31 octubre 2009

Disraeli


Uno de los políticos europeos que más he admirado es el inglés Benjamín Disraeli, de origen sefardi, o sea español.

Unicamente para quienes desconozcan al personaje me atrevo a insertar su trayectoria. Sin más objetivo.Es llamativo el individuo porque comenzó siendo escritor y terminó creando un imperio para la reina Victoria.

Existe una magnífica biografía suya escrita por el francés André Maurois.

Nacido en una familia judía sefardí, pertenecía a la primera generación bautizada por la Iglesia de Inglaterra (en 1817).
Tras hacerse abogado, se dedicó a la literatura desde 1824. Su juventud fue una sucesión de fracasos: perdió todo el dinero que invirtió en la Bolsa, no consiguió sacar adelante el periódico que fundó y perdió cinco elecciones parlamentarias.

Cuando por fin entró en la Cámara de los Comunes gracias a su incondicional apoyo al jefe de los conservadores (Robert Peel), los diputados recibieron entre risas su primer y extravagante discurso (1837).

Su carrera política se vio congelada cuando, a pesar de sus nada velados deseos por obtener un puesto en el gobierno, Peel decidió ignorarlo al formar el suyo en 1841. Ganó en aquella época más fama y prestigio por sus novelas, que escribía en parte por dinero, pero que le permitieron desarrollar tranquilamente algunas de las ideas sociales y políticas más en boga en el momento.

Su creciente, y cada vez más aguijonada, oposición a Peel le hizo merecedor de una fama cada vez mayor. Hasta tal punto fue así que, cuando su gran enemigo cayó en desgracia, fue elegido como líder en la Cámara de los Comunes. En ese desempeño ganó una formidable experiencia y peso político, lo que se pronunció aún más tras su matrimonio con la rica Mary Anne, viuda de un distinguido parlamentario conservador.

Fue durante unos años Ministro de Hacienda, y sus enfrentamientos con su enemigo liberal, Gladstone, hicieron historia. Para 1974, Disraeli había tomado totalmente el mando de los tories, y por fin pudo ganar unas elecciones liderando a su propio partido, algo para lo que llevaba toda su vida preparándose.

Sus años como Primer Ministro, que fueron desde 1874 hasta 1880, estuvieron marcados por sus reformas democráticas y su legislación social, algo que sorprendió incluso a viejos compañeros de generación, pues eran estos temas que nunca habían estado en el ideario conservador.

Su inquebrantable lealtad hacia el Partido Conservador, su energía a prueba de bombas, su afilada retórica, y su patriótico intervencionismo en el exterior, siempre para hacer crecer el Imperio Británico, fueron los elementos que hicieron de Disraeli un líder para la posteridad entre sus seguidores conservadores.

En efecto, Randolph Churchill y quienes hubieron de suceder al carismático líder, no dejarían de construir una mitología disraeliana que, si bien dejaba al margen muchas partes de su política, ensalzarían una figura que pasó a la historia en todos los sentidos. Disraeli, podría decirse, cumplió su sueño de acaparar fama, poder y prestigio.

Cuando accedió a un segundo mandato como primer ministro (1874-80), puso en marcha el ambicioso programa imperialista que había anunciado en su discurso del Crystal Palace (1872): anexión de las islas Fidji (1874), adquisición de las acciones egipcias que otorgarían a Gran Bretaña el control del canal de Suez (1875), coronación de la reina Victoria como emperatriz de la India (1876) y guerras coloniales en Afganistán y Sudáfrica (tanto contra los zulúes como, tras la anexión del Transvaal en 1877, contra los bóers).

Su agresividad en política exterior le permitió frenar el expansionismo ruso defendiendo al Imperio Otomano (al que hizo pagar su apoyo en 1878 con la entrega de Chipre).
En 1880 perdió las elecciones y al año siguiente murió de una bronquitis.

Tellagorri



30 octubre 2009

ATENCIÓN : ataques de fascistas sociatas a DE VALERO


Ante los ataques a nuestro compañero José Luís de Valero, hacemos públicas las amenazas que está recibiendo.

Este es un comentario y dos correos con faltas de ortografía incluidas. Y es que los "demócratas" son así. Todos han recibido la respuesta que publicamos.


Primer correo recibido
----- Original Message -----
From: Abel Gonzalez
To:
Sent: Monday, October 26, 2009 2:30 PM
Subject: SI: QUE VIVA LA GUARDIA CIVIL

¡¡¡Ayyy valero, valero!!! Mira que eres malo, malo, pero malo de cojones; y digo malo de mal profesional y malo de escuchar, lo de la Guardia Civil ya es el colmo. AHora pretendes manipular también esa noticia y hacernos ver que el juez es un antipatriota, ¡¡¡mira que eres facha y tramposo!!! ¿Que pasa, es porque nadie te quiere ni escucha por lo que tienes que inventarte tanta mierda? Das pena como persona, das pena como periodista y ahora das pena como ESPAÑOL. Pretendes soliviantar a los 4 fanáticos que como tú quedan en España, ensuciando y manipulando sus cortitos cerebros con basura inventada por ti, que lástima.

Menos mal que en este país ya solo quedan unas cuantas reliquias como tú y que la mayoría absoluta son demócratas convencidos del buen hacer y patriotismo del resto de los ciudadanos.

Lamento decirte que a la Guardia Civil no le hacen falta valeros ni valedores como tú que solo sirven para empañar mínimamente su honor y prestigio, "valerito" que ya te conocemos, que eres un ultrafacista que no interesa a nadie sino a los 4 fachas que siguen yendo todos los años al Valle de los Caidos; anda paga la cuota y apuntate cuanto antes para el próximo pase de los "Caiditos".

Lo que tienes que hacer es buscarte el mail de Aznarin y chatearte con él y su coro, ya ni siquiera os queda Fraga, ya sois tan pocos que dais pena, gasta tu tiempo como palanganero de Aznar y date viajes con él y déjanos en paz.. ¿o es que aún no te has dado cuenta de que no te hace nadie ni puto caso?

Respuesta a su correo




RESPUESTA DE ESVERITATE

Vamos por partes “Abelito”, para empezar lo primero decirte que eres un soplapollas ¿Qué por qué lo digo? Para aclararte que José Luís de Valero no es ningún profesional del periodismo, ni tampoco pretende serlo, simplemente es un Blogger que ve una noticia y opina sobre ella como le salga de sus cojones, tiene perfecto derecho para hacerlo y está amparado por la Constitución.

Posiblemente para ti sea malo de escuchar y tengas hasta razón, si es así, me estas demostrando que eres un perfecto gilipollas por escucharlo, a no ser que por obligación y para servir a tu amo y señor que posiblemente te esté pagando, tengas la obligación de tragarte todo lo que tú llamas manipulación de la noticia. Si tal como dices la noticia está manipulada ¿Dónde están tus aportaciones? Lo único que aportas son insultos tratando a los demás de fascistas, cuando en este momento si hay algún fascista eres tú, que no admite que los demás opinen libremente y sacas toda tu mierda a relucir.

Por suerte en España hoy en día no hay fanáticos, al menos de los que tú imaginas, si los hubiese ya estaríamos a tiro limpio. Sí es posible, que tarados mentales como tú salgan a la calle como ya es costumbre, esto lo habéis demostrado siempre escogiendo el momento oportuno, gente con tu mismo pensamiento hizo que fracasara la República y está haciendo fracasar la democracia. En los 30 años de democracia aparente que llevamos, sí que saltáis a la calle como viles fascistas para manipular las situaciones ¿Quién es el elefante blanco? ¿Dónde está míster X? ¿Quién ha practicado terrorismo de estado? ¿Quién a saqueado las arcas del estado y han ido hasta ministros a la cárcel? ¿Quién está detrás del 11-M? si me aclaras todo esto posiblemente tengas un seguidor más para tu causa, pero quiero la verdad, no tu verdad, eso sí es manipulación, eso sí es fascismo, eso sí es mierda, vuestra mierda y todo lo que siempre os rodea.

No hace falta que des consejos de lo que tienen que hacer los demás, los demás hacemos lo que nos sale de nuestros cojones y eso es lo que más os jode, saber que siempre habrá gente dispuesta a no comulgar con vuestras ideas y a no secundar vuestras órdenes. Chatea tú con el Pepiño, con el Zapatones, con la Pajillas, tú sí eres su palanganero y posiblemente seas hasta el chapero del Zerolo. A la gente como tú es a la que nadie hace caso, date un paseo y que te den por donde amargan los pepinos, se que te gusta y disfrutas con ello.

Comentario en el Blog desde el infierno

Pontepadarte ha dejado un nuevo comentario en la entrada "ZAPATERO, EL VENDEPATRIAS.":

Vaya por delante mi enhorabuena y felicitación porque todo haya salido bien, sinceramente espero, deseo que tengas una pronta y satisfactoria recuperación de salud, porque vas a necesitarla en grandes cantidades para todo aquello que ni tú mismo te imaginas que te llegará en breve.

Simplemente es un pequeño detalle que tengo contigo Capitán DeGüarrero, y sabes el que avisa no es traidor.

Para ganar tiempo, puedes ir preparando el discurso de despedida, hacerte la victima de este Gobierno al que tanto "quieres", porque a este blog , asicomo a tus "videos radiofonicos AntiZP" tienen los días contados para sus cierre definitivo, respecto a tú persona realmente poco te puedo decir, pero tambien tendrás tú premio por esa gran labor que has venido haciendo.
! Bueno, hasta la próxima !., si es que aún existe este blog.
!Cuidate!

Segundo correo recibido

----- Original Message -----
From: Fénix Del Cidacos
To: *********************
Sent: Thursday, October 29, 2009 10:39 PM
Subject: hola majetón

Hola abuelete,
Iré al grano: Parece mentira que con lo viejo que eres y el tiempo que tenéis los jubilados alguien de tu edad pueda llegar a ser tan sumamente imbécil. Te recomiendo que emplees tu tiempo libre (que seguro que es mucho), en culturizarte un poquito en lugar de expandir ignorancia por el mundo de manera exponencial. Podrías empezar desempolvando esos libros de aparecen detras de tu feo careto en tus vídeos, en lugar de utilizarlos sólamente para dar una falsísima imagen de sabiduría que no te crees ni tú. Luego, si todavía te quedan fuerzas podrías pasarte por una biblioteca: es un sitio donde te prestan libros para que los leas y dejes de ser el ignorante que eres, pero hay que estar calladito y comportarse como un ser humano, no sé si aguantarás. Tú inténtalo, que no te vendrá mal. Si no, también te puedes ir al asilo, que ya estás en edad. En cualquier caso, eso me trae sin cuidado.

En lo que sí quiero hacer hincapié, porque sí que me importa, es en una petición que te hago en mi nombre y en el de España (ya que tanto te gusta España). Deja de extender tus gilipolleces de pensamientos por el mundo, que no son más que chorradas no argumentadas, no contrastadas, no justificadas y no honradas. (También debo añadir que algunas de ellas me parecen muy cobardes) En definitiva, que sólo hay una cosa peor que un tonto: un tonto con un megáfono. Lo dicho: CÁLLATE, IMBÉCIL



Fénix del Cidacos
********@gmail.com
Respuesta al segundo correo y al comentario

Vamos por partes, y el primero es el segundo. Vamos a ver Fénix del Cidacos, oye lo primero felicitarte ya que por lo menos tú has tenido los cojones de escribir a Valero con tu correo, o uno de ellos vamos, como puedes ver suprimo tu correo, pero si tienes a bien lo público. Pero a lo que vamos IMBÉCIL, mira tonto con teclado, uno puede ser más listo o más tonto (ejemplos los tienes a puñados en el actual Gobierno y si no te llegan puedes buscar por el resto de las butacas del Parlamento, hasta 350, que juntitos a ti no sacamos una neurona sana), pero si tiene amigos se puede dar satisfecho, y Valero los tiene, pero presumir de cultura y tenerla es una cosa; ¿qué os molesta de Valero?, ¿que diga las cosas como las siente, o que tenga razón?.

Tienes razón en un punto de tu correo y es que la cultura se encuentra en multitud de libros, pero es que la tuya deja bastante que desear, ya que por lo visto para lo único que te alcanza es para insultar a una persona mayor, o viejo como tú la llamas, que valentía tienes muchacho. Bueno a parte de otros adjetivos con los que llamas a nuestro amigo, como imbécil, ignorante, gilipollas, falso, cobarde, tonto (¿se me olvida alguno Fénix?). Lo que si me llama la atención es que hables en el nombre de España, por lo menos debes pertenecer a la Casa Real o a la casa Rodríguez, para creer que España es tu "patio particular" y en su nombre aconsejar lo que decir o lo que callar. Y es que Sabino solo hubo uno y falleció hace unos días. ¿Quién eres para decirle a nadie que se calle?, mira espabilado, sino te gusta lo que dice Valero, no le escuches o no lo veas, ¿o es que tu ordenador únicamente te deja entrar en su blog?

Como el que escribe esto es bastante inculto, y no tengo la posibilidad como tú de acceder a tantos y tantos libros, o ir a bibliotecas públicas para pagar el alquiler de esos pozos de cultura que tu tan bien tienes de recomendar a Valero te agradecería que me ilustrases con algunos títulos, para ser como tú, GILIPOLLAS Y TONTO DEL CULO.

Segunda parte

Vamos a ver Pontepadarte, me parece muy mal que utilices el nombre del hijo de puta de tu padre para insultar a una persona. No creo ni que seas gay, homosexual, o maricón, aunque te gustaría serlo, solamente eres un soberano hijo de perra, que no sabe más que aprovecharse de las circunstancias de una persona para esparcir todo el veneno que llevas dentro. Te remito a lo que le dije a Fénix, si no os gusta de Valero ¿por qué visitáis su blog?, por masoquismo puro y duro, y es que a vosotros os gusta que os traten como los perros que sois. A los nazis os gusta que os maltraten y que os insulten, pues mira por donde no lo voy hacer, o si ya veré.

Os debéis pensar que solo Valero opina de esa manera, pero somos muchos los que estamos hartos de cómo está la situación, y lo que me lleva a dudar es, la razón por la os ponéis tan rabiosos, ¿por criticar a ZP?, ¿por criticar a Rajoy?, ¿por criticar a Rosa Díez?, decirlo de una vez hijos de puta, o simplemente os jode que pueda tener razón y eso os da miedo. La razón es lo que tiene, que da miedo. Lo realmente llamativo es que solo saltáis a la luz bajo nombres extraños, que no llevan a ninguna parte, cuando se nombra al diablo. Y es lo que tiene nombrar a Satanás, que produce escozor entre sus ciegos y fanáticos seguidores.

Aburrida disgresión sobre ricos y mangantes

A causa de las circunstancias en las que la encuentran, los niños tienden a no entender la riqueza. La confunden con el dinero.
De hecho, la riqueza no es el dinero. El dinero es sólo una forma cómoda de cambiar una forma de riqueza por otra. La riqueza es lo que hay por debajo, los bienes y servicios que compramos.

Cuando viajamos de un país rico a uno pobre, no tenemos que mirar las cuentas bancarias de la gente para darnos cuenta de qué nivel de riqueza tienen. Podemos ver la riqueza: en edificios y calles, en las ropas y la salud de la gente.

¿De dónde viene la riqueza? La hace la gente, dice un economista.

Aunque pocos de nosotros creamos riqueza directamente por nuestros propios medios. Principalmente creamos riqueza para otras personas a cambio de dinero, que posteriormente intercambiamos por las formas de riqueza que deseamos.



sentado con blusa


Se nos paga por hacer algo que quiere la gente y generalmente quienes hacen más dinero son sencillamente mejores haciendo las cosas que quiere la gente.
Hacer lo que quiere la gente no es la única forma de obtener dinero, por supuesto.

También podemos robar bancos, o pedir sobornos, o dedicarse a la política. Esos trucos generan algo de la variación en la riqueza y así es como se formaron algunas de las mayores fortunas individuales, pero no son la causa principal de la variedad de ingresos.

En Estados Unidos, el presidente de una gran empresa gana alrededor de 100 veces más que el ciudadano medio. Los jugadores de futbol ganan alrededor de 128 veces más y los de béisbol unas 72 veces más. Los moralistas citan este tipo de estadísticas con horror. Pero yo no veo problemas en imaginar que una persona pueda ser 100 veces más productiva que otra.

"¿Realmente valen tanto como 100 de nosotros?", preguntan los  del gentío. Depende de lo que queramos decir por "valen". Si decimos "valen" en el sentido de lo que la gente llegaría a pagar por sus habilidades, la respuesta aparentemente es sí.

Puede parecer raro en principio que un individuo pueda realmente generar mucha más riqueza que otro. La clave de este misterio es revisar la cuestión, ¿realmente valen tanto como 100 de nosotros? ¿Cambiaría un equipo de futbol galáctico  a uno de sus jugadores por 100 personas al azar?.



aldea


Cuando decimos que un trabajo está demasiado bien pagado y otro demasiado mal pagado, ¿qué estamos realmente diciendo? En un mercado libre, los precios se determinan por lo que desean los compradores.

A la gente le gusta más el futbol que la poesía, así que los jugadores de baloncesto ganan más dinero que los poetas. Decir que un cierto tipo de trabajo está mal pagado es lo mismo que decir que la gente quiere las cosas equivocadas. Podría ser. Pero es lo que hay.

Es lamentable que la gente prefiera los reality shows y los perritos calientes a Shakespeare y la verdura al vapor pero, ¿injusto? Es como decir que el azul es pesado o que arriba es circular.

Cuando hablemos de "distribución desigual de los ingresos", deberíamos a la vez preguntarnos de dónde vienen esos ingresos.

¿Quién crea la riqueza que representan? Como resulta que el ingreso varía simplemente de acuerdo con cuánta riqueza crea la gente, la distribución puede ser desigual, pero difícilmente será injusta.


La segunda razón por la que tendemos a encontrar alarmantes las grandes disparidades en riqueza es que durante la mayor parte de la historia de la humanidad la forma usual de acumular fortuna fue robarla: en las sociedades pastoriles como cuatreros, en las agrícolas apropiándose de las tierras de otros en tiempos de guerra e imponiéndoles impuestos en tiempos de paz.

En los 1530, cuando Enrique VIII distribuyó las propiedades de los monasterios entre sus seguidores, era un acto principalmente político. Pero el principio era el mismo. De hecho, el mismo principio está operando ahora mismo en Zimbabwe. Los que se imponen a otros se reparten los de los otros, tanto en tiempos feudales como ahora con socialistas gobernando en los países.

En sociedades más organizadas, como China, el soberano y sus funcionarios empleaban los impuestos en lugar de la confiscación. Pero también aquí vemos el mismo principio: la manera de hacerse rico no es crear riqueza, sino servir a un soberano suficientemente poderoso como para apoderarse del reparto. (Modelo ZP en España)

Eso empezó a cambiar en Europa con el surgimiento de la clase media. Ahora pensamos en la clase media como aquellos que no son ni ricos ni pobres, pero originalmente fueron un grupo distinto. En una sociedad feudal sólo había dos clases: una aristocracia guerrera y los siervos que trabajaban en sus dominios. La clase media era un tercer grupo nuevo que vivía en las ciudades y sobrevivían por sí mismos por la manufactura y el comercio.




Mandolina


Toda la riqueza que creaba un siervo pertenecía a su amo. No tenía mucho sentido crear más de lo que se podía ocultar. Por el contrario, la independencia de los villanos les permitía quedarse con toda la riqueza que creaban con sus trabajos artesanales.

Una vez que fue posible hacerse rico creando riqueza, la sociedad en general empezó a hacerse más rica muy rápidamente. Casi todo lo que tenemos lo creó la clase media.

La Inglaterra del siglo XVII se parecía mucho al Tercer Mundo de hoy, en el sentido que un puesto en el gobierno era un camino reconocido hacia la riqueza. Las grandes fortunas de ese tiempo aún dependían más de lo que podríamos calificar como corrupción que obtenidas del comercio y el trabajo personal.

La tecnología ha hecho posible crear riqueza más rápidamente de lo que podía robarse. El prototipo de rico en el siglo XIX no era un cortesano, sino un industrial.

"Detrás de cada gran fortuna, hay un crimen", escribió Balzac. Lo que realmente dijo es que una gran fortuna sin causa aparente se debe probablemente a un crimen tan bien ejecutado que ha sido olvidado. Si estamos hablando sobre la Europa del año 1000 o la mayoría del Tercer Mundo de hoy, la frase sería exacta. Pero Balzac vivió en la Francia del siglo XIX, donde estaba produciéndose la revolución industrial desde hacía tiempo. Él sabía que podíamos hacer una fortuna sin robarla. Después de todo, lo hizo él siendo un novelista popular.

Sólo unos pocos países (y no es coincidencia que sean los más ricos) han alcanzado esta etapa.

En la mayoría, la corrupción sigue estando a la orden del día. En la mayoría, la manera más rápida de obtener riqueza es robarla. Así que cuando vemos que aumentan las diferencias de ingresos en un país rico hay una tendencia a preocuparse porque esté marchando hacia atrás para convertirse en otra Venezuela, o en la España de ZP.



guitarrista

¿Incrementará la tecnología la diferencia entre ricos y pobres? Sin duda incrementará la diferencia entre productivos e improductivos. En realidad, para eso es la tecnología. Con un tractor un granjero con energías puedes arar seis veces más terreno diariamente de lo que podía hacerlo con caballos. Pero sólo si llega a dominar un nuevo tipo de agricultura.

Hace cien años los ricos llevaban un tipo de vida diferente del de la gente normal. Vivían en casas llenas de sirvientes, vestían incómodas y elaboradas prendas y viajaban en carruajes tirados por caballos que necesitaban sus propios establos y sirvientes. Hoy día, gracias a la tecnología, la vida de los ricos se parece más a la de la gente normal o no rica.

Los coches son un buen ejemplo de por qué. Es posible comprar coches caros fabricados a mano, que cuestan cientos de miles de dólares o euros. Pero no tiene mucho sentido hacerlo. Las empresas ganan más dinero fabricando un gran número de coches normales que un pequeño número de coches caros. Así que una empresa que fabrica un coche producido en masa puede permitirse gastar mucho más en diseño. Si compramos un coche hecho a medida, siempre habrá algo que no funcione. Comprar uno hoy día sólo tiene sentido para demostrar que podemos hacerlo.

O consideremos los relojes. Hace cincuenta años, gastar un montón de dinero en un reloj suponía obtener un mejor rendimiento. Cuando los relojes se movían mecánicamente, los relojes caros marcaban más precisamente la hora. Ya no. Desde el descubrimiento de la vibración del cuarzo, un Timex normal es más preciso que un Patek Philippe que cuesta cientos de miles de euros. De hecho, al igual que los coches caros, si decidimos gastar un montón de dinero en un reloj, tenemos que soportar algunos inconvenientes por ello: además de tener menor precisión horaria, los relojes mecánicos se averían.



Busto mujer


En 1900 si alguien tenía un carruaje nadie le preguntaba de qué año era el modelo. Si tenía uno, es que era rico. Si no era rico, tomaba el ómnibus o caminaba. Hoy día incluso los europeos más pobres conducen coches y sólo porque estamos muy bien entrenados por la publicidad podemos llegar a reconocer los que son especialmente caros.

Lo mismo ha pasado en todas las industrias. Si hay suficiente demanda de algo, la tecnología lo hará suficientemente barato como para venderlo en grandes cantidades y las versiones producidas en masa serán, si no mejores, al menos más prácticas. Y no hay nada que les guste más a los ricos que lo práctico.

Los ricos de hoy conducen los mismos coches, visten las mismas ropas, tienen el mismo tipo de muebles y comen lo mismo que el resto de las personas no ricas. Sus casas están en barrios diferentes, o si están en el mismo barrio son de diferente tamaño, pero dentro de ellas la vida es similar. Las casas se edifican empleando las mismas técnicas de construcción y contienen casi los mismos objetos. No es práctico hacer algo caro y a la medida.

Asimismo, los ricos gastan su tiempo como el resto de la gente. Hoy día, la mayoría de la gente suficientemente rica como para no trabajar, lo sigue haciendo de todas formas. No es sólo la presión social: la inactividad es solitaria y desmoralizante.

Tampoco tenemos las distinciones sociales que había hace cien años. Las novelas y manuales de etiqueta de ese periodo hoy parecen descripciones de una extraña sociedad tribal. Se esperaba que una mujer que se casara con un hombre rico olvidara a las amigas que no lo hacían.

Material y socialmente, la tecnología parece estar disminuyendo la diferencia entre ricos y pobres, no aumentándola. Si Lenin se paseara por las oficinas de una empresa como Toyota o o Intel o Seat, pensaría que el comunismo había triunfado. Todos vestirían la misma ropa, tendrían el mismo tipo de oficina (o de cubículo) con los mismos muebles y se tutearían usando sus nombres, en lugar de sus títulos. Todo sería tal como había predicho, hasta que mirara sus cuentas bancarias.


A menudo oímos que se critica una política tecnológica basándose en que incrementaría la diferencia de ingresos entre ricos y pobres.

De hecho, puede incluso ser falso en democracias industriales. En una sociedad de siervos y caudillos indudablemente una variación en los ingresos es una señal de un problema subyacente. Pero la servidumbre no es la única causa de variación en los ingresos. Un piloto de un 747 no gana 40 veces lo que una persona encargada de facturación. Aunque sus habilidades son mucho más valiosas.



Perfil


Si suprimimos la variaciones en ingresos, ya sea robando las fortunas privadas, como solían hacer los señores feudales, o por vía impositiva, como han hecho algunos gobiernos modernos, los resultados siempre parecen ser los mismos. La sociedad en su conjunto se empobrece.

Necesitamos gente rica en nuestra sociedad, no tanto porque al gastar su dinero creen puestos de trabajo, sino por lo que tienen que hacer para hacerse ricos. No digo que si dejamos que Henry Ford se haga rico nos vaya a contratar como camarero en su próxima fiesta. Lo que digo es que nos fabricará un tractor para reemplazar a nuestro caballo.

Tellagorri



Renee


29 octubre 2009

Desde Paris en 1938


Los españoles que en España se manifiestan como bestias feroces aquí están comedidos y achantados. Los hay de distintas categorías.

La primera categoría es la formada por los per­sonajes del Frente Popular. Estos son políticos y oradores republicanos y socialistas, burócratas importantes que tenían cargos diplomáticos. En su mayoría son cucos.

Han salido del infierno de España, de la zona roja, y se han escapado con un buen sueldo o con una comisión. Muchos se traen a sus hijos en la edad militar, porque su fer­vor socialista es puramente teórico.

Algunos han estado en Madrid y han ejercido de policías, de carceleros, de otros oficios igualmente bajos.
Hay también entre ellos periodistas delatores, provee­dores del verdugo, que han denunciado a sus vÍc­timas a los pelotones de ejecución. Todas estas personas distinguidas cobran puntualmente en la Embajada. El no cobrar se considera mal. Para ser un buen socialista hay que cobrar.

Los periodistas denunciadores, intelectuales de la delación que pudieron satisfacer allá en Madrid sus pequeños rencores con víctimas inde­fensas, ahora asisten a los cafés y a los teatros y hasta cuentan hazañas fantásticas como si fueran algo de broma.
Antes, esta brillante floración de aventureros políticos estaría oscurecida por los aristócratas españoles con sus automóviles y sus trajes, pero ahora los aristócratas han desertado de París y han ido a refugiarse a Biarritz, a San Juan de Luz y muchos a la Costa Azul.

El segundo grupo de emigrados es de los que tienen negocios con el Frente Popular y se que­dan con enormes comisiones con la compra de aeroplanos o de armas. Son gentes ya de antaño, avezadas a negocios sucios, que han trabajado con todos los gobiernos y han visitado todos los despachos de los ministerios. De estos hay quie­nes viven en grande, pagan cenas de mil y dos mil francos y regalan a sus hijos autos y máqui­nas fotográficas.

Al parecer, se han hecho negocios de millones en esta época, que han dejado también millones de comisión en el bolsillo de los intermediarios.
Hoy se puede asegurar que personaje del Frente Popular que anda en asuntos de compras de armas y de pertrechos de guerra por París es un descendiente de José María del Tempranillo que actúa sin trabuco. Son tiburones de un apeti­to insaciable; se tragan aeroplanos y cañones con la misma facilidad que sueros y medicinas.

Se ha dicho que algunos de los rojos han encargado sueros en el Instituto Pasteur Y han propuesto a la administración del establecimien­to científico el que pongan un sobreprecio del diez por ciento para cobrarlo ellos de comisión.

Nadie sabe si es verdad o no, pero todo el mundo considera a los rojos capaces de eso y de más.

Un judío humorista que trabaja para el que le pague bien suele decir con gracia:
_ No todos los gansters de París están en la cárcel de la Santé ni en la Embajada de España. Hay también genios de capital de provincia española que ahora se pasean por París con algú­na pelandusca sacada de algún cabaret colmada de genios y exhibiéndose en el café de la Rotonda.

Muchos tipos de éstos aparecen y desaparecen,sin duda van a España para los asuntos del gobierno de Valencia. Lo mismo pasa entre los blancos, también hay gente que entra y sale de Francia para ir a Burgos. La única diferencia por ahora que se ve entre ellos es que los rojos pagan todo con el dinero de su gobierno y los blancos parece que pagan sus viajes con dinero propio.

Como dice un amigo mío, la revolución más grande se podría hacer en un país sería dejar cesantes a todos sus empleados.

Otro grupo de españoles emigrados es el de los escritores y profesores. Es un grupo de gente tímida y asustadiza. Todos viven escondidos, sin tratarse entre ellos, sin atreverse a hablar, espan­tados de la tormenta que se les ha echado enci­ma. En este momento se está demostrando la insociabilidad española. Como yo pertenezco al gremio, veo su pobreza de espíritu. No hay la menor solidaridad entre nosotros. Es el "sálvese el que pueda" general. Aquí ya no hay amigos ni compañeros. Se ve que todo esto no era más que palabras vanas.

El miedo y la prudencia de los escritores inde­pendientes y de cultura suprime su vanidad y su exhibicionismo. Los franceses no suelen ser par­tidarios de dar trabajo a los extranjeros, pero con facilidad les elogian y dicen de cualquiera que es un grande hombre y un ami de la France. Esto, en su mayoría, los escritores castellanos ya no lo aprecian, ni les interesa. Eso se queda para los catalanes.

Los escritores hemos demostrado una timidez un tanto indigna. Yo no sé si los españoles cono­cidos que estamos en el extranjero hubiéramos hecho un llamamiento a los intelectuales de Europa y América para que pidiesen a los belige­rantes la humanización de la guerra actual hubiéramos conseguido algo, pero cuando por causas tan ridículas se ha pedido el auxilio del mundo se podía haber ensayado lo mismo por una razón tan seria.

Hace un siglo, en la primera guerra civil, los ingleses propusieron un convenio entre los libe­rales y carlistas para suavizar la guerra y llegaron a conseguir que se aceptara. Este fue el convenio de Elliot.

Actualmente, ningún país ha pretendido una cosa así. Las naciones europeas han vendido a España aeroplanos, tanques, cañones y ametra­lladoras, han enviado sus gentes indeseables a bombardear y a incendiar y luego han decretado la no intervención que es como decir: Ahí os muráis como perros rabiosos.

Yo no digo que no tengan razón, pero nadie es completamente irresponsable de una lucha como la que se desarrolla en España.

Después del grupo, si se puede llamar grupo a gentes desperdigadas que tienen algún nombre, hay los tipos de periodistas madrileños un poco aventureros que aparecen en los cafés de los grandes "boulevards" y en las cervecerías del Barrio Latino. Es gente que no paga el hotel, hace trampas o preparan un chantage. A veces se van a España, a veces vienen, tienen combinacio­nes un tanto turbias. No se sabe de qué viven, pero viven.

Todos estos son los que cuentan aventuras extraordinarias y truculentas que evidentemente tienen algo de verdad, porque la vida en Madrid, desde el comienzo de la guerra hasta ahora, no ha sido una broma ni mucho menos, sino una horrible tragedia.
Sobre las iniciativas de las matanzas no están muy conformes. Unos las atribuyen exclusiva­mente a los anarquistas de la F. A. l., otros a los socialistas de la U. G. T. y de las Juventudes Socialistas y otros a las células comunistas.

Ha habido un intento de exculpar a los parti­dos Socialista y Comunista de las matanzas de Madrid y de pintar a sus afiliados como una gen­te seria, disciplinada, bien organizada y poco cruel. Esto parece que es completamente falso, pues se sabe que unos jefes socialistas y comunis­tas influyeron en la Jefatura de Policía para pre­parar los asesinatos y que los periódicos "Claridad" y "Mundo Obrero", socialista el uno y comunista el otro, señalaron muy claramente las víctimas que debían caer bajo el plomo

Hay también versiones folletinescas que pintan, por ejemplo, a Margarita Nelken con un furor satánico y dionisíaco llevado por su rivalidad con la Pasionaria, que ha sido la mujer del éxito en la revolución, dispuesta a hacer las mayores atroci­dades para recuperar la popularidad. Yo no conozco a la Pasionaria, la he oído una vez por radiotelefonía desde un pueblo francés y al minuto de oída dije:

- Esta debe ser la Pasionaria. No creo que haya en España otra mujer que hable así. Efectivamente, era ella. En París hizo también un efecto tremendo. Al Iado de algunos persona­jes ramplones y borrosos, del mismo Azaña, de Marcelino Domingo o de Albornoz, la Pasionaria es una águila, al menos de la oratoria.

Después de esos tipos de periodistas chanchu­lleros y mentirosos que cuentan historias más o menos inverosímiles, están los obreros escapados de la zona roja o de la zona blanca. En general, no son gente de significación política, lo que es muy explicable. El que tiene alguna fama entre los rojos y ha escapado de la zona blanca va a la parte de Valencia y el blanco salido de la zona roja se refugia en el lado de los nacionales.

En su mayoría los obreros españoles de París son gente que vino antes de la guerra civil. Los trabajadores vascos que salieron por la revolu­ción se han quedado en la frontera y sobre todo en Bayona.

Hay una razón también para que no vengan a París y es que aquí es muy difícil encontrar ocu­pación. Sin carta de trabajo no se da trabajo y menos a un extranjero. Sin tener un trabajo ya asignado no se da la carta. Es un círculo vicioso del cual es imposible salir.

Otros tipos que no tienen carácter por la profe­sión y que han venido a París, son pequeños ren­tistas de Barcelona y de Valencia, que han llega­da con su familia huyendo del terror. Estas familias, que se han pasado meses tem­blando, han llegado aquí y ya se consideran turistas. Se han olvidado de su miedo y se dedi­can a ir a los paseos, a los cinematógrafos, a los teatros y de cuando en cuando recuerdan con espanto que se van a quedar el mejor día sin un céntimo. Piensan que andar por París ya es una ventaja. Algunos dicen muy serios:

- Yo, al menos, hasta que se abra la Exposición no me marcho. .

Hay gente que tiene unas esperanzas cómicas en la Exposición. No sé qué esperan encontrar.
- Yo me voy a poner a dar lecciones de español-dice uno.
- ¡Bah! Eso, aquí hay muchos para que dé resultado.
- Yo pienso ser intérprete.
- ¿De qué?
- Yo, si no encuentro otra cosa me pongo a vender periódicos.
- Sí, pero para vender periódicos se necesita la carta de trabajo.
- Pues, entonces, a pedir limosna.
- Eso no es posible, porque está prohibido.

En un pueblo viejo como éste todo está tan acotado, cerrado y esquilmado que es muy difícil colocarse. Hay que poseer esas condiciones extraordinarias del judío para forzar las puertas de ese castillo impenetrable y apoderarse de él.

Las mujeres tienen también sus ilusiones; la una piensa ser modista, ¡modista en París!, la otra quiere poner una casa de comidas a la espa­ñola, la otra supone que servirá para maniquí o para señorita de almacén; hay quien piensa en cantar flamenco o en tocar el acordeón o la gui­tarra en un "bar".

Todos estos deseos son muy naturales. Se quie­re vivir aunque con una ocupación humilde.
Al mismo tiempo que los que tienen estas aspi­raciones prosaicas hay los que han soñado con una tontería pomposa que les parece el summum de lo agradable. Hay quien pone su felicidad en ir un día a las carreras de caballos, en pasear por el bosque de Bolonia o en convidar una vez a una cupletista de fama. Estos son pequeños Rastignac, ilusionados por sus anhelos de poco vuelo, y entran dentro de lo que en España se llama la cursilería.

La otra noche veía a un señor rollizo, serio y doctoral que miraba con un aire nostálgico un número de la "Ilustración Francesa". De pronto dijo con una mirada relampaguean­te señalando con el índice sobre un fotograbado, y moviendo el dedo como el pico de un pájaro:
- Yo no me marcharé de París sin ver esto.
- Pues, ¿qué es eso?
- La sala del teatro de la Ópera.
- Pero hombre, eso lo puede Ud. ver por unos pocos francos desde el gallinero.

El señor se quedó un poco asombrado y como si le hubieran chafado una ilusión.
Es curioso que hasta para desear, la mayoría de la gente sea tan insignificante.

En general, los emigrados españoles de París se pueden clasificar en dos clases: unos, chan­chulleros de gran hotel, de teatro y de cinemató­grafo; otros, desgraciados de restaurante econó­mico y de habitación mísera en las afueras.

PIO BAROJA

(Ayer y Hoy, de editorial Caro Raggio)



28 octubre 2009

De cuando los carlistas detuvieron a Don Pío Baroja

 



Los requetés en Vera


Yo paso gran parte del año en Vera del Bidasoa y estaba en casa cuando estallaron los acontecimientos revolucionarios que perturba­ban a España. Hace ocho días supimos que había llegado al pueblo un camión cargado de comunistas y de gentes del Frente Popular de Irún, que recorrieron las calles de la aldea, y a la mañana siguiente, después de vitorear a la República y dedicarse un poco a la pedantería de los puños en alto y de "¡Salud, camaradas!", volvieron a Guipúzcoa e hicieron saltar el puen­te de Endarlaza.

Dos días después entraban en Vera los requetés salidos de Pamplona. Al salir de mi casa, por la mañana, me dijeron: "Ahí están". Efectivamente, en mi barrio, que llaman de Alzate, delante de una casa de dos pisos, con un balcón con una muestra donde se leía Círculo de la Unión Republicana, había un gru­po de veinte a treinta hombres con traje amari­llo "kaki", boina roja y un fusil brillante, moder­no. Me pareció una escena del tiempo de la guerra carlista y del cura Santa Cruz.

Un oficial, desde el balcón, arrancó el palo del asta de bandera e hizo saltar a hachazos el letrero y lo tiró al suelo. Después fue sacando libros y amonto­nándolos en la calle, donde los soldados les prendieron fuego. Entre los libros había algunos míos que había regalado al pequeño casino. Allí quedaron carbonizados.

Estas tropas del requeté tenían cierto aspecto. En su mayoría eran hombres pequeños, casi todos de la Ribera de Navarra. Había un mucha­cho alto y grueso, con una boina de borla amari­lla, y uno viejo con gran aire de antiguo guerrille­ro. Después de destrozar la pequeña biblioteca del círculo, pusieron un letrero que decía: "Dios, patria, fueros y Rey".

Estuve hablando con los requetés. Uno me preguntó qué habían hecho los comunistas al pasar por el pueblo. Yo les dije que nada. "¡Lástima que no los hayamos encontra­do!", dijo uno. "¿Y ustedes -les pregunté-, están dispuestos a la guerra?" "No, pero no nos darán miedo las balas. Bien confesados y bien comulgados, para morir lo mismo da hoy que mañana"-me contestó uno pequeño.

"¿No ten­drá usted hijos?, preguntó una mujer." "Sí, tengo cinco, tan pequeños que caben en esta cartuchera".

Al día siguiente se habló en Vera de que venían más tropas del requeté, que iban al límite de Navarra con Guipúzcoa al mando del coronel Beorlegui. El miércoles por la tarde uno de los agentes de policía de Vera me dijo:
- Hoy tiene usted un espectáculo interesantí­simo. Va a llegar una columna de Pamplona al mando del coronel Ortíz de Zárate, que entrará por el vecino pueblo de Lesaca y marchará a for­zar el camino de Oyarzun para acercarse a San Sebastián.

Esta es una de las marchas que hacía con fre­cuencia el cura Santa Cruz. Cuando me decían esto se encontraba conmigo un médico del pue­blo, Dr. José Ochoteco y un policía.
El Dr. Ochoteco había venido en un automóvil pequeño con una gran cruz roja en el parabrisa. Llevaba en la manga un brazal con la misma cruz. El policía dijo:
- Ochoteco podría llevamos en su coche para ver el paso de la columna.
- Muy bien -contestó el médico-, vamos en seguida.
- Vamos- repliqué.

Subimos los tres al automóvil y nos encamina­mos hacia Lesaca. A la entrada del puente sobre el Bidasoa, vimos a dos oficiales, uno de los cua­les conocía al médico.

- No ha llegado aún la columna -le dijeron-, pero debe estar cerca.
Yo le dije al médico que me parecía que lo mejor sería volver.
- ¿A usted le importa -me preguntó el médi­co- que vayamos hasta Almandoz para ver a mí mujer que está algo enferma?
-A mí, no.

Llegamos a Almandoz; fuimos a casa del sue­gro del doctor y desde el balcón comenzamos a ver el avance de la columna medio militar, medio carlista. Irían de 700 a 800 hombres en varios camiones, requetés de boina roja, solda­dos de artillería con piezas ligeras y automóviles de oficiales y jefes.

Los requetés gritaban y salu­daban al estilo fascista; los soldados de artillería con casco de acero y trajes oscuros, se mostra­ban serios y no hacían manifestaciones de entu­siamo.

Pasó toda la columna y nosotros pensa­mos abandonar Almandoz y salir para Vera. Nuestro médico tenía prisa y cuando encontra­mos los últimos camiones detenidos, empeza­mos a adelantarlos. Era seguramente una impru­dencia. Bajamos la cuesta hasta Mugaire, siempre adelantando a los camiones, entre muje­res y sacerdotes que nos aplaudían como si fué­ramos de la comitiva.

De pronto se empezaron a oír grandes voces de ¡Alto¡ ¡Alto! Nosotros nos detuvimos y oímos la voz de uno que gritaba:
- A ver ese automóvil donde va Pío Baroja.

Cuatro o cinco hombres altos, de aspecto amenazador, nos hicieron bajar del coche y uno de ellos gritó:
- ¡Pónganse en fila!

Entonces nos amenazaron con pistolas y nos registraron. Yo creí, a la verdad, que en aquel momento nos fusilaban. "Nos van a matar aquí -pensé con cierta indiferencia-'-. Yo gritaré "¡Viva la libertad!".

Tras un momento nos regis­traron y al policía le arrancaron violentamente la placa, la pistola, y todo lo que llevaba en el bolsi­llo. En aquel momento yo no tenía todo el miedo que lógicamente debía tener.

Sentía un fondo de desprecio por esta escenagrafía repugnante. Setecientos hombres para asustar a tres personas inofensivas era demasiado. No sé si esperaban de nosotros algún acto de desesperación. Después de tenernos algún tiempo rígidos en la carretera, amenazados con pistolas, subimos al automóvil con orden de seguir detrás de otro que nos seña­laron.

Este aparato, esta pedantería nietzschiana, se me antojaba absurda. Parecía cosa de provin­cianos petulantes, y recordaba aquellas cosas tan falsas de Don Ramón del Valle-Inclán acerca de la guerra carlista, en las que daba como una gran cosa el que los soldados de la religión pegaran a las mujeres en el pecho con las culatas de los fusiles.

Seguimos al automóvil que nos indicaron y lle­gamos a la entrada del pueblo de Santesteban. El pueblo tiene un camino que pasa por un puente para unirse a la carretera. En esa encrucijada se aglomeraban los requetés y el público.

Entonces el hombre alto que me había amenazado con una pistola se acercó a nuestro coche y dijo, señalán­dome y mostrándome a los requetés:

- Este es el viejo miserable que ha insultado en sus libros a la religión y al tradicionalismo.

Yo nada contesté. "Hay que matarlo", dijeron los requetés.

Me chocó la mansedumbre del público, pues nadie hizo la menor objeción. Un fotógrafo pretendió hacer una fotografía, pero alguien dio un manotazo a la máquina, que cayó al suelo. Algunos de los requetés y de los solda­dos venían a mirarme la cara, como a una fiera. Después de media hora, un jefe dijo que tenía­mos que ir a Vera, y en ese momento un puño entró violentamente y me rozó la cara. Aquí pen­sé que alguno iba a agarrarme del brazo, a sacar­me violentamente y a dejarme tendido en la carretera.

Salimos de Santesteban y llegamos a Vera. No sé qué conciliábulos hubo allí, pero al cabo de una hora nos mandaron volver a Santesteban. "Allí nos matan", pensé.

A la entrada del pueblo nos rodearon cuatro guardias civiles y en medio de la gente, tocada con boinas rojas, fuimos a la cárcel que se encuentra en el sótano del Ayuntamiento.

Al entrar en ella dije a mis compañeros:
- Aquí creo que ya estamos en seguridad.

Horas después se presentó el oficial del estado mayor de la columna, hombre amable. Me dijo que podía salir de la cárcel e irme a dormir al hotel. Yo contesté:
- Me quedo aquí, no sólo por compañerismo, sino porque me encuentro más seguro; en un hotel podrían matarme con mucha más facilidad.

El oficial del estado mayor dijo que a los tres nos pusieran en libertad una hora después de salir la columna del pueblo, pero a poco se presentó un sargento de la guardia civil y nos dijo que en la comida que habían tenido los oficiales se decidió que era impropio y de mal efecto encarcelar a gen­te inocente.

Así que el médico y yo podíamos mar­chamos y que el policía se quedaría en la cárcel por no haber dejado pasar a Francia un automóvil de uno de los señores fascistas que iban de expedi­ción. Dejamos al pobre policía en la cárcel y mar­chamos a casa de un compañero del doctor Ochoteco, el médico Aguirre.

Al llegar a casa de éste, comencé a tener un gran pánico y a perder la serenidad. El sargento de la guardia civil que nos acompañaba nos dijo que le diéramos palabra de no salir de casa de Aguirre hasta las dos de la tarde del día siguiente.

Nos tendimos Ochoteco y yo en la cama y estuvi­mos sin poder dormir. Teníamos la esperanza de que la columna abandonara pronto el pueblo. Efectivamente, a eso de las cinco o seis de la mañana empezamos a oír ruido de motores y gri­tos de ¡Viva España!, ¡Viva la religión! y ¡Viva el clero!

Estaba yo relativamente tranquilo, cuando a eso de las ocho o nueve de la mañana empeza­ron nuevamente a pasar camiones. Uno de éstos habíase volcado, quedando un muerto y varios heridos, y además la expedición había encontra­do uno de los puentes en el camino de Leiza roto. De nuevo se llenó el pueblo de boinas rojas.

- Yo he tenido mucho miedo -me decía el médico-, pero ya se me va pasando. Dentro de unos días no me acuerdo de esto. Usted ha esta­do muy sereno.

- Sí; pero ahora me empieza el pánico a mí y es posible que ya no se me quite.

Hablamos con el Dr. Aguirre de cómo se podría salir de Santesteban, sin peligro, y pensamos que mejor sería hacerlo después de comer, porque en estos primeros días, los requetés se dedicaban a comer y beber alegremente y probablemente des­pués a dormir.
El sargento de la guardia civil nos dio un salvoconducto para llegar a Vera. Después de comer, fuimos a la cárcel con ánimo de salu­dar al policía compañero de viaje pero no pudi­mos.

Salimos a la carretera bajo un sol de fuego. En todos los pueblos del tránsito había jóvenes armados, gente petulante con fusiles y escopetas modernos. En Sumbilla nos pararon un momen­to, después seguimos adelante hasta Vera, donde mi hermano, cuando le conté lo que me había pasado, me dijo que iría al pueblo para preguntar a los carabineros si me podían dar un salvocon­ducto para llegar a Francia, pero le dijeron que no.

Yo me decidí a marchar a pie. A los dos kiló­metros de andar, vi que subía un automóvil y lo detuve. El dueño era un español de apellido fran­cés. En la carretera no había obstáculos, pero antes de llegar al punto avanzado apareció un carabinero.

"Este me fastidia", me dije.

El carabi­nero pidió los papeles al propietario del automó­vil y luego me dijo:
- ¡Usted es Pío Baroja
- Sí, señor.
- Usted ha sido preso. Así lo dice el "Diario de Navarra" .
- Es verdad, pero me soltaron.
- ¿Y ahora a dónde va?
- Voy a uno de estos caseríos de España.

Entonces el carabinero se echó a reir.
- Ya veo que va usted a Francia; yo no se lo impediré, que cada cual se salve como pueda.
- Pues, muchas gracias.

En la frontera varias personas se interesaron por saber lo que me había pasado. Por la noche me llevaron hasta Hendaya, a casa de unos ami­gos.
He ido después a la frontera de Vera, en el collado de Ibardin, para ver si no hay ya vigilan­cia y comunicarme con mi familia, pero allí siguen las boinas rojas y los hombres con arma al brazo montando la guardia.





Comentario


Quiero insistir en que no estoy de acuerdo, en la teoría ni en la práctica, con las derechas ni con las izquierdas. Mi punto de vista es solamente personal e individual. Lo único que deseo fer­vientemente es que el Estado de España se nor­malice y que pueda vivir el que trabaja.
Varias cuestiones o problemas se plantean hoy a los españoles y a los extranjeros ante la revolu­ción desencadenada en España.

Aunque se quisiera cambiar, yo ya no podría. Es uno viejo y le falta elasticidad para eso. Le quedan los mismos entusiasmos intelectuales que siempre y piensa con enternecimiento en los grandes hombres que han intentado aclarar el mundo: Demócrito y Epicuro, Lucrecio y Marco Aurelio, Copérnico y Kant.

Ya nuestra época no es de aclaración, sino de oscuridad.

Se quiere acabar con la libertad de crítica, con el libre examen, no ya sólo en política, sino en todo. El culto de la masa de los comunistas están acogotando el pensamiento.

Se quiere mandar en nombre de una supuesta ver­dad que es, casi siempre, una teoría vieja, mano­seada y arbitraria. El que se encuentra en pose­sión de esas luminosas verdades, se considera investido de derechos sublimes. Es un apóstol, un conductor de las masas; los que le rodean son niños. Él tiene el poder de explicar la buena nue­va, que es casi siempre vieja y mala. La pedante­ría y el dogmatismo emborrachan a las gentes. Ya no puede haber explicaciones, ni razonamien­tos, ni crítica, sino sólo violencia física, fuerza de las armas.

En una época así, tan bárbara y tan bestial, vale más un tirano que cien mil. Con un tirano, quizás, se pueda vivir y discurrir; con cien mil, imposible.

Pío Baroja (Ayer y Hoy - Editorial Caro Raggio)



27 octubre 2009

Tropa o gente de guerra


Creo que alguien debería explicarle a la ministra de Defensa lo que es un soldado. Me refiero a uno de esos que desfilaron hace un par de semanas con casco y escopeta.

Es cierto que la ministra tiene alrededor, en cada foto, un montón de generales y uniformados varios que podrían explicárselo perfectamente. Pero tengo la impresión de que no se expresan bien; tal vez porque a medida que asciendes, te suben el sueldo y te acercas a la jubilación, uno suele volverse menos elocuente.

Con lo fácil que sería, por otra parte, abrirle a la titular del ramo el diccionario de la RAE por la palabra soldado, mostrarle que significa persona que sirve en la milicia, llevarla luego a la palabra milicia y hacerle leer algo que no admite equívocos: (Del latín militia. Femenino). 1. Arte de hacer la guerra y de disciplinar a los soldados para ella. 2. Servicio o profesión militar. 3. Tropa o gente de guerra. Es cierto que hay una cuarta acepción: coros de los ángeles, que lleva como ejemplo la milicia angélica. Pero cuidado. Que no se haga ilusiones la ministra. Ahí ya estamos hablando de otra cosa.

Lo que no dice el diccionario, desde luego, es tropa o gente de paz. En sentido recto, soldado remite a lo que debe: un fulano disponible para matar y que lo maten en guerras defensivas u ofensivas. Alguien que por patriotismo, obligación, dinero o lo que estime oportuno, está entrenado para escabechar a sus semejantes; procurando que palmen más fulanos del otro bando que del suyo.

El lado turbio del oficio –matarife, a fin de cuentas– se compensa con otros aspectos respetables: disciplina, disposición a soportar penalidades y miserias, y el sacrificio singular de exponerse al dolor, la mutilación y la muerte.

Hay gente a la que no le gusta ese paisaje, y desde un punto de vista tan digno como su opuesto defiende la desaparición de soldados y ejércitos, en favor de un mundo ideal –y me temo que imposible– donde la palabra soldado sea un anacronismo.

Otros, más realistas, admiten que la existencia de soldados profesionales, que sirven de modo voluntario y aceptan los riesgos del oficio, es necesaria en un mundo imperfecto y violento como el nuestro.

En todo caso, la palabra humanitario nada tiene que ver. Eso no corresponde a los soldados, sino a las organizaciones y oenegés adecuadas. A ellas corresponde poner tiritas, repartir agua embotellada y socorrer a los parias de la tierra.

Por el contrario, la misión básica de los soldados –considerando la convención de Ginebra y la conciencia de cada cual– es hacer todo el daño posible al enemigo.

Matarlo mucho y bien, inspirarle temor y vencerlo, disuadiéndolo de intentarlo de nuevo. Los soldados no fueron ideados para otra paz que la impuesta por sus bayonetas, ni para inspirar afecto, sino temor. Incluso en una misión de paz se trata de pacificar a hostias, si hace falta.

Llegado el caso, lo que se espera de ellos es eficacia letal; de un modo compatible, dentro de lo que cabe en su sangriento oficio, con la decencia y la piedad, cuando se pueda. Que maten más y mejor que nadie, de manera que los intereses de su patria natural o adoptiva, o de la paz ajena que defienden, sean respetados por otros.

Eso significa eficacia y ausencia de complejos. Por eso, llegados a tales extremos, las palabras soldado y misión humanitaria pueden ser no sólo incompatibles, sino confusas y hasta mortales.

Es lo que ocurre en España. Incapaces de conciliar de modo inteligente la necesidad de un ejército con la tendencia pacifista de la sociedad occidental actual, nuestros gobernantes –eso incluye al Pesoe como al Pepé– intentan lo imposible: unas fuerzas armadas desarmadas compuestas por soldados humanitarios, cuyo objetivo no es hacer la guerra sino la paz, y a los que se respeta más cuando se dejan matar que cuando matan.

Esa imbecilidad se desmorona cuando lo real se presenta en forma de mina, emboscada o combate, y las familias largan en el telediario, con toda razón, que nadie les habló de guerra, y que su chico no fue a que le volaran los huevos, sino a repartir leche condensada.

Es entonces cuando la ministra o ministro de guardia en esta charlotada bélico humanitaria del Bombero Torero, atrapados en su propia incongruencia, se adornan con media verónica ahuecando la voz y poniéndose estupendos mientras hablan de la deuda que España tiene con los difuntos y difuntas.

Haciendo, además, que éstos queden como pardillos, al negarles incluso la palabra guerra; que, por políticamente incorrecta que sea, es la única que explica una muerte en combate. Cuando en un ejército profesional, voluntario, las familias protestan y se dicen engañadas si sus chicos mueren, alguien no se ha explicado bien.

O no tenemos soldados, o los tenemos. Y si los tenemos, es para que palmen sin rechistar cuando les toque. No para que la ministra de Defensa –y sigo sin saber lo que defiende– venga a decirnos, con voz trémula y solemne, que acaban de matar a un cervatillo en el bosque de Bambi.

ARTURO PEREZ REVERTE



26 octubre 2009

Don Miguel de Unamuno, pensador, bravo y entero


La Universidad de Salamanca, cuya fama trasciende los límites de España, tiene dos figuras emblemáticas: Fray Luis de León y Miguel de Unamuno. Éste es sin duda un caso especial.

Unamuno era la originalidad en persona. Fue novelista, ensayista, dramaturgo, poeta, profesor de griego, latín, filósofo; fue Unamuno. Una personalidad que en su tiempo excedía su obra, y esto es mucho decir para quien ha dejado algunas de las mejores páginas de la literatura y la filosofía española.

Unamuno era vasco, pero sobre todo provenía del país de la desmesura y del culto al yo; y eso lo hace hermano de otro gran desmesurado y ególatra: Sarmiento.

Pilar de aquella Generación del 98 que se propuso pensar una nueva nación y recuperar la dignidad perdida. "Quijotesco" lo definió acertadamente su amigo Machado; "energúmeno español" lo caracterizó su examigo Ortega y Gasset.

Energúmeno, arbitrario, excéntrico, singular, estrafalario, y más era don Miguel.

Un hombre que no usaba corbata, que le encantaba dormir, que no dejaba hablar a nadie, que denostaba a un mito tan hispano como el Don Juan, que se atrevió a decir que el Quijote sonaba mejor en inglés que en español no podía pasar inadvertido para su época.

En aquellos años agitados anteriores a la guerra civil, padeció varios destierros por sus opiniones realmente insólitas y poco prudentes. Como cuando dijo de Primo de Rivera que era "un putañero, un borracho". Terminó nuevamente exiliado en París.

Si hay algo que proliferan de Unamuno son las anécdotas que lo pintan mucho mejor que las descripciones. Cuando la República Española se va extinguiendo, Unamuno, que había sido uno de sus pilares, se vuelve un crítico feroz del rumbo que había tomado el gobierno. Trata de loco al presidente y le pide que se suicide. Así, como siempre, Unamuno no se andaba con chiquitas.

Cuando Salamanca ya pertenecía a los franquistas y Unamuno era otra vez rector de la universidad, se realizó el acto del Día de la Raza, asistieron generales, eclesiásticos y profesores que apañaban al régimen. Unamuno permanecía sentado y se había propuesto no hablar.

Sobre el final del acto el general Millán Astray, uno de los lugartenientes de Franco, junto a su guardia se atrevió a vivar a la muerte, a decir que había que matar a todos los liberales, los vascos, los catalanes, los intelectuales y.....

Unamuno no se aguantó, con su vozarrón calló al general, después lo trató de criminal, de imbécil, y...no paró por varios minutos hasta echarlos del lugar porque "un grupo de asnos (estaba la esposa de Franco, en el grupo) como ustedes poco pueden hacer en este templo de la inteligencia".

Y terminó con la famosa frase de :" Uds. vencerán pero no convencerán".

Millan Astray, que era un animal de bellota, sacó la pistola pero la mujer de Franco se la hizo guardar.
Dicho esto se fue a dormir. Al otro día no sólo ya no era rector en Salamanca, sino que tenía arresto domiciliario.

Denostado por igual por la derecha triunfante y la izquierda derrotada, Unamuno se quedó solo por pensar y decir lo que su íntima convicción le dictaba, sin reparar en conveniencias. A todo o nada, a lo Unamuno.

Murió el 31 de diciembre de 1936 en su casa, rodeado de pajaritas de papel que él mismo construía.

Fue uno de los primeros europeos que conoció profundamente la obra de Kierkegaard, tanto que aprendió danés sólo para leerlo en su idioma propio.

Introdujo en aquella España mojigata a Spinoza, Kant, Nietzsche; a los poetas escandinavos y latinoamericanos. En 1894, Unamuno había exaltado por todo el mundo hispánico la excelencia del "Martín Fierro".

Escribió novelas singulares, a contramano con las corrientes de la época; la crítica las rechazó y negó que fueran auténticas novelas. Unamuno no se inmutó y acuñó el nombre de "nivolas" para sus creaciones. En ellas, la caracterización del ser español, el anhelo de inmortalidad y la búsqueda de la fe son sus temas principales.

Comparen, vuesas mercedes, a cualquier intelectual de hoy con Don Miguel, y díganme si conocen a alguno capaz de oponerse al PODER como lo hacía él.

Tellagorri






25 octubre 2009

VERDADES INÉDITAS del 23_F


El escritor Abel Hernandez, amigo de Suarez, cuenta en el suplemento "Crónica" de El Mundo que el Borbón autorizó al general Armada a dar el golpe de Estado del 23-F, en connivencia con Felipe González.

Cuánto vale la amistad de un Rey? ¿Acaso un ducado? Ése fue el precio que se cobró Adolfo Suárez en 1981 por la larga relación que trenzó con Juan Carlos I. El político consiguió su título nobiliario, su heraldo de grande de España, pero también la oscura espalda del Soberano.

Quedó una relación sin abrazos ni llamadas sólo recompuesta cuando Suárez había dejado ya de ser él, carcomido por el olvido y la demencia. O acaso poco antes de que ictus sucesivos atraparan al primer presidente constitucional de la democracia española en la red de desmemoria en la que aún sigue enmarañado.

Suárez y el Rey. Así, a secas, se titula el último premio Espasa Ensayo 2009, de inminente publicación por la editorial Espasa. El libro lo firma el escritor y periodista Abel Hernández (Sarnago, Soria, 1937). También fue su amigo, su asesor.

Años de tú a tú con la Corona: compartía con el amigo Borbón sesiones de cine (muchas del oeste y de aventuras, que a los dos le apasionaban) en una pequeña sala acondicionada para proyecciones en palacio.

Tiempo de traiciones y celadas: antes del fallido golpe de Estado de 1981 (23-F, en la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo, sucesor del dimitido Suárez) el militar Alfonso Armada se atrevía a mandar por escrito al Rey cómo habría de ser el gobierno de salvación nacional que se creara tras la decapitación política de Adolfo: el propio Armada sería el presidente; Felipe González, el entonces joven y prometedor líder socialista, vicepresidente, y entre los ministros se contaría el periodista Luis María Anson...

La legalización del PCE y la sucesión de atentados de ETA en el País Vasco, con funerales que los militares consideraban vergonzosos y casi clandestinos (el sangriento 1980 se cerró con 92 muertos), tiene también enervada a la casta militar, los compañeros de armas del Rey.

El ruido de sables es tan sonoro como la crisis que empieza a desmoronar la UCD.

Tiempo de intrigas. El PSOE movilizó a sus correos para convencer al Monarca de que destituyera a Suárez y se formara un gobierno de «solución nacional» con un independiente al frente.

Sabido es que Enrique Múgica y Joan Raventós mantuvieron en Lérida un encuentro con el general Alfonso Armada, ex secretario de la Casa del Rey y entonces gobernador militar de Lérida. Le habrían propuesto presidir él mismo ese eventual gobierno.

Y a Armada, el conspirador luego condenado por golpista, le faltó tiempo para mandar a su amigo el Rey, y por escrito, la propuesta de «un gobierno de concentración presidido por un neutral» ante el temor de un golpe fuerte de los militares. La carta llegó a Sabino Fernández Campo con el ruego de que hiciera llegar la propuesta a don Juan Carlos. En la nota decía que el plan «había sido redactado por un importante constitucionalista español». (Los dirigentes socialistas habrían incitado al profesor Carlos Ollero a redactar la atrevida propuesta de Armada).

Hay otros actores de reparto, claro. Uno protagoniza, quizás, el detonante final que lleva a Adolfo Suárez a su dimisión como presidente del gobierno. Es la traición de Abril Martorel, su amigo, su vicepresidente.

Así lo cuenta Alberto Recarte, que presidía el gabinete económico de la Presidencia: «Un día me llama Fernando Abril y me ofrece ser su hombre en la Moncloa... Me dice sin tapujos que Adolfo Suárez, un hombre enormemente válido, es un arroyo que se ha quedado seco, ya no trae agua, y que lo que puede traer Adolfo son problemas. Añade que la única persona que puede sustituirle con un mínimo de coherencia y continuidad es él...».

Cuando Suárez se entera, directamente por Recarte, se queda de piedra, casi se derrumba: «Escucha todo mi relato en silencio, me hace un par de preguntas y me despide. Después desaparece dos días, que previsiblemente dedicó a asimilar el golpe».



Aún le quedaría una última satisfacción. Él, que siempre consideró al general Armada un conspirador, cuando lo vio entrar en el congreso el 23-F para convencer a Tejero pensó que había estado equivocado.

Lo que no vieron los españoles de aquel intento de golpe de Estado lo desvelaría después un ujier del Congreso, Antonio Chaves.

Tejero le había pedido que le buscara un sitio discreto para hablar con Suárez. Allí, le puso la pistola en la sien. Fueron segundos con la convicción de Suárez de que iba a morir, pero fue capaz de gritar «¡Cuádrese!» con voz firme, lo que desconcertó al bigotudo guardia civil.

El ujier narró la escena así: «No pienso contar de lo que hablaron. Yo en esos años era de izquierda, casi revolucionario, pero me impresionó la dignidad con que se mantuvo en su sitio. A partir de ese día me hice incondicional suyo».

Ya sospechabamos, muchos, que el Borbón estaba hasta el cuello en el 23_F y que los instigadores eran los sociatas, como siempre ha sido, y como se demostrará con el tiempo en el caso del 11_M


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Rajoy amortizado, ¿ quién salva al PP ?



Dice Pablo Sebastián que
"En política nada se debe descartar, y menos aún en España. Especialmente en el seno del PP por cuanto existe un flagrante vacío de poder en el seno del partido, por ausencia de Rajoy. Lo que ha convertido el barco popular en un buque fantasma que navega a la deriva sin capitán, mientras se oye el ruido de sables y griterío de los oficiales amotinados que pretenden hacerse con el poder".

La grave crisis interna que atraviesa el Partido Popular, por la falta de un claro proyecto político que haga frente a la dramática situación económica y social de España, sumada a la ausencia de cohesión y de autoridad que impera, pone en duda la posibilidad de que Rajoy consiga permanecer en la presidencia del PP y llegar a ser el candidato oficial de los populares en los comicios generales del 2012.

Al tiempo que conduce a la conclusión de que el PP está en manos de políticos irresponsables, incapaces de articular una alternativa frente al desgobierno de la nación que hoy preside Zapatero.

Pero ¿quién podría liderar o pilotar un golpe contra el estado mayor del PP?

Pues, sin duda, José María Aznar, que aparentemente lejos de la política, seguirá con preocupación el  caos   imparable del partido que él mismo refundó.

Ejemplo reciente de su capacidad, liderazgo e influencia en el PP lo vimos en la reciente manifestación contra el aborto. En cuanto en el PP se supo que Aznar acudiría (a título personal) a la manifestación, cundió el pánico en el PP, y esas dos presuntas "listas" que dicen ser la Cospedal y Aguirre corrieron desesperadas a sumarse al cortejo, mientras un Rajoy perplejo y pensativo amasaba queso en un pueblo quesero en la compañía de Arenas

Aznar podría llamar a las cuatro o cinco magníficos de su época, verbigratia Cascos, Rato, Aguirre, Pastor, Mayor Oreja, etc. y barrer en las urnas.

Ya nadie se creería los esloganes de "No a la Guerra", "Irak", "Trío de las Azores", y demás porque suenan a música celestial en comparación a "Afganistan", "Garzón y Faisán", "Rubalcaba y Eta" "Moratinos y Cuba, Iran, Evo Morales, Chavez" etc..

Tellagorri




24 octubre 2009

Osos polares, borregos y fascismo maquillado


El pasado domingo, en el informativo nocturno de Antena 3 anunciaron a bombo y platillo que tenían las primeras imágenes de la Antártida tomadas desde el aire por científicos de la NASA.

Pero como duraban bastante poco, los responsables de las noticias del canal, sin cortarse un pelo y sin avisar, sumaron otros vídeos y, junto al continente helado, mostraron bellas imágenes de, por ejemplo, el glaciar Perito Moreno que, por lo menos, está en el hemisferio austral. Porque en el reportaje algún sagaz reportero incluyó a un oso polar tumbado sobre un iceberg.

Es tal la ignorancia que se respira en el ambiente de nuestros medios de comunicación que ya rara vez me extraño de la situación que me rodea. Si todos los que realizan un informativo televisivo que ven millones de personas ignoran que los osos blancos solo viven en el hemisferio norte, es fácil deducir que serán incapaces de afrontar con un mínimo de rigor y espíritu crítico el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado, la situación política española y autonómica o, por terminar con un tercer ejemplo, la crisis nuclear iraní.

Y que tengan tamaña audiencia dice mucho de los borregos que observan pasmados y conformes la pantalla.

De esa ignorancia, fomentada desde los muchos gobiernos que afectan a nuestra geografía con sus penosos programas educativos, nace nuestra partitotarquía donde dos formaciones y pico se reparten el poder sin atender nunca a los intereses y necesidades de la sociedad que, por su parte, prefiere pensar en osos polares australes antes que en las cosas que realmente deberían interesarles en su condición ciudadana.

Pensamos que con escoger periódicamente entre una serie de listas cerradas, con depositar un voto en una urna, vivimos en democracia. Pero estamos bastante lejos de algo semejante.





Lo de aquí, con los poderes legislativo, ejecutivo y judicial y los sistemas autonómicos en manos de los profesionales de la política, se parece más a una oligarquía con tintes fascistas (sin represión violenta) que un sistema imperfecto del tipo que Winston Churchill colocaba sobre cualquier otro.

Los tintes fascistas quedan ocultos en lo meramente político gracias al maquillaje de unas cuantas instituciones que más o menos dan el pego. Por ejemplo, el funcionamiento de los Juzgados o la capacidad de los ocupantes de cargos públicos.

En lo educativo y cultural, por el contrario, se nota bastante más, sobre todo si bajamos a las cloacas autonómicas.

La manera de imponer un idioma sobre otro, como se hace sistemáticamente en Cataluña, Vascinia o Galicia, como subrepticiamente va ocurriendo en Asturias o la Comunidad Valenciana, tiene mucho que ver con un nacionalismo autoritario y "faxista".

Tellagorri






23 octubre 2009

¿Qué ha sido de aquel fantoche de Chiapas?


El "subcomandante Marcos" se dejó ver en enero de 2009 en un encuentro que reunió a cerca de 3.000 simpatizantes del movimiento zapatista en Chiapas. La reunión, llamada I Festival Mundial de la "Digna Rabia" y que coincide con los quince años del alzamiento del EZLN, se celebra en el Centro Indígena de Capacitación Integral (Cideci).

 "Marcos" afirmó que el Ejecutivo mexicano "está perdiendo" la batalla contra el crimen organizado lanzada por el presidente Felipe Calderón. Criticó al presidente de EE.UU., Barack Obama, porque supuestamente "tambián apoya el uso de la fuerza" contra los palestinos en Gaza.

Y ¿quién es este tipo, tan revolucionario y tan "peligroso" para el Mundo? 

En 1995 el gobierno de México dio a conocer la identidad del Subcomandante Marcos como Rafael Guillén Vicente, ex profesor de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Fue el cuarto de ocho hermanos, pasando su infancia en Tampico, Veracruz. Entre 1963 y 1969 cursó sus estudios primarios en el Colegio Félix de Jesús Rougier y más tarde, entre 1970 y 1976 realizó sus estudios secundarios en el Instituto Cultural Tampico. En esta etapa , hizo un viaje a las zonas marginales de Tampico, llevando ayuda social. De regreso se fue a vivir a México DF para estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, graduándose tiempo después. Desde 1992 nadie lo volvió a ver en su pueblo natal. El Subcomandante Marcos puso a las comunidades indígenas en el centro de su experimento de hacer comunistas a los inditos mexis.

Sus frases más famosas y profundas pueden llegar a herir la sensibilidad de los estetas pero las voy a reproducir :

Yo soy como soy y tú eres como eres, construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, donde tú puedas ser sin dejar de ser tú, y donde ni yo ni tú obliguemos al otro a ser como yo o como tú.

Disculpen las molestias, esto es una revolución.

La libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla.

Les enseñamos (a los niños) que hay tantas palabras como colores, y que hay tantos pensamientos porque de por sí el mundo es para que en él nazcan palabras. Que hay pensamientos diferentes y que debemos respetarlos...Y les enseñamos a hablar con la verdad, es decir, con el corazón.

Es probable que los inditos mexis terminen prefirendo cargar barcos en los muelles antes que seguir soportando a este Lenin de los Bosques, que si se entrenara un poco podría llegar a ser Ministro de ZP.

Pobre ZAPATA. Un bravo que murió con las botas puestas y éstos chiquiliacuatres usan su nombre para fantasmear y aparecer en las TVS. Cualquier día nos enteraremos de que Garzón va a visitarlo a la selva Escandona o como se llame ese bosquecito. Para colmo, el OBISPO de Chiapas es su mejor propagandista.


Entre este tipejo y la Menchú podrían dejar a las novelas de Julio Verne en mantillas. En un puro tebeo.

Yo propongo a los peneuveros  y catalufos de ERC que designen un "enbaxador" ante la Corte de Marcos, jefe de Estado de un país imaginario.

Tellagorri





Obama : su trayectoria y la realidad actual


Esta descripción de Barak Obama ya la había publicado en este Blog pero, dado el interés que despierta la figura, lo reinserto de nuevo a efectos de comparar sus fingimientos de poses con el del espíritu de la Constitución Usa, que trataba en el Post de ayer.

El progre americano no se parece mucho al progre español, por suerte para los estadounidenses. Cabe esperar que Obama se comporte como se espera de un miembro del Partido Demócrata a la hora de abordar cuestiones de carácter moral (matrimonio homosexual, por ejemplo) o de carácter económico (por ejemplo, aumentando el gasto del Estado en prestaciones sociales).

Pero los fundamentos del sistema americano, esa libertad individual y esa unidad nacional, son intocables. Como también son intocables los intereses de la nación. De la nación americana, claro está.

Para la izquierda española, la victoria de Obama representa una victoria moral, por cuanto los odiados republicanos estadounidenses se quedan sin la presidencia del país más poderoso del mundo. El triunfo de Obama ha sido recibido por los verdaderos tontiprogres como una especie de venganza retardada sobre George Bush Junior, como una batalla más de la Guerra de Irak. Hoy, todo progre que se precie se siente un poco Hussein, pero no por Barack Hussein Obama, sino por Sadam.

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El primer Obama
es el de su vida oculta, más bien ocultada por su campaña y los principales medios americanos al escrutinio de los electores. Es por los ambientes que frecuenta un joven de extrema izquierda que no hace ascos al repudio de todo lo que los Estados Unidos significan, pregonado por sus amigos y aliados en cuyos proyectos antisistema participa activamente.

El segundo Obama inicia su carrera política con una legislatura de senador en el Estado de Illinois, ganando las elecciones con la eliminación a priori de sus competidores dentro del partido y sus rivales de enfrente. Se adapta en seguida a la maquinaria demócrata que gobierna el Estado, legendaria por su corrupción y malas artes, desde donde bombea dinero a los empeños militantes de los amigos del primer Obama. No han cambiado, pues, sus ideales, aunque sus métodos sean los del más rudo caciquismo americano.

Su campaña para el Senado nacional sigue las mismas pautas de liquidación política previa de competidores y rivales. Primero se produjo por una implacable purga de las firmas que avalaban las candidaturas ajenas (irrelevantes defectos de forma invalidan a muchos peticionarios, la mayoría negros). Después se debió a la misteriosa revelación de los privados historiales de divorcio de los otros aspirantes, correligionarios u opositores.

En su corta carrera como senador acumula el historial de votaciones más izquierdistas de sus 99 pares, sin votar jamás contra el partido. Reclama para sus favorecidos mucho más dinero que nadie, por el muy denostado pero legal método de colar en cualquier presupuesto, a cambio del voto, subvenciones completamente ajenas a lo que se discute (pork barrel o earmarks). Defiende las hipotecas basura como avanzada política social y protege de la regulación a las dos grandes entidades hipotecarias que están en el origen de la crisis financiera. Por supuesto, ambas terminarán contribuyendo a su campaña presidencial.



El tercer Obama ya es otro cantar. La base es su fluida oratoria y el color de su piel. Se encuentra con un país que ansía el cambio y se muere por demostrarse a sí mismo y al mundo que no es racista. Y que está hastiado de Bush. La situación no podía estar más madura.

Sin embargo, ni Obama ni ningún otro presidente americano va a dejar de defender nunca los intereses de su nación (y los de todo Occidente), tanto en Irak como en cualquier otro sitio del mundo. Y las alusiones a cuestiones de política internacional en el discurso de Obama resultan bastante elocuentes. "Apoyamos a los que buscan, en todo el mundo, paz y seguridad", ha dicho Obama. Porque cualquier político americano, sea demócrata o republicano, es consciente de que la paz no puede existir sin el requisito previo de la seguridad.

Paz y seguridad. "Si vis pacem, para bellum", pero en versión obamita. "Habrá que formar alianzas", ha dicho Obama, para añadir a continuación que "habrá problemas alrededor del mundo" porque no todos estarán de acuerdo con las decisiones que tome como presidente de los Estados Unidos. Vamos, que buscará alianzas, pero que si tiene que tomar decisiones que no gusten, las tomará.

Lo que sí cabe esperar de Obama es una política de gestos más inteligente que la de George Bush, porque Obama maneja mucho mejor las armas de la propaganda. Lo que quiere decir que la política internacional de los Estados Unidos seguirá siendo exactamente la misma, pero con un maquillaje más multilateral. Además, Obama contará con la complicidad activa de la progresía europea, que estará dispuesta a respaldar, al menos al principio, cualquier cosa que el nuevo presidente haga, aunque sólo sea por solidaridad progre. Incluso si Obama arrasara mañana Bagdad y sembrara de sal la capital iraquí, la progresía europea encontraría el modo de justificarlo.

Así que la elección de Obama será beneficiosa para la política exterior americana, porque los planes de acción tropezarán con muchos menos obstáculos de opinión pública nacional e internacional.

En cualquier caso, no es la política internacional lo que debería marcar el primer mandato de Obama. A menos que se produzca alguna inesperada crisis diplomática o de carácter terrorista, el principal problema al que Obama tendrá que hacer frente en los próximos cuatro años va a ser la economía.

El nuevo presidente americano va a tener que afrontar una crisis económica de proporciones colosales, cuya profundidad y duración nadie conoce a ciencia cierta.

Habrá que ver la "talla" del muchacho" cuando, transcurridos doce meses de mandato, tenga delante de las narices algún Ben Laden haciendo indiadas o un Irán chuleando a USA en tanto los empresarios despiden empleados a millones.

Por Javier Tellagorri




22 octubre 2009

Constitución USA : su origen ( presbiteriano)


La Constitución de Estados Unidos es el fruto de un largo proceso histórico iniciado en Inglaterra con la Reforma del siglo XVI.

Mientras el continente eu­ropeo se desgarraba en el conflicto entre Reforma y Con­trarreforma, la Inglaterra de Enrique VIII optó por un comportamiento cuando menos peculiar.

El monarca inglés provocó un cisma con Roma, pero, a la vez, se manifestó ferozmente antiprotestante persiguiendo a los partidarios de la Reforma y manteniendo un sistema dogmático sus­tancialmente católico.

Sólo la llegada al trono de su hijo Eduardo permitiría que en Inglaterra se iniciara una re­forma muy similar a la que estaba experimentando el con­tinente.

Es cierto que la reina María Tudor (conocida por sus súbditos como "la Sanguinaria" por la persecu­ción desencadenada contra los protestantes) intentaría desandar ese camino, pero su hermana Isabel, una vez en el trono, consolidó la orientación protestante del reino es­pecialmente tras ser excomulgada por el papa.

Con todo, la manera tan peculiar en que el proceso había sido vivido en Inglaterra tuvo notables consecuen­cias.

Mientras que un sector considerable de la Iglesia an­glicana se sentía a gusto con una forma de protestantismo muy suave que, históricamente, se consolidaría como la confesión protestante más cercana a Roma, otro muy rele­vante abogaba por profundizar esa reforma amoldando la realidad eclesial existente a los modelos contenidos en el Nuevo Testamento.

Los partidarios de esta postura reci­bieron diversos nombres: puritanos, porque perseguían un ideal de pureza bíblica; presbiterianos, porque sus iglesias se gobernaban mediante presbíteros elegidos en lugar de siguiendo un sistema episcopal como el católico romano o el anglicano; y también calvinistas, porque su teología estaba inspirada vehementemente en las obras del reformador francés Juan Calvino.

Este último aspecto tuvo enormes consecuencias en muchas áreas (entre ellas las de un enorme desarrollo económico y social en Ingla­terra) pero nos interesa especialmente su influjo en la política.

El calvinismo político se resumía en cuatro puntos:
1. La voluntad popular era una fuente legítima de poder de los gobernantes.
2. Ese poder podía ser delegado en repre­sentantes mediante un sistema electivo.
3. En el sistema eclesial, clérigos y laicos debían disfrutar de una autori­dad igual aunque coordinada.
4. Entre la Iglesia y el Esta­do no debía existir ni alianza ni mutua dependencia.

Sin duda, se trataba de principios que, actualmente, son de reconocimiento prácticamente general en Occidente pero que en el siglo XVI distaban mucho de ser aceptables.





Durante el siglo XVII, los puritanos optaron funda­mentalmente por dos vías. No pocos decidieron emigrar a Holanda (donde los calvinistas habían establecido un peculiar sistema de libertades que proporcionaba refugio a judíos y seguidores de diversas fes) o incluso a las co­lonias de América del Norte.

De hecho, los famosos y ci­tados Padres Peregrinos del barco MayFlower no eran sino un grupo de puritanos. Por el contrario, los que permane­cieron en Inglaterra formaron el núcleo esencial del parti­do parlamentario (en ocasiones hasta republicano) que fue a la guerra contra Carlos I, lo derrotó y, a través de di­versos avatares, resultó esencial para la consolidación de un sistema representativo en Inglaterra.

La llegada de los puritanos a lo que después sería Es­tados Unidos fue un acontecimiento de enorme impor­tancia para el futuro desarrollo de la Constitución.

Desde luego, la influencia educativa fue esencial, ya que no en vano Harvard (como posteriormente Yale y Princeton) fue fundada en 1636 por los puritanos.

Cuando estalló la revolución americana a finales del siglo XVIII, el peso de los puritanos en las colonias inglesas de América del Norte era enorme. De los aproximada­mente tres millones de americanos que vivían a la sazón en aquel territorio, 900.000 eran puritanos de origen escocés, 600.000 eran puritanos ingleses y otros 500.000 eran cal­vinistas de extracción holandesa, alemana o francesa.

Por si fuera poco, los anglicanos que vivían en las colonias eran en buena parte de simpatías calvinistas, ya que se re­gían por los Treinta y Nueve Artículos, un documento doctrinal con esta orientación.

Así, dos terceras partes al menos de los habitantes de los futuros Estados Unidos eran calvinistas y el otro tercio en su mayoría se identifi­caba con grupos de disidentes como los cuáqueros o los bautistas.

La presencia, por el contrario, de católicos era casi testimonial y los metodistas aún no habían hecho acto de presencia con la fuerza que tendrían después en Esta­dos Unidos.

El panorama resultaba tan obvio que en Inglaterra se denominó a la guerra de independencia de Estados Uni­dos "la rebelión presbiteriana" y el propio rey Jorge III afirmó: "Atribuyo toda la culpa de estos extraordinarios acontecimientos a los presbiterianos."

No se equivocaban y, por citar un ejemplo significativo, cuando Cornwallis fue obligado a retirarse para, posteriormente, capitular en Yorktown, todos los coroneles del ejército americano salvo uno eran presbíteros de Iglesias presbite­rianas. Por lo que se refiere a los soldados y oficiales de la totalidad del ejército, algo más de la mitad también perte­necían a esta corriente religiosa.

Sin embargo, el influjo de los puritanos resultó especial­mente decisivo en la redacción de la Constitución. Cierta­mente, los cuatro principios del calvinismo político arriba señalados fueron esenciales a la hora de darle forma, pero a ellos se unió otro absolutamente esencial que, por sí solo, sirve para explicar el desarrollo tan diferente segui­do por la democracia en el mundo anglosajón y en el res­to de Occidente.

La Biblia (y al respecto las confesiones surgidas de la Reforma fueron muy insistentes) enseña que el género humano es una especie profundamente afectada en el área moral como consecuencia de la caída de Adán.

Por su­puesto, los seres humanos pueden hacer buenos actos y realizar acciones que muestran que, aunque empañadas, llevan en sí la imagen y semejanza de Dios. Sin embargo, la tendencia al mal es innegable y hay que guardarse de ella cuidadosamente.





Por ello, el poder político debe dividirse para evitar que se concentre en unas manos (lo que siempre derivará en corrupción y tiranía) y tiene que ser con­trolado.

Esta visión pesimista (¿o simplemente realista?) ­de la naturaleza humana ya había llevado en el siglo XVI a los puritanos a concebir una forma de gobierno eclesial que, a diferencia del episcopalismo católico o anglicano, dividía el poder eclesial en varias instancias que se frena­ban y contrapesaban entre sí evitando la corrupción.

Esa misma línea fue la seguida a finales del siglo XVIII para redactar la Constitución americana.

De hecho, el pri­mer texto independentista norteamericano no fue, como generalmente se piensa, la declaración de independencia redactada por Thomas Jefferson sino la obra de la que el futuro presidente norteamericano la copió. Ésta no fue otra que la Declaración de Mecklenburg, un texto suscri­to por presbiterianos de origen escocés e irlandés, en Ca­rolina del Norte, el 20 de mayo de 1775.

La Declaración de Mecklenburg contenía todos los puntos que un año después desarrollaría Jefferson, desde la soberanía nacional a la lucha contra la tiranía pasando por el carácter electivo del poder político y la división de poderes.




Por añadidura, fue aprobada por una asamblea de veintisiete diputados (todos ellos puritanos) de los que un tercio eran presbíteros de la Iglesia presbiteriana, incluyendo a su presidente y secretario.

El carácter puritano de la Constitución (reconocida magníficamente, por ejemplo, por el español Emilio Cas­telar) iba a tener una trascendencia innegable.

Mientras que el optimismo antropológico de Rousseau derivaba en el terror de 1792 y, al fin y a la postre, en la dictadura na­poleónica, y el no menos optimista socialismo propugna­ba un paraíso cuya antesala era la dictadura del proleta­riado, los puritanos habían trasladado desde sus iglesias a la totalidad de la nación un sistema de gobierno que podía basarse en conceptos desagradables para la autoestima humana pero que, traducidos a la práctica, resultaron de una eficacia y solidez incomparables.

Si a este aspecto su­mamos además la práctica de algunas cualidades como el trabajo, el impulso empresarial, el énfasis en la educación o la fe en un destino futuro que se concibe como total­mente en manos de un Dios soberano, justo y bueno, con­taremos con muchas de las claves para explicar no sólo la evolución histórica de Estados Unidos sino también sus diferencias con los demás países del continente.

Tellagorri