30 noviembre 2011

Okupas casa Góngora

Varias veces les he hablado en esta página del barrio de las letras de Madrid, donde hace tres siglos se cruzaban cada mañana, camino de comprar el pan, los periódicos o lo que se comprase entonces, Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Góngora y el buen don Miguel de Cervantes, entre otros.

Cada cual, como españoles de fina casta que eran, con sus fobias, envidias, desprecios y descalificaciones mutuas a punto de nieve. También comenté en alguna ocasión que si un barrio con semejante pedigrí hubiera estado en Londres o París, todo el lugar sería hoy un inmenso museo al aire libre cuajado de bibliotecas, placas conmemorativas, monumentos y autobuses con turistas. Pero donde está es en Madrid, a ver si me entienden. Capital de España, o de lo que sea este puticlub de carretera. Así que pueden imaginar la diferencia.

Una de esas diferencias ocurrió hace unos días. Y lo más simpático no es la anécdota, sino su desarrollo y posterior tratamiento mediático. Un grupo de okupas se había instalado, mediante el procedimiento tradicional de patada a la puerta y de aquí no me saca ni Kristo bendito, en una casa de la calle Huertas en la que vivió Góngora después de que su enemigo mortal Francisco de Quevedo comprase su anterior vivienda, a fin de darse el gustazo de echarlo a la calle.

La casa -ya hemos precisado que hablamos de Madrid- estaba hecha una piltrafa, decrépita y llena de escombros. Así que los okupas se instalaron tan ricamente con su parafernalia habitual, también llamada ajuar perroflauta de toda la vida. Con la seguridad, por otra parte, que a cualquier okupa bien informado le da saber con certeza absoluta que en España, líder mundial en libertades y derechos del hombre y la mujer, si te metes por el morro en una casa ajena, es seguro que entre el hecho, la demanda del propietario, la decisión judicial y la ejecución de la sentencia de desalojo, si llega a producirse, y dependiendo de que el juez sea compañero de carrera o colega de universidad del abogado de una parte o de la otra, pueden transcurrir veinte años. O más.

El caso es que esos inquilinos por la kara estaban instalados en la antaño gongorina y ahora ruinosa morada, gozando de pleno derecho las innumerables facilidades que la Justicia española en general y el Ayuntamiento de Madrid en particular prestan a esta suerte de bonitas iniciativas populares.

Pero siempre hay un pelo en la sopa. En ésas, algún propietario desesperado, impaciente, y si rascamos un poco seguro que fascista, racista, machista, violento, homófobo y misógino -etiquetas que en España suelen atribuirse en bloque a cualquiera que no se baje los calzones y ofrezca el ojete sin rechistar- debió decidir que aquella situación la solucionaba él a título personal, por el artículo catorce.

Así que cuatro individuos fornidos tiraron la puerta, cogieron a los okupas en brazos y los sacaron a la calle. Acto reprobable, éste, que acogiéndome a la retórica al uso me apresuro a calificar -conste en acta para que no haya dudas sobre mi punto de vista ético- de terrorismo urbano. Incluso de genocidio perroflauta. De mi opinión debieron ser también los desalojados; pues en seguida pidieron apoyo a través de las redes sociales, y al poco se congregaron tres docenas de presuntos representantes del 15-M exigiendo reparación aún más indignados si cabe; pues la policía, que acabó presentándose, no actuó contra los malvados desalojadores ni devolvió las cosas al statu quo ante.

Como si no estuviera clarísimo y consagrado por el uso hispano que, entre patada a la puerta de un okupa y patada a la puerta de un propietario, el segundo es quien actúa al margen de la ley, y el primero es la verdadera víctima del asunto. Por favor. A estas alturas.

Por cierto: escalofriante testimonio sobre la demencial pesadilla sufrida por los desalojados -algunos periodistas parecían compartir su asombro y justa indignación- fue el de una joven que afirmó, aún nerviosa del soponcio, que lo había pasado muy mal al verse sacada así a la calle, de sopetón, y que lo que había hecho el propietario de la casa era una infamia social de las que no tenían nombre, ni apellidos.

Tras cuyo pertinente telediario, supongo, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid enviaron con suma urgencia un equipo de psicólogos y psicólogas para aliviarle el trauma. Eso me lleva a sugerir sin reservas que en las próximas okupaciones, tanto si son en las casas ruinosas de Góngora, Quevedo o Cervantes como en la del Payaso Fofó -que también tiene calles en España, y posiblemente en mayor número y con la placa más grande-, la policía abandone esa vergonzosa pasividad que me atrevo a calificar de filonazi y proteja de propietarios y otros energúmenos a quienes debe proteger. Que para eso cobra, la muy perra.

ARTURO PEREZ REVERTE


29 noviembre 2011

Losantos, Borbón, Cañizares

El domingo 21 de octubre de 2007, El País estrenaba diseño. Con tan fausto motivo, hizo a sus lectores tres regalos: una tirada de un millón de ejemplares, un reloj bastante feo y una historia política bastante falsa, pero con mucho morbo, que venía con un amplio avance en portada y la firmaba Ernesto Ekaizer, criatura argentina que era pieza destacada de la trituradora de Polanco desde hacía dos décadas.

Estos eran los titulares y la información: Aguirre irrita al rey por defender al locutor que pide su abdicación. El monarca, molesto, reclama que la Iglesia controle a la Cope.

"La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, reclamó el pasado 11 de octubre, en un almuerzo en el Palacio Real con los reyes de España, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y varios comensales más, un "trato humano" para Federico Jiménez Losantos, el locutor de la cadena Cope, propiedad de la Conferencia Episcopal. Losantos exige desde hace tiempo la abdicación de don Juan Carlos. Las palabras de Aguirre irritaron al rey (...).

"Yo no tengo problema en recibir a la gente. Es a mí a quien tiene que dar un trato humano. ¿Pero esto qué es?", preguntó el rey. "Es intolerable. Le he dicho a Rouco Varela que recen menos por mí y la monarquía y se ocupen más de la Conferencia Episcopal que controla a la Cope", remachó".

Ekaizer terminaba así el relato completo: "(...) Don Juan Carlos hizo un gesto de desdén y dijo tres palabras duras".

En principio, según esas fuentes de agua argentina que manaron, las "tres palabras duras" dedicadas a Esperanza Aguirre por el rey fueron "hija de puta".

El pendolista argentino dice que yo he "exigido", cuando yo no he exigido nada al rey -no tengo forma de hacerlo- sino que he dado mi opinión acerca de su actuación en esos primeros años de Zapatero. Naturalmente, el verbo "exigir" dibuja un monstruo de opereta, "yo", y ridiculiza como algo monstruoso o estúpido algo más serio: la eventual abdicación del rey en el príncipe de Asturias, su heredero legítimo (...).

Pero hay algo aún más grave en la manipulación prisaica, que es privar a un español del derecho a criticar la actuación del jefe del Estado si, a su juicio, acepta la liquidación del régimen constitucional que juró defender. Eso es lo que a mi juicio había sucedido al respaldar la negociación del gobierno Zapatero con ETA, sus pactos con los separatistas de Esquerra Republicana y, sobre todo, el empeño del gobierno en sacar adelante un Estatuto de Cataluña que, en opinión de no pocos magistrados del TC, arruina la legitimidad de la nación española como base de cualquier forma de legalidad en el Estado. (...)

El País, defensor de todas las negociaciones y claudicaciones de Zapatero ante el nacionalismo y el separatismo, al identificar al rey con los proyectos del gobierno socialista, lo convierte en rehén de la izquierda y protegido del PRISOE, más PRISOE que nunca. Operación de entrañamiento e identificación de la corona con la izquierda que se hace a costa de la derecha y sobre todo, de la obligación del rey de serlo de todos los españoles, no sólo de los que mandan. Y por eso muchos creen que, a veces, para salvar la monarquía, ha de irse un rey que, por perder la cabeza, suele acabar perdiendo la corona.

Lo que yo había dicho dos años antes era que, dada la incapacidad del rey para asumir sus obligaciones, sería quizás conveniente para la salud de la institución monárquica que Juan Carlos I, cumplidas ya tres décadas de ejercicio, abdicara en el príncipe de Asturias, siempre que Felipe VI quisiera hacer lo que su padre había jurado hacer y no hacía. (...) Aquella entrevista se olvidó.

Pero la misma semana del banquete real del 12 de octubre, en Telemadrid Sánchez Dragó me preguntó en su telediario por aquellas declaraciones y yo las expliqué de nuevo. Pero -añadí en la tele y repetí en la Cope- "al decirlo quizás pequé de ingenuidad o de confianza excesiva en la institución. Padre e hijo ya son mayores, y si no quieren hacer lo que convendría a todos, allá ellos".

Naturalmente, cualquiera puede discutir mi opinión. Menos el rey, por tres razones: porque es escandalosamente antidemocrático; supone violar el art. 20 de la Constitución, que garantiza el derecho de los ciudadanos a opinar y difundir sus ideas por cualquier medio, y porque ante la crisis del orden constitucional, el rey puede hacer apuestas arriesgadas junto a la izquierda y jugarse la corona, pero no tiene derecho a agredir en público a nadie, y menos a quien critica esas apuestas políticas suyas en términos también políticos.

La edición de Madrid de EL MUNDO, firmada por John Müller, director adjunto, anunciaba también en portada y corregía dentro esta información: Aguirre sobre Losantos ante el rey: "Lo peor es quitar el micrófono a un periodista".

La presidenta de la Comunidad de Madrid abogó a favor del derecho a opinar libremente tras un comentario del monarca durante la fiesta nacional. Al día siguiente, Müller se hacía eco de la opinión de La Zarzuela. La segunda entrega de Müller es minuciosa y detallada. Lo que llama la atención es que La Zarzuela no desmiente lo publicado por El País.

Sin embargo, en Libertad Digital y en la parte de la Cope identificada con nosotros, la nocturna "operación relámpago" de Pedro J. tuvo una lectura muy diferente de la mía, que era de alivio por tener aún un aliado. Pedro J. -interpretaban- trataba de defender a Aguirre y, de paso, a mí, pero sin atacar al rey.

Reconozco que me quedé solo defendiendo a Pedro J. Pero es que la relación de la Casa del Rey con los medios arrastraba tormentas muy antiguas. Cuando yo hacía los viajes largos del rey para Antonio Herrero, tuve ocasión de tratar bastante y apreciar mucho a Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa. Por eso creo entender bastante bien el delicado equilibrio que, con la súbita caída de Sabino, precipitó al rey en brazos de Prisa.

El problema esencial para Sabino en aquellos años era doble: cómo controlar al rey en sus peligrosas relaciones personales y financieras; y cómo evitar o limitar la publicación de datos comprometedores. (...) Durante la larga estadía de González en La Moncloa el rey fue sintiéndose cómodo, hiperlegitimado y archiprotegido por Polanco para hacer su real gana. Sin embargo, como veía Sabino, lo que hacía feliz a la real persona podía poner en peligro a la institución, que disfrutaba de un secretismo propio de una monarquía absoluta marroquí. (...) Para conseguir su propósito, Sabino manejaba con maestría la "filtración controlada" y el "reconocimiento mitigado".

Cuando algún medio había conseguido testimonios fidedignos de ciertos secretos a voces, como, por ejemplo, su relación con Marta Gayá, aireada por Época y recogida en EL MUNDO, Sabino podía refrendar el elemento noticioso, pero añadiendo datos que desvirtuaban su factor corrosivo. Sin embargo, la distancia entre Sabino y el rey se fue haciendo cada vez mayor y tras la seudobiografía de Vilallonga, hecha por el rey a espaldas de Sabino para que el aristócrata caradura no hiciera un libro sobre Marta Gayá (esta es información del propio Sabino), no soportó más su muda y justificada censura; y lo echó.

Mimado por Mario Conde y Polanco, el rey le tomó gusto al sistema expeditivo, más sutil que el siciliano. Entre el CESID, Prisa y Conde con sus conexiones en medios y logias, el interés del PSOE en utilizar políticamente al rey para vadear aquellos años de la corrupción socialista, descubierta y aireada por EL MUNDO y la Cope, con el GAL en el horizonte, creció en la misma medida que la oposición temerosa, acomplejada y perfilera del PP lo permitía. O sea, sin medida.

Opiniones aparte, el hecho es que en el rifirrafe del rey y Aguirre EL MUNDO frenó la manipulación de Prisa. (...) Que la medida respuesta tuvo éxito lo demostró Ekaizer en sus posteriores explicaciones sobre el sentido de la intervención de Aguirre.(...)

¿Fabulaba, especulaba y más tarde reculaba? No. Nadie se pondría a escribir en El País sobre algo tan delicado como una discusión del rey sin que Polanco y Cebrián se lo hubieran pedido o asumido como conveniente (...). Con la perspectiva del tiempo que todo lo aclara, lo que empezó con esa portada manipuladora, luego rectificada y hasta ridiculizada, fue la enésima campaña de aniquilación contra la Cope. Pero esta vez, finalmente triunfó.

¿Era consciente el rey de tomar parte en una operación contra un medio tan significativo políticamente como la cadena Cope? ¿O fue un desahogo verbal, la típica "borbonada" espontánea como el "Por qué no te callas" a Chávez? Creo que el rey era perfectamente consciente de lo que hacía.

El viernes 29 de octubre de 2010, a las 11 en punto de la mañana, Luis Herrero, Eduardo Zaplana y yo aterrizamos en Roma. En el Vaticano, para ser exactos, nos había citado el cardenal Antonio Cañizares, hasta hacía un año arzobispo de Toledo, primado de España y sin duda la figura más destacada del episcopado español después de Rouco. Había sido decisivo en la liquidación de la Cope, pero no pudo disfrutar de la victoria: el Papa lo llamó a Roma para ser prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Un título muy largo para no significar nada, pero demasiado inconcreto para quien en España quería serlo todo. (...)

La escalera que lleva a los despachos cañizarescos está a juego con la entrada, con peldaños demasiado largos, que, acaso para darles alguna armonía, también han hecho demasiado altos, peligrosísimos para las lumbares. Escaleras arriba, un clérigo remeda al Gary Cooper de El manantial. Y ya en la cumbre te lleva a una sala de espera que incluso en Añastro, sede de la Conferencia Episcopal, quedaría desangelada. De pronto, se abrió una puerta de doble hoja y entró Cañizares. Yo estaba sentado a su izquierda, en un sofá de color vino aguado; Zaplana, enfrente, en un sillón de estilo nada; y Luis, a la derecha, ocupaba la joya: un sofá tapizado de rojo aparatoso, aderezado con unas volutas redoradas que, no sé por qué, me hizo recordar a los moros y cristianos de Alicante. (...)

La incógnita del viaje era cómo me recibiría Cañizares. Yo había cumplido ya con la diplomacia amical visitándolo en Roma; ahora le tocaba a él. Y lo hizo magistralmente, con la seguridad de lo pensado: nos miró a los tres pero como si sólo fuera para localizarme a mí; entonces, se me arrancó raudo y recto, entre familiar y anovillado, y me dio la mano con fuerza, mirándome a los ojos tan fijamente como si acabara de morírsenos un pariente o lleváramos años sin vernos por culpa de una guerra justa.

En realidad, ahí terminó la mitad de la entrevista; la palaciega, si aquello fuera palacio; o la protocolaria, de obligarnos algún protocolo. Pero demostrado su interés en el reencuentro conmigo y probado que yo no iba a recriminarle su papel en la campaña contra mí y en la liquidación de la Cope, sólo quedaba aceitar la charla e irnos acercando al asunto que nos traía, que era el de averiguar para qué nos quería Cañizares.

-No tiene mala vista desde aquí, don Antonio -dijo Luis.

-Pero ni comparación con la que tenía en Toledo -dije yo.

-Eso, desde luego. Pero es que aquello es, vamos, incomparable. (...)

-Bueno, ¿y cómo os va a vosotros en esRadio? Creo que muy bien. Os oigo.

-La verdad, para llevar sólo un año en antena, no puede irnos mejor.

-Me alegro, me alegro mucho. ¿Y vais a hacer algo con el viaje del Papa?

-Pues mire, don Antonio, no tenemos dinero y no haremos nada especial sobre el Papa, porque allí van a estar todos los medios. En cambio, vamos a ser los únicos en cubrir la concentración de Alcaraz y las víctimas del terrorismo. Pero si pregunta por nosotros el Papa, ya nos disculpará.

-Es por una buena causa. Lo entenderá.

(...) En fila india, fuimos abandonando sin pesar el despacho, el largo pasillo y la encumbrada escalera. Cañizares saludó en italiano al portero anodino y salimos a la calle. El cardenal y Zaplana se adelantaron. Luis y yo nos rezagamos para discretear un poco.

-Bueno, Luis, no dirás que me estoy portando mal.

-No. Pero ahora, en el restaurante, es cuando tienes que portarte bien. Porque supongo que ahora hablaremos de la Cope.

-O no. Yo creo que lo único que quería era hacer las paces. Y eso ya está hecho. Si no hablamos de la Cope, mejor para él. Todavía más cómodo.

-No, no creo. Falta oír lo que él quiera decirnos. Y algo tendrá que decir.

(...) Il vero Alfredo, el restaurante al que nos había llevado Eduardo era, sin exagerar, de película: entre La dolce vita y El padrino, con algo de Vacaciones en Roma. Sólo faltaban Audrey Hepburn y Gregory Peck en la puerta, con Lambretta y sin casco. Por lo demás, está todo lo que uno piensa que era Roma en los 60. Bajando unos escalones, la entrada disimula su modestia con una apabullante galería de fotos. Mandan los Kennedy: Jack y Jackie; Bob y Ethel, eternamente jóvenes; y el joven Edward, alguna vez joven, muerto ya, sin el esplendor del sacrificio. Aunque cerca del Coliseo, nadie aquí parece mártir. Los muertos envejecen mejor en blanco y negro.

-¿Has visto ese cadáver institucional?

-¿Cómo no voy a ver a los Kennedy? Están en el mejor sitio.

-No, no, Marichalar. En color tiene menos prestancia, pero ahí está.

-Y Alfonso XIII. Y don Juan. Y el rey, que es que nació en Roma.

-Esto tiene algo del Pudridero en El Escorial. No falta un Borbón. (...).

Al primer bocado, nos rendimos. Los maestossimi fettucini all'Alfredo eran un prodigio de sencillez y elaboración, pesados y ligeros, una victoria de la mantequilla en el paraíso del aceite de oliva. (...) Y Zaplana entendió que ese era el momento de entrar a matar.

-Bien, don Antonio, yo no quiero irme de aquí sin plantear la razón de este viaje. Yo no he oído de usted sobre estos dos señores más que cosas buenas, durante muchos años. Y ellos nunca me han dicho más que cosas buenas de usted. Me gustaría saber cómo se ha llegado a esta situación absurda en la que personas que han afrontado juntas situaciones tan difíciles estén ahora enemistadas o aparezcan ante todo el mundo como enemigos irreconciliables. Yo eso no lo entiendo.

-La verdad es que yo tampoco lo entiendo.

-Hombre, don Antonio -terció Luis-, todo viene de la salida de la Cope. Y de la participación que se le atribuye a usted en la defenestración de Federico.

-Pero es que las cosas no son como se han contado. En absoluto -Para mí la Cope -tercié- ya es ayer. Inolvidable, pero ayer. Gracias a que nos echaron creamos esRadio; y eso siempre lo agradeceremos. Pero tengo curiosidad por saber lo que realmente pasó. ¿Lo puede contar usted?

-Pregunta, que lo que sepa, lo contestaré.

-¿Es verdad, como contó La Vanguardia, que usted envió una carta a Rouco antes del comité ejecutivo diciendo que yo no podía seguir en la Cope?

-No es verdad. Yo escribí una carta que previamente se me solicitó y en la que decía que la programación tenía que cambiar. Pero no decía que tenían que quitarte a ti. Decía que había que cambiar la parrilla completa.

-Pero con la campaña en contra que llevábamos padeciendo en los dos últimos años, la carta sólo podía entenderse en ese sentido. Y así se entendió.

-Podía entenderse de otra forma. Por ejemplo, tú podías haber seguido y sin embargo cambiar la parrilla. Lo que yo creía inviable era el conjunto y lo que quería que se aclarase era el sentido de la existencia de la propia Cope.

-Y después de esta temporada -dijo Luis-, ¿está satisfecho con el resultado?

-Ya no es mi responsabilidad, pero, evidentemente, no puedo estarlo. (...)

-Bueno, pero ahora Barriocanal tiene todo el poder ¿no?

-Omnímodo.

-¿Y eso le parece a usted bien o mal?

-Si lo hace bien, me parecerá muy bien. Pero el problema de fondo es el mismo: tener una idea clara de qué hacer con la Cope. Y yo no la veo. (...)

-¿Y cree -dije yo- que ha valido la pena tanto desgaste para tener, un año después, una radio con la mitad de audiencia y sin ninguna influencia?

-Es evidente que hemos hecho cosas mal. Y en lo posible, habría que repararlas. Pero ahora soy yo el que os pregunta: ¿qué puedo hacer? ¿Necesitáis alguna gestión? (...) O para ser más concreto, ¿qué puedo hacer yo?

-Lo primero era hacer las paces -dijo Zaplana-. Y creo que están hechas. A partir de ahora, a ver cómo va todo (...) cómo se desarrolla esRadio; y hablamos. Porque lo seguro es que en pocos meses la radio va a estar otra vez patas arriba.

-Como todo en España.

-Bueno, Eduardo, como supongo que os iréis pronto al aeropuerto, yo quiero agradecerte, pero de verdad, este encuentro. No te exagero si te digo que es una de las grandes alegrías de estos últimos tiempos.

-Ha sido un placer como amigo. ¡Y era una obligación cívica, ja, ja!

-¡Tantas obligaciones no se cumplen! Y gracias, Luis; y gracias, Federico.

Salimos a la calle, a la Piazza de Augusto. Cañizares me abrazó con tal fuerza que parecía emocionado de verdad. Y se volvió al Vaticano andando lentamente. Roma quería despedirnos con una tarde de belleza abrumadora: la luz sobre todas las cosas, el cielo en su sitio, el tráfico cortado, los fieros peatones, las piedras del Coliseo, la gracia torpe del empedrado, la sensación de estar fuera del día, ya que no del mundo… en fin, Roma.

Federico Jimenez Losantos



28 noviembre 2011

El Rey de España: Juan Carlos I

He aquí un video con el que no todo el mundo estará de acuerdo pero lo considero interesante a efectos de información. Acepto todas las críticas por su publicación y de la que me hago responsable.





27 noviembre 2011

Mortadelos con Carrero

La semana pasada adelantábamos la prueba de que la CIA tuvo un papel clave en la muerte del almirante. Hoy, Antonio Rubio aporta datos sobre la extraña actitud de los servicios secretos, que terminaron favoreciendo el crimen.

Meses antes de que el almirante Carrero Blanco volará por los aires, dos equipos de agentes especiales del Estado Mayor estuvieron vigilando, diariamente, a un grupo de árabes y una empresa rusa que estaban situados en la misma zona del atentado. El mismo día 20 de diciembre de 1973, cuando ETA llevó a cabo el magnicidio contra el presidente del Gobierno de Franco, ninguno de los 14 agentes que componían aquellos grupos, ni los dos vehículos que utilizaban de apoyo, se encontraban operativos.

Un día antes, el 19, el etarra José Miguel Beñarán, Argala, fue localizado y fotografiado por esos agentes especiales en una parada de autobús que estaba a unos 200 metros del lugar del atentado, el número 104 de la calle Claudio Coello. Ese mismo etarra fue el que al día siguiente accionó el explosivo que mató a Carrero Blanco.

También se dio la circunstancia de que uno de aquellos grupos de agentes especiales del Estado Mayor cogió vacaciones navideñas aquella misma jornada, el día 20, y el otro recibió la orden de levantar el servicio y regresar a su base. Esos dos equipos tenían dos subjefes, León y Salinas, nombres en clave interna, y todos ellos estaban dirigidos por el capitán José Luis Cortina, más conocidos entre sus hombres por el sobrenombre de El Pelao.

En aquella época, marzo de 1982, Cortina era el jefe de la Agrupación Operativa y de Misiones Especiales (AOME) del CESID (el actual Centro Nacional de Inteligencia). Cuando El Mundo planteó ese tema al ex agente secreto, su respuesta fue rápida y escueta: "No tenía que sacar nada de aquel atentado".

El atentado contra Carrero Blanco, del que en diciembre se cumplen 38 años, fue planificado y ejecutado por el comando Txikia de ETA, que estaba compuesto por Iñaki Múgica, Ezquerra; Iñaki Pérez, Wilson; Jesús María Zugarramundi, Kiskur; Javier María Llarreategui, Atxulo; y José Mikel Beñaran, Argala. Y este último etarra fue detectado y fotografiado por los agentes del entonces capitán Cortina un día antes del atentado contra Carrero Blanco, el 19 de diciembre de 1973, en una parada de autobús que había junto a la embajada norteamericana (Serrano, esquina con Hermanos Bécquer), cerca de la residencia particular de Carrero Blanco (Hermanos Bécquer, 6) y a unos 200 metros del lugar del atentado.

Aquellos hechos han sido narrados por uno de sus autores, un agente de información del Estado Mayor que hacía guardia en la parada de autobús de Serrano-Hermanos Bécquer y que cubría y vigilaba las entradas y salidas de una empresa rusa, Mar Negro, que era una cobertura de la antigua URSS en Madrid y que estaba en la calle Serrano, justo enfrente de la parada de autobús.

Aquel agente, guardia civil, de la tercera promoción de información y preparado por especialistas del Mossad israelí, recuerda que "aquella mañana, como tantas otras durante meses, estaba en la parada de autobús, vigilando las entradas y salidas de los rusos a aquella empresa que estaba en Serrano, muy cerca de la embajada norteamericana".

Este agente ha estado toda su vida laboral en información y rememora, con todo lujo de detalles, aquellos momentos: "Por esa parada pasaban cuatro líneas de autobuses y yo tenía que coger el cuarto, lo que me daba un margen de control, sin levantar sospechas, de unos 20 minutos. De repente se me acercó un tío que no me quitaba ojo. Pasaron dos autobuses y no los cogió. Entonces avisé a mis compañeros que estaban en los alrededores, a través de un emisor, con la clave Coca-Cola, que significaba que tenían que fotografiar al sujeto que estaba a mí lado".

El agente especial del Estado Mayor volvió a contactar con sus compañeros de equipo, un total de siete, y les informó: "Me duele la cabeza". Eso significaba que se salía del operativo porque había sido mordido (controlado) por alguien al que no controlaba y desconocía. El guardia civil tomó el primer autobús que llegó a la parada y el sujeto desconocido, detrás de él, realizó la misma operación.

"Al cabo de un tiempo supe que ese tío que estuvo a mi lado, que me siguió y que fotografiamos era José Miguel Bañarán, Argala", confiesa el especialista en información y contraespionaje.

Tras esos hechos, el equipo del agente de los servicios de información del Estado Mayor recibió la orden de levantar el operativo de vigilancia y regresar a la base, un chalé en la zona de la plaza de Castilla.

Cuatro años después del atentado, en diciembre de 1977, la editorial Hordago publicó un libro, Operación Ogro, donde el comando Txikia contaba al autor de aquella obra, Julen Agirre, "Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco".

En el capítulo I, páginas 20 y 21, dos de los etarras del comando Txikia describen cómo y de qué manera controlaban los movimientos de Carrero Blanco: "Hay varias paradas de autobús por allí. Una justo en frente, en la acera en donde está la Embajada (sic) americana, otra en Hermanos Bécquer, casi esquina con Serrano y aún creo que hay otra en Serrano mismo, un poco más arriba".

Uno de esos etarras, identificado como Mikel y que posiblemente fuera Argala, cuenta: "Vi gente en frente, una parada y me junté a esperar […] ya vi llegar el Dodge negro (se refiere al vehículo de Carrero Blanco); se paraba en doble fila, bajaba, con él bajaba también un señor, el mismo que le acompañaba el día antes, moreno, con gafas y de estatura mediana, fuerte que llevaba una cartera en la mano […] Entonces venía ya un autobús y como yo seguía pensando que podía haber observadores en algún punto y ya hacía más de cinco minutos que estaba allí, pues subí y me bajé en la siguiente parada". El propio Argala cuenta que tras apearse del autobús volvió a la iglesia donde estaba Carrero Blanco escuchando misa y "entré y me quedé detrás del todo, donde estaba la pila del agua bendita".


A las 9:28 horas de aquel mismo día, el almirante Carrero Blanco volaba por los aires a la altura del número 104 de la calle Claudio Coello. Cuando la noticia del atentado llegó al equipo que había regresado a su base se produjeron una serie de comentarios del siguiente tenor: "Joder, de la que nos hemos librado y de la que se ha librado el chófer (se referían al vehículo de apoyo que estaba aparcado en la misma calle Claudio Coello)".

Y mientras que el presidente del Gobierno sobrevolaba, con su vehículo Dodge Dart, la cornisa del colegio de los Jesuitas de la calle Claudio Coello, el subjefe de uno de los equipos de información del Estado Mayor, que hasta el día anterior había estado controlando a unos árabes por aquella misma zona, iba camino de Ponferrada para pasar allí sus fiestas navideñas.

Ese subjefe del segundo grupo de agentes del Estado Mayor tenía vigilada parte del barrio de Salamanca, concretamente la zona que estaba entre Maldonado y Velázquez, y ha reconocido que "estábamos controlando a unos árabes por la zona de Maldonado, Velázquez y Claudio Coello, pero no sabíamos nada de los etarras. Es verdad que cogimos las vacaciones el día anterior, el 19, que levantamos el servicio y que yo me enteré de todo en la carretera, camino de Ponferrada".

El agente del Estado Mayor, que era guardia civil y tenía la categoría de sargento, ha reconocido que pertenecía al GOME, un grupo de contraespionaje, y que vigilaban a diferentes grupos de extranjeros: "El primer grupo de agentes cogió vacaciones del 20 al 31 de diciembre porque no había nada especial.".

Este mismo agente, que ya está en situación de retirado y ha cumplido los 70 años, recuerda que "el vehículo que teníamos de cobertura lo solíamos aparcar entre las calles Claudio Coello y Velázquez". Y rememora el momento: "Podríamos haber volado todos".

Antonio Rubio

NOTA DEL BLOG : El conspirador nato de todas estas operaciones y que también estaba hasta el cuello en el 23-F, era el alto cargo del Cesid comandante José Luis CORTINA. Y siempre se fue de rositas.



26 noviembre 2011

Santa Marta tiene tren

"Santa Marta tiene tren pero no tiene tranvía. Si no fuera por las olas, caramba.
Si no fuera por las olas, caramba"














25 noviembre 2011

Podemos esperar sentados

Después de la victoria electoral del Partido Popular no son pocas las voces que, desde diversos ángulos, apremian a Mariano Rajoy para que desvele el contenido de las medidas que pretende aplicar cuando tome el control del ejecutivo e incluso para que avance los nombres de las personas que conformarán su equipo.

Parece bastante razonable que Rajoy, que no tiene aún ni va a tener en los próximos treinta días capacidad alguna de actuación, se abstenga de anunciar medidas que no va a poder poner en práctica y que además afectan a una realidad y a unos mecanismos y engranajes de poder cuya situación actual desconoce.

No obstante,como Rajoy es gallego, bipolar, oscuro y profundo, no se saben sus intenciones, pero sospecho lo que no va hacer.

Rajoy no va a encerrar a los etarras porque toda la estrategia ya estaba con el PSOE pactada. Rajoy no va a eliminar la corrupción en el PP (y si no, dime qué hace Ana Mato en la cúpula del Partido Popular), Rajoy no va a modificar la independencia de la justicia española, Rajoy no va a permitir que se estudie español en este puto país, Rajoy no va a eliminar la ley de Costas y mucho menos la ley de Castas, Rajoy no va permitir que se fume, Rajoy no va a reponer la bandera española en todas las instituciones, Rajoy no va a eliminar los dominios de Internet “.cat”, Rajoy no va a eliminar la ley D'Hont, Rajoy no va a reunificar España, Rajoy no va hacer nada, sólo intentará frenar la aceleración del declive económico español.

Su antecesor,Zapatero, como buen membrillo revolucionario de Logia, a la semana de llegar a La Moncloa, sin un atisbo de duda y sin complejos paralizó el trasvase del Ebro a Valencia, eliminó de un plumazo el sistema educativo del PP, modificó la ley de costas para perjudicar al PP de Valencia, quitó los crucifijos de los colegios, prohibió fumar, modificó la ley del aborto, denominó matrimonio a la unión de personas con el mismo sexo, cambió la palabra “Nacional” por “Estatal”, etc.. Y si le dan un poquito más de tiempo, se coloca la Cruz de los Caídos de llavero. Resumiendo, cambió España en un “plis”.
 A mal, pero cambió todo.

El PSOE tiene muchos problemas. Seguramente estará años en la oposición. Es la hora de los vencedores. Si el futuro del PSOE pasa por los lideres perdedores difícilmente recuperaran terreno. Si siguen pensando que los millones de votos se han ido por la crisis, entonces habrá que decir eso de ¿Quo vadis, PSOE?

"Ansí" que vamos de un extremo al otro sin que nadie tenga intención de mejorar la vida de los ciudadanos, ni el anterior ni el próximo.

Ojalá me equivoque.

Tellagorri



24 noviembre 2011

Los "negociadores" internacionales

He aquí un pequeño curriculum de los seis chorizos internacionales que hicieron de "testigos" de la "paz de Eta" en San Sebastián. Toda una garantía de "validez" de unos honorables que debieran de estar en la carcel los primeros de todos.

Fue el estrambote de la ceremonia de la confusión en que se convirtió la conferencia de paz. Seis figuras internacionales, reclutadas a dedo por Eta, marcaron el camino de futuro para Euskadi. Pero nadie sabía en nombre de quién hablaban: los organizadores, la comunidad internacional, la izquierda abertzale, ellos mismos... Al final, todo se reveló como un teatrillo para que ETA vendiera a los suyos su rendición como una victoria o, al menos, un empate.

Eso sí, los seis expertos instaron a Francia y España a negociar las "consecuencias del conflicto". Podando la hojarasca diplomática, significa que, entre otras cosas piden una salida para los 703 etarras que viven en prisión, como ya ocurrió en el Ulster. A eso llaman "la lección de paz" que los mediadores dieron a España.

Repasamos sus trayectorias.

1. EL EX TERRORISTA. GERRY ADAMS.
Es el espejo internacional de la izquierda abertzale. Nada complace más a Arnaldo Otegui que le apoden el Gerry Adams vasco. Y el líder del Sinn Fein le devuelve el elogio. "Otegui es un hombre de paz, estoy convencido".

Aquel lunes, Gerry Adams aterrizó en San Sebastián como si fuera una estrella del rock. Fue el más solicitado por los periodistas y los fotógrafos. Incluso uno de los participantes en la reunión le pidió permiso para retratarle con su móvil.

Reciclado como hombre de Estado tras los acuerdos de paz en el Ulster, muchos olvidan que Adams lidera el brazo político del IRA desde los 80, incluidos sus años más sangrientos. En cuanto a Euskadi, está enredado en un discurso calcado al de la izquierda abertzale. Es decir, que en el País Vasco se vive una confrontación armada entre dos bandos con idéntica legitimidad moral.

2. EL NEGOCIADOR. JONATHAN POWELL. Al ex jefe de gabinete de Tony Blair lo describen como "el gran dinamizador" del acto de San Sebastián. Fue él quien se encargó de tirar de agenda para congregar el dream team de líderes en la Casa de la Paz de Ayete. Repasando sus ideas sobre la resolución de conflictos, resulta fácil entender que la izquierda abertzale se sienta cómoda en su regazo: Powell opina hay que negociar con todos los terroristas. "Incluso con Osama Bin Laden", llegó a escribir en un artículo en The Guardian.

Una y otra vez, Powell rechaza la posibilidad acabar con el terrorismo sin hacer concesiones políticas.
Hijo de un asesinado por el IRA, se negó a estrechar la mano de Gerry Adams en su primera reunión. Ahora, sin embargo, es tan amigo suyo que lo invitó a su boda. Y, este lunes, ambos volaron juntos a San Sebastián, donde compartieron mesa, mantel y risas.

Por eso, dejó su huella en los aspectos más polémicos del gobierno laborista. Así, la Policía lo interrogó en dos ocasiones por el mayor escándalo de la era Blair: la venta de títulos nobiliarios a cambio de donaciones a partidos políticos.

Además, Powell asumió un rol crucial a la hora de vender la guerra de Irak a los británicos. Su oficina presionó a los servicios secretos para que redactaran informes alarmistas sobre las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein. Ya entonces Powell creía que el fin justificaba los medios.

3..EL BLOQUEADOR. PIERRE JOXE. Fue ministro del Interior francés en los años de plomo, cuando ETA apilaba cadáveres día tras día. Pero el socialista Joxe nunca mostró compasión por sus colegas hispanos. Ni siquiera flaqueó cuando le mandaron un vídeo de las matanzas etarras a su despacho. Para Joxe, ETA era un "un problema interno" de España, aunque la cúpula de la banda usara el territorio galo como refugio.

Bajo la dirección de su sucesor, Charles Pasqua, Francia se afanó en desmantelar el santuario francés. En apenas dos años, expulsó a más de 250 vascos, una sangría que debilitó a la banda.

4..EL FRACASADO. KOFI ANNAN. El ghanés fue el huésped de honor de los organizadores. Lo alojaron en el lujoso Hotel Londres, frente a la Playa de la Concha. También le invitaron a que abriera las discusiones en la Casa de la Paz. Todos querían mimar al ex secretario general de Naciones Unidas (1997-2006), la figura de más peso político del evento.

Lo que nadie le recordó fue que, bajo su mando, la ONU sufrió su escándalo más bochornoso: el programa Petróleo por alimentos de Irak. La idea era que paliara el daño sobre la población del bloqueo internacional contra Sadam. Pero, en la práctica, se convirtió en la principal sostén económico del régimen. El tirano exigía una mordida a las empresas que participaban en el proyecto, sin que los funcionarios de la ONU se dieran por enterados.

El escándalo salpicó directamente a la familia Annan. Una de las compañías que negoció con Sadam fue la suiza Cotecna donde, curiosamente, trabajaba su hijo Kojo. Las sospechas sobre su trato de favor amargaron su despedida del poder.

Bajo su mando, los cascos azules protagonizaron infinitos escándalos, como los casos de violación en el Congo. También se produjeron denuncias similares en Bosnia, Haití o Sierra Leona.

Hoy, su caché ronda los 100.000 dólares, más otros 50.000 para su comitiva. Aunque en el caso de San Sebastián, asegura, sólo cobró los gastos de transporte y alojamiento.

5. EL CORRUPTO. BERTIE AHERN. Ex primer ministro irlandés. El milagro irlandés germinó sobre una gigantesca burbuja que, al estallar, dejó a su país intervenido. Sin embargo, la puntilla se la dieron las acusaciones de corrupción que, semana tras semana, se agolpaban ante su despacho.

Las heterodoxas finanzas de Ahern dejaron boquiabiertos a los irlandeses. Así, se supo que, en los años 90, cuando era ministro de Finanzas, ni siquiera tenía una cuenta bancaria. Ahern prefería cobrar su salario en cheque y pagar todos sus gastos en efectivo.

También se descubrió que, en aquella época, unos empresarios le habían dado decenas de miles de libras en efectivo. Su explicación fue que se trataba de un "préstamo" para ayudarle en un apuro: el divorcio de su mujer. Luego se supo que Ahern no había devuelto ni un céntimo.

Cobra 40.000 dólares por discurso y sólo en 2009 obtuvo 467.200 dólares por estas apariciones, que combina con viajes "gratuitos" al País Vasco "con el permiso del Gobierno español". Además, cuenta con peculiares ingresos extra: este mes se supo que, desde su dimisión, ha cobrado 10.655 euros al contribuyente irlandés por "gastos de teléfono móvil".

6.  LA INOCENTE. GRO BRUNDTLAND. La ex primera ministra noruega volvió a nacer este 25 de julio. Abandonó la isla de Utoya minutos antes de que Anders Behring Breivik empezara su matanza de 77 personas. Luego, el asesino confesaría que ella era su "principal objetivo". Por eso se ganó el reproche de Antonio Basagoiti, líder del PP vasco: "No sé qué le parecería que alguien se presentara en Noruega asegurando que hay que dialogar con Breivik, o con quienes piensan como él, para tratar de la inmigración o de los musulmanes en su país".

Con esta colección de "personalidades mundiales" hasta Pepiño podría parecer un panoli. Ahí tienen futuro los ex de ZP : hacerse del equipo de estos chorizos ambulantes.




23 noviembre 2011

Carrero, Kissinger , Peneuve, Eta

A Carrero Blanco se le definía por la negatividad. Era un tipo anti. Anticomunista, antijudío, antimasón, antiprotestante, antiliberal, antidemócrata, anti-OTAN...

Impertérrito ante los cambios sociales, se aferraba a un continuismo del régimen, sin atisbos de apertura democrática, de aproximación a los países de Occidente. Después de los juicios de Burgos quedó patente que fue el inductor de las penas capitales y el que aconsejó a Franco "un doble juego, mi General: presione quien presione, el Gobierno debe mantenerse duro; y si hubiera que aflojar, que el Consejo del Reino sea el blando".

Como resaca de aquellos juicios, Carrero se convirtió en la diana contra la que los militares descargaban sus furias y los diplomáticos sus críticas. Éstos, porque en sus cancillerías tenían que dar la cara por el Gobierno español y encajar comentarios reticentes. Y los militares, por el inicuo papel de jueces prevaricadores que se les endosó.

Sin gran esfuerzo, los agentes de la estación CIA-Madrid recaudaban día sí, día también, esos estados de opinión tomando café con oficiales del Servicio Central de Documentación (SECED) o con ciertos funcionarios de alto nivel en el Ministerio de Exteriores. Sin perder un minuto, los picaban en el teclado del télex y los remitían a CIA-Langley. Si la noticia tenía más voltaje, pasaban un confidencial al embajador Horacio Rivero, y él ya, a Washington.

En 1971, 1972 y 1973 fue intenso el flujo de notas de la embajada estadounidense al Departamento de Estado. Primero con William P. Rogers y después con Henry A. Kissinger, el leitmotiv era Carrero.

Preocupaba su influyente proximidad al caudillo, su idiosincrasia reaccionaria, anticuada y cierra-España. Carrero era mucho más que un edecán eficiente a la sombra de Franco. Él era el cerebro de Franco y, desde hacía tiempo, la musculatura de las decisiones políticas de Franco.

Su álter ego en todo, menos en la firma que sancionaba un decreto ley o una ley. Sin protagonismo externo, trabajando en la sala de máquinas, definía el rumbo de la gobernación. Gobernaba de hecho. Y se temía que, dada la acelerada senilidad del caudillo, en un instante de desfallecimiento le entregara las riendas de hecho y de derecho.

Un diagnóstico remitido de Madrid a Washington dibujaba un patético cuadro de futuro en tonos gris marengo, con manchurrones de involución, "como en la España de los años 40", y Carrero en la sombra taponando el más mínimo resquicio de apertura política, cultural, social.

Se detallaban sus "anquilosadas fobias al comunismo y a la masonería". En el supuesto de que Carrero pudiera llegar a la Presidencia, "un rasgo preocupante sería su antipatía intelectual e ideológica hacia las instituciones políticas y la forma de vida americanas".

El informe concluía con una frase dicha por un alto cargo español de Exteriores en una conversación con un agente de la CIA: "Lo mejor que podría surgir de esta situación sería que Carrero desapareciera de escena". En el texto que llegó hasta el escritorio del presidente Nixon, esa frase aparecía subrayada.

Eduardo Blanco, director general de Seguridad, tenía fluidos contactos con Vernon Walters, número dos de la CIA, y con Néstor Sánchez, jefe de la estación CIA-Madrid, y sabía que a EEUU le preocupaba la continuidad del acuerdo de las bases militares. No percibían en Carrero un deseo de renovarlo, y en 1973 vencía el último plazo quinquenal.

-A los americanos les gustaría para España un presidente civil, tipo Areilza, tipo Garrigues y Díaz-Cañabate (comentaba Eduardo Blanco en sus tertulias a media voz del Casino de Madrid). Gente amiga, abierta, liberal, con la que pueden entenderse. Y de ser un presidente militar, les va más un Díez-Alegría.

La CIA no tenía topos en ETA. Pero sí tenía una antigua y bien forjada relación con el PNV, iniciada durante la Segunda Guerra Mundial y canalizada al principio por el FBI y la OSS (la Oficina de Servicios Estratégicos, antecesora de la CIA).

En efecto, para prestar información útil a los ejércitos aliados y luchar contra el nazismo y el fascismo, los exiliados vascos organizaron Servicio de Inteligencia Vasco (SIV). Fue una decisión de José Antonio Aguirre en 1943. El Gobierno vasco en el exilio se comprometió a crear una red de espionaje, a cambio de la cobertura de gastos y unos estipendios por cada información suministrada. El acuerdo se negoció en Nueva York y Washington entre el agente especial del FBI Jerome Doyle y Antonio de Irala, secretario personal de José Antonio Aguirre, lehendakari en el exilio, que formalizó el trato en la primavera de 1943 con el director del FBI, Edgar Hoover.

Informes oficiales del FBI desclasificados entre 1996 y 1997 evidencian que un grueso de militantes del PNV, exiliados y establecidos en Latinoamérica, espiaron a políticos nazis, fascistas y comunistas entre 1943 y 1947, por encargo de EEUU y pagados por el FBI. (...)

La conexión entre CIA y ETA, un imposible político y metafísico, sólo podía lograrse por personas interpuestas y a través de amigos comunes. ¿Personas de arraigada confianza para la CIA que fuesen también de arraigada confianza para ETA? El viejo SIV de los nacionalistas vascos.

Desde el Aberri Eguna de abril de 1972 el PNV tenía un peso en ETA. Y el hombre fuerte del PNV dentro de la organización terrorista era Ezkerra. No había que dar más rodeos. Ezkerra, en esta historia, no es alguien a quien se capta, alguien a quien se tienta, sino alguien a quien se le encarga un hecho fulgurante que cambiará la historia: dinamitar en cuatro segundos 40 años de guerra, posguerra, dictadura y pertinaz sequía.

Carrero Blanco no hacía cambios en el itinerario. El coche salía a las nueve menos diez del portalón del edificio de Hermanos Bécquer 6, doblaba a la derecha, subía por López de Hoyos una manzana, y de nuevo a la derecha para desembocar en Serrano. Los escoltas del almirante debían de tener cronometrados los semáforos en el cruce de López de Hoyos con Serrano y en las confluencias entre Diego de León, Serrano y Hermanos Bécquer, porque el vehículo coincidía exactamente con las luces verdes. Así un día tras otro desde hacía 20 años.

El portero de Mirlo 1 (la dirección donde se alojaron los etarras: Wilson, Zigor, Kiskur y Atxulo) últimamente no los saludaba. Ellos suponían "será porque llevamos tiempo sin darle propinas, sin encargarle "súbanos dos docenas de churros y una de porras, y quédese las vueltas para usted", y también sin dejarnos caer por el bar a echar una partida de cartas".

Cierto. Desde octubre, cuando se marcharon Wilson y Zigor y llegaron Kiskur y Atxulo, o Ezkerra se dejaba caer por allí y los otros le daban coba como si mandara en ellos, los cambios no le cuadraron al portero y empezó a sospechar.

-Mira, aquí, en el 12 C, tengo unos inquilinos un poco raros... Ni arman jaleo, ni montan juergas, ni traen chicas; más bien tiran a demasiado serios para su edad. Pagan el alquiler los 20 de cada mes. Por ahí, nada, bien... Pero me dan mala espina. Son vascos, muy vascos. Fijos viven tres y a veces viene otro. Ellos dicen que preparan oposiciones de banca, que son estudiantes, y uno es perito y dibuja planos de maquinarias. Pero no llevan vida de estudiantes.

Un guardia civil que era del Servicio de Información de la 111ª Compañía, escuchó la parrafada del portero.

Después de algún tiempo con vigilancia camuflada y una línea abierta de información sobre ausencias, visitas, horarios y movimientos extraños, el teniente coronel Aguado convocó a 12 de sus hombres para hacer una entrada y registro nocturno en el piso de Mirlo. La noche en cuestión, Aguado se reunió en la comandancia de Guzmán el Bueno con el capitán Puertas y los tenientes Pinto y Santamaría. Estudiaron el operativo, la distribución de los agentes: calle, portal, ascensor, planta 12 y azotea:

-Hay un comando de la ETA en Madrid. Pero ni lo hemos olido. ¿Pueden ser éstos de Mirlo? No lo sabemos. Por tanto, armas quietas y nada de tiros.

Aguado llevaba un rato en el despacho del coronel Manuel González tomando café y haciendo tiempo para salir con sus guardias, cuando sonó el teléfono interior.

-Aquí el cuerpo de guardia, soy el comandante de servicio. Mi coronel, un mensaje urgente para usted del director general de Seguridad.

-¿Está al habla? Páseme con él.

-No, mi coronel, no está al habla. Me ha dictado el mensaje para que se lo transmita y ha colgado.

-Ah... Bien... léame el mensaje.

-Al coronel jefe de la 111ª Comandancia de la Guardia Civil: suspéndase entrada prevista en piso 12 letra C del nº 1 de la calle Mirlo.

Después de colgar, el coronel González mantuvo unos instantes su mano sobre el auricular, como si así asimilara mejor la contraorden. Luego miró a Aguado, que aguardaba con cara de desconcierto al otro lado de la mesa:

-Despide a tus hombres, Paco, y vámonos a dormir: se suspende la operación.

-¿Quién lo manda?

-Puerta del Sol. Eduardo Blanco. Y en plan ordeno y mando, dictándole la orden al comandantillo de servicio como si yo fuera un mindundi..

Temía Kissinger encontrarse con un Carrero chovinista, persuadido de la superioridad del franquismo y empeñado en perpetuarlo. No deseaba Kissinger encontrarse con ese espécimen Carrero. Sin embargo, el retrato era cierto y con ese Carrero se encontró.

Llevaban tres cuartos de hora de conversación y estaban en un punto muerto. Carrero no cedía. ¿Renovar los acuerdos sobre las bases? No quiso ni hablarlo. ¿Autorizar el uso de Torrejón, Rota o Morón para la guerra en Próximo Oriente? Ni media palabra. ¿La OTAN? Tendrían que pedírselo a coro.

Cuando Kissinger pensaba que el carril del presidente había llegado a su station terminus, Carrero planteó el riesgo que corría España de "una agresión militar desde cualquier país árabe norteafricano, porque ser aliados activos de EEUU puede pagarse caro".

Debió de ser entonces. Carrero se levantó, fue hacia su escritorio en la sala contigua, una potente mesa de Isabel II, y volvió con una carpetilla que tendió a Kissinger.

-Yo hubiese preferido no tener que sacar este informe...

Eran los dos folios radiactivos que el comandante Velarde había redactado un par de días antes: el Proyecto Islero, listo para su puesta en marcha.

-No vean en esto un desplante, ni un desafío, sino un aviso leal. España tiene capacidad para desarrollar su propio armamento atómico. Y, tal como nos ponen las cosas, estamos dispuestos a hacerlo.

Con ese par de folios le daba ahora una respuesta frontal a Kissinger.

Aquella misma mañana (19 de Noviembre), a las 9.45, en la sede de la estación CIA-Madrid, planta novena de la Embajada de EEUU, y más exactamente en la sala blindada Faraday, se había recibido una llamada desde Langley, cuartel general de la CIA-Virginia. El director, William Egan Colby, tenía un mensaje urgente: El doctor Kissinger debía salir de España lo antes posible. Se le recomendaba concluir su visita oficial inmediatamente después del almuerzo en la legación y que bajo ningún concepto pernoctase en Madrid.

Kiskur circulaba por la zona para vigilar y tener a punto el motor del Seat blanco. Se detuvo en la calle Hermanos Bécquer. Quería cerciorarse de que Carrero ese día iba a la iglesia. A las 8.55 lo vio salir del portalón de su casa, empaquetado en su abrigo gris marengo, y subir al Dodge. Recorrió el trayecto que haría Carrero después de oír misa. Tal como habían convenido, al pasar por la esquina de Claudio Coello con Diego de León, desde el coche sonrió a los electricistas. Era una seña de que el Ogro estaba en la iglesia.

Ya lo veo! -dijo Atxulo-. Vienen los dos coches.

Argala protegía entre sus piernas la cartera de electricista y miraba también. En el bulevar de Juan Bravo, los Dodges cedieron el paso a los vehículos que bajaban hacia Serrano. Enfilaron Claudio Coello despacio, muy despacio. Antes del cruce con Maldonado, otra parada, para que una mujer con su niña atravesaran el paso de cebra. Reanudaron la marcha, ya casi en el 104. Argala, abajo, concentrado en el botón de la batería y esperando el aviso. Cuando el coche de Carrero se puso a la altura del Austin Morris, Atxulo dijo "¡ahora!" y miró qué ocurría. Décimas de segundo. Un impacto sordo, seco. Un buuuum muy amortiguado. Eran las 9.36.

Casualidad o causalidad: los cambios en el calendario del comando etarra se correspondían con los cambios en el calendario del doctor Kissinger. Posiblemente, sin saberlo ni él ni ellos. Pero los hechos son tozudos: ETA iba actuar el 18, cuando la visita de Kissinger estaba programada para los días 21 y 22. Al adelantar Kissinger su viaje al 18 y 19, ETA retrasó su actuación al 20.

De la Torre (Luis de la Torre, juez instructor de la causa por el asesinato de Carrero Blanco) repasó la rueda de prensa de Burdeos. Los enmascarados también dijeron que la galería tenía forma de T; aunque en su información el travesaño horizontal medía seis metros, no ocho; y la sección del túnel era de 0,40 por 0,40. Pero no, no cuadraba. Lo que ETA dijo en Burdeos y lo que decía en el libro (se refiere a Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco, escrito por ETA)] no se correspondía con el informe de la Policía Judicial en la inspección ocular del subterráneo, hecha el mismo día del asesinato. Con prosa carpintera de atestado, el informe desmentía la versión de ETA.

¿Se trataba de dos túneles distintos? ¿O de un mismo túnel, pero muy reformado? En tal caso, eran dos descripciones del mismo túnel, una hecha "antes" y otra "después". En algún momento, el túnel fue alterado. Y ETA no lo supo. (...)

El otro interrogante que traía de cabeza al juez era el del explosivo. Los de ETA se contradecían entre ellos y cara al público. Los encapuchados de Burdeos dijeron 45 kilos de dinamita "distribuida en tres cargas de 15, 15 y 15". En el libro Operación Ogro, daban cantidades distintas sólo con pasar la página.

No era anómalo sino muy pertinente que el SECED, un servicio espía de inteligencia y contravigilancia, destacase uno de sus equipos para tomar muestras en el cráter y analizarlas.

Al parecer, encontraron vestigios del explosivo militar C4. Más delatores resultaron otros elementos que aparecieron en las muestras: un dioctil plastificador, aceite de motor SAE-10, aluminio, el aglomerante poliisobutileno, y restos quizá del iniciador y del multiplicador. Todo ello señalaba en una dirección: un alto explosivo plástico militar made in USA.

Los fenómenos observados en el momento del atentado eran típicos del C4: la explosión instantánea, a una velocidad de 29.000 kilómetros por hora, 23 veces más rápida que la del sonido. Por eso, reventó la calzada y saltó por los aires el Dodge Dart antes de que se oyera la detonación. El hongo de gases, formando una columna de humo espeso en un movimiento incesante, vertiginoso, del nitrógeno y los óxidos de carbono desprendidos. El efecto violento y rompedor.

En la gama de altos explosivos militares, el C4 es uno de los más potentes, 1,34 veces más que el trinitrotolueno, TNT. Habrían bastado 60 kilos. De ahí que la arqueta contenedora fuese pequeña.

El C4 sólo se fabricaba en EEUU y para uso exclusivo de sus Fuerzas Armadas. No se podía comprar en el mercado legal.

Como servicio secreto, el SECED no tenía competencias policiales; tampoco podía personarse en la causa a cara descubierta aportando sus datos; ni menos aún presentar una denuncia. Por eso, no entregó el peritaje al juez instructor. Era un diagnóstico comprometedor y sensible: a la vista de los efectos mecánicos de la explosión, y tras el análisis de los materiales impregnados en la tierra del sótano, el SECED descartaba la dinamita y el XP como agentes del atentado, y señalaba otro explosivo plástico, el C4, de uso exclusivo militar y que entonces sólo se producía en EEUU.

En cierto momento de la instrucción del sumario, el fiscal Herrero Tejedor redactó un dictamen confidencial acerca del atentado y su investigación, y se lo llevó personalmente a Franco.

Sin embargo, el juez barruntaba, intuía... Sí, los autores materiales eran conocidos, pero empezó a extenderse una sombra de sospecha: había alguien más que ETA (comentó tiempo después el magistrado De la Torre). Me llegaban comentarios, fragmentos de datos, rumores, de que el atentado contra Carrero había sido organizado por otros, y que ETA había actuado como una pandilla, como mano material de otros, de la CIA. Y no estaban infundados esos rumores. ¿A quién iba a beneficiar la desaparición de Carrero? A todos los que querían evitar que la dictadura de Franco se prolongase. Ésa era la sospecha que flotaba en el ambiente.

Nadie creía que aquella enormidad tan bien preparada hubiese sido obra de ETA y sólo de ETA. Conocía al general Manuel Gutiérrez Mellado. Como segundo jefe del Estado Mayor, estaba al día de los secretos de Estado y también de las... penumbras.

Le planteó la cuestión.

-De los elementos españoles, está claro que la autora es ETA. Pero de los extranjeros... ¿pudo haber detrás otro sponsor, otro socio interesado, que no fuese la CIA?

-Hombre, la CIA tenía una motivación política. Carrero era la única persona en quien Franco confiaba al cien por cien. Pero era un hombre muy duro, políticamente, se entiende. Con él al mando, a la muerte de Franco hubiese continuado todo igual. O peor: el futuro del régimen sería un autoritarismo reforzado y por un montón de años. Eso, y pensando sólo en la Alianza Atlántica, a EEUU no le interesaba nada. Nada. ¿Qué organización podía estar más preparada para evitarlo que la CIA? Y ya sabemos que la CIA tiene cierta... especialización. No tendría nada de particular.

-Bien, lo que me dices es muy coherente, pero no es más que un silogismo.

-Por supuesto, es una opinión. Si quieres, un reflejo de muchas otras muchas opiniones y argumentos que derivan hacia ese terreno. Cargarse a Carrero ha sido el modo más contundente de asestarle una puñalada al franquismo.

Gutiérrez Mellado era un fumador empedernido. Un chain smoker. Aplastaba la punta de un cigarrillo y, sin mediar una pausa, como si formase parte de la misma operación, encendía el siguiente. Aspirando a pleno pulmón la primera bocanada de un nuevo pitillo, preguntó:

-¿Me has dicho que el asunto CIA no lo tienes en el sumario...?

-Eso te he dicho. No he investigado en esa línea. Hay indicios; pero si no se apoyan en hechos probados, no puedo incoar un procedimiento.

-¡Pies de plomo, Luis! Bueno, tú en esto sabes trigonometría...

-Dadas nuestras relaciones de dependencia con EEUU, yo no puedo dar ahí un mal paso, decir de pronto "procedo contra la CIA, cito para que comparezcan a declarar los señores X, Y, Z". Podría desencadenar un conflicto serio entre Estados. Es un tema muy peliagudo.

-Sobre todo, que la CIA no son cuatro detectives que contratan a un par de hampones para un trabajo sucio.

-¿Cómo que no?

-Bueno, eso también. Lo que quiero decir es que la CIA diseña sus operaciones, como todo servicio de inteligencia, pero no actúa por su cuenta. Es una agencia estatal. Cumple las misiones que le ordenan los de arriba. Es una mandada del Departamento de Estado. Por tanto, no ya Langley, todo el imponente aparato de Washington saldría en su defensa.




22 noviembre 2011

Cuánto castrado mental pulula

Los ropones españoles se declaran competentes para los casos de ablación cometidos fuera de España. Bien. Es un paso. Ya sabemos que esta costumbre sádica viene del tercermundismo y se instala con algunas de sus gentes allá donde éstas se aposentan.

La ablación es la extrema concepción de la mujer como artefacto sometido, como orinal de las taras mentales del cuasi-hombre. Mayormente se castra a las niñas porque oponen menos resistencia. Es una forma de ir confeccionando un serrallo sumiso de párvulas no sin tintes porque al tío lo que en verdad le da miedo es el repicar fascinante del sexo femenino.

El clítoris es, además, un sello de libertad en las mozas. Como el nuestro es lo otro. Ahí donde la especie ya no puede falsear nada. Lo de ir extirpando clítoris es directamente proporcional a la cantidad de atavismo siniestro que se acumula en algunas mentes atizadas por la superchería y la religión ( vienen a ser la misma cosa en muchísimas ocasiones).

Este ceñidor contra el placer que se nos dispuso en el equipamiento que traemos de serie es una tara más de ese machismo extremo con el que se le toma el pulso a la vida en ciertas sociedades.

Amputar de ese modo es una humillación irreparable. Un ejercicio de inquisición. Un bestialismo. Una prueba más del fracaso testicular. Hay lugares del mundo donde ser mujer hace siglos que se puso imposible.

Bien está que la Justicia española clave el espolón del Código Penal en aquellos que promocionen o permitan la desexualización de la mujer, este ajuste de cuentas patriarcal que viene de la ignorancia y se reproduce en el castratis de neuronas.

Separar a una mujer de su derecho al gozo es una mentira. Un crimen. La mala resolución de un complejo que sólo está en el hombre, en el macho, en el mono que no entendió que lo necio es la idea de pecado.

Y hablo de esto porque esas "ablaciones" no son exclusivas de islamismos y otros timos, también los clérigos durante siglos han practicado lo mismo a través de sus sermones "morales".

Lo que me induce a la conclusión, aunque moleste a algunos creyentes, de que las religiones monoteistas han sido siempre CASTRANTES. Lo prueba que durante el Nacional-Catolicismo y todo el medievalismo, en aquella España no tan lejana, el único crimen sancionable, desde la perspectiva de los hechiceros sotaniles, era el relacionado con el sexo. Y algunos de los erigidos, ahora, en "libertadores" de aquel mundo han asumido idéntico concepto pero a la inversa : lo único válido en la vida es el sexo en público y exhibidor.

Si por mí fuera introduciría la obligación de la trepanación y lobotomía de todo el que se vaya a dedicar al "adoctrinamiento religioso plus ultra" en el que se incluya el "modo de vivir". Entre opusdeistas, boriseizaguirres e imanes de camisón pretenden convertir a las gentes en simples esclavos.

Tellagorri



21 noviembre 2011

Lo que cuesta cada escaño según dónde

Aunque resulte paradójico no son los dos partidos mayoritarios quienes más "barato" consiguen escaño en el hemiciclo, pues tanto Amaiur como GBai ni siquiera requieren 50.000 votos para obtener representación parlamentaria.

GBai necesita 42.372 votos y Amaiur 47.656. Para AMAIUR sus 333.628 votos le dan al partido abertzale un total de 7 diputados.

Exactamente 1.140.242 votos, tres veces más que los proetarras, cuenta UPyD entre sus simpatizantes, aunque se queda rozando el grupo parlamentario propio con 5 diputados. A la formación de Rosa Díez le cuesta cada escaño 227.538 votos frente a los 47.656 que necesita Amaiur para ocupar un asiento en el hemiciclo.

Ante estas diferencias, y si se diera una ley electoral en la que hubiese una circunscripción única y en la que los escaños de cada formación costaran el mismo número de votos (un valor resultante de dividir el total de sufragios válidos entre el número de diputados a elegir), el partido de Rosa Díez obtendría 12 diputados más y su representación en el Parlamento se quedaría en 17 parlamentarios.

A la formación de Artur Mas, 1.014.263 de votantes le confieren 16 escaños, 11 más que a UPyD con 1.140.242 papeletas favorables, dado que al partido que en el Congreso respresenta Duran i Lleida le cuesta cada escaño 63.253, poco más que al PSOE.





Los votos que cuesta cada escaño


UPyD: Es el partido que más paga por sentar a un diputado en el Congreso, 227.538 votos.
Izquierda Unida: 152.487 votos por escaño
Compromís: 125.061 votos
FAC: 99.064
BNG: 89.099
Coalición Canaria: 70.034
PNV: 64.703
CiU: 63. 253
PSOE: 63. 248
PP: 58. 073
Amaiur: 47.656
GBai: 42.372

Tellagorri




Por si te toca vivir allí

El de La Moncloa es un palacio de reciente construcción, obra del arquitecto Diego Méndez, autor del Valle de los Caídos y de otros muchos monumentos señeros del franquismo.

Aunque de nueva planta e inspirado en la Casita del Labrador de Aranjuez, el edificio, terminado en 1953, recogía la tradición de un riquísimo legado histórico: antes, sobre ese mismo solar, se había levantado un palacete que había pertenecido a la duquesa de Alba (la retratada por Goya) y que había sido rehabilitado por el arquitecto Carlos Isidro González Velázquez en 1816.

El edificio, tras una nueva remodelación culminada en 1929, quedó reducido a escombros en la Guerra Civil. Por eso en el recinto se conservan abundantes vestigios de otro tiempo, como la "bodeguiya", recordatorio de que en un pasado no tan lejano los Reales Sitios de La Florida y La Moncloa formaban un "continuum" con el monte del Pardo y convertían el noroeste de Madrid en un privilegiado enclave sobre el cual ha realizado una exhaustiva investigación María Teresa Fernández Talaya.

La planta baja del Palacio de la Moncloa es la, por así decirlo, "pública", pues se reserva a usos oficiales. A la derecha, según se entra, está el despacho en el que el presidente del Gobierno recibe a sus visitantes, un espacio remozado en la "era Zapatero", presidido por dos cuadros de Joan Miró y un Barceló.

Al fondo a la izquierda se halla el despacho de trabajo (es un decir y a tenor de quién es el titular) del jefe del Ejecutivo, precedido de una biblioteca y con ventanal sobre el jardín trasero. Está en una de las alas que bordean el famoso Salón de Columnas (antes patio), cubierto en 1970 con motivo de la visita de Richard Nixon. La de la derecha la ocupa el comedor, mientras que la intendencia se desarrolla en la planta sótano, donde se encuentran la lavandería y la cocina, instalada allí a instancias de Pilar Ibáñez, esposa de Leopoldo Calvo Sotelo.

Pero es la parte reservada de la vida monclovita, la familiar, la que despierta más interés entre los ciudadanos, ávidos por conocer los entresijos de un día a día sostenido por los Presupuestos.

Fue la esposa de Aznar, Ana Botella, la primera en colgar una negra etiqueta a aquel lugar frío y sometido a los engranajes oficiales: "Inhabitable". Lo dijo años antes de que Sonsoles Espinosa confesara a sus allegados, según la revista Vanity Fair, que a lo largo de este tiempo se ha sentido "enjaulada".

Las dependencias privadas se sitúan en la primera planta, y se componen de dormitorios, un office, varios salones y dos comedores. Ana Botella renovó la pintura y trasladó allí los muebles de su casa de La Moraleja. Incluso los colocó del mismo modo, para sentir aquel lugar como algo propio. También habilitó una parte de la planta ático e instaló allí su despacho, heredado después por Sonsoles Espinosa.

La esposa de Zapatero, tambien adaptó la vivienda a su gusto y acometió el último lavado de cara, consistente en tonos neutros para las paredes y mobiliario minimalista.

En el recinto se han ido produciendo transformaciones determinadas por las aficiones de sus moradores: algunas han dejado marchamo, como el hábito de llamar "avenida de los bonsáis" al camino monclovita en el que Felipe González exhibía sus arbolitos. A su marcha, legó la mayor parte al Jardín Botánico de Madrid.

Aznar, por su parte, se erigió en denodado protector de la fauna silvestre de los jardines, y, en particular, del gato Manolo, fornido macho responsable de una importante repoblación felina en La Moncloa. Cuando se instaló en palacio, también se encontró Aznar con unas llamas, recluidas en un cercado junto al pabellón del Consejo de Ministros. Fueron un obsequio de Bolivia a Felipe González y nadie sabía qué hacer con ellas, hasta que se negoció su envío al zoo de Madrid.

El palacio, como epicentro del poder, ha ido alumbrando edificaciones subsidiarias a su alrededor y dispone de helipuerto y parque móvil propio para desplazamientos internos. La Moncloa es un mundo dentro del mundo, un complejo autosuficiente y en cierta medida endogámico de veinte hectáreas que ha fagocitado el entorno. Así han visto la luz el inmueble del Ministerio de la Presidencia, el edificio Semillas o el del Portavoz, entre otros. A finales de los ochenta se levantó junto al propio palacio el pabellón del Consejo de Ministros, donde desde entonces se celebran las reuniones del Gobierno cada viernes. Antes tenían lugar en el comedor del palacete, donde también se firmaron en su momento los Pactos de la Moncloa.

Actualmente trabajan en el recinto, además de los miembros de Seguridad, el personal adscrito al Ministerio de Presidencia y el de Presidencia del Gobierno. Ese apartado de los colaboradores del jefe del Ejecutivo (algo más de quinientos), tiene un coste de 43,4 millones de euros en 2011.

Una pequeña porción del entramado funcionarial general corresponde a los encargados del búnker, adscritos al Departamento de Infraestructura y Seguimiento de Situaciones de Crisis (DISSC). Envuelto en brumas a medio camino entre la leyenda urbana y el secreto de Estado, el búnker se construyó bajo mandato de Felipe González y se terminó en 1991. El refugio es inmenso, muy profundo, y sólo se ha utilizado en situaciones excepcionales.

En la Nochevieja de 1999 se enclaustró allí el entonces vicepresidente del Gobierno Francisco Álvarez-Cascos en espera de las "devastadoras" secuelas del "efecto 2000" en los sistemas informáticos. Por si acaso, se mantiene siempre a punto, con la necesaria intendencia y provisiones.
Lo que no tiene el búnker es blindaje "antimercados".

Tellagorri



20 noviembre 2011

Mercedes Alaya, Juez

Alaya es una juez de armas tomar que no se achanta ante la adversidad. Y eso que fue recusada (por la actividad de su marido como auditor en una empresa investigada) y atacada en lo personal por el mismísimo Alfonso Guerra, que pretendió sacarle trapos sucios.

En las dos ocasiones ganó: en la primera porque la Audiencia rechazó esa recusación advirtiendo "mala fe" en los ataques contra ella. Y, en la segunda, porque el CGPJ salió en su defensa sin necesidad de pedirlo. En las redes sociales ya se ha anunciado que el tercer ataque contra ella está al caer.

Viste con estilo y posee una elegancia natural aumentada por esa frialdad que aparenta y que le impide incluso saludar por los pasillos o hablar con la prensa. Luego, en su despacho no deja títere con cabeza. La mujer que fue capaz de expulsar a Manuel Ruiz de Lopera de la presidencia del Betis, tiene en sus manos un arma potente: unos autos que hacen temblar al mismísimo Griñán. ¿Cuál será el próximo?

Trabaja a destajo, es poseedora de una capacidad brutal (lo tiene todo en la cabeza) y no le importa hacer horas extra. Cualquier día le pueden dar las cinco de la tarde en su despacho del juzgado de instrucción número 6 de Sevilla y tampoco le importa seguir hasta la noche. Es habitual verla con su inseparable "trolley" en el que, al terminar su jornada, se lleva los papeles.

Pese a esa carga de trabajo y a que no lo parezca, la magistrada también tiene familia. A sus 48 años muy bien llevados, deja en casa cuatro hijos además de un marido. Ellos, según cuentan, le recriminan a veces que esté tan volcada en las causas que instruye.

Pero Alaya, que lleva 23 años en la judicatura y que sacó el número 16 de su promoción, pasó por los juzgados de Carmona y Fuengirola antes de llegar a Sevilla. Tras dejar a sus hijos en el colegio, llega al juzgado y se centra en lo suyo.

Quizás porque en su mesa tiene las actas de todo el Gobierno andaluz, el sumario del Betis, la investigación de Mercasevilla o incluso una instrucción contra Juan Guerra (el hermano de Alfonso), es raro que sea vista en un pasillo conversando con nadie.

Poco dada a confraternizar con otros magistrados, se mantiene distante en los encuentros sociales de los Juzgados, idéntica tendencia que exhibe con la prensa.



18 noviembre 2011

Qué facil eliminar democracia en España

Tiempo habrá para que historiadores, sociólogos o antropólogos analicen las causas más profundas de este descarrilamiento de la historia de España que ha sido el auge del "zapaterismo" y el largo septenio negro que lo siguió.

Para que busquen las claves de aquel entusiasmo de tantos por un mensaje adolescente e insensato, podrido de prejuicios ideológicos viejos, falta de escrúpulo en el trato a los conciudadanos y obsesión enfermiza por la resentimiento.

Un proyecto que era un golpe de Estado contra la Constitución y habría supuesto el fin de la alternancia política en España, si prosigue por donde iba.

Ahora que la crisis económica y la ineptitud de Zapatero y sus gobiernos han acabado con ese proyecto perverso y, nadie lo dude, totalitario, debemos reflexionar sobre la falta de músculo moral y democrático de la sociedad española.

El hecho es que habiendo sido toda la acción de Gobierno de Zapatero y su secta izquierdista radicalmente injusta, arbitraria, cainita y despótica, no encontró resistencia significativa de los españoles hasta que éstos vieron que la perversión política repercutía en sus bolsillos.

Qué triste. Pobre país.