrás"".

José Juan Ibazeta Gómez demostró su carácter pendenciero desde su infancia. Hijo de un padre bancario y de una madre burgalesa, tuvo que dejar su colegio, los Sagrados Corazones, tras meterse en peleas con sus compañeros. Así, acabó sus estudios en un instituto, donde entró en contacto con la izquierda abertzale. "Iba a todos los saraos y una vez la Policía le pegó un tiro en la pantorrilla", cuenta un concejal socialista ya jubilado.

En 1990, ingresó en la guardia municipal como agente de tráfico. Después, aprobó las oposiciones de técnico cultural y fue destinado a una sede municipal del barrio de Gros. Y, finalmente, obtuvo el acta de concejal por Euskal Herritarrok en 1999. Formó parte de la generación que sustituyó a durísimos como Joseba Permach o Joseba Álvarez, hasta el punto de que, por unos meses, sus rivales lo consideraron un soplo de aire fresco.

-Venga, vamos a hablar, que nuestros hijos tendrán que entenderse tarde o temprano-, le decía a María San Gil, portavoz del PP. La esperanza se evaporó enseguida.

En cuestión de meses, se hizo famoso por los escándalos que liaba en los plenos: participó en homenajes a presos etarras, en actos con quemas de banderas españolas, en enganchones con adversarios políticos... "No sólo no condenaba los atentados, sino que se reía de nosotros", explican, dolidos, varios concejales de la época.

Tras la ilegalización de Batasuna, Ibazeta buscó refugio como liberado del sindicato LAB. El 11 de febrero de 2008, el juez Garzón lo arrestó como integrante de la cúpula refundada de los batasunos. "Era el líder indiscutible de la izquierda abertzale en San Sebastián", cuenta un compañero del ayuntamiento.

Sin embargo, la clandestinidad fue desgastándole. Estaba tan temeroso de que le embargaran las cuentas que pidió a sus jefes que le pagaran el sueldo con un cheque, en vez de una transferencia. Hasta que la legalización de Bildu le ofreció la oportunidad de su vida: ejercer de alcalde de su ciudad, aunque fuera desde la penumbra.

El todopoderoso secretario se acostumbró al cargo con soltura. Quizá demasiada. El año pasado, un juzgado donostiarra le imputó por ayudar a un grupo de jóvenes, entre ellos su hija, a okupar un edificio. Según la guardia municipal, se identificó ante los agentes con una tarjeta de visita en la que figuraba su puesto. Huelga añadir que los guardias no impidieron el asalto del inmueble. Este incidente fue un aperitivo de su refriega con los aficionados de La Roja. Ahora, la Fiscalía le investiga por presuntos delitos de amenazas y enaltecimiento del terrorismo.

Él, por su parte, dimitió para no hacer daño al alcalde. Algunos sabemos que la frase adecuada para terminar es : "Todos son ibazetas, pero se han puesto la piel de cordero... Josecho es el típico tonto de la clase que no ha sabido disimular... Eso le ha costado el cargo".



16 julio 2012

Hogaño no semos asina

No siempre fue una vergüenza como saben, me gusta recordar viejos episodios de nuestra Historia. Sobre todo si causan respeto por lo que algunos paisanos nuestros fueron capaces de hacer. O intentar. Situaciones con posible lectura paralela, de aplicación al tiempo en que vivimos. Les aseguro que es un ejercicio casi analgésico; sobre todo esos días funestos, cuando creo que la única solución serían toneladas de napalm seguidas por una repoblación de parejas mixtas compuestas, por ejemplo, de suecos y africanos.

Sin embargo, cuando una de esas viejas historias viene a la memoria, concluyo que quizás no sea imprescindible el napalm. Siempre hubo aquí compatriotas capaces de hacer cosas que valen la pena, me digo. Y en alguna parte estarán todavía. Como estuvieron.

Era un navío de 70 cañones y tenía un bonito nombre: Glorioso. Lo mandaba el capitán don Pedro Mesía de la Cerda, y en 1747 traía de La Habana cuatro millones de pesos en monedas de plata. El 15 de julio, cerca de las Azores, el navío se topó con un convoy inglés escoltado por tres barcos de guerra que casi lo doblaban en número de cañones: el navío Warwick, la fragata Lark y un bergantín.

En aquel tiempo, un navío de América era un bombón: solía llevar caudales a bordo, así que los ingleses le dieron caza. Manteniendo el barlovento con mucho arte, el Glorioso se batió toda la noche, tuvo un respiro al caer el viento durante el día, y volvió a pelear la noche siguiente: primero dejó fuera de combate a la fragata, que se hundió; y tras hora y media de combate con el Warwick en la oscuridad, sin otra luz que los fogonazos artilleros –los españoles dispararon 1.006 cañonazos y 4.400 cartuchos de fusil–, el navío inglés se retiró con el rabo entre las piernas.

Que no siempre Britania, aunque lo venda con trompetas, parió leones. Sin embargo, la odisea del Glorioso no había hecho más que empezar. Siguiendo rumbo a Finisterre, el 14 de agosto volvió a dar con una fuerza británica: el navío Oxford, la fragata Shoreham y la corbeta Falcon. Como en el caso anterior, los ingleses le fueron encima igual que lobos. Pero el comandante Mesía y su gente eran de esa casta de colegas que aprietan los dientes y venden caro el pellejo.

Por segunda vez asomaron los cañones y batieron el cobre como los buenos: después de tres horas de arrimar candela, pese a haber perdido el bauprés, una verga y tener la popa hecha una piltrafa, el Glorioso continuó navegando hacia España mientras los ingleses se retiraban con graves daños.

Fondeó el navío en Corcubión, desembarcando los caudales, y volvió a la mar para reparar averías en Cádiz, pues vientos contrarios descartaban El Ferrol. Y el 17 de octubre, a la altura del cabo San Vicente, volvió a encontrarse con una fuerza enemiga. Esta vez eran cuatro fragatas corsarias con base en Lisboa y bajo el mando del comodoro Walker: King George, Prince Frederick, Princess Amelia y Duke, que sumaban 960 hombres y 120 cañones.

Inmediatamente le dieron caza, aunque el español, resabiado, no reveló su nacionalidad –treta común del mar– hasta que la King George se acercó a preguntársela.

Entonces Mesía izó pabellón de combate y le largó al rubio una andanada que le desmontó dos cañones y el palo mayor. Siguieron tres horas de carnicería muy bien sostenida por el Glorioso; pero al rato se unieron a la fiesta las otras fragatas y dos navíos de línea ingleses que navegaban cerca, el Darmouth y el Russell: seis barcos y 250 cañones contra los 70 del solitario español, maltrecho y corto de gente por los combates anteriores y la travesía del Atlántico.

Aun así, el comandante Mesía y su tripulación, a quienes a esas alturas daban ya igual seis guiris que sesenta, se defendieron como gato panza arriba bajo un fuego horroroso durante dos días y una noche. Que se dice pronto.

Aún tuvieron la satisfacción de acertar en una santabárbara y ver volar al Darmouth, que se fue a tomar por saco con 314 de sus 325 tripulantes. Y al fin, el 19 de octubre –33 muertos y 130 heridos a bordo, agotada la munición, el barco desarbolado, chorreando sangre por los imbornales, raso como un pontón y a punto de hundirse–, el comandante convocó a los oficiales que seguían vivos, los puso por testigos de que la tripulación había hecho lo imposible, y arrió la bandera.

De tal modo, fiel a su nombre, acabó viaje el navío español Glorioso. Había librado tres combates contra 12 barcos enemigos, de los que hizo volar uno y hundió otro; pero la hazaña final no corresponde sólo a quienes con tanta decencia lo defendieron, sino al navío mismo: remolcado a Lisboa por los vencedores para repararlo e izar en él su pabellón, los destrozos se revelaron tan graves que se negó a flotar y fue desguazado.

Ningún inglés navegó jamás a bordo de ese barco.


ARTURO PEREZ REVERTE
Académico






15 julio 2012

"semos" ecobuenistas

Con ser un país que tiene una industria y un nivel de vida indiscutiblemente superiores a los nuestros, Francia cuenta hoy con cincuenta y nueve reactores nucleares mientras los españoles tenemos únicamente ocho y de mala gana, con la intención declarada de cerrar más de uno de ellos.

Mientras a los franceses les sale la energía eléctrica por las orejas y, además de disfrutarla, se permiten exportarla, a nosotros, que pertenecemos a uno de esos países importadores, nos acaban de subir el recibo de la luz un cuatro por ciento.

Pero no nos importa. Sabemos que ése es el precio que debemos pagar por nuestros hermosos ideales antinucleares; por convertirnos en todo un ejemplo medioambiental para el mundo; por ser, en fin, progres de pro, amigos de los animales, políticamente correctos, naturistas-leninistas, ecobuenistas, rojos y verdes.

Por otra parte, somos conscientes de que hay subidas y subidas. La del IVA es lógico que nos inspire indignación porque, a fin de cuentas, no es más que la arbitrariedad de un Gobierno de derechas. En cambio, da gusto rascarse el bolsillo en nombre de la utopía ecológica; darles esa lección de izquierdismo y verdismo a nuestros vecinos, que, por mucha escuela laica y muchas prestaciones sociales de las que presuman; por mucha Marsellesa y mucho Hollande que tengan, no van a modificar su reaccionario programa energético ni a llenar de ventiladores sus Campos Elíseos para llamarlos Eólicos.

No tienen narices. Nosotros nos damos perfecta cuenta de que si España tuviera hoy cincuenta reactores más, como tienen ellos, estaríamos exportando luz en vez de pagándola, y se habría atenuado notablemente nuestra crisis, pero sabemos renunciar a esos contaminantes pactos con el diablo.



14 julio 2012

Pinchos guipuchis







He aquí una brevísima selección de pinchos de un bar cualquiera de Zarauz y dedicada a la Princesa Galia de Complutum.

Quedan todos los lectores invitados a degustar estos aperitivos o "pintxos" que los prepara la "Taberna Naparrak".


13 julio 2012

Para pichicastizos

Para pasar este sábado de julio 2012, es recomendable irse a Alcalá de Henares, cuna de Cervantes, de una famosa Universidad y residencia actual de un genio del siglo XXI.

Una ruta de bares en los que degustar grandes tapas por menos de tres euros, buen ambiente, y lugares entrañables escondidos en esta ciudad de la Mancha. A los de La Mancha los llaman manchegos pero a los de Alcalá, complutenses. Nada que ver con bilbainos.

El Índalo es el primer lugar que recomiendo para introducirnos en el tapeo alcalaíno. Comienza sus andanzas en esta ciudad en 1989 y desde entonces se ha convertido en parada obligada tanto para los de fuera como para los propios alcalaínos. Situado en la calle Libreros, con cada bebida puedes elegir una tapa. No dejes de probar su tan típica rosca de jamón o su tosta de gulas con una caña por 2,50 euros.

Partiendo desde el Índalo mi siguiente propuesta nos introduce de lleno en el centro histórico de Alcalá, en concreto nos lleva hasta la Plaza de San Diego, con la imponente fachada de la Universidad como absoluta protagonista. Justo en la calle que une el Índalo con esta plaza está la cervecería El Hidalgo (C/ Bedel, nº 3). Su cerveza tirada, su rebujito o su vermut casero acompañado de sus especialidades ibéricas y de conservas forman parte de este típico bar en el que la decoración también llamará tu atención.

Desde esta cervecería, y tras comprobar el encanto de la Plaza de San Diego, podemos ir a uno de los puntos más representativos de Alcalá, la Plaza de Cervantes. Desde ella tomamos la calle principal, la calle Mayor, en la que hay un sinfín de bares dentro de los que recomiendo el Maimónides ( C/ Mayor, 45 y 42).

Eso sí, en este caso, ahora que hace buen tiempo sentarse en su terraza mientras se disfruta de una caña y sus huevos rotos es una gran opción que no nos costará tampoco más de tres euros. Para los que no quieran ir de caña en caña y prefieran una única comida, la arrocería Tapelia (Calle de Ramón y Cajal, 8) es un restaurante que merece la pena descubrir. Está en una de las perpendiculares de la calle Mayor y sorprende tanto por su cuidada y elegante decoración como por la calidad de sus comidas.

Mi última recomendación, que sirve tanto para merendar como para terminar el día con una copa, es el café Continental (Empecinado, 23) . Para llegar a él desde la calle Mayor solo hay que llegar hasta el final de ésta y, de paso, descubrir otro referente de Alcalá, su catedral, la Magistral. A solo unos minutos de ella está este café en el que su terraza interna es, sin duda, su gran encanto.

Decorada con distintos ambientes, recomiendo ir cuando comienza a caer la noche para verla con todas las velas encendidas y las originales lámparas de colores que alumbran las barras. Además, dispone de hasta un espacio para fumar cachimba. Los más golosos tienen que probar sí o sí sus tartas caseras, sus batidos o sus helados. Los que prefieran un cóctel (los hay sin alcohol también), los mojitos están estupendos y una de sus especialidades, el "Máximus", es siempre una buena opción.

Lo dice  Laura Riestra

12 julio 2012

Mujeres tapadas y tíos salidos

La periodista española Mónica Bernabé describe la represión sexual existente en Afagnistan por culpa de los talibanes, y me recuerda muchísimo a la existente en los años 40 y 50 en España. Había un dicho en los años 60 en España que reflejaba la mentalidad de aquellos españolitos cuando pasaban la frontera francesa y que se resumía en :

"Llevamos 500 años sin follar y hay que aprovechar la ocasión".

El mulá Moa-mmad Arsalan Rahmani fue ministro de Educación Superior durante dos años bajo el régimen de los talibanes. En la época de Karzai se convirtió en diputado y ocupaba un escaño en el Parlamento afgano. Entró en la sala con posado serio y sin dirigirme la mirada, pero cuando me vio le cambió la cara.

"Usted viste muy bien -fue lo primero que me dijo, dejando entrever una ligera sonrisa-. Si todas las mujeres afganas vistieran como usted, en Afganistán no habría ningún problema", añadió.

No solo a Rahmani le gustaba mi vestimenta islámica, sino que en general la mayoría de los afganos la alababan. Cuando entraba en una oficina a entrevistar a alguien, la reacción del entrevistado, si era hombre, solía ser casi siempre la misma. Se mostraba sorprendido por verme vestida con chapán y pañuelo negros, y me repasaba de arriba abajo con mirada obscena. No sé qué tipo de fantasía sexual le pasaría por la cabeza, pero, por la cara que ponía, parecía que yo fuera desnuda en vez de cubierta por completo con una bata negra.

Los hombres afganos tenían tanta sed de relacionarse con mujeres en una sociedad basada en la separación de sexos que a la mínima te tiraban los tejos si te mostrabas un poco simpática con ellos. En España esas cosas no me pasaban. En otra ocasión me ocurrió con un informático que fue a casa a arreglarnos la conexión de internet porque no funcionaba. Se trataba de un chico jovencito que rehuía la mirada cuando le hablabas y a quien yo le sacaba por lo menos 10 años. Me pidió mi número de teléfono para, según dijo, llamarme a las pocas horas y comprobar si internet funcionaba. No me llamó, pero a la mañana siguiente me envió un mensaje de texto que decía: "Hola cariño, ¿cómo te has levantado hoy? ¿Estás bien?".

Durante las siguientes jornadas continuó enviándome mensajes del mismo tipo, hasta que se cansó al no recibir respuesta. Tenía que ir con cuidado y no darle a cualquiera mi número de móvil. Empecé a pensar que la sociedad afgana estaba mentalmente enferma. El hecho de que los hombres y las mujeres tuvieran que estar separados y no pudieran mantener una relación normal no podía ser sano.

"Mira a estos chicos y ponte en su lugar. Están en plena efervescencia hormonal y no van a poder follar con una mujer hasta que consigan dinero y se casen", me dijo Arghandabi un día que viajé a la ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán, y me alojé en su oficina, donde trabajaban infinidad de muchachos jóvenes. Arghandabi había luchado contra los soviéticos en la década de 1980, después se exilió en Londres, y había regresado a Afganistán tras la caída del régimen de los talibanes para trabajar como empresario en los muchos proyectos de reconstrucción que financiaban las tropas internacionales.

Arghandabi era soez hablando, pero decía verdades como puños y era abierto de mente. A mí me hacía reír con sus comentarios y palabrotas. En Afganistán es tradición que el hombre pague dinero (mahr) por la mujer con la que se quiere casar. Normalmente es una cantidad muy elevada, a veces exagerada. Podía llegar a los 5.000 euros en un país donde el sueldo medio de un funcionario era de unos 64 euros al mes.

Asimismo, el varón debe hacerse cargo de todos los gastos de la boda, incluidos el vestido de la novia, las joyas y los complementos. Por otra parte, el Código Penal afgano castiga con penas de cárcel las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Se consideran adulterio aunque ninguno de los dos esté casado. Por lo tanto, Arghandabi tenía razón. Los chicos afganos estaban condenados a "no poder follar", como él decía, hasta reunir el dinero necesario para casarse, algo que no resultaba fácil y que les podía llevar años.

De lo contrario, tenían que buscar alternativas. Las relaciones homosexuales en Afganistán no están aceptadas socialmente y son un tema tabú. Sin embargo, existen. También existe la práctica de los denominados bachá bazi. Bachá significa "niño" en dari, y bazi, "baile". Los bachá bazi son una especie de esclavos sexuales: jóvenes que se encuentran en la pubertad y que, bajo coacción, se visten de mujeres y bailan y mantienen relaciones sexuales con otros hombres. En febrero de 2011, tras casi 10 años de presencia internacional en Afganistán, la UNAMA por fin empezó a abordar este asunto: firmó un plan de acción con el gobierno afgano para erradicar dicha práctica y otros abusos contra menores.


"Antes las mujeres en Kabul iban con minifalda", he oído decir más de una vez a personas que conocieron la capital durante la monarquía y la ocupación soviética. También he visto fotos de aquellas épocas en las que aparecían mujeres con falda por debajo de la rodilla, dejando ver las pantorrillas, pero ni mucho menos con minifaldas por debajo del trasero. Aun así, aquello se podía considerar todo un destape, porque vestir una de esas faldas con las pantorrillas al aire en Kabul durante la época de Hamid Karzai hubiera sido un escándalo. Incluso en los culebrones televisivos indios, que se volvieron muy populares en Afganistán a partir de 2006, las cadenas de televisión afganas difuminaban la parte de las imágenes donde se podían ver un escote femenino o los brazos de una mujer en manga corta.


En una ocasión, una mujer mayor, que había vivido en Kabul durante la monarquía y la época soviética, me explicó que ella era mucho más liberal y de mentalidad más abierta que su hija más joven. Tantos años de guerra y de fundamentalismo en Afganistán habían hecho mella en toda una generación.


El país había dado un salto atrás.

Mónica Bernabé


NOTA
En la España dominada por los arzobispos y las capataces de Pilar Primo de Rivera, es decir hasta 1960 aproximadmente, viviamos de forma muy parecida a ésta que describe la periodista sobre Afganistan. Recuerdo que, como detalle descriptivo, si una chica entraba en un bar, encendía un pitillo y bebía un vermouth estaba clarísimo que era una "profesional". O que las pelis del cine llevaban unas difuminaciones que hacían ridículos a los autores, o que las primeras en aparecer en la TV en blanco y negro llevaban escotes como las monjas. Por eso los parques estaban también llenos de "guardas" con escopeta vigilando  las manos de las parejas. Y los falangistas de Madrid entraban en pisos privados y apaleaban a hombres reunidos secretamente porque creían que eran "maricones", y sólo eran los primeros adeptos del Opus.


Conviene recordar estas cosas porque es facil pasar de un extremo a otro y no vaya a ser que al Rajoy le dé por hacernos, también, "recortes de moral". Y nos ponga a Zerolo de Archipámpano de costumbres.